Capítulo Tres
Me desperté, pero no por voluntad propia, sino por los fuertes chillidos que se oían en el exterior de la casa, procedentes de la terraza y que se colaron por mi ventana, abierta de par en par.
Me incorporé poco a poco tapándome con las sábanas y miré a mi izquierda, donde el camarero de ayer, ¿Charles? ¿Parker? No me acuerdo muy bien de su nombre, permanecía plácidamente dormido.
Sinceramente no tengo ni idea de en que momento o mejor dicho en que chupito, pensé que traerle a mi casa era una buena idea pero necesitaba sacarle antes de que mi madre le viera, si no lo había hecho ya. Otra vez esa punzada de culpabilidad, de arrepentirme de lo que había hecho la noche anterior. De sentir que me había vuelto a fallar a mi misma.
Suspiré. No tenía tiempo para esto, necesitaba ponerme a escribir. Le toqué suavemente para pedirle que se fuera, pero debía tener el sueño más profundo del mundo por que ni se inmutó. No tenía ganas ni me parecía de buen gusto pegarle con la almohada agresivamente para que se marchara, así que acepté que estaría allí un rato y empecé mi ritual de inspiración.
No me considero una persona maniática, pero si quería tener un día productivo en temas de escritura, tenía unos pasos que necesitaba seguir. Lo primero, me vestí, este no suele ser un paso a seguir pero en este caso, escribir desnuda no me parecía muy inspirador.
Me puse un bikini por que tenía pensando ir después a la playa si escribía un considerable número de palabras. O si descubría sobre que iría el libro mismamente. Cogí una camiseta antigua, de una promoción que daban si comprabas tres pizzas y me la puse.
Ahora sí. Me hice mi moño de escritura, algo deshecho, pero servía. Encendí una vela con olor a vainilla y abrí la ventana para dejar que se mezclara con el olor que la humedad del mar dejaba entrar en mi habitación y cerré los ojos para disfrutar del aroma.
Saqué una libreta y encendí el ordenador. Miré a la cama y al ver que seguía dormido me permití el bailar un poco por la habitación mientras me ponía música en los airpods. Le di a mi guilty pleasure, Taylor Swift e ignoré la resaca. Mi casa podía ser algo ruidosa, especialmente esa mañana por alguna razón que desconocía, así que estaba muy acostumbrada a hacer las cosas que requerían concentración con música.
Fui a sentarme para empezar a ponerme pero me rugió el estómago. No había cenado nada la noche anterior y aunque para muchos el intentar comer algo el día después de una noche de bebida suponían vómitos asegurados, yo necesitaba comer el doble. Así que tras ir al baño a lavarme la cara (cosa que no había hecho el día antes) y no conseguir que se fuera todo el rímel, me dispuse a salir de la habitación, no sin antes rezar todo lo que me sabía por que alguien no entrara en mi cuarto y se encontrara una sorpresa durmiendo en mi cama.
No quise pensar en como me las iba a apañar para sacarle de mi habitación sin que se enterara mi familia. Me planteé si las cosas se ponían un poco feas, tirarle por la ventana, supongo que es una experiencia enriquecedora que todos debemos vivir en algún momento
Nada más abrir la puerta me encontré con Beatrice
―Oye Clover me manda Darren, creo que deberías...― Con una sonrisa pillina asomó la cabeza―Ayer te lo pasaste bien eh....
―Beatrice, no voy a tener esta conversación contigo
―¿No quieres tener la charla de los bebés y la cigüeña? ― bromeó
―Quiero ir a la cocina a desayunar
―Espero que hayáis utilizado métodos anticonceptivos por que como te marques un Claire, a mamá y papá no creo que les vaya a hacer mucha gracia
―¡Beatrice he dicho que no voy a tener esta conversación!
