Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Entre fiestas y problemas

Nunca creí que las fiestas universitarias fueran como en las series adolescentes que veía en la televisión. Y tampoco sentí la necesidad de comprobarlo, porque casi nunca asistía a esas fiestas, prefiriendo quedarme en casa estudiando o dormir mis ocho horas.

Pero ahí estaba: conduciendo el auto del abuelo de Heather qué parecía haberlo sacado de la época de los dinosaurios mientras por quinta vez pasábamos un parque infantil abandonado intentando encontrar la casa de la dichosa fiesta de un tal Harry.

—¿Estas segura de que tienes tu licencia de conducir? —Pregunto Heather con google maps abierto y dándole indicaciones.

—Me hiciste esa pregunta unas tres veces en veinte minutos. —Mi mirada fija en el camino. —Se lo que hago.

—Joy, si pasamos otra vez al lado de ese tobogán oxidado, juro que esta vez veré al mismísimo It ahí. —Dijo Sam en el asiento trasero.

—Sería más fácil si el auto cooperara. —Suspire mientras doblaba a la derecha com dificultad. —¿Tu abuelo conserva esto como obra de arte historica o no tiene el presupuesto como para cambiarlo?

—Es su primer auto. —declaró Heather con una sonrisa recordando a su abuelo. —Intentamos convencerlo pero es imposible. Este es su bebé.

—¿Y en primer lugar como te lo presto? —Pregunto Sam.

Heather se encogió de hombros, siempre con una calma inquebrantable, como si no le importara lo más mínimo estar atravesando toda la ciudad en un auto que parecía tener más historia que la mayoría de los edificios a su alrededor.

—Dijo que era para "crear memorias". —respondió con una sonrisa suave, como si la respuesta fuera de lo más lógico del mundo. —Además, le prometí que estaríamos bien. Un uber estaba más costoso.

Yo me eché atrás en el asiento, aún desconfiada del volante que había decidido tomar. Mi mente estaba en otras cosas. Las fiestas universitarias no eran precisamente mi idea de pasar un buen rato. Pero la idea de ser una buena amiga para Sam y Heather y no quedarme atrás me había llevado hasta aquí, dando vueltas alrededor de un parque infantil que parecía sacado de una película de terror.

—Eso no suena como una promesa muy confiable. —Desconfío Sam, su tono con una mezcla de sarcasmo y diversión mientras se asomaba por entre los dos asientos delanteros. —¿Seguro que no te dijeron que el auto podría tener vida propia?

—No es gracioso, Sam. —Respondió Heather mirando seria a Sam, pero una sonrisa fugaz se me escapó de los labios.

Me aclare la garganta. Debía ser la intermediaria aquí.

—¿Alguien sabe como luce la casa del tal Harry? —Pregunte, negándome a seguir dando vueltas.

—No debemos estar muy lejos. —Murmuró tranquilamente Heather antes de ver la ubicación otra vez.

—Eso dijiste hace quince minutos. —Recordó Sam. —Ya puedo ver a It , esta vez con su globo rojo.

Un silencio incómodo siguió su broma, y mientras Heather observaba el mapa, se podía ver en su rostro que realmente no sabía a dónde íbamos. Pero, para mi sorpresa, ella solo susurró:

—Sí, sé que dije lo mismo antes, pero… ya casi llegamos. Confía en mí.

Por un momento, me sentí como si estuviera atrapada en un bucle temporal, pero al ver su serenidad, y saber que estaba tratando de animarnos, pude relajarme un poco.

—El GPS no deberia fallar. —le dije mientras veía cómo la casa de Harry, por fin, se asomaba a lo lejos, iluminada por luces brillantes que parpadeaban en la oscuridad.

La casa de Harry apareció al fin ante nosotros, una construcción modesta pero llena de vida. Luces de colores brillaban a través de las ventanas y un par de personas estaban en el porche, riendo y charlando. El sonido de la música llegaba hasta nosotros, atrayéndonos como una fuerza magnética. Mi corazón latía un poco más rápido, no por emoción, sino por esa sensación de incomodidad que siempre me atacaba en lugares como ese.

