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•Lo que pasó en aquella Costa•

Desde la llegada de los Sully al pueblo Metkayina, su vida dió un giro de 180°.

Les tomó tiempo adaptarse, tanto ellos al nuevo pueblo y el pueblo a ellos.
A pesar de todo, con el paso del tiempo, pudieron irse adaptando a las costumbres de los na'vi acuáticos. Aprendieron desde lo más básico hasta lo más difícil.

—Hey! Chico de bosque.

Ao'nung, primogénito del actual Olo'eyktan. Piel turquesa, ojos color celeste, como todos los metkayina, y un cuerpo robusto además de su personalidad. Imposible confundirlo.

Giro sus ojos con fastidio, él y el metkayina no congeniaban muy bien.

—¿Se te ofrece algo?

Trata de ser cortés, el omatikaya se encuentra en un pueblo ajeno, es un forastero. Así que era lo mínimo que podía hacer a cambio de haberles brindado un refugio. Pero el de tez turquesa se lo pone difícil.

—No lo sé. ¿Qué tienes para ofrecerme?

Neteyam contó hasta diez y repitió este conteo, con la intención de calmarse. ¡Este na'vi era irritante!

Emitió un gruñido y empezó a alejarse de Ao'nung.

—¡Oye! ¡Espera un momento! —dijo trotando levemente para alcanzar al otro na'vi. Con cara de fastidio este le dirigió la mirada.

Su corazón palpito aprisa al cruzar miradas con esos orbes color oro. Era como ver al sol mismo.

—¿Y bien? ¿Qué se te ofrece, Ao'nung?

Sus ojos eran intensos.
Lo supo desde que lo observó la primera vez, claro que en ese entonces se comportó como un verdadero patán y ni se molestó en tomarse el tiempo para apreciar lo que tenía enfrente.

Neteyam empezaba a impacientarse, era de noche y la brisa marina le erizaba la piel.
Él solo quería dar un paseo para despejar su mente, de toda presión y tormento.

—Si no hay nada que decir me voy —sentenció, pero una fuerte mano le detuvo el andar.

—Un momento, solo quiero hablar— dijo casi en un tarareo. Con una de sus típicas sonrisas de medio lado.

Neteyam lo examinó minuciosamente. Ao'nung se sintió cohibido por la intensa mirada hasta el punto de tener que evadirla. El omatikaya no encontró ninguna señal de burla o mentira. Suspiró y le encaró.

— De acuerdo. Veamos que tienes para decir —

La cola de Ao'nung no ocultó lo feliz que le puso la afirmativa. Moviéndose de lado a lado.
Ambos tomaron asiento en la arena. Las pecas blancas de Neteyam brillaban con elegancia y para Ao'nung era lo más hermoso que haya visto.

—Yo... Yo escuché como tu padre, Toruk Makto, te reprendió — Expresó.

Muy bien, ahora tenía su atención.

—¿Vienes a burlarte acaso? Porque si es así no estoy de hu...

—No, no es eso. Solo quería ver como estabas. Ya sabes.

El de color azul oscuro lo vio con confusión y extrañeza mezcladas. ¿Era acaso ese un nuevo tipo de burla?

—Ja. Claro, tú te preocupas por mí.

—Lo digo enserió. De no ser así no estaría aquí para empezar, skxawng.

No terminaba de digerir la primera parte. ¿Ao'nung preocupado? ¿Ese Ao'nung estaba preocupado... por él?

—¿Estás seguro que no tomaste demasiada agua de mar?

Ao'nung sonrió, sabía que Neteyam era un hueso duro de roer. Era igual que domar un Akula salvaje.

—Talvez.

Respondió divertido, haciendo que la primera sonrisa de la noche se instalará en los labios de Neteyam.

Hermoso

Pensó al instante y su cola se movía alegre por provocar esa reacción en el contrario.

—Tsireya dijo que te vio decaído hace rato.

Mencionó, él mismo admitía ser torpe con los sentimientos ajenos y con los suyos. Pero su hermana Tsireya era todo lo contrario.
De cierta manera la envidiaba en ese sentido.

—Todos pasamos por lo mismo, no es ninguna importancia.

—Neteyam. Se que eres fuerte pero, no debes serlo siempre.

