Capítulo 34
Lauren.
Me di cuenta de que el tiempo no cura, solo aprendes a vivir así, que el dolor no se desvanece, al final se transforma, se enfría hasta congelarse, creo que estás notas son insignificantes, porque al final sigo guardando cosas, lo que nunca te dije está encerrado en mi pecho y crea escenarios en mi cabeza donde sí pude abrirte mi corazón, creo que está es mi última nota o mejor dicho, será una carta, una corta. No soy feliz sin ti y las noches se volvieron una tormenta que me arrastran a llorarte porque sé que no estás, sé que no hay magia, no cambiarán las cosas, ahora solo me hago a la idea de que ya no te conozco y ya no puedo seguir escribiendo esto, ya no puedo seguir viviendo aquí.
Creí de verdad que siempre te vería sonreír y aunque trate que no se afectará nuestra amistad al final me está quemando tan fuerte, no pude quedarme al margen, te ví feliz y quiero que sientas el amor que siento por ti aunque no sea conmigo, aunque me asfixia no ser yo la que estuvo contigo en tus peores noches, aunque para ti no fui la opción que necesitabas para sostener tu mano. Nadie ha muerto de amor y espero no ser la primera en romper esa regla.
Lo mejor para mí será hacer un contacto cero, aunque me muera por dentro, sé que no leerás esto jamás, tal vez venda el departamento en algún momento y cierre nuestros recuerdos, espero quedarme vacía de ti, para que después no me queden cosas que decir.
Lo último sería un adiós.
***
Me estiró en la cama aún con los ojos cerrados, me giro para abrazar una almohada y todo el aroma de ella me rodea.
Solo con un pensamiento sé que esto es diferente, que no es un simple rollo.
Porque quiero mucho más.
Y me genera miedo.
Lo que me pone en alerta, abro los ojos y ya sabía que ella no estaba en la cama porque no sentí su cuerpo, me siento y escuchó su voz, suena ahogada y noto que viene de detrás de una puerta, me levanto, me coloco mis bragas y mi camisa.
No es como que me tapa el culo, pero al menos no ando desnuda por su departamento, me acerco a la puerta y me doy cuenta que está tomando una ducha, está cantando alguna canción que no conozco.
El agua deja de correr, así que me alejo de la puerta, me arremango las mangas de mi camisa mientras voy a la cocina, me atrevo a revisar el refrigerador y me pongo a hacer unos huevos revueltos, también sacó algunas frutas para picarlas, coloco unas rebanadas de pan en la tostadora y me sirvo un vaso de jugo de naranja.
Esto es básico, aunque no estoy mucho en la cocina sé que no se me van a quemar los huevos.
—Ni en un millón de años me hubiera imaginado esta vista si me lo hubiera dicho mi yo del futuro el día que te conocí —me giro con el vaso de jugo pegado a mis labios, trago y lo alejó dejándolo en la encimera.
Se demoró un poco en salir pero ahora noto el porqué, lleva un conjunto un poco formal, es un short de tela que le llega sobre las rodillas, una blusa blanca con rayas negras dentro de este y un saco bastante clásico, tiene un maquillaje ligero y su cabello está en una coleta.
—Te hice algo de desayunar —relamo mis labios y acercó lo poco que tengo a la barra.
—Qué cocines para mí es un halago, sé que no es lo tuyo, gracias —no digo nada hasta sentarme en un taburete frente a ella, que comienza a comer en silencio, pero no tarda mucho en hablar—, si no es porque ví tus jeans en la habitación hubiera pensado que habías salido infraganti.
—No te hubiera hecho eso —nos miramos fijamente.
A pesar del miedo, no le hubiera hecho eso.
El ambiente es raro, pero no cruza lo incómodo, así que trato de relajar mi cuerpo y comer tranquilamente.
—Aunque eres tú la que estás vestida para salir —comentó sin apartar la vista de mi plato.
—Trate de zafarme de esto, lo juro —ahora si la miro, parece apenada—, tengo una reunión con Simón, tengo que revisar las pautas de un contrato con una agencia de joyas.
— ¿Joyas? —me muestro interesada.
—Sí, o sea debo fotografiarme usando sus joyas y subirla a mis redes, ya sabes, quieren que parezca algo natural y no una publicidad o algo así me dejó entender Simón por llamada.
—Entonces… ¿Me dejaras sola en tu departamento? —llevó el último pedazo de tostadas a mi boca.
