Capítulo 37
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Camila.
Estoy en la casilla de la urbanización en dónde se encuentra el departamento de Lauren, lo único malo de esto es que las sorpresas están negadas por un guardia de seguridad, está llamándola para que me deje pasar.
Cuando el hombre cuelga me hace señas de que puedo pasar, mientras me acerco a su edificio marcó su número y esperó a que conteste.
Igual ya sabe que vengo a verla.
—Hola, pensé que tenías una reunión de la línea de productos que quieres sacar —es lo que dice cuando contesta, mantengo el manos libres para poder concentrarme en llegar.
—Puedes pedir que me dejen entrar al aparcamiento, vengo en mi auto.
—Claro… ¿Todo bien? —trato de sonar lo más neutra posible—, te enviaré los códigos por mensaje para que subas directamente.
—Ok, gracias, nos vemos —cuelgo la llamada.
Quiero llegar lo más pronto posible, se siente como una necesidad, necesito ver a Lauren ahora.
Al aparcar mi auto solo tomo mi bolso, colocó el seguro y entró en el ascensor, marcó el código que me envió y miró los números que van lentamente hasta llegar a su piso, salgo al recibidor y colocó el otro código en la puerta.
— ¿Camila? Estoy en el estudio, te sacas los zapatos, tengo alfombras nuevas —escucho su voz ahogada por la distancia.
Hago lo que me indica y voy directo hacia el lugar donde está, ni siquiera me pongo a detallar cómo va la instalación de sus cosas en el departamento.
La encuentro sentada en el suelo, con las piernas cruzadas, lleva un short de lycra ajustado y una camisa algo ancha que deja al descubierto uno de sus hombros, cuando levanta la vista noto su cabello en onda como si hubiera pasado su mano por él, tiene unos tornillos en las manos y hay un manual frente a ella, además de partes de lo que creo es una repisa.
— ¿Por qué esa cara?
—Ponte de pie —frunce el ceño.
—Camila…
—Ponte de pie, Lauren —dejo caer mi bolso y me acercó a ella apenas está de pie.
La tomó totalmente por sorpresa, enredó los dedos en su cabello y pegó todo mi cuerpo al suyo al igual que mi boca a la suya.
Me besa torpemente en un inicio porque está perdida, pero se adapta a mi ritmo rápido, suelta un jadeo cuando separó mi boca buscando un poco de aire para volver a arremeter contra ella.
Profundizó el beso, nuestras lenguas se rozan, el sonido de nuestras bocas hacen eco en mis oídos, siento sus manos en mi cintura apretado con ímpetu intentando acercarme más a ella aunque no es algo humanamente posible, ya estamos pegadas la una a la otra.
—Fuiste tú, ¿Verdad? —habló entre besos.
—Espera… —muerdo su labio inferior, lo suelto delicadamente y doy besos cortos sobre su boca—, no me dejas… pensar con… claridad.
—Tenemos un evento en Arizona, ¿Esto fue cosa tuya? —mantengo mis labios cerca, que se rozan con los suyos cuando habla.
—No podía hacer que Simón hiciera algo al respecto, así que hice que Brenda lo hiciera —me mira a los ojos, mueve sus manos a mi espalda y deja suaves caricias ahí—, tenemos un trabajo en Arizona, solo es coincidencia que tú abuela vive allá y aprovecharás para visitarla.
En este momento escucho mi respiración en los oídos y mi corazón hace una revolución, muevo un poco los dedos en su cabello porque me hormiguean, detallo todo su rostro, no lleva ni una pizca de maquillaje, sus cejas están pobladas, sus ojos como océano verde cristalino y sus labios más rosados de lo normal por el arrebato de besos que le dí.
Aparece una sonrisa lenta en su boca y no me contengo más, la vuelvo a besar.
—Mmmm —suelta en respuesta.
Yo ahora no puedo pensar con claridad, porque lo que siento sobrepasa lo explicable con palabras.
— ¡Dios! Te quiero, te quiero muchísimo —digo entre besos.
La hago retroceder hasta su escritorio, cuando tomó sus piernas entiende y se sienta sobre él y me acomodo entre sus piernas pegándome a su cuerpo.
Subo mis manos por sus muslos sintiendo la fina tela de su short, sigo mi camino por debajo de su camisa disfrutando de su suave piel y no me detengo hasta ahuecar sus pechos en mis manos.
Gime alejándose de mi boca cuando se arquea, el hecho de no llevar sujetador hace que el contacto de sus pezones erguidos con las palmas de mis manos sea directo, está algo sensible.
Nunca llegué a imaginar que los sonidos que podía generarle me harían sentir con más motivación y más deseosa de escucharla.
Presionó sus pezones entre mis dedos y jadea, muerdo su barbilla para luego bajar dejando besos por su cuello, mantiene la cabeza hacia atrás para darme mayor acceso.
Sus manos se pierden en mi cabello, siento una posesividad tremenda que solo quiere hacer que ella disfrute de esto, solo quiero mirarla perder la razón y quiero que siempre sea gracias a mí, que ese poder solo sea mío.
Alejo mis manos de su cuerpo y tomó su rostro para hacer que me mire, me encanta perderme en esa mirada, su cabello está desordenado, relame sus labios mientras trata de calmar su respiración.
—Me has sorprendido con este ataque —sonríe.
—Es el comienzo de otras cosas que quisiera hacerte —arquea una ceja.
— ¿Qué cosas? señorita dominante. —ladeo un poco la cabeza y repaso todo su cuerpo con la mirada.
—Empezaremos por esto —dejo mis manos en el elástico de sus shorts—, levántate.
Trato de olvidarme de los nervios, creo que siempre estaré nerviosa cerca de Lauren, o bueno siempre estaré nerviosa de mis acciones hacia ella.
Hace lo que le pido y se levanta un poco para ayudarme a sacar la prenda, yo arrastró todo, hasta su ropa interior porque esto será dos en uno.
Abre más sus piernas y me acomodo mejor entre ellas, siento su atenta mirada sobre mí, mientras yo solo veo sus muslos mientras dejo caricias en ellos, se me hace un poco vergonzoso la forma en que la miro.
Nuevamente subo mis manos por su costado pero está vez elevó la camisa a mi paso hasta llevarla a su cabeza y sacarla.
Completamente desnuda ante mí, muerdo mi labio inferior, nada más esta vista sobrecarga todo mi cuerpo.
Estoy segura que si fuera artista mi colección de pinturas estarían llenas de ella, si fuera escritora no habría otra persona de la que pudiera escribir, sería mi musa, incluso si me hubiera dedicado a la ciencia mi objetivo sería intentar poner el universo a sus pies.
Pero justo ahora solo yo estoy a sus pies.
—Entonces ¿Qué vas a hacer? —murmura atenta.
Sé que quiero hacer, aunque es algo nuevo para mí.
La miró fijamente mientras elevo una de sus piernas, beso el interior de su muslo sin despegar la mirada, su pecho se eleva lentamente.
Mientras voy subiendo los besos acomodo su pierna en mi hombro, llevo los besos al final de su muslo y me incorporo, noto lo impaciente que está.
—Muévete un poco hacia la izquierda —me giro con ella para que coloque su pierna libre sobre el escritorio, es una posición más cómoda.
Uso mi mano izquierda para sostener mi peso del filo del escritorio y no resbalarme, sé que estoy haciendo esto lento, pero quiero asegurarme de que no sea un desastre.
Me inclino hacia ella y se contrae al sentir mi respiración, se inclina sosteniendo su peso en sus brazos.
—Voy a ir probando —paso mi lengua directamente de abajo hacia arriba, suelta un jadeo y sonrió, sé que le gusta que le hable así que repito el movimiento antes de darle indicaciones —, quiero que me guíes, quiero que me enseñes como te gusta.
Vuelvo a saborearla y los sonidos comienzan a llegar a mis oídos, me detengo abruptamente.
— ¿Qué pasa? —su voz está algo ronca, me mira desde arriba.
—No escucho que me digas nada.
—Joder, Camila, no juegues conmigo —parece que se molesta por lo que vuelo a darle la atención que desea.
Está vez hago círculos sobre su clítoris aumentando la velocidad, lo que hace que sus caderas se sacudan, con mi mano derecha la sostengo en su lugar.
—Así… baja —llevo mi lengua a su entrada y muevo la mano que la sostiene a su clítoris para seguir estimulandola.
Trato de saborear toda su esencia aunque es algo nuevo para mí y no tengo con qué comprar para describirlo, aumento la velocidad de mis dedos y se mueve contra mi boca.
—Camila… —jadea llevando una mano a mi cabeza, sujetando mi cabello—, tus dedos.
Ahora cambió de posición, está más que lista, así que succionó su punto sensible mientras adentro dos dedos en ella, se deslizan sin dificultad y son recibidos con un apretón de sus paredes, además de un gemido.
Me siento tan excitada por esta experiencia que siento que palpita todo mi cuerpo.