El de ojos dorados le vio al instante. Su familia no era mala, para nada, era lo mejor que tenía en el mundo.
Pero a la hora de tratar sentimientos era un poco... complicada

— Si estas tratando de decirme débil juro que te...

—Neteyam.

Llamó Ao'nung conectando sus miradas, el sol se perdió en el mar y viceversa.
Y, Oh Eywa, era lo mejor del mundo.

—Ser el primogénito del Olo'eyktan no es fácil. Lo sé. Así como también se cuando alguien finge estar bien.

—Ya veo.

Dijo, su cola se movía inquieta, y sus orejas se agacharon levemente. Su barrera se derrumbaba lentamente y frente a una de las personas que menos deseaba viera tras ese muro.

—Neteyam

Captó su atención, pero no le regreso la vista. De pronto la arena parecía lo más interesante del mundo.

—Neteyam.

Escuchó de nuevo, respiró hondo y regreso sus dorados orbes al chico turquesa.

—¿Qué pasa?

—No es tu culpa.

Esto lo descolocó. No esperaba eso ¿Qué era lo que buscaba? ¿Qué tramaba?

—¿Qué...

—No es tu culpa.

La mirada de Ao'nung no se apartaba de su persona.
Neteyam se puso de pie rápidamente, a su mente solo la ocupaba el sentimiento de salir de ese lugar lo antes posible. Pero de nuevo su huida fue detenida por la fuerte mano de Ao'nung alrededor de su antebrazo.

—Neteyam, no es tu culpa.

Dijo de nuevo firmemente, el omatikaya se removió buscando sacarse el agarre.
El metkayina se puso de pie también, acercandoce a él.

—No es tu culpa.

—No, no lo hagas. No tú Ao'nung.

Desesperado por salir de allí arañó levemente el antebrazo del de ojos celeste. Pero no lo dejó ir, en su lugar lo apresó entre sus fornidos brazos. Neteyam forcejeaba.

—No es tu culpa.

Elevando levemente la voz repitió de nuevo.

—¡Ya Cállate!

—Dije que no es tu culpa.

Un golpe le fué dado a su costado. Más no soltó a Neteyam, el cual empezaba a sudar frío.

—Déjalo salir, Neteyam. Puedes hacerlo.

Su última muralla cayó ante eso, sus piernas se desplomaron dejándolo caer de rodillas en la arena. Y Ao'nung junto con él.
Se aferro al chico, se aferro a él como nunca antes.

—¡¿Porqué es tan difícil?! ¡Sólo quiero dejar de ser tan malditamente sensible!

Exclamó con la voz al borde del llanto. Ao'nung lo apego más a su pecho, dejándolo que dejara salir toda su frustración.

—No fue tu culpa, Neteyam. Nunca lo fué.

Hipidos se escuchaban en las penumbras de la noche.
Testigo la luna de aquel llanto y dolor silencioso.
Ao'nung más que nadie entendía eso,  querer serlo todo y no poder más.
Querer aprobación de todos. Y aún más de aquel que consideraban su héroe.

—Neteyam, no debes sufrir solo. Nunca has estado solo...

"Yo estoy aquí, estoy aquí para ti"

Esa última frase se quedó atascada en su garganta, incapaz de pronunciarlo.

Al cabo de unos minutos, los sollozos fueron disminuyendo.
Hasta volverse unos pequeños hipidos.
Se sentía avergonzado pero a la vez liberado. Como si se hubiera sacado un peso de encima.

—Gracias.

Susurró para Ao'nung.

[...]

Sus encuentros nocturnos se fueron dando desde aquel día.
Ao'nung recibía el llanto de Neteyam.
Y Netayam el llanto de Ao'nung.

Con el pasar del tiempo se fueron dando cuenta que talvez eran más parecidos de lo que creían.

Ambos buscaban ser ese alguien perfecto para sus progenitores.
Buscaban ser ese hermano mayor ideal.
Ambos buscaban la perfección.
Pero talvez la perfección también era imperfecta.

Como todas las noches, se encontraban a orillas del mar. En una costa un poco alejada de la aldea. Era como su lugar privado y secreto.
Tantas lágrimas perdidas en aquellos granos de arena.

—Eres un skxawng.

Dijo divertido Ao'nung empujando levemente a Neteyam. El cuál reía también.

—¿A sí? Puedo derribarte cuando quiera.