―Oye que yo no te estoy juzgando todos necesitamos un revolcón de vez en cuando
Se apoyó divertida en la barandilla de las escaleras
―Sobre todo tú por lo que veo― apostillé y ella se pasó las manos por su largo pelo rubio
―Pues sí, ¿Algún problema? ― me pegó con la cadera―y cierra la puerta que desde aquí le estoy viendo el culo a Connor
―Como si a ti eso te gustara― bromeé
―Eh, eh, eh mi lesbianismo no influye en que a mamá le va a dar un infarto como suba y le vea. Pobre Connor no tiene ni idea de a que casa le has traído.
Cerré la puerta riendo― Sabía que empezaba por la C
―¿Él qué?
―El nombre boba
Soltó una carcajada― ¿No te sabías su nombre? Estás echa toda una fuckgirl, tenemos amigos en común por cierto, así que cuando cuente lo mala que eres en la cama, te lo chivo
―¡Beatrice!― la susodicha rio y yo enrojecí― Te contará lo diosa empoderada que soy
―Supongo que te has pegado un buen adelanto de cumpleaños
―La verdad es que sí, aunque a ti no te guste mi cumpleaños sabes que es el mejor de toda la familia
―No es que no me guste tu cumpleaños, no me gusta que seas géminis, mamá debió haberte mantenido ahí un par de semanas más
―Beatrice, estudias medicina, ¿No te parece que creer en el zodiaco jode un poco tu credibilidad?
―Estudio medicina para poder ser ginecóloga y evitar que nazcan niños en junio, forma todo de un plan― solté una carcajada― es broma, pero ya verás como tu regalo te encanta
―Con que me dejéis un poco de tranquilidad me basta
Mi hermana se encogió de hombros y yo bajé hasta el salón. La ventana de la terraza estaba abierta y toda mi familia estaba arremolinada
―¿Qué pasa ahí? No me digas que Claire va a tener otro hijo por que... ― pregunté sin prestarle mucha atención
―¿Claire otro hijo? Yo creo que antes de eso prefiere ligarse las trompas o castrar a Brad
―¿Entonces? ¿Es otra fiesta sorpresa por mi supuesta entrada en un pozo profundo de depresión? Por qué te juro que hago la maleta y me voy a vivir con Maia
―Que no pesada...mira es que no sé ni por que me manda Darren a decirte esto no sé si tu te acuerdas de...― quiso empezar pero la corté al mirar la hora
―¿Sabes qué? Prefiero no saberlo. Hoy necesito tener una mañana que me cunda y paso de distraerme― me volví a poner los cascos y me metí a la cocina
―¡Clover!― pero yo ya estaba en la cocina buscando comida.
Hoy necesitaba un desayuno aesthetic, todas las instagramers, modelos y tal estaban obsesionadas con las tostadas de aguacates. Pues bien yo me comería una jodida tostada de aguacate, como si eso me fuera a dar la idea de mi libro mágicamente.
Me serví una taza de café con un poco de leche y moviendo el culo al ritmo de Red empecé a pelar el aguacate. En realidad no me apetecía, el color no ayudaba, pero comer dos galletas con el café era menos sofisticado, no saldría en un post de pinterest.
Empecé a untar el aguacate en una tostada y la textura tampoco era muy apetecible. Empecé a replantearme las galletas.
Céntrate en la canción y olvídate de que te vas a comer eso
― Losing him was blue, like I'd never known, missing him was dark gray, all alone, forgetting him was like trying to know somebody you've never met, but loving him was red― canté sin importarme que mis padres estuvieran cerca
(Perderlo fue azul como nunca lo hubiera imaginado, echarle de menos fue gris oscuro sin nada más, olvidarle fue como intentar conocer a alguien que nunca había visto antes, pero quererlo fue rojo)
Miré la tostada de aguacate sin muchas ganas. Decidí experimentar y le eché un poco de chocolate por qué ¿Por qué no? Estaba contenta con mi obra de arte que tendría una mezcla de texturas y sabores interesantes, cuando de repente, lo sentí, o mejor dicho lo olí.