—¡Finalmente! —Exclamó Sam con un tono victorioso, como si hubiera ganado alguna especie de batalla. Se levantó de su asiento y se asomó por entre los dos asientos delanteros.

—Ya era hora... —Dije, intentando mantener una voz neutral, aunque en el fondo sentía un alivio al ver que ya no tendríamos que seguir dando vueltas.

Heather, al contrario de nosotros, no parecía particularmente emocionada, como si este tipo de fiestas fueran solo otro día más. Ajusto su cartera en su hombro y observó la casa con calma, como si estuviera simplemente evaluando una nueva situación.

—Está bien. — Heather fue la primera en bajar del auto— No se ve mal.

El sonido de la música se volvía más fuerte a medida que nos acercábamos. La multitud era animada, pero no parecía descontrolada. Un par de chicos conversaban junto a la entrada, otros bailaban en el jardín, y un par de chicas reían mientras se tomaban selfies. No era la gran fiesta que había imaginado, pero aún así, me sentía fuera de lugar.

Por un momento recordé esa noche en Flagstaff cuando vi a Aaron siéndome infiel en mi propia cara. Se me pusieron los pelos de punta por un momento.

—¿Listas para entrar? —Sam preguntó, mirando a Heather y luego a mí.

Miré a mi alrededor, no convencida. Sam parecía completamente en su elemento, mientras Heather mantenía su actitud relajada. Yo en cambio, me sentía como si estuviera por saltar al vacío. Pero, por alguna razón, decidí no ser la que se quedaba fuera, así que respiré hondo.

—Deberíamos entrar antes de que la comida gratis se acabe. —Me encogí de hombros, tratando de sonar más entusiasta de lo que realmente me sentía.

En ese momento, mi teléfono vibró, algo que me asusto. Por un momento pensé que podría ser Aaron, pero luego me di cuenta de que era un número totalmente desconocido. Así que simplemente pensé que podría tratarse de Aaron otra vez. Colgué la llamada.

A medida que caminábamos hacia la entrada, me fijé en los detalles: los vasos rojos dispersos por el césped, el humo de un par de cigarrillos flotando en el aire, las risas de los chicos jugando al beer pong. Nada de eso me parecía atractivo, pero, al parecer, Sam lo encontraba fascinante.

—Tendré que hecharle un ojo a Sam y a ti. —Dijo Heather mientras observaba como Sam iba sola por toda la fiesta. —Nosotras deberíamos tener cuidado con el alcohol. Después de todo, eres la única que sabe conducir...

—Lo tendré en cuenta. —Murmure mientras notaba lo bastante animado que estaba este lugar.

En ese momento lo capte. Muchas personas de la universidad —si no era la mitad— estaban aquí. Así que era obvio quien estaría aquí por descarte.

Aaron.

Y los mensajes que el me había enviado seguían en visto. Sin decir que silencie sus mensajes y problemas habría muchos más mensajes allí.

La idea de que Aaron estuviera en esa fiesta me dejó un sabor amargo en la boca. Mis ojos comenzaron a recorrer la multitud, buscando algo familiar entre los rostros que pasaban, riendo y bebiendo. Algo me decía que lo encontraría, y lo peor de todo era que no sabía qué haría si lo veía.

Intenté no pensar demasiado en eso, pero mi mente seguía regresando a ese lugar, a la situación de los mensajes no respondidos y la culpa que sentia por tratarlo asi. Tragué saliva, dándome cuenta de que había cosas que aún no había dejado ir, cosas que no podía borrar tan fácilmente.

No lo extrañaba. Sabía que no iba a perdonar esa infidelidad tan fácil. Pero me dolía el pecho de pensar que algo de ahí era mi culpa. Que yo había fallado.

—¿Estás bien? —Preguntó Heather al notar mi repentina quietud. Su tono seguía siendo suave, sin prisa, sin el aire de alguien que se ve abrumado por la fiesta. Era como si estuviera completamente en su elemento, como si nada de lo que pasaba a su alrededor tuviera el poder de desestabilizarla.

Asentí con una sonrisa que no alcanzaba a llegar a mis ojos. No quería preocuparla más de lo necesario. Aunque el dilema de encontrar a Aaron seguía presente en mi mente, no quería que eso arruinara lo que quedaba de la noche.

—Esto es nuevo para mi. —Respondí, más para mí misma que para Heather, pero ella no insistió.

En ese momento, vi una figura que no pude evitar reconocer entre la multitud. Era él. Aaron. Estaba recargado en la pared, riendo con un grupo de chicos y con una chica rubia besándose el cuello. El cabello despeinado y esa actitud relajada que siempre lo hacía parecer tan seguro de sí mismo. Y ahí estaba yo, parada, observando a lo lejos, sin saber qué hacer.

El latido de mi corazón se aceleró. La idea de acercarme, de enfrentarlo, parecía casi una misión imposible. Me sentí estúpida al pensar que, de alguna manera, aún me afectaba verlo así, tan despreocupado, mientras yo seguía atrapada en lo que alguna vez tuvimos.

De repente, una risa me sacó de mi trance. Miré hacia Heather, que parecía disfrutar de las bromas de Sam. Y en un impulso, decidí que no iba a dejar que Aaron tuviera más poder sobre mí esa noche. No podía seguir atada a esas viejas heridas. Al menos no mientras estaba rodeada de gente que no tenía ni idea de lo que estaba pasando por mi mente.

—Voy a tomar algo. —Le dije a Heather, tratando de recuperar algo de control sobre la situación. Necesitaba distraerme, encontrar un momento para respirar.

Ella me sonrió con esa calma inquebrantable que tanto la caracterizaba.

—Te acompaño. —Dijo con suavidad, y nos dirigimos hacia la mesa del bar improvisada.

A medida que nos acercábamos, traté de no mirar hacia donde Aaron estaba. Necesitaba, al menos por un rato, desconectarme de eso. Si algo me quedaba claro, era que esa noche no iba a ser sobre él.

El chico detrás de la mesa del bar improvisada ni siquiera levantó la cabeza cuando nos acercamos, completamente absorto en el vaso que tenía frente a él. Heather, que parecía acostumbrada a que las cosas no siempre salieran como uno espera, tocó suavemente el borde de la mesa.

—¿Una bebida, por favor? —Dijo Heather, su voz tranquila pero firme.

Finalmente, el chico levantó la mirada y asintió, pero no sin antes dar un largo trago de su vaso, como si el hecho de servirnos fuera lo último en su lista de prioridades. Mientras tanto, mi mirada no podía evitar vagar por la habitación, buscando distraerme de lo que pasaba en mi pecho.

Pero la voz de Heather me saco de ahí. Aunque sus palabras no fueron algo que ne tranquilizaron.

—¿Lo conoces? —Pregunto ella mientras daba una leve seña a Aaron.

No sabía cómo ni porque. Pero ahí estaba, ahora resultaba que una persona que conocía hace apenas dos semanas sabía de Aaron y yo.

—¿Como lo...?

—Lo veías mucho. —Admitió Heather mientras tomaba un trago de su bebida antes de volver a verlo a Aaron. —Sabes, si quieres yo puedo hablar con él y...

—No gracias. —Me negue rápidamente sintiendo cómo mi corazón latía rápido.

No evite volver a verlo a el. Su cabello castaño era el mismo, sus ojos oscuros seguían ahí. Pero claramente se veía mucho mejor: probablemente el estaba viviendo su mejor momento y yo aun estaba aquí...

Y como si la mala suerte estuviera conmigo, el cruzo una mirada conmigo.

Casi fue instantáneo cuando el camino hacia mi, dejando a sus amigos y a la chica rubia a un lado mientras se abría entre la multitud.

Tal vez desde otra perspectiva esto se veía como una película romántica de adolescentes. Pero desde mi perspectiva solo sentía como cada paso que daba el me hundía más y más recordando mi pasado.

—Ya vengo.

Nisiquiera espere a que Heather me respondiera para correr.