Terminó soltando el escritorio y con esa mano alcanzó uno de sus pezones para darle otra estimulación, las maldiciones que suelta me hacen saber que está cerca, aceleró el vaivén y aprieto mis piernas porque también requiero de atención en esa área.
—Mierda… sí, así, joder, mi cielo —se tenza, tiembla y bajo la mano que está en su pecho para sostener su pierna cuando quiere cerrarlas porque comienza a acercarse su orgasmo.
Aunque me cansa un poco la mandíbula no paro, sigo y sigo mientras la escucho gemir, haciendo una música exquisita para mis oídos, se sacude y repite mi nombre.
Abraza mis dedos y se arquea mientras miro el espectáculo desde abajo, su pecho sube y baja desenfrenadamente, trato de recoger lo que puedo con mi lengua y cuando termina se estremece cuando retiró mis dedos.
Me limpió la barbilla con el dorso de la mano y bajó su pierna de mi hombro con cuidado, aún trata de recuperar la respiración, tiene su labio inferior atrapado entre sus dientes y los ojos cerrados, ha vuelto a sostener su peso con ambos brazos.
Absolutamente preciosa.
Me inclino y dejo pequeños besos por sus clavículas, acarició sus muslos con delicadeza.
Apenas pestañea lentamente hacia mí, lleva una mano a mi nuca y me da un beso que parece estar hecho de promesas, que seguro está deseosa de cumplir.
—Espero no tengas nada importante que hacer porque no te dejaré ir —anuncia dejando cortos besos en mi boca—, tengo una cama decente que ya logré armar para ponerla a prueba.
—Muestramela de una vez —sonrió—, tenemos bastante tiempo para esa prueba.
—Me encantas —susurra cerca de mi boca.
—Te quiero —alejo el cabello de su rostros.
—Te quiero, Camz.
***
—De verdad que no sé qué hiciste —Simón me entrega mi pasaporte con el boleto de avión—, ¿Crees que es buen momento para viajar a Arizona? Nick ya tenía proyectos para ustedes y Brenda aparece con esto de la nada.
—No es de la nada, nuestro contrato es claro, tan legal como el que tienes y con el que vives chantajeandome.
—Deja de decir ridiculeces, solo hago que generes el dinero que te encanta.
—Corrígete, es el dinero que te vuelve loco a ti
—Disculpa por estar acostumbrado a una clase de vida y no dejar que la primera tonta que se cree que tiene gran talento estropee mi vida, no eres a la primera que manejo, Camila, sé lo que hago, solo mantente en la línea.
— ¿Qué más quieres de mí? —lo sigo hasta el área de espera—, hago lo que me dices.
Solo porque además de que puede destruir mis sueños y no tener otra cosa, porque esto es lo que soy, además que aunque nunca le ha faltado nada a mi familia, la vida que mi carrera me proporciona es la ayuda para los estudios de Sofía y ahora pagan las mejores terapias para mí abuela.
Sí Simón me hunde, no sabría que hacer y mis ahorros no son eternos, necesito un plan de respaldo lo antes posible, aunque ya he iniciado con la marca de maquillaje que sacaré puedo pensar en algunas otras maneras de inversión.
—Podrías estar haciendo más, como no joder mejores trabajos por unos de cuarta, ya te hice de un nombre, debes seguir los mejores contratos.
—Lamento la tardanza, tuvimos un problema en el chequeo —habla Brenda que tiene un bolso no tan grande y Lauren llega un momento después.
Pasa una mano por su cabello, lleva gafas de sol, pantalones de vestir color negro y un chaleco del mismo color, se ve demasiado hermosa, no sé si ella es consiente de que puede embobar a cualquiera que la mire.
—Acabemos con esto lo más rápido posible —las tres ignoramos a Simón y esperamos a que salga nuestro vuelo.
Nuestros horarios están ajustados, pero apenas llegó al hotel logró escaparme a la casa de mis abuelos, ni siquiera tome una ducha, solo deje la maleta y me subí a un taxi, antes de que Simón encontrará alguna excusa para amarrarme al hotel.
La primera en recibirme es Sofi, cierro la puerta del taxi y me acercó a las rejas de la casa, ella abre la puerta y me abraza.
—Es absurdo como te extraño y solo han sido pocos días —declara haciendo círculos con su mano en mi espalda—, pasa, los abuelos ahora está en la hora del té para ellos.
—La rara tradición —es algo normal en ellos, cada día en alguna hora se dará un tiempo para tomar té y juntarse a charlar.
— ¿No has descuidado tus clases? —le pregunto cuando avanzamos por la casa hasta el jardín trasero.
—No, Tally me ha enviado sus apuntes y he enviado mis tareas a tiempo —asiento escuchándola.
Apenas inició su primer año de medicina, en una de las mejores universidades de Los Ángeles, yo me encargo de eso, aunque antes no era conocida podía solventar con los diferentes trabajos que hacía, pero ahora es algo que puedo costear sin preocupaciones, así debo mantenerme, por eso Simón sabe que me afecta.
—Bueno, no te distraigas…
—Camila, hija, que sorpresa, ven quiero darte un abrazo —me acerco al abuelo y lo abrazo.
—Estoy siendo rebelde como siempre has querido —le cuento—, me he escapado para ver a los mejores abuelos.
Besa mi cabeza y me suelta para que pueda abrazar a la abuela, ella permanece sentada así que me inclino sobre ella para abrazarla, un abrazo que hago que dure más tiempo de lo normal, solo porque lo necesito así.
—Eres una niña terca —toma mi rostros con sus manos—, debes dejar de lanzar tus deberes a la basura por los demás.
—Ahora soy una mala nieta por venir a visitarte, otros dirían lo contrario.
—Pero no descuides tu trabajo, es tu sueño —doy un manotazo en el aire quitándole importancia, beso su mejilla y me aparto.
—No está descuidado, vine por trabajo y aproveché visitarte, ¿Ves que no descuidó nada?
—Que suerte —dice papá dándome un abrazo—, siéntate, le avisaré a tu mamá que ya estás aquí.
Él se adentra a la casa, me quedo con los abuelos y Sofi en la mesa del jardín, me hacen tomar té aunque no es mi cosa favorita y luego se unen mis padres, ellos acomodan galletas en la mesa y charlamos un poco como familia.
—Mila tu celular no ha dejado de sonar —Sofi aparece pasándose las manos por los ojos, estaba tomando una siesta.
Me tiende mi celular y desenredo mis dedos del hilo de tejer para tomarlo, leo el nombre y contestó antes de que cuelgue.
—Dios, que bueno que contestas —suena mucho ruido detrás que casi no oigo cuando Lauren me habla.
— ¿Qué pasa? ¿Dónde estás? —mi abuela me mira antes de seguir tejiendo.
Estuve haciendo esto con ella por unas horas mientras conversábamos, siempre le ha gustado que le cuente sobre mi trabajo y la gente que conozco.
—No sé que hizo Simón, bueno no estoy segura de que fue él —se escuchan gritos fuertes hasta que de repente se callan—, tenemos una rueda de prensa justo aquí en el hotel.
— ¿Qué? ¿Cómo?
—Eso mismo se pregunta Brenda, nadie sabía que estábamos aquí y de la nada llegaron unos patrocinadores acomodaron todo y comenzaron a llegar los fans como hormigas al azúcar.
—Espera… —reviso mis mensajes y encuentro que Simón si me dijo que iba a aprovechar este viaje para llenarme de trabajo, le jure que no iba a salir del hotel hasta terminar con lo programado para el día de hoy, como una niña después de mis deberes yo iba poder salir a visitar a mi abuela, pero en realidad simplemente me escape.
Me levanto dejando las cosas en una pequeña mesa frente a mí y voy a la cocina para tener privacidad al hablar con Lauren.
—Me avisó que haría esto —le comento—, me imagino que quería retenerme lo más que pudiera e hiciera lo que deseaba.
—No entiendo cómo no haces nada al respecto —pasó una mano por mi rostro frustrada—, Simón no debería tratarte como un títere.
—Mierda, Lauren, ¿Crees que no lo sé? ¿O que me gusta que me mueva como una pieza de ajedrez a su antojo? Tengo un contrato que me tiene amarrada por cualquier lado —respiró hondo al notar que eleve la voz—, disculpa, no tienes la culpa, no quise…
—Ya sé que no es mi problema —habla con seriedad—, pero puedo ayudarte a buscar un abogado y solucionar esto.
Eso no evitaría que mande mi carrera al carajo y mientras hago todo ese proceso no tendría trabajos o posiblemente consiga nuevamente las miserias de empleo en comerciales.
—No puedo hacer eso ahora —cortó el tema.
—Bien, haré lo mismo que hice el día de la entrevista de tu escritora favorita —frunzo el ceño.
— ¿Qué cosas?
—Inventare que estás mal mientras me encierro en la habitación —se escucha que se mueve y cierra una puerta—, supuestamente viniste para alistarnos juntas, te sentiste mal y estás en el baño, pero debes llegar lo más rápido posible.
— ¿Cómo voy a entrar? Debe estar lleno de personas en la entrada principal.
—Ve por detrás, normalmente tienen una entrada por ahí para sacar la basura y así, solo llega ahí y me llamas, yo me encargo.
—Gracias, de verdad.
—No hay de qué, amor —cuelga y me quedo con la boca entreabierta, su voz es un eco en mi cabeza.
Descarada.
Me despido de todos tranquilamente y le repito a mi abuela por quinta vez que todo está bien, que solo tengo que ir a una emergencia de trabajo.
Cuando me bajo del taxis le digo que se quede con el cambio, en la puerta trasera está Brenda esperándome como me indico Lauren cuando la llame nuevamente para avisarle de que estaba llegando.
—Camila, santo cielos, Simón va a causar un terremoto y nos va a enterrar vivos en este hotel —me hace seguirla, aunque mira atentamente todo mientras nos acercamos a la habitación de Lauren.
—Lamento causarte esta molestia —le resta importancia con un gesto relajado.
—No te preocupes, solo hagan un excelente trabajo al salir a la rueda de prensa… —pone una mano sobre mi pecho frenandome, nos ocultamos detrás de una esquina.
— ¡Lauren! Déjame hablar con Camila, si me escucha seguro saldrá en seguida como si nada —Simón golpea la puerta, pero sin perder su compostura, claro, delante de otros es el más educado—, seguro está nerviosa, antes le pasaban estos episodios.
Claro que me pasaban, me temblaba todo el cuerpo cuando tenía que hacerle frente a las personas, además trabajaba tanto que comía en horarios irregulares y eso me descompensaba totalmente.
—Voy a arrastrarlo a hablar con el público y aprovechas el entrar a la habitación —asiento a lo que susurra Brenda.
Ella quita una pelusa de su saco, respira hondo y cruza al pasillo.
—Simón ¿Qué haces aquí? Te deje con la organización afuera, ya Lauren me informo, Camila está mejor, ya van a salir, te dije que yo me iba a encargar.
—Fuiste muy lenta haciéndote cargo —escucho el reproche en su tono de voz.
—Vamos, hay que anunciarlas —igualmente Brenda mantiene la calma y escucho los pasos alejándose.
Corro al pasillo, tocó la puerta, me anuncio y Lauren abre tan rápido que me asusta.
—Pasa, pasa —toma mi brazo y tira de mí cerrando la puerta cuando estoy adentro—, ¿Cómo está tu abuela?
Noto que no me reprocha, que no le importa estar cubriendome y que se preocupa por algo que es importante para mí.
—Esta bien, tomamos el té, que es su favorito y luego me hizo tejer mientras hablamos, le conté un poco de ti, dice que ya le caes bien aunque no te conoce y desea conocerte pronto —soy consciente de que no ha soltado mi brazo porque deja una leve caricia hasta trasladar su mano a la mía y sujetarla con delicadeza—, ella ha visto toda la serie, así que seguro lo primero que haría al verte es molestarte.
—Me alegra que esté bien y que la hayas visto me alivia, sé que estarás mucho mejor ahora de que lo has comprado por ti misma —la acercó hacia mí y suelto su mano para envolver mis brazos en su cintura, la abrazo disfrutando de la calma.
—Gracias, amor —siento como su cuerpo recibe mis palabras y envuelve sus brazos a mi alrededor.
— ¿Amor? —alejo mi rostro para verla.
Esos ojazos me matan lentamente.
— ¿Así no me dijiste hace un rato al celular? —hace como si no recordara, pero sé que lo hace, sonrió con la lengua entre los dientes—, ¿Prefieres amor o mi amor?
Estrecha los ojos, sabe que estoy bromeando, pero a la vez me encanta esto, se siente tierno, cálido y lleno de cariño, me gustó escuchar su voz decirlo, sé que no será nada complicado llamar a Lauren por adjetivos cariñosos porque simplemente se siente natural, aunque es la primera vez que las piezas encajan a la perfección como nosotras justo ahora entre los brazos de la otra.
—Prefiero que lo adivines —cierra el espacio y me besa.
Disfruto de lo poco que dura este beso lento, en cómo muerde mi labio inferior al final y sonríe sobre mi boca antes de alejarse.
—Me encanta esto, pero hay que irnos —caigo en cuenta de que ya se ha retrasado todo demasiado.
—Sí, sí, vamos.
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