Cerré los ojos y tomé una inhalación profunda. Vainilla. Vainilla mezclado con salitre. No podía ser, era imposible. Me quedé quieta, mientras ese olor tan inconfundible no paraba de inundar mi cocina. No era él, no podía ser él, era completamente imposible, estaba delirando.
Era el libro, que me había traído muchos recuerdos, por que podía ser que...no, no, no y no, él estaba en Europa, desde hacía cuatro años. Pero ese olor...que no joder, que era mi cerebro de masoquista evocando recuerdos. Sería la vela de mi habitación, el olor se habría movido a toda la casa, sería eso, sin duda.
Me quedé de espaldas esperando a que el olor pasara y mi subconsciente dejara de torturarme. Pero no pasaba, seguía ahí y yo ya no podía aguantar más la curiosidad. Así que temblando, con el corazón en un puño y muy lentamente como si fuera a cámara lenta me fui girando, sin soltar la tostada y al darme la vuelta por completo, la tiré al suelo del impacto.
El pelo rubio oscuro, ligeramente más largo que antes. Sus ojos de aquel color gris que tanto tiempo había pasado describiendo en todas mis novelas. Su sonrisa pícara iluminando cada rasgos de su cara. Su piel con un bronceado surfero impoluto. Era más alto de lo que recordaba y había ganado un poco más de músculo. Llevaba unas bermudas de bañador azules oscuras y una camisa suelta blanca, con los primeros botones desabrochados. Me sonrió y yo colapse
Grayson Perkins
El corazón se me aceleró a tal velocidad que pensaba que me iba a dar un infarto. El ligero temblor que tenía al principio se intensificó y me tuve que agarrar a la encimera para no caerme del susto. Tuve que hacer un esfuerzo titánico para intentar que no se me humedecieran los ojos mientras sin poder articular una palabra abría la boca.
En ese momento lo sentí todo, fue como si mi corazón no pudiera mantener enterrados todos los sentimientos que me había empeñado en borrar en estos años y los liberara de golpe, haciendo que ninguna parte de mi cuerpo respondiera ante la conmoción. Tampoco mis pensamientos se aclaraban y lo que tenía era una mezcla de confusión y gritos en la cabeza que no me permitían pensar con claridad. Todo era contradictorio, todo era desconcierto, entré en un bucle en el que me mantuve de pie quieta mirándole aturdida y sin saber que hacer, que pensaba, que sentía.
―¿Q-qué haces aquí....?― susurré con un hilo de voz como si acabara de ver a mi peor pesadilla
Cuatro años, habían pasado cuatro años desde la última vez que le vi, desde que me convencí con que no le volvería a ver jamás. Lo tenía tan claro, me costó tanto renunciar a la idea de él, que al volver a tenerle delante, no sabía como actuar. Tenía tantos nervios que unas enormes ganas de vomitar me apretaron el estómago y con la respiración entrecortada le miré como si fuera un fantasma
No era justo. Había rezado tantísimo por tenerle delante que ahora que todo eso que tanto había pedido y re pedido al universo, Dios, a la vida y a todo lo que se podía rezar era surrealista. Fue como si el tiempo empezara a moverse más despacio, y durante unos segundos solo estábamos él y yo en el mundo. Puede sonar dramático, pero mi cuerpo no respondía a ninguna señal de mi cerebro. Solo podía mirarle. Una y otra vez, como si no me acabara de creer lo que tenía delante. Como si en cualquier momento fuera a parpadear y se fuera a esfumar, transformándose solo en una mala jugada de mi cerebro.
Podía oír los latidos de mi corazón frenéticos sin saber que hacer. Mi estómago estalló en mil mariposas y durante unos segundos, sentí como si volviera a ser capaz de respirar por primera vez en años. Inspiré profundo, como lo haría alguien que estaba volviendo a la vida mientras me giraba a darle la espalda movida por un repentino miedo.