— ¿Me vas a robar algo? —eleva sus cejas divertida.
—De este lugar solo me interesa una persona —sonríe moviendo los platos hacia un lado y se inclina sobre la encimera acercándose a mí.
—Cuéntame sobre eso —mira mis labios, su mano se acerca con delicadeza y limpia la comisura de mi boca.
— ¿En cuanto tiempo debes estar en esa reunión? —rozo su nariz con la mía.
—Ya debería estar en camino —me da un pico—, y no me gusta llegar tarde.
—Me parece una falta grave que me dejes.
—Te llamo cuando termine —desaparece y vuelve con un bolso de mano—, no olvides cerrar bien la puerta.
La sigo cuando va hacia la puerta, pero me quedo a una distancia prudente, no quiero hacer que se retrase más, busca sus llaves y solo la admiro.
Camila hace que piense las cosas más cursis, tiernas y calientes a la vez, una combinación tremenda, su personalidad, su voz, su mirada, su corazón, no sé, todo de ella me hace querer meterla en una cajita de cristal, para cuidarla y protegerla.
¿Cuándo en la vida he sentido algo así por alguien?
Jamás.
Ella apareció de la nada para estallarme en la cara.
—Kamikaze —susurro.
— ¿Ah? —noto que me repasa con la mirada y se sonroja, así que le da su atención a mi rostro.
—Eres como un Kamikaze —abre la puerta y se detiene en el umbral.
— ¿Cómo así? ¿A qué te refieres?
—Tal vez te cuente en algún otro momento, ya vete, que tengas un lindo día —llevo mis dedos a mis labios y como tonta hago que le lanzó un beso antes de darle la espalda y regresar a su habitación.
Camila es la soldado dispuesta a lanzarse a la muerte y que no le importo nada de lo malo que podía traer esto para nosotras, simplemente piloteo de frente sin dudar para estrellarse contra mí, es mi kamikaze.
***
—Chris, apresúrate con las palomitas —grita papá desde el mueble.
— ¡Ya voy! —grita como por quinta vez.
— ¿Alguien de verdad le enseñó a hacer las palomitas? Nunca lo hemos dejado hacerlas, no quiero comer palomitas quemadas —Taylor hace una mueca.
—Yo creo que sí sabe —digo dudosa.
—Denle el beneficio de la duda —se ríe papá.
—Creo que está siguiendo una receta de internet —comenta mamá con burla.
— ¿Quién busca recetas para hacer palomitas? —pregunta Taylor.
—Yo —todos giramos a ver a Chris que trae dos tazones en sus manos—, ahora no les doy por estar hablando mal de mí.
—Ya deja de llorar —tiró de su camisa para que termine de pasar y se siente en el sofá que está al lado del que Taylor y yo estamos sentadas.
Cómo Chris vino a traer los papeles de fin de contrato en mi departamento viejo e información de otros sitios donde puedo comprar en vez de alquilar, mi madre pensó que era una buena idea hacer una noche de películas familiar.
A pesar de que estoy tremendamente cansada, me siento bien compartiendo con ellos, es algo que extrañaba, aunque aún así prefiero mil veces mi espacio.
Pensaba pedirle a Camila que me acompañe a visitar los departamentos que mi hermano considero para mí, aunque se nos haga extremadamente difícil coordinarnos.
No nos hemos visto desde esa mañana en su departamento, tampoco hemos tenido que grabar juntas y tenemos una campaña que realizar, además de una entrevista, pero será la semana que viene.
Han pasado algunos días y mierda, cada vez que escucho su voz a través del celular solo quiero aparecer en su departamento.
Aún no entiendo porque solamente no hago eso.
¿Por qué si tengo tantas ganas de verla no hago nada al respecto?
Comienzo así un ciclo sin fin de pensamientos que me ponen de mal humor, por eso cuando mamá elige la película, me olvidó de todo y robándole las palomitas a Tay me concentro solo en disfrutar de esta noche.
—Niña, ve a la cama —susurro mientras muevo a Taylor.
Es tarde y ya mis padres se fueron a dormir, Chris busca sus cosas para irse a su departamento.
—Ya déjala, no quiere levantarse —Chris se detiene a mi lado a observarla.
—Le dolerá la espalda mañana —está toda encorvada en el sofá
—Pequeño demonio —Chris la sacude un poco y ella se queja y le da un manotazo—, ya no tiene salvación, déjala para que sufra.
