Un Adiós
ALEXANDRA COLLINS POV
Me senté en la silla que Carolina me ofreció, tratando de ordenar mis pensamientos. La imagen de esa chica de ojos azules seguía persiguiéndome, como un recuerdo al borde de la memoria, pero inalcanzable.
Carolina me observaba con una mezcla de preocupación y curiosidad. Su presencia era reconfortante, y algo en su manera de ser me hacía sentir segura, aunque aún no confiara del todo en este lugar.
—Ven, te mostraré tu habitación —me dijo con la voz suave y firme.
La seguí por los pasillos amplios y bien iluminados, admirando la tecnología avanzada y el diseño futurista. Todo era tan distinto de lo que, supongo, estaba acostumbrada. Aunque no podía recordar mi vida anterior, este lugar se sentía extraño y familiar a la vez.
—Espero que encuentres esto cómodo —dijo Carolina, abriendo una puerta y mostrándome una habitación luminosa y acogedora. —Si necesitas algo, estaré cerca.
—Gracias —respondí, entrando en la habitación y dejándome caer en la cama. Sentía el peso del cansancio y la confusión en mis hombros.
Carolina se quedó un momento en la puerta, como si quisiera decir algo más, pero finalmente se despidió con una sonrisa y cerró la puerta detrás de ella. Me quedé sola con mis pensamientos, intentando recordar cualquier detalle que pudiera darme una pista sobre mi identidad y sobre esa chica de ojos azules.
Me levanté y empecé a explorar la habitación. Había un armario con ropa sencilla, un escritorio con algunos libros y una ventana que daba a uno de los jardines exóticos que había visto al llegar. El aire fresco y el aroma de las flores me calmaban un poco.
Mientras miraba por la ventana, decidí que debía averiguar más sobre este lugar y sobre Carolina. Tal vez ella sabe más de lo que dejaba ver. Y tal vez, solo tal vez, este será el comienzo de recuperar mis recuerdos.
Tengo que encontrarla.
(...)
MADELINE ORWELL POV
No sabía que jodido día era hoy. No sabía ni un carajo.
Lo único que sé, es que despertar en medio de una isla, no fue de mi agrado.
—¡Joder! —chilló, Elvira cuando un cangrejo la pellizco. —¡Atrás o te silencio!
Miré la escena con curiosidad, y después, me puse alerta cuando percibí el sonido de un animal acuático.
De un tiburón, más específicamente.
—¡Madeline... Mira! —me dijo Elvira, con mucha preocupación. —¡Se acerca... Un maldito tiburón!
—Mierda... —maldije.
No sé como llegamos hasta aquí, pero esto no lo olvidaré.
Vlad, ese maldito hijo de puta, lo va a pagar.
—Salgamos de aquí —dije, intentando tranquilizar a Elvira—. Vayamos a el pueblo Hellwond.
—Cierto, cierto —respondió Elvira, sucumbiendo a la demencia. —Ven, Madeline.
Me acerque con ella, y después Elvira conjuro un hechizo.
Y al instante, aparecimos en el bosque más cercano de Hellwond.
—Necesito comunicarme con Ronny —dijo Elvira. —Préstame tu teléfono.
Se lo di, y posteriormente, me recosté en un árbol, mientras planeaba varias formas de recuperar a Alexandra.
Pero... Me temo, que no todo será tan fácil.
—Pásame a Madeline —le escuché decir a, ¿Nyssa?
—¿Qué pasó? —pregunté, cuando se me acercó Elvira.
—Quiere hablar contigo Nyssa.
Asentí, y cogí mi celular, y le dije: "¿Qué pasó, Nyssa?"
Nyssa tomó una profunda bocanada de aire antes de hablar. La línea estaba cargada de tensión, casi palpable.
—Madeline, tenemos un problema más grande del que nos imaginábamos —comenzó Nyssa a hablar con la voz baja pero urgente—. Vlad no está solo en esto. Se ha aliado con un grupo que no habíamos anticipado... Los Hijos de la Niebla.
Elvira y yo intercambiamos una mirada de alarma. Los Hijos de la Niebla son conocidos por su crueldad y poder. Si Vlad esta con ellos, rescatar a Alexandra sería mucho más complicado.
—¿Qué más sabes? —pregunté, tratando de mantener la calma.
—Están planeando algo grande —continuó Nyssa—. Algo que va más allá de Alexandra. Tienen planes para Hellwond, y si no nos movemos rápido, todo podría irse al carajo.
Sentí un nudo formarse en mi estómago. Esto no es solo un rescate, era una carrera contra el tiempo.
—Necesitamos reunirnos —dije, mientras la urgencia se escuchaba en mi voz—. No podemos permitir que lleven a cabo sus planes.
Nyssa asintió al otro lado de la línea.
—Nos vemos en el punto de encuentro habitual. No tardes, Madeline. Cada minuto cuenta.
Colgué y miré a Elvira. Sus ojos reflejaban mi propia determinación.
—Vamos a salvar a Alexandra de esto —dije—. Y vamos a asegurarnos de que el maldito de Vlad y los Hijos de la Niebla paguen por esto.
Elvira asintió, su expresión endurecida por la noticia. Era hora de actuar.
***
Posteriormente nos reunimos en el lugar acordado, un viejo almacén abandonado en las afueras de Hellwond. La tensión en el aire era palpable mientras discutíamos posibles soluciones. Pero nada era seguro, y el tiempo no estaba de nuestro lado. Aun así, no íbamos a rendirnos.
Ronny fue el primero en hablar, su voz sonaba firme y llena de seriedad.
—Necesitamos información precisa sobre la ubicación de Alexandra y las fuerzas de Vlad —dijo, mirándonos a todos—. No podemos permitirnos un ataque a ciegas.
Elvira, todavía con el celular en la mano, intervino de inmediato.
—Nyssa, ¿tienes algún contacto dentro de los Hijos de la Niebla? Necesitamos una ventaja táctica.
—Tengo a alguien que podría ayudarnos, pero necesitaré tiempo para convencerlo. Es un riesgo, pero podría valer la pena.
El pulgoso como siempre de importuno, golpeó su puño contra la palma de su otra mano.
—No tenemos tiempo para sutilezas. Sugiero que ataquemos con todo lo que tenemos. Mostrarles que no somos presas fáciles.
Ronny negó con la cabeza, con una expresión preocupada.
—Un ataque frontal podría ser un suicidio. Necesitamos una estrategia equilibrada. Una distracción, quizás.
Elvira asintió, pensativa.
—Podríamos usar magia para crear una ilusión, algo que desvíe su atención mientras entramos a rescatar a Alexandra.
Tomé un profundo aliento, sintiendo el peso de la decisión que tenía que tomar.
—Está bien, aquí está el plan: Nyssa, trabaja en conseguir la información y el apoyo de tu contacto. Elvira, prepara las ilusiones y la magia que podamos necesitar. Ronny, encárgate de la logística y asegúrate de que tengamos una ruta de escape segura. Thor, prepárate para el combate, pero solo atacaremos cuando estemos seguros de que es nuestra mejor opción.
Todos asintieron, listos para ponerse en marcha. Sabían que la tarea sería peligrosa, pero también sabían que no podían fallar. Alexandra dependía de nosotros.
—Vamos a traerla de vuelta —dije, mirando a cada uno de ellos a los ojos—. Juntos.
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