El sonido de sus pasos acercándose me pareció ensordecedor, y aunque en mi cabeza gritaba para quedarme, mi cuerpo comenzó a moverse sin mi permiso. Mis manos se volvieron frías, casi como si una capa de hielo hubiera invadido mi piel. Respiraba más rápido, pero sentía que el aire no llegaba a mis pulmones. El peso en mi pecho aumentaba, como si el simple hecho de estar en el mismo lugar que él me aplastara de una forma que no podía controlar.

Corrí, o al menos lo intenté. Cada paso era como una lucha, como si mis piernas se movieran con resistencia, como si no quisiera estar allí. Pero la presión, la ansiedad, la necesidad de escapar, era más fuerte. Mis ojos comenzaban a nublarse, y lo único que podía ver era el pasillo frente a mí. Necesitaba llegar al baño. Necesitaba un respiro.

El bullicio de la fiesta a mi alrededor se desvaneció como si todo estuviera bajo el agua. Solo podía escuchar el zumbido de mi corazón palpitando en mis oídos, un ruido constante que me decía que ya no podía soportarlo. Las paredes se cerraban a mi alrededor, la multitud se desdibujaba y todo lo que quedaba era el peso de su mirada sobre mí, aplastándome, atormentándome con todo lo que había quedado sin resolver entre nosotros.

Alcancé la puerta del baño y la empujé con más fuerza de la que pensaba que tenía. Apenas entré, el aire frío me golpeó la cara, pero no era suficiente. Sentí que me desmoronaba por dentro, como si estuviera cayendo sin fin, incapaz de sostenerme. Mi visión se nublaba aún más, y mis manos temblaban tanto que no podía controlar el agarre de la puerta que aún tenía entre las manos.

Mi respiración era entrecortada, casi ahogada, como si me estuviera desvaneciendo. No podía pensar. No podía pensar en nada más que en el dolor que sentía dentro. El sudor recorría mi frente, y mis rodillas parecían no aguantar el peso de mi propio cuerpo. Me dejé caer contra la pared, abrazándome las piernas, sintiendo como todo lo que había dentro de mí se desbordaba en un mar de emociones.

El rimel se corrió con mis lagrimas. Trate de que mis sollozos no fueran demasiado ruidosos, pero falle en el intento.

Escuche los gritos de Heather desesperados por encontrarme afuera del baño. Pero su consuelo no era lo que ahora necesitaba.

En medio del ataque de pánico, en ese espacio pequeño y frío del baño, una sensación de vacío comenzó a invadir mi pecho. Mientras me aferraba a mis rodillas, temblando, una idea persistente cruzó mi mente: no era Aaron lo que extrañaba. No era su presencia ni la promesa rota entre nosotros. No. Lo que realmente me consumía era algo más profundo, algo más complicado.

La culpa.

Sentía una presión inaguantable en mi pecho, como si algo me estuviera ahogando desde dentro. No podía dejar de pensar en cómo no había sido lo suficientemente buena, cómo no había sido perfecta. No para él, ni para nadie más, sino para mi madre. Para la mujer que se había ido, la que nunca me vio completa, la que me había dejado con esa carga silenciosa de expectativas incumplidas.

Solo quería irme a casa en ese momento. Pero no me sentía apta como para conducir, no me sentía apta para nada.

Tome aire, no podía estar así toda la vida.

Así que traté de actuar como siempre. Tome aire y trate de limpiarme las lagrimas.

Lentamente me levante y abrí la puerta del baño, impulsada por solo avisarle a Heather que me iba, pero lo que vi me sorprendió.

—Samantha, levántate. —Heather seguía insistiendo, su voz llena de preocupación mientras trataba de levantar a Sam del suelo. Sam no respondía del todo, su cuerpo caído y su rostro rojo indicaban que no estaba en su mejor estado. Apenas llevábamos media hora en esa fiesta, y Sam no solía ser así.

—Estoy bien... —Murmuró Sam con una voz que sonaba como si hubiera tomado mucho más de lo que había realmente bebido.

Me acerqué lentamente, el corazón me latía con más fuerza de lo que me hubiera gustado. Vi a Heather agachada, intentando sostener a Sam, cuya mirada perdida parecía enfocada en nada, vacía.

