
Capítulo 45
Camila.
—Por favor déjenos pasar —Dinah trata de ser amable con los fans.
Nos reunimos para venir juntas a la última filmación que nos toca, pero no esperábamos que la entrada de las instalaciones estuviera repleta de fans.
Los dos guardias que nos ayudan no son suficientes por eso nos está costando entrar.
—Chicos Ally no está aquí, sé que quieren saber de ella, pero no está, ya terminó de filmar —sigue hablando y algunos nos dan el paso.
Cuando por fin nos dejan en el ascensor ella suspira, haciendo círculos con una mano en su sien izquierda.
—Me duele la cabeza y ni siquiera ha comenzado el día.
—Arriba te preparo un té para que te relajes un poco —me sonríe.
—Eres tan linda.
—Siempre.
—La verdad es que Ally alboroto el avispero y nosotras estamos aquí pagando mientras ella está bien refugiada en su luna de miel.
—Oye —golpeó su brazo con poca fuerza—, no seas tan dura con ella, solo está siendo feliz.
—Solo la apoyas porque estás enamorada —vuelve a suspirar—, de verdad engañó a todos, realmente creí que tendría algo con Troy, ay Dios, Troy debe estar triste.
—Primero, si estoy enamorada, pero no tiene nada que ver mi apoyo con eso —las puertas del ascensor se abren y caminamos juntas hasta el área común—, segundo, no nos engañó, solo estaba protegiendo su relación, sabes muy bien que yo lo hago y tres, bueno, Troy lo superará.
—Tu no proteges tu relación, Lauren la esconde —susurra sentándose en uno de los sofás, no hay nadie en el lugar, me acerco a la hervidora para prepararle su té—, ¿Al final sí dijo que te ama?
—Ya te explique que no le dije lo que sentía para recibir algo a cambio —miró hacia la puerta, porque aunque llegamos y no había nadie sé que hay asistentes por el set.
—Pero si quieres que te lo diga, muy dentro de ti, no me mientas, Camila —resoplo buscando la caja de té.
—Sería lindo, no te miento y además, aunque decía que me daba igual ser honesta con mi relación, ya no estoy segura, es una elección de las dos no hacer la declaración que hizo Ally.
—Sería lindo —repite lo que digo riendo—, sería lo ideal y lo de Ally fue una locura ir a casarse a las Vegas, vaya alboroto se armó, aunque me encanta la espontaneidad —aplaude—, si no me estuvieran acosando los fotógrafos para descubrir si yo también tengo una relación secreta seguro y le hacía una fiesta.
—Harías una fiesta con cualquier excusa —le entregó la taza sentándome a su lado—, creo que no debimos llegar tan temprano.
—Es verdad, igual creo que debes tener cuidado con tu secreto ya que a ti y a Michelle también las acosan —toma del té y maldice al quemarse la lengua—, mierda… era preferible llegar temprano a escuchar a Nick…
— ¡Nadie tiene la descendencia de aparecerse para grabar! —escuchamos su grito que viene de afuera.
—Para que lo mencionas —palmeo su pierna y me levanto—, bébete eso y terminemos para irnos, Simón me vendrá a recoger después.
—Ay, espera, está caliente aún.
— ¡Corten! Ya se acabó y espero no volver a verlos —ok, el ánimo de Nick hoy es una total tortura, que bueno que con unas últimas entrevistas se acaba mi relación con él.
Amo la visibilidad que me dió está serie, pero no soportaría hacer otra temporada.
Suspiro aflojando mis brazos alrededor de Lauren, ella sonríe y se aleja aplaudiendo, trata de darnos ánimo.
—Buen trabajo chicos, espero que sigan creciendo como los geniales profesionales que son —comienza a despedirse de todos.
Me despido de los pocos que están y le envío un mensaje a Simón de que ya voy de salida para que deje de fastidiar.
