Viaje
ALEXANDRA COLLINS POV
La noche era oscura y silenciosa mientras avanzábamos por el bosque, guiadas solo por la luz de la luna y la determinación en nuestros corazones. Cada sonido del bosque parecía amplificado, y no pude evitar sentir una mezcla de temor y anticipación.
Carolina lideraba el grupo con firmeza, mientras que los licántropos se movían con una agilidad y silencio sorprendentes, como sombras en la noche. Con Madeline, a mi lado, yo me aferré a su mano, y en sus ojos vi una mezcla de valentía y vulnerabilidad que me rompía el corazón.
—¿Estás bien? —me susurró.
Yo asentí, apretando su mano con más fuerza.
—Sí, mientras estemos juntas, siempre estaré bien —respondí con una pequeña sonrisa.
A medida que avanzábamos, mis pensamientos se perdían en el incierto futuro que nos esperaba. ¿Encontraríamos realmente seguridad en el refugio? ¿Sería suficiente para mantenernos a salvo de los cazadores? La incertidumbre era abrumadora, pero no podía permitirme dudar ahora. Había prometido a Madeline que no la dejaría sola, y cumpliría esa promesa, sin importar el costo.
El viento susurraba a través de las hojas, creando una sinfonía natural que, en cualquier otra circunstancia, habría sido reconfortante. Pero en este momento, cada crujido y cada sombra parecían llenos de peligros ocultos. El aroma a tierra húmeda y pino llenaba el aire, recordándome lo lejos que estábamos de la seguridad de la ciudad.
—Estamos cerca —dijo Carolina en voz baja, deteniéndose y señalando hacia adelante—. El refugio está justo al otro lado de ese claro.
Nos detuvimos por un momento para recuperar el aliento y prepararnos para el último tramo del viaje. Sentí un rayo de esperanza al ver el brillo de las luces del refugio a través de los árboles. Estábamos a punto de alcanzar nuestro objetivo, y con ello, una oportunidad de un nuevo comienzo.
Miré a Madeline y le sonreí.
—Estamos a punto de llegar —le dije—. Todo va a estar bien.
Ella asintió, con su expresión reflejando tanto alivio como determinación.
Con un último suspiro de resolución, seguimos adelante, cruzando el claro y acercándonos al refugio que prometía ser nuestro santuario en medio del caos. Los licántropos se dispersaron a nuestro alrededor, formando un perímetro de protección. Sus ojos brillaban en la oscuridad, alerta ante cualquier amenaza potencial.
Al acercarnos, una figura emergió de las sombras. Era un hombre alto y robusto, con una barba espesa y ojos azules. Saludó a Carolina con un asentimiento y luego nos dirigió una mirada evaluativa.
—Bienvenidas —dijo con una voz profunda—. Soy Gabriel, el líder de este refugio. Están a salvo aquí.
Sentí una oleada de alivio al escuchar esas palabras. Madeline y yo intercambiamos una mirada, compartiendo un momento de esperanza silenciosa. Finalmente, habíamos llegado a un lugar donde podríamos bajar la guardia, aunque solo fuera por un momento.
Gabriel nos guió hacia el interior del refugio, un complejo de cabañas rústicas rodeadas por una barrera mágica apenas perceptible. Al cruzar el umbral, sentí una energía protectora envolviéndonos, dándonos la bienvenida.
Carolina nos llevó a una de las cabañas más grandes, donde podríamos descansar y planificar nuestros próximos pasos. Sentí el peso de la fatiga acumulada en mis hombros, pero también una renovada determinación. No estaba segura de lo que el futuro nos depararía, pero sabía que mientras estuviéramos juntas, podríamos enfrentar cualquier cosa.
Me acerqué a Madeline y le tomé las manos.
—Lo logramos —le dije suavemente—. Estamos a salvo por ahora.
Ella me abrazó con fuerza, y por un momento, todo el miedo y la tensión se desvanecieron. En ese refugio, en medio del caos que habíamos dejado atrás, encontré un rayo de esperanza y una fuerza renovada para lo que vendría.
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