—¿Qué pasó? —Pregunté, tratando de sonar lo más normal posible, pero mi voz salió temblorosa, atrapada entre la incomodidad de la situación y la presión del ambiente.

—Es demasiado débil para caer ebria... —Heather dijo en un susurro, apenas audible.

—Apenas llevamos media hora aquí. —Trate de darle aire a Sam tratando de entender como habíamos llegado a este punto.

—Eso es lo que me preocupa. —La voz de Heather sonó tensa, con un tono que rara vez usaba. Siempre había sido la más tranquila de nosotras, pero ahora sus manos temblaban ligeramente mientras intentaba mantener a Sam erguida.

Me arrodillé a su lado, colocando una mano en el hombro de Sam. Estaba caliente, demasiado caliente, y su piel se sentía pegajosa al tacto. Su cabeza cayó hacia adelante, su cabello cubriendo su rostro.

—Sam, mírame. —Intenté que su mirada se enfocara en mí, pero sus ojos se veían vidriosos, sin rastro de reconocimiento. —¿Cuánto bebiste?

—No...no lo se... —Balbuceó, su voz arrastrada, entrecortada. Se le cerraban los ojos y su cabeza oscilaba hacia un lado.

Heather me lanzó una mirada cargada de preocupación.

—Esto no es normal. Debí cuidarla con el tema de la bebida.

Me enderecé, un frío recorriéndome la columna al comprender lo que implicaban sus palabras. Una sensación de alarma me invadió, haciéndome sentir vulnerable y expuesta en medio de esa casa llena de desconocidos. Observé a mi alrededor, las luces parpadeaban al ritmo de la música ensordecedora, y las risas y gritos se mezclaban en un eco distante. Nadie se percataba de nuestra presencia, nadie notaba a Sam en ese estado.

—Tenemos que sacarla de aquí. —Declaré con firmeza, ocultando mi propio temblor mientras me obligaba a mantener la calma.

Ambas nos colocamos a cada lado de Sam, pasando sus brazos sobre nuestros hombros. Era más pesada de lo que había esperado, su cuerpo sin fuerzas apenas respondía. Heather y yo nos tambaleamos hacia la salida, empujando entre la multitud que ni siquiera se molestó en mirar. La música y las risas nos envolvían, indiferentes al mundo que se desmoronaba a nuestro alrededor.

Mi corazón latía rápido, una mezcla de miedo y preocupación. Apenas podía pensar con claridad, pero me obligué a no ceder al pánico. No ahora. No cuando Sam nos necesitaba.

Mientras atravesábamos el pasillo, una voz conocida me congeló en el lugar.

—¿Joy?

No necesitaba girarme para saber quién era. Mi cuerpo se tensó al escuchar la voz de Aaron detrás de mí, su tono incrédulo. Pero no tenía tiempo para enfrentarme a él, ni a mis propios sentimientos. Lo único que importaba era Sam.

Así que simplemente lo ignore. Esperando que el mensaje quedara claro

________________

No tardamos mucho en llegar al auto. Heather pronto acomodó a Sam en el asiento trasero mientras yo me sentaba al volante, lista para salir de ese lugar. Mi corazón aún latía rápido, pero al menos el ruido de la fiesta había quedado atrás.

Heather se sentó a mi lado, girándose inmediatamente para revisar a Sam. La preocupación en su rostro era evidente, sus manos temblaban ligeramente mientras le apartaba el cabello de la cara.

Yo arranque el auto por mientras.

—No sé qué le pasó. —Su voz tembló. —Ella nunca es así.

—No importa ahora. —Respondí. —Deberíamos llevarla al hospital.

Pero en ese mismo momento, después de avanzar por unos tres minutos, el auto paro de andar.

—Vamos... No es el momento. —Susurré entre dientes, apretando el acelerador de nuevo.

—¿Joy...? —La voz de Sam sonó débil desde el asiento trasero, y ambas volteamos al mismo tiempo.

Sus ojos estaban abiertos, aunque algo desenfocados, y su rostro ya no tenía el color rojizo de antes. Se frotó la frente con una mano temblorosa.

—¿Qué... qué pasó? —Su voz era apenas un susurro, como si acabara de despertar de una pesadilla.

Heather dejó escapar un suspiro de alivio, su cuerpo relajándose al instante.

—Nos asustaste. —Le dijo con una sonrisa forzada, aunque sus ojos aún reflejaban preocupación. —¿Cómo te sientes?

—Me... duele la cabeza. —Sam se apoyó en el respaldo, cerrando los ojos como si la luz del auto fuera demasiado brillante. —Pero estoy bien. Solo... mareada.

Dejé escapar el aire que no sabía que estaba conteniendo. No parecía grave, al menos no tanto como habíamos pensado. Pero el nudo en mi pecho no se deshizo.

—De todas formas, tenemos que sacarte de aquí. —Declaré, volviendo a girar la llave en el encendido. Esta vez, el auto gimió como un animal herido, el motor vibrando antes de morir nuevamente.

—¿Es en serio? —Me quejé en voz alta, golpeando el volante con las manos. —¡No ahora!

—El auto de mi abuelo tiene sus... momentos. —Heather dijo en voz baja, intentando sonar tranquila, aunque la preocupación en su mirada no desaparecía.

Intenté otra vez, y otra más, pero el auto seguía sin responder. Cada vez que el motor rugía para luego morir, sentía cómo mi paciencia se desgastaba un poco más. Miré a Heather, esperando algún tipo de milagro.

—Por favor, dime que al menos tienes servicio de grúa. —Le dije con voz cansada.

Heather negó con la cabeza, su expresión avergonzada.

—Eso sería demasiado moderno para él.

Me dejé caer contra el asiento, cerrando los ojos por un momento. Todo lo que quería era salir de allí y poner a Sam a salvo, pero parecía que el universo tenía otros planes.

—Genial. —Solte un bufido, mirando por el parabrisas hacia la calle vacía. —¿Tienes a alguien adentro?

—No. —Murmuró Heather. —Y aun así dudo que alguien esté sobrio para ayudarnos.

—¿Y si llamas a alguien?

—Podría ser a mi hermano. —Afirmo Heather. —Pero esta lejos. Unos treinta minutos.

—¿Por qué viven tan lejos? —Me queje. —No podemos quedarnos treinta minutos paradas en medio de una calle sin luz...

Suspire haciéndome el cabello para atrás. Me negaba a llamar a Aaron, y no conocía a nadie en esa fiesta. Afortunadamente mi apartamento quedaba cerca, pero sería peligroso ir caminando.

Así que solo me quedo una opción.

Trague saliva y busque su número en mis contactos con la esperanza de que respondiera...

__________________

Después de unos diez minutos paradas en el mismo lugar, rezando para que nadie nos asaltara. Al fin llego.

Pude notar a través de la ventana algo sucia, como un auto se paraba. Lucas salía de allí para pagarle al conductor y dirigirse hacia nosotras. Su camiseta negra parecía vieja, como si fuera parte de su pijama, sin mencionar sus pantalones ya gastados.

Parpadee por un momento tratando de ver si era real. Lo había llamado, en medio de la noche y el había venido. Aun así me sentía mal, se suponía que no debería molestarlo más...

Antes de notarlo, el ya estaba al lado del auto para saludarme.

—¿Nos dirás quién es? —Preguntó Sam desde el asiento trasero, recuperando algo de su usual tono sarcástico, aunque todavía algo aturdida por lo que había sucedido antes.

—Dudo que sea el momento para presentaciones. —Respondí, aunque mi voz no sonaba tan firme como querría. Había algo en el aire, algo en la situación, que me hacía dudar de si estaba tomando las decisiones correctas.

Me bajé del auto rápidamente, agradecida de que finalmente alguien estuviera allí, aunque la culpa seguía pesando en mi pecho. Lucas se giró hacia mí, esperando una explicación que yo no tenía. ¿Por qué había tenido que ser él?

