MADELINE ORWELL POV

La bese.

Y solo con eso, sentí tantas cosas olvidadas dentro de mi ser.

¿Desde hace cuánto tiempo, que no sentía amor, pero sobre todo... La calidez de un latido de un corazón contra mi pecho?

—Madeline... —habló ella nerviosa.

—Sabes, yo antes no creía en el destino —le confesé—. Y mucho menos, en las parejas destinadas. Pero el que tú estés aquí conmigo... Me haces creer que si existen. Alexandra, te amo.

Los latidos de Alexandra, iban en aumento.

Y con una sonrisa de amor, me decidí a besarla de nuevo. Ella es todo lo que necesito para ser feliz.

—¿M-Madeline? —agregó, ella tímida. —¿Tú acabas de decir que me amas?

—Sí, y lo seguiré haciendo, incluso hasta cuando deje de coexistir.

—Ay, no sé que decirte, me tomaste por sorpresa —confesó ella, y yo bese su frente. —Pero yo también, te amo, mi Made.

Sonreí como solo un tonto enamorado podría hacerlo, y la volví a besar.

—¿Lo harás? —me preguntó ella, con timidez.

—No puedo hacerlo...

—Pero...

No quiero lastimar a Alexandra...

—No quiero lastimarte...

—No lo harás... Sé que no lo harás. Confío en ti —finalizó, poniendo su frente contra la mía.

—Alexandra...

—Por favor hazlo, Madeline...

Trague saliva, y después acaricie su rostro.

—¿Estás segura de esto, Alexandra?

—Lo estoy. O es contigo, o no es con nadie.

Sonreí tenuemente y posteriormente, me incline para besar sus labios rosados. Ella correspondió lentamente, y después, nos separamos.

Acto seguido, me acerque a su cuello y lo bese. Comencé a lamer su cuello, sintiendo las fuertes respiraciones de Alexandra, y un momento después, le susurré: —Te amo, mi sunshine.

Seguido de eso, mordí su cuello, clavando mis dos colmillos en su piel blanca, siendo lo más cuidadosa posible. Alexandra, gimoteo debajo mío, y yo me separé con lentitud de su cuello, aún saboreando la dulce sangre que me proporcionó su cuerpo.

—¿Como te encuentras, Alexandra? —le pregunté, completamente preocupada.

—Fue muy diferente a como me lo imaginaba —respondió—. Pensé que sería como lo peor del mundo. Pero... En realidad, solo se sintió como una especie de aguja, pinchando tu piel.

—¿Entonces, no te dolió...?

—Solo un poco... 

La abrace, y ella me correspondió.

Solo esto necesito para ser feliz...