Me dedicó una sonrisa tensa y se encogió de hombros― ¿No te ha contado Alex que volvía?
Su voz, tan sumamente característica que podría distinguirla entre otras mil. Suave, algo grave aunque no excesivamente, de esas que te acarician el oído cuando las percibes, algo casi musical.
Negué con la cabeza e intenté coger la taza del café pero el temblor me delató y la volví a dejar dónde estaba
―Londres me aburría― se aclaró la garganta claramente tenso
―¿Es temporal?― pregunté rápidamente
―¿Acabo de llegar y ya quieres echarme?― bromeó pero yo no fui capaz de sonreír estaba demasiado impactada
―¿Eso es un no?
Rio y se pasó las manos por el pelo― He venido para quedarme Clover
Cada vez que pronunciaba mi nombre me daba un escalofrío. Quería llorar, quería reír, quería pegarle una bofetada y quería besarle. Mil sentimientos y pensamientos encontrados se mezclaron y yo solo pude asentir.
No podía volver a vivir eso. No podía volver a poner a Grayson Perkins como el centro de mi vida, llevaba unos años buenos, pensaba en él, claro que sí, pero había superado esa obsesión infantil y adolescente que tuve con él. Estaba bien, estaba estable, no podía volver a venir a mi vida como si nada, no era justo y no quería.
Volvió a aclararse la garganta y cambió de tema― Alex me contó que te han publicado un libro
En ese momento quise morirme de vergüenza. Mis carrillos se tiñeron de rojo y asentí― Sí― si me decía que lo había leído me iba a morirme
―Si alguna vez necesitas alguna duda sobre el tema editorial, pregúntame.
―¿A ti?
―¿Y ese tono de sorpresa?― bromeó― Para algo trabajo en una
―P-pero, no estabas en finanzas
―Vaya parece que no me has seguido la pista después de que me fuera― si tú supieras― dejé las finanzas por eso me fui a Londres a estudiar.
Técnicamente cuando se marchó, hice el pacto conmigo misma de no volver a preguntar o interesarme por él, y aunque a veces me moría de curiosidad, lo había cumplido. Así que cuando dejó las finanzas aquí con Alex, pensé que se había marchado para cursarlas en Europa por una cuestión de interés por ver mundo
―No lo sabía
―Seamos sinceros― se señaló las bermudas― ¿Tu me ves pinta de banquero?
Esbocé una pequeña sonrisa― Alex tampoco la tenía y ahora lleva corbata
―Por que Alex es un cabronazo que por poder husmear entre las de recursos humanos iría en calzoncillos a la oficina― se metió las manos en los bolsillos
―Probablemente alguna de ellas tenga un par de pares suyos― Grayson rio y mi corazón se aceleró ante el sonido
―Joder...este sitio no ha cambiado nada― miró la cocina― pero tú...por que vas con esos moños que siempre te hacías que sino no te hubiera reconocido
―Bueno, todos hemos cambiado desde que te fuiste― susurré y él me miró a los ojos mientras yo intentaba no ponerme roja
Si me pongo roja, iré al mar a ahogarme
―Eso ya lo veo― murmuró y yo me agaché para coger la tostada que por supuesto por la ley de Murphy había caído por el lado del aguacate. La recogí y con cara de asco la volví a poner en el plato
―Que asco― susurré y la tiré por la ventana para que se la comieran los pájaros
―¿Estás en Nueva York verdad?
Asentí limpiándome la mano mientras hacía respiraciones profundas para que no me diera un ataque de ansiedad
―Llevo dos años allí
―¿Y te gusta?
Odiaba esto de él. Que fuera tan sumamente sociable. Siempre tenía que sacar tema de conversación a absolutamente todo el mundo, necesitaba distancia, necesitaba procesar, necesitaba controlarme y no volver a lo de antes, pero él no era capaz de decir un hola seco e irse otra vez de mi casa, no, el tenía que ser agradable, educado y extrovertido.
―Está bien, pero hay veces que hecho mucho de menos estar aquí
―Yo lo he echado de menos horrores, los ingleses...bueno, no son la gente más agradable del planeta― se quedó en silencio y yo le miré rogándole que por favor se marchara, que me dejara, que me iba a poner a llorar―No me puedo creer que ya estés en la universidad ― añadió mientras se pasaba las manos por el pelo― me hace sentir como un viejo
Seguí sin hablar. Me daba igual que pensara que soy muda, prefería eso a que me viera llorar
Viendo que yo no seguía la conversación, siguió― Clover...― carraspeó― quería hablar una cosa contigo
Le miré nerviosa y asentí. Abrió la boca para seguir, pero entonces se escuchó un agudo grito de mi madre y acto seguido a Connor entrando en la cocina en calzoncillos. Me dio un beso en la mejilla cogió la taza de café que había preparado y salió de la cocina
―¿Es tu novio?― preguntó alzando una ceja
―¡Quién! No, claro que no― salí de la cocina y vi a mi madre señalándole mientras subía las escaleras
―¡Qué hace ese chico en nuestra casa!
―¿Ese no es el camarero nuevo del Pacific?― preguntó Alex mirando a Beatrice
―Connor, sí es
―¿Y que hace en nuestra casa?― preguntó mamá y todos me miraron a mi
―Eh....bueno, es que no tenía dónde dormir y...
―¡Te estás tirando al camarero de Pacific!― gritó riendo Alex― es digna hermana mía eh Grayson
Grayson se encogió de hombros y me miró riendo
―¿Por qué? ¿Tu también te le has tirado?― pregunté sarcásticamente en venganza por dejarme en ridículo delante de Grayson. Alex vio su masculinidad frágil dañada y se cruzó de brazos
―No, por que al contrario que Claire o Beatrice, tu y yo hermanita estamos hechos de otro palo. Nos gusta la buena vida.
―Alex no hables de eso delante de Peter― dijo Claire tapándole las orejas
―Alex, no tienes por que hacer todo lo que pasa en esta casa sobre ti― dijo Darren desde el sofá
―Sé que esto no es sobre mi, pero puedo opinar sobre la vida sexual de mi hermana pequeña
Mamá me miró enfadada y yo quise que me tragara la tierra, pero fue como si por dentro se resistiera a echarme la bronca
―Te lo paso por que sé que estás mal, pero en otras circunstancias sabes perfectamente que estarías castigada hasta que acabaras la universidad
―No me puedes castigar por traer un chico a casa, no tengo quince años― protesté
―Ya sé que no tienes quince, a esa edad tú no hacías estas cosas
Quería morirme. Quería morirme de verdad. Estaba a una palabra más de alguno de los miembros de mi familia de tirarme por la ventana.
―Clover, tampoco es para que te enfades conmigo― dijo Alex― lo siento por haberlo dicho delante de mamá y papá pero es que me hace ilusión que al menos alguno de mis hermanos haya sacado un poco de mi
―Clover no se parece a ti en nada idiota― respondió Darren― gracias a Dios por que no podría con dos como tú por aquí
―Darren no te pases― murmuró Beatrice
Darren se acercó, me abrazó para taparme del resto para que no pudieran ver la cara que estaba poniendo y notó toda mi tensión
―¿Estás bien?― susurró
―No― musité sin voz
No quería mirar, quería quedarme abrazando a mi hermano toda mi vida y no tener que enfrentarme a tener que verle nunca más
―Mi pobre niña. Greyson, Clover está pasando por unos momentos un poco duros, ya sabes, problemas con los hombres, a veces los chicos podéis ser un poco malos
No me lo podía creer, no me podía estar pasando esto, no a mi, no ahora.
―¡Mamá yo no tengo ningún problema con los tíos! ¡Me apetecía escribir eso, punto!
Mi madre indignada corrió a la estantería, sacó mi libro y abrió una página marcada con un post-it
―"Estar enamorado es como sentirse morir sin que nadie te remate, un dolor constante, una agonía que no cesa, es incertidumbre, es angustia, es tristeza, son esperanzas que más tarde serán destruidas. Es estar ahogándose mientras intentas llegar al bote, nadas, lo intentas, lo ves cerca, lo rozas, pero el bote parte y tu sin nada a lo que aferrarte, te hundes" ¿A ti esto te parece de no tener ningún problema?
Me sentía completamente desnuda. Como si todo el mundo acabara de verme en mi esencia pura. Quería arrancarla el libro de las manos y quemarlo. Quería poder borrar de la cabeza de Greyson que había escuchado aquello. Quería llorar, mejor dicho, iba a llorar.
Le miré, intentando buscar alguna reacción en su cara. Alzó las cejas sorprendido y me miró.
En sus ojos había una mezcla de curiosidad e intriga que me desconcertaron.
―No me puedo creer que hayas hecho esto― murmuré a mi madre
―Grayson es como de la familia Clover, no pasa nada por que esté delante, anda que no nos ha visto discutir....
Me mordí el labio tan fuerte que noté un poco de ese saber metálico de la sangre en mi boca. Ahora si que iba a entrar en una depresión.
―Ni si quiera quería que lo leyerais vosotros, esto es algo personal mío y no tienes ningún derecho a leerlo delante de todo el mundo
―A ver, vamos a tranquilizarnos todos. Clover ha escrito un libro que puede mamá que no esté basado en nadie, los mejores escritores son capaces de meterse en la piel de alguien y ponerse en esa situación sin que sea necesariamente alguna experiencia personal. Así que― Beatrice le cogió el libo a mi madre y lo volvió a meter en la estantería― vamos a coger este libro y nadie volverá a leer absolutamente nada sin el permiso de ella ¿Entendido?
Todos nos quedamos en silencio, mirándonos los unos a los otros sin saber muy bien que decir, hasta que se oyó a mi sobrino
―¿Podemos llevar a la abuela a playa?― preguntó Peter y mi abuela en su silla de ruedas hizo una mueca
―Peter ya sabes que la abuela no puede ir a la playa― le dijo Claire
―Si puedo, llevadme, quiero meterme en el agua
―Abuela no podemos meterte con la silla de ruedas― dijo Alex
―Quiero que me metáis con la silla de ruedas, a ver si me ahogo y me muero ya, que estoy harta de oíros discutir
―¡Abuela!― gritamos todos
Mi abuela se encogió de hombros, refunfuñó y se giró en dirección a mi madre― ¿Qué hay de comer?
Aproveché ese momento para escabullirme hasta la cocina. Me solté el pelo de mi moño de escritura, estaba claro que hoy no iba a ser un día muy inspirador. Solté un grito mudo mientras dejaba que todas las lágrimas fluyeran. Noté como mi inspiración se aceleraba y empezaba a hiperventilar. Otra vez no. La ansiedad otra vez no.
Me había costado mucho minimizar la ansiedad que había sufrido durante el año pasado y ahora lo estaba notando, otra vez. Cogí una bolsa de papel que había en uno de los cajones cercanos y me senté respirando con la boca dentro de ella intentando calmarme.
Cuando conseguí tranquilizar mi respiración y la opresión en el pecho fue menor me volví a poner en pie. Pero las lágrimas no paraban. No me merecía eso. No podía volver a aquel dolor, el sentirme invisible otra vez delante de él, a hacerme ilusiones por pequeños detalles que más tarde sobre pensaría en mi cabeza una y otra vez hasta no poder dormir. Me merecía disfrutar de mi éxito literario, que tantas lágrimas me había llevado, no volver a revivir página por página la sensación de vivir por y para una persona que sabes que jamás sentirá lo que sientes tú.
Mañana era mi cumpleaños, quería pasármelo bien, comer con mi familia y que mi mayor problema fuera volver a cruzarme con Connor alguna vez en mi vida. No podía revivir aquello otra vez, no quería tener que soportar ni una vez la ansiedad. El año pasado fue duro pero conseguí con ayuda de mi psicólogo encontrar vías para disminuir la ansiedad que con la llegada a la universidad había desarrollado.
Entrar en la universidad no es tan fácil como te lo pintan. Acostumbrarse a un nuevo ritmo de vida, nuevos amigos, nuevas situaciones, exámenes más duros...hizo que entrara en un estado de presión que acabó por causarme ansiedad, no en un grado muy alto, pero si lo suficiente para hacerme ir a la cama llorando todos los días, ser incapaz de soportar ciertas situaciones sin ponerme a hiperventilar, o tener la necesidad de pensar todo, hasta el más mínimo de los detalles de mi vida constantemente.
Lo de Chase no ayudó. El año pasado, me permití el lujo de pillarme de un chico por primera vez desde Grayson. Recuerdo perfectamente lo raro que fue el mirar a alguien que no fuera él y sentir un hormigueo en el estómago....una sensación que pensé que solo tendría con Grayson y jamás volvería a experimentar. Pero lo hice en el momento en el que me autoconvencí de lo infantil y ridiculo que era seguir dedicándole mi existencia a alguien con quien no había tneido nada y al que claramente yo no importaba
Me pillé de otro chico, mucho, tal vez no tanto como él, pero sí que sentí esos nervios, la emoción de tenerle cerca, las mariposas...por no hablar de la vez que nos besamos, borrachos, en una de nuestras primeras fiestas en la universidad, aquel beso no fue el mejor de mi vida ni mucho menos, pero fue suficiente para recobrar la ilusión y las ganas por salir con otro chico. Fue como si por primera vez pensara que algo me iba a salir bien, y aunque seguía teniendo de vez en cuando a Grayson en la cabeza, realmente sentí que tendría algo serio. Mi historia perfecta, mi historia de novela, como las que había leído en mi adolescencia...supongo que nunca conté con que mi compañera de residencia se iba a adelantar un poco.
"Tú y yo no somos nada"
"No es mi culpa lo que te hayas pensado en la cabeza"
"Tú y yo no somos absolutamente nada y no puedes controlar con quien me lio, por que yo a ti no te debo nada"
Sí, eso me dijo después de liarse enfrente de mi con mi compañera de piso, a la que yo la semana anterior le había confesado que me gustaba. Como se puede entender, mi amor propio y mi autoestima no se mantuvieron en pie y todo voló por los aires con esas tres frases. Ese cuento de hadas al que te aferras se estalla en mil pedazos y caes en que la realidad no se parece en nada a esas historias que escribías de pequeña. Con solo tres frases.
A veces la situación no es tan grave, simplemente es la gota que colma todo el agua del vaso.
No estoy orgullosa del bucle en el que entré después. Fiestas, chicos, menos salud mental, peores notas en la universidad. Esa sensación de decepción contigo misma al levantarte a la mañana siguiente sabiendo que ayer le comiste la boca a uno solo para libertarte de tus pensamientos cinco minutos. No funciona. No te gustó. Da igual.
Verte pisoteada, humillada, dolida...mirarte al espejo después de haber llorado toda la noche y no reconocerte. No saber si en alguna parte de esa mirada llena de tristeza quedará algo de las ilusiones y las expectativas que algún día tuviste en el amor. Te preguntas si eso acaso existe.
Estás desorientada como si hubieras perdido el control de tu propia vida, metiéndote a ti misma en un bucle de ansiedad del que no puedes salir. Además seremos sinceros...estar en la mierda es adictivo. Una parte de nosotros quiere quedarse ahí regodeándose de nuestras desgracias por pequeñas que sean eternamente.
Ahora casi dos años después de que pasara aquello, estaba mucho mejor, estaba tranquila, feliz....no podía volver a soportar esto. No podía volver a ser rechazada otra vez de esa manera y menos por Grayson, por que no podría soportar volver a los ataques de ansiedad. Aunque esta anécdota le dio la razón a mi madre....el hombre neoyorquino es malo por naturaleza
―Clover― la voz de Darren me sacó de mis pensamientos ― te lo he intentado decir
―¿Todos lo sabíais?
Asintió― He mandado a Beatrice a decírtelo por la mañana por que quería evitar esto
―No puedo Darren, no puedo tenerle cerca otra vez
―Eres muchísimo más fuerte de lo que crees Clover, tienes la situación controlada, en septiembre vuelves a Nueva York, solo son tres meses, en los que probablemente él no este ni la mitad aquí por que trabaja
―No lo entiendes― me metí en la boca una galleta ansiosa― no es que le vea o no, es el saber que ha vuelto, que está aquí otra vez, en el mismo continente que yo. Me costó mucho hacerme a la idea de que no le iba a volver....no tiene ningún derecho a volver aquí como si nada y joderme la vida con su presencia otra vez.
Darren soltó una carcajada―Clover...
―No te rías, te lo estoy diciendo muy seria― siguió riendo― ¡Darren!
―Clover, no le conoces. No conocías al Grayson de hace 4 años y menos conoces a este. Tu pequeña y diabólica cabecita se ha inventado una personalidad que ha pegado a su físico que te atrae. Está todo idealizado en tu cabeza, tienes que desmitificarle, quitarte esa imagen de él como dios todo poderoso y entonces podrás pasar página
―¿Cómo hice con Chase? Por que me salió de diez ―Darren calló y se pasó las manos por el pelo― me juré a mi misma hace un año que no volvería a pasar por esto y que volverme a pillar por alguien no era una opción
―Chase es la prueba de que superaste a Grayson, lo pasaste mal por un tío que no fue él
―No, ¿Crees que aunque estaba con lo de Chase no pensaba en Grayson? No ha habido una sola semana en la que no haya pensado en él, a veces más a veces menos, pero jamás me he olvidado de él
―Eres una dramas...normal que te publiquen libros― bromeó mi hermano y yo le tiré un trozo de galleta a la cara
―¡Darren!
―¿Qué? Clover, Grayson es el chico que te gustaba cuando tenías diez años, mañana haces veinte, eres capaz de superarlo y ahora vístete y vamos a la playa. Las chicas dramatizáis todo tanto...
―No quiero, me voy a quedar aquí llorando
―¿Por qué?― preguntó Alex entrando a por café― no me jodas Clover que es por lo de antes, ya te he dicho que lo siento por haber dicho eso delante de mamá y papá, pero vamos que tienen asumido que tu vida sexual es intensa así que no te preocupes.
―Clover está sentimental por que mañana es su cumpleaños y entra en los veinte― me tapó Darren
Alex le dio un trago a su taza y sonrió― Los veinte son los mejores años de la vida de alguien
―¿Cómo lo sabes? Por que mentalmente vives en unos eternos diecisiete― le piqué y él me dio un codazo cariñoso
―Como te he echado de menos― me dio un beso en la cabeza― si estás triste vete al Pacific te echas un polvo y para adelante.
―¡Alex!― dijimos Darren y yo y Alex salió riendo
―¡Darren en que canal era la teletienda!― gritó mi madre desde el salón. Darren puso los ojos en blanco
―Sal un rato con Maia y estas, te vendrá bien― se marchó y yo asentí mientras empezaba a pensar en como iba a solucionar aquel huracán de emociones que sentía.
Al menos ya tengo un tema para mi segundo libro
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro