Capítulo 43
Camila.
Creo en los cuentos de hadas. Bueno no tanto así, pero si creo en los finales felices.
Y quiero creer que desde que conocí a Lauren soy más feliz, que está para mí, que a pesar de que me he sentido sola mucho tiempo, ahora ni siquiera pienso en ellos.
Claro que tengo problemas, claro que me he sentido triste, pero ahora ella entrelaza sus dedos con los míos y no puedo tener el corazón más eufórico.
Uno de los amigos de papá fue tan amable de prestarme su restaurante, es un pequeño establecimiento, está cerrado sólo para nosotras.
Quería poder simular una cena romántica que no fuera en alguno de los departamentos, así que aquí estamos, con la mesa con velas y pétalos de rosas en ella al igual que en el suelo, la luz tenue, música suave y una comida divina que preparó un chef que contraté y dejó todo listo para que yo solo la sirviera.
—No sé si te gusta, pero me esforcé en hacer algo fuera de tu departamento —ella traga su bocado de comida, se limpia la boca con una servilleta.
—Está bonito todo y la comida es perfecta, pero solo es mejor porque estamos ambas aquí.
— Tuve que investigar porque estaba nerviosa de no hacer algo bien, bueno aún estoy nerviosa —estira su mano y toma la mía—, además tu me traumaste con la cita de nadar con tiburones.
—Los traumas unen a las personas —se ríe con fuerza—, lo siento, sé que no fue lo mejor.
—No lo volvería a hacer.
—Bien, anotado, no hacemos nada de eso.
—Pero ahora tengo una lista de cursilerías, ¿Aguantaras?
—Ponme a prueba —me guiña un ojo.
Le sirvo vino, aunque he notado que Lauren no bebe demasiado, puedo contar con una sola mano las veces que la he visto beber desde que la conozco, también creo que el alcohol ya nos hizo terminar en un momento vergonzoso con Ally y eso es algo que no deseo repetir
El restaurante tiene unas cortinas color vinotinto resguardandonos de las vistas de afuera, las otras mesas están acomodadas lejos de la nuestra, que está en el centro.
Cuando llegamos su sonrisa era hermosa a pesar de que solo es una cena.
— ¿Y por qué elegiste secuestrar un restaurante? —pregunta curiosa—, ¿Cómo lo conseguiste?
—Primero te respondo lo segundo —como mi último bocado—, el restaurante es de un amigo de mi papá, solo le pedí el favor y ya.
—Que fácil lo haces sonar.
—Si lo fue, me conoce desde bebé, nunca puede decirme que no, así es la familia.
—Eras una niña muy mimada —me molesta—, seguro hacías berrinche cuando te decían que no.
—Claro que no —me río.
— ¿Y la primera pregunta? —me recuerda para no perder el hilo de la conversación.
—Como te dije estuve investigando y sé que esto no es normal, no estamos rodeadas de personas o tenemos un mesero para pedir nuestra orden, con nuestra vida actual no hacemos cosas comunes y yo quería regalarte un poquito de eso —tomó de mi copa mientras mantengo mi vista fija en ella—, he pensado lo mucho que quiero estar contigo en miles de escenas posibles.
Se que siempre caminó de puntillas alrededor de Lauren al expresarme, no quiero agobiarla o sobrecargarla de mis sentimientos, pero también tengo la necesidad palpitante de simplemente terminar de revelarle lo que se me está atascando en el pecho.
Nos miramos fijamente mientras continuo.
—He pensado en lo que te has convertido para mí, y bueno esto no será lo más romántico que esperabas o tal vez tampoco lo sean el resto de las cosas que planee. El punto es que no hemos hecho algo parecido y la conclusión es que yo quiero estar y quiero ser contigo donde sea —no puedo evitar soltar una risa que le quita la seriedad al momento—, quiero ser tu verbo To be.
La forma en que ríe me llena el corazón de una manera extraña, casi llevo mi mano a mi pecho solo para frotar el lugar donde está.
—Nunca me habían dicho algo tan romántico, nunca pensé que me gustaría lo cursi —eleva sus cejas antes de relajar su rostro y de verdad no sé cómo describir la manera en que me mira.
Por favor, cállate y no lo arruines.
Cuando termina de comer, nos mantenemos charlando un poco más hasta que comienza a sonar la música que ya tenía programada a sonar.
— ¿Qué es? —Lauren mira a todos lados—, ¿De dónde vive?
—Es para algo cursi —su rostro gira a mirarme al notar que estoy de pie a su lado con mi mano tendida hacia ella.
—No… me digas… qué —asiento efusivamente sonriendo.
Toma mi mano, sus dedos están un poco fríos, nos alejó de la mesa y debido a que es solo unos centímetros más alta dejo mis brazos alrededor de su cuello, lentamente coloca sus manos en mi cintura.
— ¿Antes has bailado con alguien así? —ladea su cabeza escuchando la música suave.
—Así, no —acerca su rostro al mío y roza su nariz con la mía—, diré que es lindo…
Dejo un beso suave en sus labios, al alejarme comienzo a susurrar la canción, porque habla mejor por mí, cuando la escuché pensé en nosotras.
Creo que veo a Lauren en todos lados con respecto al futuro de mi vida, está en una música, un olor, un sonido, en recuerdos, ella está en mi piel y mis latidos.
—Baby, keep kissing me softly. Holding me, whispeeing quierly. Darling, I think that this might be they greatest love story. That's never been, never been, never been, never been easy.
Baby sigue besándome suavemente. Abrazándome, susurrando en voz baja. Cariño, creo que está podría ser la mejor historia de amor. Eso nunca ha sido, nunca ha sido, nunca ha sido, nunca ha sido tan fácil.
—It’s a new feeling I’m finding. Where the hell have you been hiding? We’ll tell the Moon when we’re old. The greatest love story that's never been told —ella termina de susurrar la canción, no me sorprende que la sepa porque sé que ha escuchado canciones de esta cantante.
Es un nuevo sentimiento que estoy encontrando. ¿Dónde demonios te has estado escondiendo? Se lo contaremos a la luna cuando seamos mayores. La mejor historia de amor que no ha sido contada.
Nos quedamos en silencio solo moviéndonos al ritmo de la canción hasta que termina, una de sus manos toma mi barbilla y guía mi boca a la suya.
Nos besamos con lentitud, sintiendo y disfrutando este momento, tomamos el tiempo como un juego, dónde el resto del mundo transcurre a una velocidad diferente a la que hay en nuestra burbuja.
—Ok, Lauren, no me distraigas del trayecto —me aclaro la garganta cuando me alejo, terminó bajando mis manos desde sus hombros hasta su manos y mantengo distancia solo porque sé que me cuesta tener claridad—, ahora debemos irnos a otro lugar.
— ¿Otro? —asiento, relamo mis labios al sentir aún la sensación de tenerla besándome, señaló con una mano mis ojos para dejarle claro que mire hacia ellos y no a mi boca—, lo siento.
—Bueno, nos vamos, toma tu abrigo —voy hacia el mío y me lo coloco antes de caminar a la puerta de entrada del restaurante.
— ¿Esto se quedará así? —sujeto la manga su abrigo para guiarla hacia el auto que nos espera.
—Alguien ya está contratado para recoger.
—Vaya, sí que estás derrochando como una millonaria —abro la puerta del auto para ella y me gano una sonrisa preciosa—, gracias.
—No soy millonaria. Aún —digo cuando estoy con ella en el auto y se pone en marcha porque ya sabe a dónde debe llevarnos, el chico también es guardaespaldas, por lo que no ví necesario tener más seguridad—, pero ya sabes, tengo que darle lo mejor a mi novia.
— ¿A dónde vamos?
—Tercera cosa de la lista —está mirando por la ventana, tentativamente busca mi mano y entrelaza nuestros dedos.
— ¿Me das una pista?
—Es muy de películas y libros.
Estamos en la azotea de uno de los edificios más altos de la ciudad, la manta de picnic está en su lugar con algunas cosas para picar en el centro de ella.
La risa de Lauren es de incredulidad.
—No me digas…
—Vamos a ver las estrellas —la interrumpo—, o el intento, elegí el edificio en el área con menos contaminación lumínica, pero qué puedes esperar de Los Ángeles.
Tomo su mano para ayudarla a sentarse en la manta para luego acostarme a su lado.
— ¿Para conseguir esto que hiciste? —pregunta con curiosidad.
Come algunas frutas mirándome desde su posición sentada, aparto mi vista de ella para mirar el cielo, el tiempo que nos tomó estar en el restaurante permitió que oscureciera para así poder ver las estrellas.
Logré controlar bien los tiempos.
—Bueno estaba intentando de idear un plan pero al final no fue necesario.
— ¿Cómo así? ¿Por qué?
—Conseguí el lugar a través de Austin, te comenté que después de que lo ayude con la publicidad hemos quedado como amigos.
—Uhhh —se acuesta de costado con su vista fija en mí—, ¿Sabe que es conmigo con la que tienes una cita?
—No, igual no le di detalles, le dije que no preguntara, que necesitaba este lugar y no sabía cómo así que me ayudó —asiente lentamente mientras saborea una fresa.
¿Quién como fresas de esa manera tan caliente?
Ya sé que estoy influenciada por las hormonas de mi cuerpo hacia ella.
—Vinimos a ver las estrellas —le recuerdo para que deje de verme. Aparece una sonrisa lenta en sus labios.
—Eso hago.
—Ay no, que cursi —la molestó y suelta una carcajada recostándose en su espalda para ver el cielo.
—Lo sé, que horrible.
—Cuéntame una historia —respiro hondo, deseo solo escucharla hablar.
— ¿De qué?
—Lo que quieras —alcanzó unas uvas mientras me acomodo para verla, la verdad el cielo no me importa si puedo ver el perfil de Lauren.
—Había una vez una niña que conoció a otra niña —sonríe—, desde el principio la impactó y su mundo se transformó, pero la niña tenía un mejor amigo, y su nombre era miedo. El miedo la ha acompañado por mucho tiempo y cuando la niña quería acercarse a la otra niña, el miedo enloquecía…
— ¿Qué hizo esa niña? —la ánimo a seguir cuando se queda en silencio un momento.
—Corría de su amigo el miedo para ver a la niña que aceleraba su corazón, la niña aunque no entendía lo que sentía, siempre quería volver a ver a la otra niña, al final se enamoró y su amigo se enfado —hace una mueca—, el miedo ataca a la niña en dos situaciones diferentes como venganza porque ella se atrevió a intentar dejarlo atrás, el miedo aparece cuando la niña quiere pasar su vida con esta otra niña y también cuando la hace pensar que la podría dejar de mirar.
Gira su rostro, sus ojos brillosos, sus mejillas levemente sonrojadas, el frío, el sonido ahogado del tráfico, su sonrisa ladeada.
Juro que quiero aguantarme.
—La otra niña le va a patear el culo a ese tal miedo —murmuró.
Sostiene su estómago cuando suelta una carcajada, sus ojos se estrechan dejando a la vista algunas arrugas. No sé qué es tan chistoso, pero otra vez su risa retumba en mi pecho, como los sonidos vibran y resuenan en el cuerpo de un instrumento.
Sí este momento fuera parte de una caricatura seguramente tendría corazones saltones en mis ojos, suelto un suspiro algo tembloroso.
—Dios, te amo.
Nos hemos congelado en el tiempo. Sé que me escuchó, aunque lo susurré. Su expresión de shock solo me da la certeza de que no sabe cómo responder, seguro quiere correr y esconderse, claro que no quería ponerla en esta situación, pero he estado todo el día reteniendo las palabras y mucho de lo que siento.
Creo que yo exploto y me expando, que si siento algo quiero arrollar todo, quiero expresarlo y demostrarlo.
Sé que en estás situaciones esperas que te correspondan y tal vez sienta una leve punzada, pero creo que madurar va mucho de la mano de hacerte cargo de lo que siente, esto es lo que yo siento y es mi derecho expresarlo, aunque no es responsabilidad de Lauren hacerse cargo de mis sentimientos, pero si lo es manejarlo de una manera responsable emocionalmente.