—Veamoslo entonces.

Acto seguido se lanzó contra el felino azul. Rodaron varias veces por la arena, forcejeando en un juego de niños.
El vencedor fue Ao'nung, tendiendo a Neteyam y sometiendolo bajo su cuerpo.

—He ganado, chico del bosque.

Neteyam soltó un resoplido molesto. Era evidente quien era el perdedor y quien el ganador.

—Te deje ganar. Pero no será así siempre.

—Si claro, lo que digas.

Ambos rieron,
Las orbes doradas enfocaron al na'vi sobre él. El brillo lunar hacia contraste detrás de él haciéndole ver interesantemente único.
Las pecas blancas de Neteyam brillaban, como una constelación.
El único pensamiento que ocupaba la mente del metkayina era...

—Hermoso...

—¿Eh, qué?

Dijo extrañado Neteyam, Ao'nung se avergonzó enseguida, tapando su boca con su mano de cuatro dedos.
Desvío la mirada al instante.

—¿Qué es lo que has dicho?

Cuestionó Neteyam quitando sutilmente la mano de la boca contraria.

—¿Me has llamado, "hermoso" acaso?

—Yo... mierda, solo cállate quieres.

¡Eywa solo llévame porfavor!

—¿Crees que soy hermoso?

Dijo divertido Neteyam al ver la fuerte cola turquesa removerse de un lado a otro y el como sus pómulos se tintaban de un color rojo.

—Talvez

Esa respuesta le tomó desprevenido, ahora el avergonzado era el omatikaya.
Oh gran madre, apiadate de ellos.
Ambos teniendo sus nervios a flor de piel.

—Oh...

Fue lo único que Neteyam pudo emitir. ¿Cómo se supone que debía reaccionar? ¿Qué se supone que debe decir?

Ambos se encontraban en la misma posición, la olas emitiendo sonidos al chocar contra la arena y sus corazones retumbantes en sus pechos.
Por la cercanía podían jurar que el otro era capaz de escuchar lo desenfrenados latidos.

—¿Así que "Nung"?

Cuestionó Ao'nung ante el apodo que escucho de los labios de Neteyam esa misma tarde cuando hablaba con Tuk de su persona.

—Es solo un apodo sin sentido.

—Me gusta...

"Y también me gustas tú"

Fue el complemento que no se atrevió a decir. En su lugar sólo bajo sus orejas.
Tanto que decir y tan poco conocimiento de como hacerlo.

—¿A sí?

—Mnh — emitió en un 'si'

Neteyam sonrió.
Esa sonrisa que le dejaba suspirando.
Esa que le robaba el aliento cada que la veía en aquel angelical rostro.

Imposible contenerse.

—Me parece adorable. Estúpido pero adorable.

—¿Qué hay de ti? ¿Algún a podo para mi?

Ambos compartían palabras mientras sus rostros lentamente se iban acercando entre sí.
La mirada de Neteyam clavada en los labios ajenos.
Y un Ao'nung sin saber exactamente que hacía.

—Que te parece "Teyam"

—Me gusta. Es lindo.

Centímetros era lo que los separaba. Besar no era algo que se encontrara en el vocabulario na'vi. Era algo propio de la cultura humana, algo de trotamundos.
Neteyam fue el que se atrevió a rozar sus labios con los de Ao'nung.
Este se tenso un poco, creyendo que le mordería.

—¿Qué pasa? — dijo más en un Susurro el omatikaya aún rozando sus labios y chocando respiraciones.

—No entiendo exactamente qué haces pero... de alguna forma no quiero detenerme. Es confuso.

Neteyam soltó una risilla, acabando por fin con la separación de sus labios, acariciándole los turquesa a Ao'nung.
No pasó ni segundos para que el metkayina se hiciera adicto a aquel extraño contacto.

Se sentía bien.

La mano de Neteyam fue a parar al rostro ajeno, ladeando su cabeza para tener mejor acceso a la boca contraria.
Ao'nung se dejó, no entendía mucho pero disfrutaba aquello.
La lengua caliente del de ojos dorados le acarició el labio inferior, estremeciendose.

—Abre tú boca, Ao'nung.

—¿Porqué?

—Solo hazme caso, 'Nung.

Y así lo hizo. Abrió de apoco su cavidad bucal.
Le extraño de sobremanera recibir la húmeda y caliente lengua.
Y por Eywa que adoraba descubrir aquel extraño uso para su lengua.

Saliva y dientes chocaban. La danza y el roce de sus lenguas los estaban enloqueciendo.
Ao'nung era muy bueno para contener la respiración pero por primera vez sintió que el aliento le faltaba.

Jadeantes se separaron.

—¿Qué fue eso...?

—Beso. Fue un beso. O al menos eso es lo que sé.

—Otra vez, quiero hacerlo otra vez.

Pidió el de tez turquesa acercándose de nuevo al na'vi azul oscuro.
Iniciando de nuevo aquel contacto llamado beso.

Las manos en forma de aletas de Ao'nung fueron a parar a la estrecha cintura de Neteyam. Dejándolas descansar allí.
Mientras que los delgados brazos azul oscuros reposaron alrededor del cuello turquesa.

¿Era aquello real? ¿O era alguna clase de sueño?

La brisa salina del mar le hacía convencerse de que aquello de verdad se estaba dando.
Que de verdad estaba compartiendo un momento íntimo con el omatikaya que tanto tiempo pasó observando.
Aquel con el que pudo demostrar su lado más vulnerable.

—Neteyam.

Susurró Ao'nung, teniendo la atención del otro chico.

—Yo... verás desde un, quiero decir.

—Hey, niño pez. Tranquilo se a donde quieres llegar.

Sonriendo aclaró Neteyam. Ao'nung nuevamente se perdió en la resplandeciente sonrisa que se le brindaba, por y para él.
El metkayina sonrió de vuelta.

—Nosotros, quizás... Ya sabes

Neteyam le vio divertido. Al na'vi acuático parece no darsele muy bien el expresar sus sentimientos.
Para su suerte Neteyam parecía entender a la perfección.

—¿Estás tratando de decir que quieres ser mi pareja, niño pez? — sonrió de manera juguetona al pronunciarlo.

—Puede ser.

—¿Quieres estar conmigo?

—Yo... quiero estar contigo. Neteyam, Te veo, te veo chico del bosque.

Juntó su frente a la del azul oscuro mientras decía aquello, Neteyam sonreía aún.
Ao'nung no espero una respuesta, las  reacciones del omatikaya fueron suficientes.

—¿Estás seguro que no comiste nada en mal estado?

Ao'nung río ante ello.
Neteyam se contagio de aquella risa.

—Eres un skxawng.

—Oh, Cállate de una vez niño pez.

Acto seguido le beso de vuelta.

—Neteyam yo, talvez aún no...

—Tranquilo, entiendo eso. Además aún es muy pronto —Con una sonrisa sugestiva movió su cola para rozarla levemente en la virilidad de Ao'nung.

—¡No hagas cosas tan desvergonzadas!

Le recriminó con su rostro en un tono rojo vibrante.
Neteyam solo alzó los hombros.

—Más te vale ir preparando que decirle a nuestros madres —Dijo Neteyam acariciando los rizos de Ao'nung.

—Querrás decir vamos preparando. Ni creas que me dejaras a solas con Neytiri y el idiota de Lo'ak.

—Digo lo mismo. Aunque a Tsireya parezco caerle muy bien.

—Claro que te adora, eres Neteyam después de todo. Además te estoy dando el privilegio de estar con el único y auténtico Ao'nung el futuro Olo'eyktan.

El Omatikaya soltó una risotada con ganas.
Creía ver que las cosas iban a marchar por un buen camino, aunque hace talvez unos meses iría al laboratorio por exámenes de urgencia con Norm por estar sientiendo todas esas emociones. En un millón de años se veía de esa forma con Ao'nung.
Pero allí estaba, riendo como idiota ante cualquier tontería del na'vi acuático.

Eywa siempre sorprendiéndonos.

—Más te vale no arrepentirte, porque no te dejaré ir.

—No planeaba huir después de todo. Te veo Ao'nung.

—Te veo Neteyam.

Lo que pasó en aquella Costa.
La luna y el mar siempre serán los más grandes testigos de estos dos jóvenes na'vi.
Nuestro tiempo es prestado. Pero lo que hagamos con el es lo que lo hace valer.

Y Ao'nung y Neteyam decidieron compartir ese tiempo juntos.

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