Sin escape
ALEXANDRA COLLINS POV
—Sé que sonará poco razonable, pero necesito acompañarte. Por favor, permíteme que te acompañe —le dije suplicante a Tom..
—Es muy peligroso, Alexa —respondió de vuelta Tom—. No puedo permitir que te pase algo...
—¡Son mis amigos! —me apresuré a decir. —Si algo les pasará... Yo no me lo perdonaría.
Tom me miró con el ceño fruncido, y justo cuando pensé que se negaría, se acercó a mi y dijo:
—Tenemos que ser rápidos.
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MADELINE ORWELL POV
—¿Ya dejaron de resistirse? —preguntó un vampiro encapuchado con burla en su voz.
—Para tu mala suerte, no —le respondí dándole un golpe en una de sus costillas.
—¡Maldita! —se quejó—. ¡Traiganla hacia mi! ¡Va a aprender lo que es bueno...!
—Sobre nuestro cadáver —dijo Ronny.
—Sí —agregó Elvira.
—Malditos mocosos insolentes... —respondió él con una clara furia en su voz.
Se acercó a nosotros, dispuesto a golpearnos. Pero nosotros no nos íbamos a quedar de brazos cruzados.
—Alto —dijo de pronto una voz que paralizó a todo el mundo. La cual se trataba del mismísimo demonio... Vlad.
Su figura imponente emergió de las sombras, y la temperatura del lugar pareció descender abruptamente.
—¿De verdad necesitas a tantos incompetentes para someter a cuatro mocosos? —preguntó Vlad con un tono frío y calculador, dirigiendo una mirada de desprecio al vampiro encapuchado.
—Mi señor Vlad... yo... —intentó justificarse el vampiro, retrocediendo ligeramente, su confianza desmoronándose en segundos.
—Silencio. Me repugna tu torpeza. —Vlad giró su mirada hacia mí, Ronny y Elvira, miraban hacia donde yo estaba—. Sin embargo... tengo que admitir que estos cuatro tienen algo peculiar.
Nos mantuvimos firmes, aunque el peso de su presencia nos oprimía como si el aire hubiese sido arrancado de nuestros pulmones. Vlad sonrió ligeramente, una sonrisa que era más amenaza que amabilidad.
—Dime, niña... —dijo, clavando sus ojos oscuros en los míos—. ¿Qué es lo que te da tanta valentía para desafiarme? ¿Acaso no entiendes que estás jugando con fuerzas que ni siquiera puedes comprender?
La habitación se quedó en completo silencio, pues todos estaban esperando mi respuesta.
—Por primera vez, me atrevo a ser valiente y a enfrentarte como se debe —conteste sin ninguna duda. —Porque no te tengo miedo, ya no te tenemos miedo. Te dije, que iba a luchar por ella, y eso es lo que haré. No importa cuántas veces digas, que no pertenece a este mundo, ella pertenece conmigo.
Vlad entrecerró los ojos, y su sonrisa se ensanchó apenas, aunque no había nada de cálido en ella. Era una sonrisa peligrosa, cargada de amenaza velada. Dio un paso hacia adelante, y el sonido de sus botas resonó como un trueno en la habitación silenciosa.
—Me preguntó si eres valiente... o terriblemente ingenua —murmuró, su voz era tan suave que dolía más que un grito—. ¿De verdad crees que la valentía te protegerá? ¿Qué tus palabras pueden cambiar el curso de lo inevitable?
Hizo una pausa, evaluándome como un depredador analiza a su presa, antes de añadir:
—No es cuestión de a quién pertenece. El destino de los mortales no se rige por sus deseos. Sino por decisiones... mis decisiones. Y si eliges interponerte en mi camino, Madeline Orwell, te aseguro que no quedará nada de ti ni de tu preciada causa.
Vlad inclinó ligeramente la cabeza, sus ojos brillando con un destello peligroso.
—Sin embargo... admiro tu espíritu —agregó con sarcasmo—. Es un desperdicio, realmente. Podrías ser mucho más útil en mis filas, pero insistes en luchar contra mí. ¿No es así?
Se giró hacia sus vampiros, que observaban en silencio, tensos ante la ira latente de su líder.
—Ustedes se encargarán de esto. —Su tono era gélido, como una sentencia de muerte—. Que su valentía se ponga a prueba aquí y ahora. Acaben con ellos... pero no los maten todavía. Quiero ver cuánto pueden resistir antes de que imploren clemencia.
Los vampiros obedecieron de inmediato, rodeándonos con sonrisas malvadas en sus rostros. Vlad, por su parte, se apoyó contra una columna cercana, cruzando los brazos, su mirada fija en nosotros como si fuéramos actores en una obra que él mismo había escrito.
—Espero que no me decepcionen —dijo con calma, aunque sus palabras eran una amenaza velada—. Me gustaría ver si esa valentía puede sostenerse bajo el peso de mi mundo.
El primer vampiro se abalanzó sobre nosotros, y no hubo tiempo para más palabras. La batalla había comenzado, y Vlad observaba desde las sombras, como un dios disfrutando del caos que había desatado.
Ronny esquivó el ataque y coontrataco exitosamente. Mientras que yo, con mi sorprendente velocidad, de un segundo a otro, me acerque al vampiro encapuchado. Y lo golpeé.
La batalla era un caos descontrolado. Cada movimiento era un desafío, y cada golpe, era una declaración de que no íbamos a rendirnos. Ronny era feroz, esquivando con precisión y lanzando ataques certeros. Elvira, con una agilidad casi imposible, derribaba a sus oponentes con movimientos fluidos y letales.
Yo, enfrentándome al vampiro encapuchado, sentía cómo mi rabia crecía con cada golpe que le daba.
—¿Eso es todo lo que tienes? —espeté mientras mi puño conectaba con su mandíbula, obligándolo a retroceder tambaleándose.
—¡Maldita! —gruñó él, limpiándose la sangre de los labios con una sonrisa cruel.
Desde su posición, Vlad nos observaba con una calma aterradora. Apoyado contra una columna, su figura proyectaba una autoridad abrumadora. Su mirada era como un peso que nos aplastaba, y su sonrisa apenas visible era más amenazante que cualquier golpe que hubiéramos recibido.
—¿Esto es todo lo mejor que pueden ofrecer? —preguntó con desprecio, su tono helado resonando en la sala—. Estoy comenzando a aburrirme.
De repente, Vlad chasqueó los dedos, y de las sombras emergió un nuevo grupo de vampiros. Estos eran distintos: sus ojos brillaban con un hambre primitiva, y sus movimientos eran calculados, como depredadores en su máxima expresión.
—¿Pensaron que sería tan fácil? —dijo Vlad, con su voz cargada de burla mientras sus ojos carmesí se clavaban en los míos.
Uno de estos vampiros se lanzó hacia mí con una velocidad sobrehumana, obligándome a esquivar en el último segundo. Su fuerza era descomunal, pero no iba a retroceder. Con un giro rápido, logré contraatacar, aunque apenas le hice daño.
Ronny y Elvira seguían luchando con desesperación, cada uno enfrentando a dos enemigos al mismo tiempo. Pero por cada vampiro que caía, más parecían surgir de las sombras, como si fueran infinitos.
—¡Madeline! —gritó Ronny cuando un vampiro intentó atacarme por la espalda.
Me giré justo a tiempo y lo golpeé con todas mis fuerzas, enviándolo hacia atrás.
Vlad soltó una risa baja que resonó como un eco siniestro en la habitación.
—Interesante... pero aún no es suficiente.
Con un simple gesto de su mano, los vampiros se detuvieron de inmediato, formando un círculo a nuestro alrededor. Mi respiración era pesada, y el cansancio comenzaba a pesar, pero no iba a mostrar debilidad.
—Admítelo, Madeline —dijo Vlad mientras se acercaba lentamente hacia mí—. Estás en desventaja. Tus esfuerzos son... admirables, pero también inútiles.
Sus palabras me enfurecieron aún más, pero antes de que pudiera responder, se detuvo frente a mí. Su mirada penetrante parecía despojarme de cualquier defensa que me quedara.
—Hay algo en ti... algo peculiar. —Su tono era casi curioso, aunque su sonrisa era peligrosa—. No.voy a destruirte todavía.
El silencio se hizo pesado, roto solo por la risa cruel de Vlad.
—Traiganla a ella —ordenó, y mi corazón se paralizó.
Desde una puerta oculta, dos vampiros arrastraron a una figura encadenada. Mi respiración se detuvo al instante.
—¡No! —grité, dando un paso adelante, pero unos vampiros me detuvieron con facilidad, sus manos frías como el hielo sujetando mis brazos.
—¿De verdad pensaste que podrías protegerla de mí? —preguntó Vlad, deleitándose con mi desesperación—. Ahora, Madeline, veremos si tu valentía puede superar lo inevitable.
La figura encadenada levantó la cabeza, sus ojos llenos de miedo y esperanza al mismo tiempo. No podía fallarle. No podía fallarnos.
Todo cambio en este momento y me temo que para mal, el ejército de Vlad, está planeando algo y eso no me gusta.
Alexa... No me gusta esto...
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