—Bueno, viéndolo de cerca, no es curioso que se hubiera averiado. —El tono tranquilo de Lucas seguía ahí mientras abría el capo para inspeccionarlo.

—¿Tardará mucho? —Pregunto Heather mientras salía del auto. —Digo... No se si Sam esta bien. Tendríamos que llevarla a casa de sus padres.

—¿Alguien se desmayo? —Pregunto Lucas volviéndome a mirar a mi, como si pidiera una explicación.

Me sentí aún más incómoda por la manera en que Lucas me miraba, como si esperara una respuesta, pero todo lo que pude hacer fue encogerme de hombros. La situación era tan caótica y fuera de control que no sabía ni por dónde empezar.

—Mi amiga se siente mal. —Murmuré, sintiendo la culpa aumentar por cada palabra que salía de mi boca. ¿Cómo había llegado a este punto? Todo lo que había querido era ayudar a mis amigas, y ahora parecía que estaba metiéndolas en más problemas. —No estoy segura de qué le pasó.

Lucas observó a Sam en el asiento trasero antes de volver a mirar el auto. Su expresión no mostraba preocupación excesiva, pero tampoco indiferencia. Simplemente estaba allí, como si toda la situación fuera solo otra cosa más que debía arreglar.

—No parece un gran problema con el coche. —Dijo mientras revisaba bajo el capo, tocando el motor con las manos cubiertas en aceite. —Probablemente solo haya algo que se haya desconectado.

Mientras Lucas se centraba en el auto, Heather se acercó a mí con una expresión de preocupación. Su rostro estaba cansado, como si todo esto hubiera sido más de lo que podría manejar.

—¿Estás bien? —Me preguntó, dándome una pequeña sonrisa que intentaba ocultar su propio estrés. Pero yo podía ver que estaba tan perdida como yo.

Me pasé la mano por la frente, tratando de calmarme.

—No estoy segura de nada en este momento. —Dije, mirando a Sam, que seguía recostada, su rostro pálido y agotado. —¿Deberíamos llevarla a su casa ahora?

Lucas no respondió inmediatamente. Estaba concentrado en el motor, moviendo piezas con calma, como si estuviera resolviendo un rompecabezas que sólo él podía entender.

—Puedo arreglarlo en unos minutos. —Dijo al fin, su tono tranquilo y seguro como siempre. —Pero, si la situación de ella es tan urgente, tal vez sea mejor que la llevemos al hospital.

De alguna forma, sus palabras me tranquilizaron un poco, pero también aumentaron mi culpa. Ahora me sentía como si fuera una carga para él, y el hecho de que él se estuviera tomando su tiempo para ayudarme solo hacía que me sintiera aún peor.

—No es necesario, Lucas. —Dije rápidamente, temerosa de que él pensara que había vuelto a recurrir a él de manera innecesaria. —Solo... necesitamos llevarla a su casa. Si no es mucho pedir, claro.

Lucas dejó de trabajar en el motor por un momento, girándose hacia mí con una leve sonrisa.

—No es molestia. —Respondió, como si no fuera nada fuera de lo común.

El simple hecho de que estuviera allí, dispuesto a ayudar a pesar de todo, me hizo sentir un poco más tranquila, pero también me recordó lo mucho que no quería cargar a otras personas con mis propios problemas.

____________________


Una hora después, el coche avanzaba por la carretera vacía, el sonido del motor era lo único que llenaba el espacio. Yo estaba en el asiento del copiloto, mirando por la ventana sin realmente ver nada, solo siguiendo el movimiento de las luces de la calle que pasaban rápidamente. La tensión en mi cuerpo se mantenía, aunque ya no tenía la presión inmediata de preocuparme por Sam. Al menos, por el momento, eso había pasado.

Lucas conducía en silencio. Había algo en su presencia que parecía tranquilizarme, como si no fuera necesario hablar para que el mundo siguiera funcionando. Había algo reconfortante en su calma, algo que me hacía sentir menos perdida en medio de todo lo que había pasado esa noche.

Heather había decidido quedarse con Sam en su casa, ayudando a sus padres a entender lo que había sucedido. Había algo en ella que, aunque estresada, me hacía admirarla. Sabía cómo manejar las cosas cuando las situaciones se complicaban. Yo, en cambio, solo quería escapar, desaparecer de esa noche llena de caos.

Lo bueno de esto esque Heather decidió prestarnos el auto para volver a el apartamento.

Miré hacia el espejo retrovisor y vi mi reflejo: ojos hinchados y rojos, mis mejillas aún ligeramente mojadas por las lágrimas que no había logrado evitar. No me había tomado el tiempo de lavar mi cara o siquiera acomodarme. Todo lo que quería era descansar. Solo quería que todo eso se acabara.

Fue entonces cuando la voz tranquila de Lucas me sacó de mis pensamientos. Su tono era tan suave, casi como si no quisiera invadir el espacio entre nosotros.

—¿Estuviste llorando? —Su pregunta fue directa, pero no sonaba juzgante. Era más una observación casual, como si fuera una conversación común, pero al mismo tiempo, me hizo sentir expuesta, como si algo que intentaba ocultar se hubiera revelado sin mi permiso.

Sentí que el peso de la pregunta me hizo volver a la realidad, a lo que acababa de pasar. Mis labios se apretaron por un momento, y me sentí ridícula por la vulnerabilidad que había mostrado.

Me recosté ligeramente en el asiento, mirando hacia adelante, sin querer enfrentarlo de inmediato. Aun así, estaba lo demasiado cansada como para tratar de negar lo obvio.

—No tuve tiempo de limpiarme. —Murmure tratando de limpiarme, solte una ligera risa forzada tratando de aligerar la situación. —Estoy hecha un desastre.

Lucas echó un vistazo rápido hacia mi dirección, su expresión relajada, como si no le sorprendiera en lo más mínimo. A pesar de la oscuridad de la noche, parecía cómodo y sin presiones.

—No estás tan mal. —Dijo, su tono casi como si estuviera bromeando, pero no con la intención de hacerme sentir incómoda. Su voz era ligera, tranquila. —Aunque, ahora que lo mencionas, si alguien más te viera, podría pensar que estás en una película dramática.

Me dio la oportunidad de relajarme un poco, aunque la idea de "película dramática" me hizo sonreír levemente. Aunque no tenía muchas ganas de reír, algo en su tono hizo que la atmósfera no fuera tan densa.

—Sí, bueno... —Hice una pausa antes de suspirar. —Digamos que estoy tratando de escapar de las peores pesadillas de la protagonista. —Me mordi la lengua antes de seguir. —Pero cada vez que lo intento veo que siguen atormentadome una y otra vez.

No, no estaba escapando de las pesadillas ficticias. Estaba escapando de mi realidad, la realidad donde no podía ignorar a Aaron sabiendo que estábamos en la misma universidad. No podía ignorar mis errores.

Lucas no dijo nada por un momento, solo condujo con tranquilidad, permitiendo que el silencio se asentara entre nosotros. Había algo en él que no pedía explicaciones, que no empujaba a nadie a hablar si no quería. Pero cuando finalmente rompió el silencio, su voz fue baja, casi reflexiva.

—A veces es bueno enfrentarse a las pesadillas. —Comentó, como si estuviera pensando en voz alta, pero sin que su tono fuera en absoluto condenatorio. —Es bueno que las enfrentes de vez en cuando.

Su respuesta me hizo pensar en sus palabras, aunque no era lo que esperaba. No parecía una gran solución, pero de alguna manera sonaba más real que las cosas que me había dicho Aaron en el pasado. No había promesas de finales felices, no había esa idea de que todo se resolvería mágicamente. Solo estaba el simple hecho de seguir adelante, aunque no supiera cómo.

—Supongo que tienes razón. —Murmuré, observando como cada vez nos acercábamos más a él vecindario.

El auto siguió su camino, y aunque el silencio regresó entre nosotros, sentí que algo había cambiado. No era una solución, ni una respuesta, pero era algo que, tal vez, me ayudaría a seguir adelante, aunque fuera solo por esa noche.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro