°Capítulo Único°
Después de un año y medio desde que Yuuri y Yuri comenzaran su relación, Phichit decide invitar a Yuuri a un restaurante para poder pasarla bien.
— Vaya Yuuri ¿Quién diría qué tú y Yurio se volverían pareja? —pregunta Phichit dejando su teléfono sobre la mesa luego de tomar varias fotos y subirlas a todas sus redes sociales— Ya llevan casi dos años y aun así no lo puedo creer —comenta riendo un poco al finalizar.
— Yo tampoco me lo creí en un principio, pero para ser sincero me gusta mucho —responde Yuuri riendo y rascándose la nuca algo avergonzado.
Mientras ellos se divertían, Yuri y Otabek entraron al lugar hablando sobre la relación del ruso con Yuuri ambos se sientan en una mesa, ubicada en el ala opuesta de donde estaba Yuuri y Phichit; y seguidamente ordenaron lo que iban a comer.
— Felicidades por tu relación con Yuuri amigo, ya te hacía falta —Yurio al escucharlo casi se ahoga con su chocolate, deja su taza en la mesa y toma un par de servilletas para limpiar el pequeño desastre— ¡Shh! Dilo en voz baja Otabek recuerda que nadie lo sabe —habla el menor en voz baja y un tanto avergonzado, toma su taza dándole un sorbo a su contenido— No es que me haga falta, es solo que no sé cómo explicarlo —vuelve a colocar su taza sobre la mesa.
— Se llama amor, Yura —contesta Otabek.
— Si ese debe ser su nombre —dice el menor mirando por la ventana y esbozando una sonrisa.
En la otra ala del restaurante, Yuuri y Phichit hablaban sobre temas triviales.
— Dime Yuuri ¿Qué te gusta de Yurio? —pregunta Phichit sorprendiendo a Yuuri.
— Lo que me gusta de Yurio es todo —responde luego de haber pensado un poco en la pregunta.
— ¿Todo? —vuelve a preguntar Phichit al no entender la respuesta que le había dado su mejor amigo.
— Me gusta todo de él; sus cabellos, ellos parecen hilos de oro; su piel, es tan blanca que parece hecha de porcelana; sus ojos, son un par de esmeraldas; sus besos tan dulces, aunque no tanto para empalagarse, pero lo suficiente para pedir más y no cansarse de ellos; su actitud, que a pesar que es hostil, por dentro es como si me rogara que cuidara de él; eso es lo que me gusta de él —le contestó con las mejillas sonrosadas por la vergüenza de haber dicho eso, la mirada en su café y una sonrisa.
— ¡Vaya! Yuuri no sabía que fueras tan romántico —dice con euforia un Phichit genuinamente sorprendido.
— No es para tanto Phichit —susurra Yuuri cubriendo su rostro con sus manos.
Del otro lado Otabek y Yuri disfrutaban de su tarde y de su comida.
— Yuri ¿qué te gusta de Yuuri Katsuki? —pregunta Otabek.
— ¿Por qué la pregunta? —responde el ruso con otra pregunta.
— Simple curiosidad —contesta el kazajo.
— ¿Qué me gusta de mi cerdito, ah? Me gusta su actitud; se preocupa por mi aunque no se lo pido, me hace sentir especial como si fuera el único para él; me gustan sus ojos cafés, ellos me recuerdan a las hojas que caen en otoño; sus abrazos, que no son tan fuertes para lastimarme, pero lo suficiente para sentirme seguro e invencible como si nadie me pudiera tocar; su patinaje, que siempre me incita a entregarle todo mi ser; los tazones de cerdo tan deliciosos que prepara, he probado muchos pero ninguno tan delicioso como los suyos, cuando le pregunto qué le pone él me dice que todo su amor yo le digo que es ridículo y solo me sonríe; esa sonrisa, baja todas mis barreras y me hace vulnerable a él —el menor responde con una sonrisa mientras el mayor lo miraba sorprendido por escucharle decir tales palabras nunca creyó ver esa faceta del rubio.
Para cuando la noche cayó cada uno estaba en su casa. Al día siguiente, después de terminar la práctica ambos Yuris se encontraban solos, sentados en la parte de debajo de las gradas que rodean la pista.
— Oye cerdito ¿Eso es lo qué piensas de mí? —pregunta Yuri.
Yuuri mira a su pequeño novio sin entender a qué refería el cual al ver la miraba de su pareja decide sacar su teléfono y reproducir el audio donde Yuuri hablaba con Phichit sobre él.
— Tu amigo te grabó y me lo envió —explica al ver a Yuuri con la cara roja como un tomate por la vergüenza.
A los pocos segundos recordó algo, por lo que saca su teléfono y reproduce un audio que contenía lo que él le dijo a Otabek.
— Lo mismo digo yo —dijo al ver como se colocaba rojo, ahora, Yuri.
En la parte de arriba estaban Phichit y Otabek riéndose por la actitud de sus mejores amigos.
— ¡Deberían casarse! —les grito Phichit entre risas.
— ¡Baja y dímelo en la cara! —grita Yuri volteando a verlo.
Yuuri aprovechando el descuido lo toma de la mano y se quita su amuleto que la suerte para ponérselo.
— No es mala idea ¿no crees? —dice con las mejillas sonrosadas y con una sonrisa.
— ¡El cerdito y el gatito se nos casan! ¡Yo pongo el pastel! —grita Viktor apareciendo de la nada.
— ¡Cállate viejo canoso!—le grita el ruso menor con la cara roja nuevamente.
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