—Tu lo hiciste mejor que todos —susurra Lauren al acercarse de nuevo a mí.
—Te escuche y estoy en desacuerdo —se entromete Dinah.
—No seas metiche —le refuta.
—Ya cálmense las dos —me río.
Lauren mira el reloj de su muñeca y hace una mueca, besa la mejilla de Dinah y luego la mía.
—Me tengo que ir, no olvides en pasar por tu camerino buscando mi libro, no tengo tiempo para hacerlo —me habla mientras se despide con la mano alejándose.
—Esclava —me molesta Dinah.
—Envidiosa.
—Yo envidio a Lauren, no al revés —levanto mis cejas con descaro.
—Ya sé que me deseas, es algo que no puedes controlar —suelta una carcajada caminando a su camerino.
—Lo único que deseo es tenerte como esclava.
—Ay, ya cállate.
Recojo la copia del libro que Lauren dejó en mi camerino, mantengo el libro en mis manos mirando la portada, es tan lindo que haya comprado mi libro favorito solo para leerlo porque sabe que me gusta. Ni siquiera sé cuándo lo dejo aquí.
Terminó de recoger mis cosas y me apresuró a salir antes de que Simón pueda decirme algo, me sorprende que no me ha reventado el celular para que me apresure, pero si él es quien decidió mover mi agenda metiendo algo de imprevisto, pues que se espere.
Me doy cuenta porque aún no enloqueció con mi tardanza, está hablando con un hombre joven fuera del auto, ralentizó mi caminata cuando noto que parecen discutir, frunzo el ceño cuando Simón empuja el hombro del otro hombre.
Se marcha impotente y Simón se agarra el tabique de la nariz, me acerco y cuando nota mi presencia hace una mueca.
—Sube al auto, vamos tarde.
— ¿Qué fue todo eso? —señalo con mi pulgar detrás de mí por dónde el hombre se fue.
—No es tu problema, Camila.
—Ok, descarga tu ira en otro lado, ya tengo suficiente con mi porción —me arrepiento en el instante que terminó de hablar.
—No seas insolente —me encojo de hombros y subo al auto con la pequeña maleta de mis cosas.
Da la vuelta y se sienta a mi lado en la parte de atrás, le hace señas al chofer y este avanza, parece algo descolocado, mira su celular y responde mensajes hasta que llegamos a nuestro destino.
—Vamos, ya debe estar esperando —baja del auto y respiro hondo antes de seguirlo.
Estamos en la entrada de un restaurante, dice un nombre que no reconozco y me hace seguirlo hasta la mesa que nos indican, allí un hombre se pone de pie para recibirnos.
—Walter Fitzgerald —Simon le da un abrazo—, lamento la espera, sabes cómo son las mujeres.
El hombre de unos cuarenta y tantos años se ríe, sé quién es, ha dirigido algunas películas con éxito.
Es de esa clase de hombres que se visten como si fueran más jóvenes, está casual, con una camisa color gris y pantalones de vestir negros.
—Un gusto conocerte al fin, señorita —estrecho su mano, evitó hacer una mueca al sentir el sudor de su palma contra la mía—, Simón insistió mucho en que debo conocerte.
Tomamos asiento y aunque no tengo idea de porque Simón me trajo aquí, me comportó educadamente.
—Sabes que Camila ya ascendió, necesita cosas más serias y quién más que uno de mis viejos amigos que es productor —ya entendí que Simón quiere lamerle los zapatos.
—Oh, claro, aún no puedo creer que un chiste gay la pusiera en el radar de la actuación —aleja su vista del menú en sus manos y sonríe de forma burlesca—, me imagino que no se te pasó por la cabeza que algo así pasaría.
Nada más con escucharlos hablar lamento estar aquí, esto se me hará difícil y lo detestare completamente.
—No me parece un chiste —murmuró.
—Has tenido pocos proyectos, tu opinión en el área cinematográfica no tiene importancia —esta vez ni siquiera me mira al hablar.