—No debes decir nada, más bien no deseo que digas algo al respecto —le sonrió—, relájate, solo tenía muchas ganas de decirlo, está bien.
—Pero…
—Nada, ya es hora de ir a tu departamento —me pongo de pie y le tiendo la mano para ayudarla.
— ¿A mí departamento?
—Sí, al final como me dijiste que no ibas a llegar directo a casa, pues me tomé el atrevimiento de hacer algo como el último complemento de esta cita.
El trayecto a su departamento pasa en silencio, aún así ella tomó la iniciativa en entrelazar nuestros dedos, intentó mencionar el tema de que dije que la amaba, pero la corte y de ahí solo mira por la ventana.
Es que no me cabe en la cabeza que alguien no pueda amar a Lauren, con el hecho de pensar que es una realidad para mí, solo provoca que desee decírselo más.
Despido a nuestro escolta antes de subir al departamento. A pesar de nuestra situación actual no planeo irme, la extrañé y quiero que estemos en nuestro refugio, podemos existir en un mismo lugar y me haría feliz.
—Ok, está es la parte más divertida —la detengo en cuanto entramos al departamento—, te haré un tour…
—Es mi departamento ¿No crees que ya lo conozco? —me interrumpe enarcando una ceja con diversión. Me cruzo de brazos.
— ¿Será que me puedes escuchar? —asiente efusivamente.
—Claro, claro, indíqueme qué debo hacer, señorita —estrecho mis ojos como advertencia y hace un gesto de que cierra su boca con un cierre invisible.
—El juego es así, te daré un tour, escondí algo que debes encontrar en los lugares hasta la habitación, sí las encuentras me quitaré una prenda —relame sus labios—, si no encuentras nada tú serás quien deba quitarse algo.
—Ok, fácil.
—Hay reglas —le muestro cuatro dedos—, no me puedes tocar, debemos hablar de cosas profundas, está prohibido decir la palabra amo y claro que yo si te puedo tocar.
En un inicio solo eran tres reglas, pero eliminando esa palabra me cubro la espalda en tener que escucharla decir si me ama o no y además así tampoco le vuelvo a decir algo para que tenga su espacio.
—Me parece que es un poco injusto para mí, pero lo acepto.
—Si incumples las reglas se acabará el juego y me iré —le advierto.
—Que extremista.
—Es un juego serio.
—Ya sé que te encanta el control —su tono de voz me eriza la piel.
—Shhh, calla, sigamos al armario de la derecha por favor —hago una reverencia que la hace reír antes de abrirle la puerta.
El armario de los abrigos, es pequeño, creo que es el espacio más pequeño del departamento, mi plan en esto es acercarnos para que el ambiente comience a cambiar.
Enciendo la luz y sonrió.
— ¿Qué se supone que debo buscar?
—Son notas, te encantan esas.
—Dentro de tantos abrigos —mira por cuál empezar.
—Hay que deshacernos de algunos, tienes mucho y ni siquiera los usas.
—Claro que sí, en algún momento —habla mientras busca, me acerco a ella solo para molestar.
—Luego haremos una limpieza y donaremos los que estén en mejor calidad —rozó su brazo con el mío, sé que siente algo, pero prefiere actuar como que no.
—Empezaremos con este —levanta una manga y al fijarme que es mío sacudo su mano para luego alejarlo de ella—, no te gusta donar ¿Verdad?
—Busca Lauren —le ordenó pegandome a su espalda cuando se gira.
— ¿Cómo? —se calla cuando dejó mis manos en su cintura—, la encontré.
Me alejo cuando se da la vuelta y me enseña la nota color verde.
—Buena chica —me recargo de la pared—, léela.
— ¿Qué pensaste de mí la primera vez que me viste? —lee la única pregunta que deje.
—Se va una prenda —me saco el abrigo—, la pregunta curiosa, quiero saber que pensó mi novia de mí cuando me vio.
Quizá sean una tontería este juego, pero me encanta que parece emocionada y que me siga el momento infantil, aunque al final el objetivo simplemente es quitarnos la ropa.
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