Besa su cabeza y lo acompañó a la puerta, me abraza como despedida.
—Si necesitas algo más, llámame —asiento.
—Mientras estés en la ciudad —siempre para viajando.
—Cuando sea.
Lo veo subir a su auto y no entró a la casa hasta que ya no lo logró visualizarlo por la calle, cierro bien la puerta y regresó a ver a Taylor.
Definitivamente no la voy a despertar, quién diría que hace pocos años era una pulga que me seguía a todas partes.
Me sobresalto al escuchar mi celular, me apresuró a encontrarlo para que no la moleste y aparece entre las piernas de Taylor, contestó la llamada y al alejarme con rapidez golpeó mi pie con la esquina del sofá.
—Mierda… ay… ay… duele… —Una risa suave que ya está grabada en mi cerebro llega a mis oídos—, ¿Te burlas de mí?
—Lo siento, sonaste graciosa —llego a las escaleras y voy a mi habitación.
—Me lastimé el pie.
—Pobrecita —noto que su tono de voz es un poco decaído—, ¿Qué hacías? Sé que dije que te llamaría hace dos horas, pero me atrasé, más bien creí que ibas a estar dormida y no ibas a responder.
—Hicimos noche de películas en casa, por eso sigo despierta —maniobró el celular para meterme a la cama y seguir hablando—, justo acababa de despedir a mi hermano y me resigne de levantar a Taylor porque duerme como piedra, ¿Tuviste un día largo?
—Tu noche suena mucho mejor, tuve un día demasiado largo diría yo, pero me alegra hablar contigo —suspira.
— ¿Pasó algo? —me acuesto mirando el techo, alargó mi mano y apagó la lámpara de la mesa de noche—, ¿Quieres contarme?
—Solo estoy algo preocupada, mi abuela tuvo una descompensación… —su voz suena un poco temblorosa—, mis padres y Sofi ya viajaron, pero yo no pude, así que solo trabaje mucho y llegué hace un rato, apenas pude tomar una ducha y meterme a la cama.
— ¿Sabes si está bien? ¿Es grave? —me pongo un poco más alerta—, ¿Por qué no viajaste?
—Ahorita está estable, le harán estudios, eso fue un alivio —carraspea porque su voz suena ronca—, tengo trabajo así que no puedo ir.
— ¿Simón no pudo arreglar tu agenda? —resopla.
—No hablemos de Simón, hizo mi día un infierno —el hecho de darme cuenta de que quiere llorar hace que mi corazón se apriete, pestañeo alejando el ardor en mis ojos.
Quisiera abrazarla porque noto que no está bien.
—Puedo ir a verte, si no quieres estar sola —me ofrezco y se queda un momento en silencio.
No dudaría en estar cuando me necesite.
—No quiero que salgas, es tardé —parece tomar aire profundamente—, estoy bien, con escucharte me basta, por ahora.
—Está bien, puedo quedarme contigo hasta que te duermas.
—Gracias, Lauren, de verdad.
—No hay nada que agradecer, Camz —nos quedamos un momento en silencio.
— ¿Te enteraste con quién nos toca la campaña de trajes de baño? —pregunta.
Brenda me comentó que involucrarian a otras modelos y sé que una de ella es Lucy.
—Sí, algo sé, conozco a una de las modelos.
—Lucy Vives ¿No?
—Sí, nos conocemos desde hace bastante tiempo.
—Yo conozco a Sara Sampaio y estuve sentada al lado de Jasmine Tookes en un evento.
—Seguro será divertido trabajar con ellas.
Escucho que bosteza y yo también tengo sueño, pero quiero esperar a que ella quiera dormir.
— ¿Me cuentas una historia? —susurra, me acomodo en la cama de costado.
— ¿Una historia de lo que sea?
—Nada de terror —es lo que responde.
— ¿Sabes la historia del Sol y la Luna?
—No, cuéntame.
—Dice una leyenda griega que el Sol y la Luna se amaban, era un amor inimaginable y extraordinario, hasta la llegada de Afrodita.
— ¿Qué hizo?
—Ella sentía envidia de ese amor, lo quería para ella y como es la diosa de la belleza y el amor creyó que podía tentar al Sol, pero sé sorprendió y enojo más cuando el Sol la rechazó porque su verdadero y único amor sería la Luna.
—Así se hace Sol —susurra y no puedo evitar reír suavemente.
—Afrodita estaba indignada y hecha una furia, porque ese amor tan intenso e inigualable era más fuerte que los dioses, más fuerte que la tentación que ella planeó para quedarse con ese amor, así que los mandó a separar para siempre, por eso el Sol solo sale de día y la Luna sale de noche, ella quería que no se encontrarán para que el amor se agotará.
—Ay, no, qué desgraciada —su voz suena apagada, se está durmiendo pero lucha por escucharme—, pero la distancia no es impedimento, dime más…
—Exacto, como tú dices, la distancia no era un impedimento, su amor nunca se extinguió, se mantenía como al inicio y Zeus se conmovió, así que le dijo al Sol que si quería ver a la Luna debía esforzarse, así que cuando hay temperaturas altas, el Sol brilla más, así llega ver a su amada Luna desde lejos en el horizonte.
—Y los eclipses.
—Gracias a que lo intentan cada día, ellos logran juntarse en los eclipses, vuelven a tener esperanzas, se aman y se dan fuerzas para aguantar la distancia que los separan.
—Es una historia triste y sé que el amor no lo es todo, pero si puede ser la fuerza potenciadora para seguir con una persona.
—Creo que cada quien la cuenta de una manera distinta, pero así es como la conozco.
—Me gusto —susurra, noto que su respiración se va acompasando.
—No puedo decir que las cosas estarán bien, porque nada es seguro, pero estaré aquí, siempre que me necesites —hablo creyendo que no me escucha.
—Lo sé, por eso te quiero —me quedó en silencio unos largos segundos.
—Yo también te quiero.
No dice nada, así que me quedo en silencio escuchando su respiración hasta que me dejó llevar y caigo en un sueño profundo.
***
—Me cansé de ser el plato de segunda en esta vida —Normani mira su postre mientras me cuenta porqué decidió terminar las cosas con el hombre que creyó era el indicado, pero en realidad solo jugó con ella—, que mierda es dudar de ti y no sentirte suficiente para alguien.
»Parece que vivo lo mismo una y otra vez, estoy cansada, Lauren, quiero algo real, pero ya no quiero buscarlo, estoy segura de que necesito una pausa de esto.
—Tal vez no es algo que necesites buscar —alcanzó su mano y le doy un leve apretón—, quizás debes aprender a dejar que las cosas vayan en su rumbo, simplemente no cerrarte a posibilidades, pero mientras pasa eso solo consigue cosas que tú disfrutes y que te hagan feliz.
—Puede que conozca a alguien en las clases de baile que muero por hacer y las he estado posponiendo.
—O puede que no conozcas a nadie, mientras que esperas siendo feliz la soledad no es mala —suspira, bebo agua para pasar el sabor del cheesecake de fresa que termine de comer hace media hora, ella sigue con su postre, suele comer muy lento, siempre termino antes.
Estamos en una cafetería cercana a la casa de mis padres, no es llamativa y es privada, dos cosas geniales cuando no quieres a los paparazzis acosando.
—Estás en el modo de veo todas las cosas bonitas de la vida, solo porque andas en algo con Camila —apunta su cuchara a mi rostro—, no puedo creer que Dinah me contó todo y tú no.
—Dinah no te contó todo —resoplo.
—Ni siquiera sabes que me contó —se burla.
—Pero me imagino —me defiendo.
—Solo me dijo que sobrepasaron lo profesional.
—Mmm… puede ser.
—No es un juego ¿Verdad? Porque voy a sonar súper mamona y como aguafiestas pero estamos trabajando juntas, lo que significa que esto debe ser serio porque no vas a cagar nuestro mejor proyecto —comienza a divagar un poco—, si esto se vuelve un problema, será un problema para todos.
—Respira, Normani, si pensé en eso, mucho la verdad, con Camila es serio.
— ¿Es tu novia? —arquea una ceja.
—No… bueno no es algo que se ha aclarado, pero somos como eso.
— ¿Con el patrón de huida que tienes?
—Joder, pero ¿Tú eres mi amiga o quieres que me sabotee? —eso la hace reír.
—Lo siento, de verdad —me mira y sonríe—, si Camila te logró poner una correa y estás feliz con eso, yo también, seré la alcahueta de su relación, no noviazgo que va a ir floreciendo y decreto que no jodera a nadie.
—Si las personas te conocieran de verdad —la molesto—, creerían que te falta un tornillo o algo así.
—Me amarían, Lauren, así como me amas tu —niego con la cabeza, aunque tiene toda la razón.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro