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El cuerpo del delito.

Saben lo que es curioso? Es que se pasan por acá aunque wattpad se olvida de avisarles xDD Son unos genios, en serio! Gracias por pasarse, la verdad es que ya tras tres historias con ustedes del otro lado, ya no tengo palabras para agradecer la buena onda. No sé cómo es que todavía me aguantan, le veo futuro a esta relación eh xDDD 

Bueno a leer, lamento si me demoro pero estoy "estudiando". Tengo finales la semana que viene O.o

                                                    El cuerpo del delito.

 

Finalmente era el lunes en que Marc estaría de regreso; si se preguntan qué fue del resto del fin de semana… pues, les alegrará saber que Cameron y yo lo finalizamos con vida. Y digamos que eso es lo más importante que voy a destacar del sábado y el domingo. Acordamos que iríamos a la clínica (iríamos, no sé porque la palabra en equipo aún me causa escozor en la piel) en su siguiente semana corta. Lo cual me dejaba toda una semana libre para pensar cómo escapar, o cómo convencer a Marc de fugarse conmigo y Cher.

¡Oigan! Tengo que ser positiva al respecto, ¿no lo creen?

No estaba segura de cómo sentirme con todo este tema, pero esperaba que la semana larga de trabajo de mi vecino fuera suficiente para que los dos pusiéramos las cosas en perspectiva. ¿Quién sabe? Quizá una vez que se encontrara solo, o apagando un incendio (lo que sea que hagan los bomberos mientras piensan) entraría en razón. Quizá notaría lo estúpido que era intentar forzarme a ir a la clínica, quizá recordaría que no tiene ninguna obligación para conmigo. Incluso aunque me hubiese encontrado vomitando, incluso aunque parcialmente le hubiese contado mi problema, eso no lo ponía en la posición de salvador. Es que, yo ya tenía a mi Salvador ¿no?

Había tenido demasiadas ideas dando vueltas en mi cabeza esos dos días, la mayoría eran conversaciones ficticias entre Cameron y yo, donde lo persuadía para que me dejara en paz. Y de tanto en tanto, se filtraba alguna idea traicionera que finalizaba esas conversaciones con no rotundo viniendo de él. Creo, y no lo voy a negar porque me parece estúpido, que una pequeña parte de mí quería que me llevara la contra. Extraño, ¿verdad?

Así que me encontraba de pie frente al espejo del baño, echándome una valorativa mirada. Decir que lucía asquerosa habría sido ser demasiado generosa conmigo misma, no me gustaba mucho mirarme al espejo por obvias razones. No que entonces viera lo que me sobrara o imaginara a otra mujer regresándome la mirada de forma recriminante, a decir verdad creo que tengo una concepción de mi cuerpo bastante fiel a la realidad. Mi cuerpo apesta, es pequeño, enjuto, huesudo y falto de curvas, lucía como el cuerpo de una niña desnutrida. Sumado el lío que era mi cabello, los hilos negros que aún sobresalían cerca de mi oreja y se extendía hasta mi cien izquierda, pues francamente era un dechado de belleza. Atusé mi cabello en una cola de caballo y observé mi perfil críticamente, notando que mi cuello se veía más agraciado de ese modo. Sí, lo llevaría recogido, porque ante todo soy una chica que se preocupa por su imagen. Estaba apunto de sumarle algo de color a mis mejillas cuando escuché ruido viniendo de mi recibidor. Me empujé hacia Cher que se encontraba pegada a mis rodillas e hice gala de mi excelente control de la silla, al sacarla del cuarto de baño dándole sólo un golpe a la pared. Bien, bien, dos… y medio.

—¿Marín?

Sonreí ante aquel tono familiar, no me había esperado echarlo de menos pero mi sonrisa decía que lo había hecho. Maldición, esto sí que era raro en un nivel completamente nuevo de rarezas.

—¡Aquí! —Fui rodando hasta la sala donde Marc ya se encontraba esperándome—. ¡Hombre, no sabes cómo te extrañé!

—Con bienvenidas como esta, hasta dan ganas de marcharse más seguido. —Se inclinó para rodearme con sus brazos y luego plantarme en beso en la mejilla, lo cual se sintió raro por unos escasos dos segundos. Luego se lo devolví. 

—¿No hay un beso para mí, Blue?

Mirando por encima del hombro de Marc, noté que Cameron estaba de brazos cruzados en el pasillo. Supuse que su comentario había sido un intento por fastidiarme la emoción de poder deshacerme de él y finalmente obtener buena compañía a cambio, así que me esforcé por ignorarlo.

—Oye… —La mano de Marc rozó mi cola de caballo, obligándome a apartar mi atención de Cameron—. Me gusta como luce así.

—Gracias. —Pues sí, soy una chica, los cumplidos también funcionan en mí—. ¿Has rescatado muchos gatitos?

Pude jurar que vi como Cameron rodaba los ojos a espaldas de Marc, mientras que el aludido se limitaba a soltar una carcajada fresca.

—Afortunadamente no hubo llamado de gatitos, pero si rescato alguno pensaré en ti.

—Lo apuesto —masculló mi vecino de un modo bastante curioso, enarqué una ceja pero me mantuve fiel en mi postura de ignorarlo. Marc se acuclilló frente a Cher, dándome una palmada en la mano para que lo mirara.

—Así que… —Sus ojos castaños pestañaron de forma coqueta, era eso o tenía una basurilla metida—. ¿Has pensado lo que hablamos la semana pasada?

Estaba tan abstraída intentado ver si había algo en su ojo que me tomó un largo segundo procesar sus palabras. ¿La semana pasada? ¿Qué tenía que pensar? Miré a Cameron en busca de algo de asistencia y él me obsequió una sonrisa para nada alentadora.

—Mm… —vacilé encogiéndome de hombros y Cameron en esa ocasión no tuvo reparos en dejar ir una sonora carcajada, era quizá la primera risa real que lo oía soltar desde que había regresado—. ¿A ti qué? —le espeté molesta, no sé si porque se estaba burlando de mí o sólo molesta porque su risa sonara tan bien para mis oídos.

¿Es que acaso había una condición de la cual yo no sabía nada? ¿Todos los chicos calientes tienen que tener lindas risas? Era algo premeditado para que nadie pudiese estar mucho tiempo molesto con ellos, ¿verdad?

—Mar, ¿recuerdas el baño del que hablamos?

Posé mi mirada en Marc apartando mis pensamientos sobre chicos calientes, ya que uno en particular se mostraba visiblemente cauteloso ante mí. Y con justa razón, pues no podría haber llegado con una peor idea. No había pasado el mejor fin de semana, ¡con un maldito demonio! Lo que menos necesitaba era discutir con Marc por mi higiene.

—Lo recuerdo y mi respuesta sigue siendo la misma.

La suave sonrisa de Marc lentamente se fue diluyendo, lo sentía por él y por toda la cuestión de chicos calientes. Pero es que ya era hora de comenzar a librarme de la manipulación mental que acarreaban las sonrisas y risas de infarto.   

—Marín, será por tu propio bien… necesitas darte un baño.

Discretamente bajé mi barbilla intentando olfatear el aroma que muy posiblemente Marc estuviese sintiendo, había hecho lo posible por mantenerme “limpia”. Y para los estándares de limpieza, la verdad es que no apestaba… tanto. ¡Oh diablos! Iba a tener que hacerlo, sabía que tenía que hacerlo pero no podía. No con ellos dos cerca, no con nadie en un radio de un kilometro cerca.  

—Incluso tengo algo que te ayudara a sentarte mejor en la bañera —continuó él, supongo que aceptando mi mutismo como una rendición—. Lo conseguí en la estación, no tienes idea la cantidad de cosas extrañas que hay ahí.

—¿Te refieres a esa silla de bebé? —inquirió Cameron, pero yo seguía con la mente embotada. Al menos lo suficiente como para notar que hablaban de algún artefacto que iría a parar en mi trasero.

—No es de bebé, Cam, los paramédicos la usan para… —Pero él repentinamente se detuvo en su explicación, dándome un nuevo apretón y poniéndose de pie.

—¿No la usan para los muertos?

—¿Qué? ¿Muertos? —Finalmente las neuronas comenzaron a hacer su trabajo sináptico. Es decir, ¿quién no reacciona ante la palabra muerte?

—Está bromeando, Marín. —Marc le frunció el ceño a Cameron—. No la usan para los muertos.

—¡No voy a sentarme donde ponen a los muertos! —me quejé. Sé que cualquier excusa sería buena para mí, pero demonios esto era una cuestión completamente distinta. Era mi trasero del que estábamos hablando y mi trasero no iba a tocar nada que hubiese estado cerca de un muerto.

—¡Qué no ponen a los muertos allí!

—Yo creo recordar que...

—¡Calla, Cameron! —apuntó Marc perdiendo la paciencia, algo que pienso Cameron estaba buscando hacer de forma premeditada—. Voy a traerla, la dejé en el auto.

—Pero… —comencé a protestar, pero él me detuvo con un dedo en lo alto y una sonrisa paternal.

—No ponen muertos en ella, Marín, relájate.

Oh vamos, ni que me molestara tanto lo de los muertos. Estuve a punto de gritarle aquello casi como un último recurso, pero Marc ya había desaparecido por el pasillo hacia la puerta de entrada. Diablos, diablos, diablos… Alcé la vista encontrándome con un sonriente Cameron, algo que en verdad no estaba necesitando en ese segundo en que estaba por cruzar la línea divisoria entre la cordura y Marín en un mal día.

—Bromeaba, no ponen muertos en ella… al menos no desde hace unos años. Y siempre la desinfectan bien.

—Qué te jodan, Cameron. —Rodé a Cher hacia la cocina necesitando del movimiento, necesitando del aire golpeando en mi rostro para recordarme como inspirar y expirar.

«Marín, respira»  

No, eso no iba a funcionar. Tal vez si colapsaba por falta de oxigeno, ellos desistirían, tal vez podía levantarme en mis dos piernas y huir. Sí, y tal vez también comenzara a defecar unicornios. Dios, estaba tan jodida.

—¿Qué va mal? —Mi vecino apareció a mi lado para mirarme con sumo interés. Cualquier rastro de burla había desaparecido de él, al parecer mi rostro estaba lo suficientemente pálido y atemorizado como para dar cuenta de mi malestar—. ¿Blue?

—Puf… —Me desinflé sacudiendo la cabeza. Sólo dos palabras funcionaban para mí en ese momento—: No puedo.

—Vamos, Marín, es sólo un baño.

—No entiendes… —musité casi con temor de ser escuchada por Marc, aunque él no parecía estar en ningún lugar cerca—. No puedo dejarlo que…

—¿Qué?

Suspiré con algo más de drama del necesario, visto críticamente.

—Que me vea.

Me estaba sonrojando, podía sentir como mis mejillas se teñían del rojo delator. Cameron frunció el ceño, echando una mirada hacia el pasillo y luego avanzando para acuclillarse ante mí.

—¿Te avergüenza que Marc te vea sin ropa?

—No, me avergüenza que cualquier ser humano con ojos me vea sin ropa.

—No será sin ropa completamente —intentó calmarme—. Sólo te quitas la blusa y el short, la mitad de tu pierna está cubierta por esta cosa. —Golpeó mi escayola con la punta de su dedo—. Te aseguro que Marc no mirará nada que tú no quieras mostrar.

—No hay nada que yo quiera mostrarle.

—Estás siendo necia.

—Sí, lo hago. —Aplasté su mano contra el yeso para que dejara de golpearlo, él me miró automáticamente—. Y no voy a dejar que me vea.

—Él no va a rendirse con esto, Marín. —Jaló de su mano, pero yo aún la tenía bastante bien sujeta—. Además que apestas y necesitas bañarte.

—Pues tú eres un idiota, pero nadie te anda obligando a cambiar ¿o si?

—Eso no tiene sentido —dijo él en medio de una sonrisa divertida—. La mugre comienza a afectar tu cerebro, tus respuestas pierden fuerzas.

—Agg… —Claro, ese gruñido sólo ayudaba a confirmar sus palabras. Algo me pasaba, no podía responderle como era debido y eso apestaba… como yo—. Por favor, no puedo.

—Claro que puedes.

Me mordí el labio inferior sacudiendo la cabeza con vehemencia, él realmente no entendía. Esto era algo más que sólo temor a mostrar mi cuerpo, esto era más.

—Por favor, Cameron, no te voy a pedir nunca otra cosa. —Presioné nuevamente su mano, ganándome una interrogante mirada por su parte—. No puedo dejarlo que me vea.

—Marín. —Sentí sus dedos abriendo los míos, forzando a mi mano a enlazarse con la suya. Bajé la vista un segundo antes de devolverle el apretón—. Dime cómo…

—¡Ok, ya la tengo! —Tan rápido como esas palabras volaron hacia nosotros, la mano de Cameron me soltó y su cuerpo prácticamente atravesó media cocina en tiempo record. Vaya, él debía tener complejo de Flash—. ¿Dónde están?

—Aquí —respondió mi vecino, rascándose la cabeza como si nada.     

Lo miré incapaz de ocultar mi curiosidad ante su actitud, pero él no me devolvió el escrutinio. Ausentemente me pregunté qué había estado por decirme, pero en cuanto vi a Marc cruzando el umbral con la silla de los muertos cualquier idea por interrogar a Cameron se diluyó.

—Bueno, sólo la ponemos en la bañera y verás lo fácil que será para ti mantener tu pierna seca.

En silencioso pánico miré nuevamente a Cameron, pero éste parecía demasiado entretenido con las malditas baldosas de mi casa. ¡¿Qué?! ¡Vamos! Por el amor de Dios, maldito traidor. Cinco segundos atrás estaba sosteniendo mi mano y ahora pasaba de mí olímpicamente.

—Sube esto, Cam. —Marc le pasó la silla de muertos a Cameron, para luego volverse en mi dirección—. Muy bien, jovencita, hora de ir arriba.

—Marc… en serio, estoy bien así…

—Claro que sí, Mar, pero el jueves tienes cita con tu médico. ¿No quieres sentirte más fresca para entonces?

Considerando que estábamos a lunes, ¿cuánto tiempo planeaba que me durara la frescura? Él tenía una idea demasiado positiva de los baños, o negativa si se lo mira con detenimiento. Bueno, diablos, por supuesto que no quería tumbar al médico con mi tufo pero había tantos peros que analizar en esa ecuación.

—Yo… —comencé a balbucear, tratando de fraguar una mentira que nos dejara a todos contentos.

Ya luego me encargaría de pensar algo para el médico, es decir no es como si el hombre no estuviese al corriente de mis limitaciones físicas. Sin duda no esperaría que me presentara hecha una belleza, el hombre ya había visto los peores aspectos de mí. Por Dios del cielo, el hombre me había visto en mi traje de Eva cuando estuve en emergencias.

—Yo la subo. —Ambos miramos hacia atrás, donde mi analizador de baldosas parecía haberse reencontrado con su cerebro. Cameron le dio la silla a Marc en un movimiento no del todo delicado y luego se puso de espaldas ante mí—. Sube.

Encogiéndome de hombros ante la orden, comencé a pasar mis piernas alrededor de su cuerpo. Mi único pensamiento era que él acababa de dar con un plan y definitivamente yo no iba a contradecirlo si ese era el caso.

—Vaya, ustedes dos sí que mejoraron las cosas.

Le envié una aireada mirada a Marc, esperando que eso fuese suficiente para persuadirlo de hacer más comentarios.

—¿Bromeas? Blue me ha tenido de criado todo el fin de semana, ya tenemos muchos kilómetros cubiertos.

Crucé mis brazos entorno al cuello de Cameron, para luego posicionar mi barbilla en su hombro e increparlo desde el lateral. Él me miró de reojo haciendo un gesto para que le siguiera el juego. Así que definitivamente tenía un plan.

—Genial. —Marc parecía feliz con la mejora de nuestra relación, al menos alguien lo estaba—. Voy a subir a poner esto.

Cameron y yo asentimos a su espalda, porque él nuevamente ya se nos había adelantado. Le clavé un dedo en el hombro a mi caballo, pero en esa ocasión no se volteó.

—Cálmate, Blue, yo lo manejo.

Dejarle el control a mi vecino era como el dicho del mono con navajas. Aunque también estaba ese otro dicho de “a caballo regalado…”

—Pues eso espero. —Porque literalmente estaba dejando mi trasero en sus manos, lo digo literalmente… pues una de sus manos me estaba sosteniendo de ahí. ¿Qué carajos? ¿Ya no había respeto por los minusválidos?—. Te estás pasando de listo, Brüner.

Él soltó una ronca carcajada que hizo vibrar su espalda y en consecuencia golpear contra mi pecho. Puse los ojos en blanco, bajando mi mano para jalar la suya fuera de mi nalga izquierda.

—Me aseguro de que estés bien sujeta.

Afortunadamente el viaje escaleras arriba no era lo bastante largo como para que tuviera que darle una respuesta, aunque le di un golpe en la nuca sólo para dejar en claro las cosas: mi trasero no era su jurisdicción. 

Cameron me tiró en la cama de mi madre, mientras oíamos como Marc toqueteaba las cosas en el cuarto de baño. Mamá era la única que tenía baño privado, también era la única con una bañera y nunca me había permitido usarla. Así que aunque estaba completamente en contra de tomar un baño, mi vena rebelde estaba festejando en algún sector de mi subconsciente. No sólo utilizaría su bañera, sino que haría estragos en ella. Aún no estaba segura de cómo, pero sería divertido averiguarlo.

—Pondremos esto en tu pierna. —Cameron me enseñó algún plástico azul que también habían traído ellos y yo lo miré de forma interrogante—. Para que no se moje… —explicó, como si eso fuera lo que estuviese perturbándome.

—¿Qué pasó con el plan? —pregunté entre dientes, en tanto que echaba miradas furtivas a la puerta abierta del baño.

—Cálmate.  

Levantó su mano pidiéndome paciencia, pero honestamente yo sentía la mía bastante lejos de alcanzarnos en ese piso. Cuando lo dejé manejar el asunto, era para que el asunto no ocurriese. ¿En qué momento nos habíamos confundido el objetivo?

—¿Cameron? —le espeté, justo cuando Marc cruzaba el umbral directo hacia la cama.

—Todo listo, ya regulé el agua.

Cameron se volteó para darle un pulgar hacia arriba y luego regresó a su tarea de ajustar el plástico azul, sacudí la pierna recordándole el plan que debía poner en marcha como ¡ahora, malditamente mismo! Pero él continuó absorto en su tarea.

—Marc… ¿por qué no vas a buscar algo de comer? —Mi vecino dio otro jaloncito a uno de los elásticos del plástico, mirando a su compañero por sobre el hombro—. Tengo que entrar en dos horas y me gustaría llevar algo en el estomago.

—Am…

Pude ver la duda escrita en cada centímetro del rostro de Marc, pero Cameron se mantuvo en una postura desinteresada y calma, casi como si le diera igual lo que el otro respondiera. En cambio yo, bueno, bastaría decirles que mi corazón dejó los latidos para convertirlos en un constante zumbido dentro de mi pecho. 

—Creo que lo tenemos cubierto. —Cameron palmeó mi pierna mala, sentándose de lado para mirar a su amigo—. Meteré a Blue en la bañera y tú encárgate de la comida.

«¿Ese era el plan?»

—Bueno… —Los ojos de Marc buscaron los míos, pero yo estaba momentáneamente aturdida como para siquiera notarlo.

«¿Ese era el plan?»

—Vamos, hombre, no voy a dejarla ahogarse. —La voz de mi vecino sonó ligeramente más impaciente, pero aún conservando el toque de cansino desinterés.

Marc se secó las manos en sus pantalones de mezclilla, y supongo que su gesto confuso me hizo reaccionar. Aunque el plan A parecía apestar más que yo, sabía que no podía dejar que él permaneciera en la habitación. Las opciones eran seguirle la corriente a Cameron y sacar a Marc de allí, o parecer una perturbada mental el tiempo suficiente como para hacerlo dudar de dejarme a solas con el imbécil. «¡Vamos, Marín, junta tu mierda!»

—Claro… si Mar está bien…

—Por supuesto —me apresuré a cortarlo, mientras obligaba a mis músculos faciales a fingir una sonrisa de anuncio—. Cam y yo lo tenemos más que cubierto, ve por la comida.

Sentí un par de ojos azules perforando mi perfil, pero fui capaz de pasar de ellos mientras alentaba con mi sonrisa falsa a Marc. Él se pasó una mano por el cabello corto, nos observó a ambos y luego se encogió de hombros. Pareció trascurrir una eternidad entre su leve asentimiento y el instante en que cerró la puerta detrás de sí.

Suspiré de alivio, a mi lado Cameron continuaba mirándome demasiado fijamente.

—¿Qué? —medio gruñí, él sonrió negando suavemente.

—Nada, mejor quítate la ropa y acabemos con esto.

—¿Ese era tu maldito plan? —lo increpé, observándolo ponerse de pie—. Te dije que no quería hacer esto, no que quería hacerlo contigo.

—Blue, tarde o temprano tendrás que bañarte. Creo que soy tu mejor opción de momento, aunque si hay alguien a quien quieras llamar no me negaré.

Presioné los ojos en finas líneas, prefiriendo no responder a ese argumento. No era tan necia como para no sentir la falta de un baño digno, pero tampoco podía ignorar lo demás. Llevaba demasiado tiempo sin poder ignorar lo demás, llevaba demasiado tiempo haciendo que los otros ignoraran lo demás. Enseñarme a Cameron sería como dar un gran paso hacia un abismo, un abismo al cual no me acercaba en mucho tiempo.

—Voy a chequear el agua, quítate la ropa mientras.

Ambos sabíamos que el agua estaba bien, pues Marc acababa de templarla. Pero al menos era bueno ver que Cameron notaba las señales que le estaba enviando, él no era tan estúpido como me gustaba pensar. Él nunca fue estúpido, porque honestamente, habría sido mucho más sencillo tratar con él si ese hubiese sido el caso.

Silencié las voces que pugnaban por hacerse oír en mi cabeza y antes de que alguna me convenciera de lo contrario, jalé mi blusa fuera hasta dejarla hecha un bollo a mi lado. Contraje mi pierna buena hasta mi pecho y aguardé; aguardé con los ojos fijos en la puerta que conducía al cuarto de baño, aguardé con las manos crispadas junto a la prenda que quería volver a colocarme. Cameron se demoró otros dos minutos en el baño y no pude evitar encogerme aún más cuando su cuerpo se detuvo en el quicio divisorio. Sus ojos me recorrieron muy brevemente antes de que reanudara el paso, y yo me sacudí en mi lugar porque sabía que desde su posición no era capaz de ver mucho de nada.

—¿Necesitas ayuda con los pantalones?

Se estaba acercando por mi lateral derecho, cuando decidí echarme hacia atrás sobre las almohadas y comenzar a atacar los botones de mi short. Fue esa acción la que lo hizo detenerse por completo. Y aunque crean que fue por toda la cuestión de “una chica desnudándose frente a sus ojos”, pues lamento matarles la fantasía. Me habría gustado decir que Cameron se quedó tan fascinado conmigo que hasta tuvo que detenerse para verme mejor, pero la triste realidad es que sólo se detuvo… para verme mejor. Para ver cada centímetro de piel de mi vientre que había quedado expuesto, para ver las marcas que corrían a lo largo de mis laterales y por encima de la cinturilla de mis shorts. Seguramente también para hacer un recorrido ascendente por mis brazos, hacia los hombros donde más cicatrices blancas cortaban la suavidad de mi piel.

Él, como yo ya me lo estaba esperando, sólo se me quedó viendo. Y sí, lo admito, es un espectáculo que muchos mirarían con interés. Es decir ¿por qué no? Supongo que en su lugar yo también miraría, supongo que en su lugar el morbo me haría hasta contarlas. Algo que ya había hecho, dicho sea de paso.

—No te quedes mirando.

Pestañeó repetidas veces, deslizando su mirada hacia mis ojos. Había tanto allí que no supe con cuál de todas las emociones quedarme.

—¿Qué…? —Recuperando el don del movimiento, Cameron se dejó caer a mi lado en la cama, intentado y fallando en eso de no mirar fijo mis marcas.

—Escucha, impacta un poco pero tienes que saber que ya no hago esto. —Me refería a los cortes, obviamente. Eso era algo más de mi juventud, les explicaría toda la mierda pero dudo que ustedes quieran escucharla.

Cameron me observó sin decir una palabra, y tomándome completamente por sorpresa extendió una mano hasta rozar mi vientre. Me contraje más por instinto que por otra cosa, pero él no se apartó o poco le importó mi reticencia a ser tocada. Con su índice siguió el recorrido de una de mis cicatrices, casi como si esperara que se borrara con el paso de su tacto. Fue y volvió dos veces, haciéndome algo de cosquilla pero manteniéndose ajeno a mis reacciones.

—¿Cómo mierda te hiciste esto? —Abrí la boca, pero no fui capaz de decirle nada. Su pregunta no había ido con intenciones de ser ofensiva, lo sabía, pero por un segundo sentí que el que me hablaba era mi padre. Sentí aquello como algo más que un regaño, sentí que estaba desilusionando a alguien por mis malas decisiones del pasado. Eso apestó más que mi falta de baño—. Jesús, Marín. 

Él se levantó abruptamente de la cama, dejando más de un vacío allí. Me mordí el labio intentando aplacar el sentimiento de culpa, después de todo no había ningún motivo para sentirme así. Yo no lo debía nada a él, él no tenía idea de las circunstancias. No tenía derecho a juzgarme.

—Te dije que no quería hacer esto —mascullé cuando finalmente fui capaz de hallar mi voz.

—¿Y entonces podrías ocultar eso? —Me señaló con su mano, haciéndome desear volver a colocarme la blusa—. Esto es demasiado… —Alzó la cabeza soltando un suspiro hacia el techo—. Es más de…

—¡Nadie te pide que te quedes!

—¡Cierra la boca! —Se acercó a mí en menos de dos zancadas—. Sólo cierra la maldita boca un minuto.

—No te necesito, Cameron. —Obviamente pasé por alto su pedido de silencio—. No necesito de nadie.

—No podrías estar más equivocada.

—Dejé de hacer esto, ¿de acuerdo? Fue algo que hice cuando era más chica, necesitaba sacarlo de adentro y este fue el único modo en que lo pude resolver. No es algo que volveré a hacer, así que tranquilízate ¿quieres?

Él me miró con los ojos entornados, al menos ahora respirando más calmadamente.

—¿Cuándo? —preguntó. Sacudí la cabeza restándole importancia al detalle—. Dime cuándo lo hiciste, ¿cómo es que nadie se dio cuenta?

—Hay muchas cosas que se pueden ocultar, si sabes qué tanto te miran las personas.

Asintió con lentitud, supongo que aceptando mis palabras o simplemente hallando un significado más profundo a todo el asunto. Fuese lo que fuese, pareció calmar el torbellino en su cabeza.

—Entonces tendré que verte con más cuidado.

—No quiero que me veas —repliqué, siguiéndolo con la mirada mientras rodeaba la cama y ocupaba el lugar libre a mi siniestra.

—Es demasiado tarde para eso, Blue. —Cameron enganchó con su pulgar el ojal de mis pantaloncillos y yo cubrí su mano con la mía para detenerlo—. Pero sólo miraré hasta donde me permitas.

—¿Seguro? —lo increpé ligeramente desafiante—. Podría asustarte lo que veas.

Cameron volvió a recorrer con su mirada mi cuerpo a medio vestir y luego jaló su mano bajando un centímetro más mis shorts.

—No hay nada allí con lo que no pueda lidiar.  

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Si lo hacía hasta donde tenía en mente, se me iba como a quince hojas de word. Así que después de este pequeño descubrimiento, tendremos que llevar a Marín al agua. En fin, les dejo un saludo y nos estaremos viendo cuanto antes pueda.  

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