Que imbécil.
—Camila aún es muy inocente —se ríe Simón intentando hacerse el más chistoso de la mesa.
—Eso se acabará, porque me compadezco de ti y le daré un buen papel, pero primero comamos por favor —levanta su mano llamando al mesero y hace su pedido, no solo eso, hasta pide por mí y me irrita, pero no digo nada.
¿Por qué permito esto? ¿Tan insegura me he vuelto que dejo que Simón haga lo que le venga en gana?
Al final me resigno, me pongo a pensar en todas las cosas que tengo que hacer hasta que se termine mi día. Digo monosílabos y como lentamente para tener algo que hacer mientras ellos hablan basura.
— ¿Escuchaste? —Simón mueve mi brazo—, tendremos semanas ocupadas, Walter va a tomarte en cuenta, pero necesitas ir a ensayos y le gusta hacer que sus actores vayan a algunos seminarios de actuación, esto te servirá para crecer más, es la mejor oportunidad que tienes.
—La única oportunidad por ahora —Walter sonríe burlesco.
—Debemos hablarlo en privado.
—Sí, sí, claro —me habla como si dijera cosas absurdas.
—No les daré mucho tiempo, la verdad puedo terminar con la elección de actores muy rápido.
—Más tardar mañana tendrás noticias de nosotros —el hombre asiente satisfecho terminando su copa para levantarse.
—Bueno solo tenía pocos minutos para ustedes, tengo cosas importantes que hacer —le estrecha la mano a Simón y me pongo de pie cuando ambos lo hacen—, ya sabes cómo son las personas ocupadas.
—Te entiendo —Simón se ríe.
—Que bueno fue conocerte Camila, creo que debes aprovechar las oportunidades que te consigue tu manager —estrecho su mano e intentó colocar una expresión agradable porque no deseo decir algo o halagarlo.
—Podías haber conversado más, la idea era que lo encantaras —me habla con molestia cuando su amigo se va.
— ¿Querías que lo alabará? Aguante demasiado tomando en cuenta los comentarios absurdos que salieron de su boca —niega con disgusto.
—De verdad que tú no quieres aprender.
Cancela la cuenta y no sé a quien le debo agradecer el hecho de que me ignora todo el trayecto hasta mi departamento, ni siquiera se despide o da alguna orden cuando me bajo del auto.
Respiro profundo al cerrar la puerta del departamento, no puedo organizar en mi mente por qué me siento mal, suelto mi maleta dejándola en la entrada y froto mi pecho con mi mano derecha.
Trato de concentrarme en mi respiración, inhaló en cuatro tiempos, aguanto cuatro tiempos y exhalo en cuatro tiempos.
Estoy exhausta y Simón me está llevando al límite.
Hace un tiempo que no me atacaba una crisis, ya sé muy bien cómo se siente el comienzo y pasar por ellas no siempre resultan de la misma manera.
El tono de llamada de mi celular logra distraerme, retrocedo los pocos pasos que he avanzado para arrastrar la maleta e ir hasta el sofá, consigo mi celular y contesto antes de que se pierda la llamada.
—Calcule bien, ¿Verdad? ¿Ya estás en tu departamento? —cierro mis ojos y me acomodo en el sofá.
Escuchar la voz de Lauren me alivia, me hace pensar cosas absurdas como que tal vez siente cuando no estoy bien, pero en realidad sé que es una bonita coincidencia.
—Recién acabo de llegar —susurro.
— ¿Qué pasa? Suenas apagada, hace un rato estabas bien —escuchó que el ruido de fondo del lugar en el que está disminuye.
—Estoy triste, creo —no miento del todo, me siento cansada y triste.
— ¿Qué puedo hacer?
— ¿Me cuentas una historia? —sueno infantil y lo mejor es que no me importa porque soy yo misma con ella, deseó serlo siempre aunque luego lo piense y a veces me avergüence.
—Había una vez una niña que le escondía un secretos a todos a su alrededor, ella no lo hacía por maldad, simplemente tenía miedo de ser lastimada, eso le daba pavor —se queda un momento en silencio—, tenía un corazón de cristal, tan frágil como suena pero con el poder de ser el más hermoso y bondadoso, aunque después de tantos años de tenerlo escondido ni ella misma se daba cuenta de lo especial que era.
—Me imagino que terminó cuidándolo tanto que hasta olvidó porque lo hacía —susurro.
—Algo así, ya ni se preocupaba en darle la atención que ese cristal necesitaba para no romperse, pero un día que parecía ser tan parecido a todos los demás, una niña aventurera apareció tan curiosa y deseosa de conocer el mundo, se encargó de subir la montaña más peligrosa del pueblo, no se detuvo al nadar en un río lleno de cocodrilos y se logró escapar de los espíritus del bosque encantado.
—Toda una historia de fantasía —mencionó y sé ríe—, ¿Todo eso para qué?
—Para llegar al cristal escondido, logró conocer a la niña del cristal, quien se resistió tanto como pudo, pero había una diferencia en esta ocasión, la niña se enamoró de la aventurera, ella le enseñó que no todos tienen el mismo lenguaje del amor, pero aún así ella protegería su corazón de cristal.
— ¿Lo cumplió?
—Por supuesto, aún protege ese cristal.
—Que lindo.
— ¿Tienes mi libro cerca? —frunzo el ceño por el cambio repentino de la conversación.
—Sí —respondo insegura.
—Podrías buscar la única página que tiene una frase subrayada en él.
—Pero… ¿Por qué? —Busco en el compartimiento de la maleta en dónde lo guarde para no olvidarlo.
Escuchó que alguien le habla, creo que terminó su descanso o algo así, pero ella responde que saldrá en un momento.
—Por favor solo búscalo, quiero que lo leas.
Consigo el libro, sostengo mi celular con mi hombro para no dejar de escucharla, aunque solo la oigo respirar. Ojeo el libro, lo he leído tres veces, la verdad es muy dulce y divertido, creo que es mi favorito solo porque fue uno de los primeros libros que leí que me transportaron a un amor juvenil.
Un color rosado resalta en una de las páginas y me detengo a leer.
Le doy un abrazo algo fuerte, embriagándome de su olor, de su calor, sé que la extrañaba mucho más de lo que podría expresar. Beso su mejilla y acarició con mi pulgar el lugar, la miró fijamente a los ojos.
—Te amo —murmuró diciéndolo por fin, dejándolo libre, porque lo siento y ya no hay forma en que pueda seguir evitando la realidad.
Se aleja un poco entre mis brazos, todo su rostro dice: sorpresa. Ojos amplios con pupilas dilatadas, labios entreabiertos, respiración un poco acelerada, Kathe es hermosa y mis sentidos no paran de gritarmelo.
—Lauren… —susurro sin saber si estoy entendiendo.
—Ve a casa y espérame, sé que te sientes mal, quiero estar para ti, si me lo permites y quiero poder hacerte escuchar esa frase, pero deseo que sea en persona.
Mi corazón va desbocado, me dijo que me amaba con la frase de mi libro favorito, Dios, ¿De dónde salió esta mujer y por qué tengo tanta suerte?
— ¿Casa? —Es todo lo que puedo preguntar, se ríe.
—Sí, mi departamento es nuestro lugar seguro y ya siento que es más nuestro, es mi hogar y eres parte de él, amor.
—Voy para allá, por favor no llegues tarde —ni siquiera me preocupo en llevarme algo aparte de su libro, mis llaves y mi celular.
—Te prometo que subiré la montaña más grande del pueblo, nadaré en el río de cocodrilos y pasaré por el bosque encantado para llegar.
¿Cómo no iba a armarla? Lauren Jauregui tiene su encanto
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