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Reinicio

ALEXANDRA COLLINS POV

—Y eso fue lo que pasó... —le conté a Elvira.

Hubo un silencio en la línea, como si Elvira estuviera procesando lo que acababa de decirle.

—Vaya... en verdad, lo lamento, Alexa... —dijo finalmente, su voz estaba llena de empatía—. Sé lo mucho que significaba para ti.

Suspiré, mirando el cielo estrellado desde mi ventana. Recordé la velada con Madeline, la confesión y el rechazo. El dolor seguía ahí, pero había algo de paz en haber sido honesta con mis sentimientos.

—Sí, fue... difícil —admití—. Pero en el fondo, sé que Madeline tenía razón. No puedes obligar a alguien a olvidar un amor así de profundo. Es algo que siempre la acompañará.

—¿Y cómo te sientes ahora? —preguntó Elvira, su tono lleno de preocupación.

—La verdad... triste —respondí sinceramente—. Pero también... aliviada, de alguna manera. Me duele, pero prefiero conocer la verdad. No quiero ser una sombra en su vida, una sustituta de alguien que ella aún ama.

Elvira hizo una pausa antes de responder, con su voz suave y reconfortante.

—Eres increíblemente valiente, Alexa. No muchas personas podrían enfrentar algo así con tanta madurez. Estoy orgullosa de ti por ser tan fuerte y por seguir adelante.

Sonreí levemente, sintiendo una calidez en su apoyo.

—Gracias, Elvira. Tu apoyo significa mucho para mí. Solo... necesito tiempo para procesarlo todo.

—Por supuesto, tómate todo el tiempo que necesites. Y recuerda que estoy aquí para ti, siempre. Si necesitas hablar, desahogarte, o simplemente distraerte, no dudes en llamarme.

—Lo haré. Gracias de nuevo —dije, sintiendo un poco de alivio al saber que no estaba sola en esto.

—¿Y qué piensas hacer ahora? —me preguntó Elvira, tratando de cambiar un poco el enfoque para que no me hundiera en la tristeza.

—Creo que necesito enfocarme en mí misma por un tiempo. Tal vez dedicarme más a mis estudios, a mis amigos, y a las cosas que me hacen feliz. No quiero perderme en este dolor.

—Eso suena como una gran idea. Eres una persona fuerte, Alexa, y sé que saldrás adelante. Y quién sabe, tal vez el futuro tenga algo aún más especial reservado para ti.

Sonreí ante sus palabras, sintiendo un rayo de esperanza.

—Ojalá tengas razón, Elvira. Por ahora, solo quiero seguir adelante.

—Y lo harás, amiga. Te lo prometo.

Nos despedimos, y colgué la llamada sintiéndome un poco mejor. Sabía que el camino no sería fácil, pero con amigos como Elvira a mi lado, sé que puedo sobrellevarlo.

***

El regreso a clases después de aquella noche fue difícil. Cada rincón del campus parecía estar impregnado de mis recuerdos con Madeline... Traté de enfocarme en mis estudios, de sumergirme en mis tareas, pero cada vez que la veía, el dolor volvía a emerger.

Entré al aula y encontré mi asiento. Mi corazón dio un vuelco al ver a Madeline ya sentada, inmersa en su mundo. Intenté actuar con naturalidad, pero sabía que no podía evitarla para siempre. Respiré hondo y caminé hacia mi asiento.

—Buenos días —dije con una sonrisa tensa, tratando de sonar casual.

Madeline levantó la vista, y sus ojos azules se encontraron con los míos verdosos. Vi una mezcla de emociones en su mirada: tristeza, arrepentimiento, y algo que no pude identificar del todo.

—Buenos días, Alexandra —respondió suavemente.

Nos sumimos en un incómodo silencio. La tensión entre nosotras era palpable, pero también había una comprensión mutua de la situación.

—¿Cómo has estado? —pregunté, rompiendo el silencio.

Madeline suspiró, cerrando su libro. Sus ojos reflejaban el peso de sus pensamientos.

—He estado... pensativa —dijo finalmente—. Lo que sucedió entre nosotras, lo que te dije, no ha dejado de rondar mi mente. Quiero que sepas que nunca quise herirte.

Asentí, sintiendo una mezcla de tristeza y alivio. Al menos estábamos hablando de ello, aunque fuera incómodo.

—Lo sé, Madeline. No fue fácil de escuchar, pero entiendo por qué lo hiciste. No es algo que puedas controlar.

Ella me miró con una expresión de gratitud, y por un momento, el silencio entre nosotras fue menos doloroso.

—¿Podemos... ser amigas? —preguntó, su voz cargada de esperanza—. No quiero perder tu presencia en mi vida, aunque no pueda darte lo que deseas.

Tomé un momento para considerar sus palabras. Aún sentía algo por ella, pero sabía que mantener una amistad sería un desafío. Sin embargo, apreciaba su sinceridad y no quería perderla por completo.

—Podemos intentarlo —dije finalmente—. No será fácil, pero valoro tu amistad, Madeline. Quizás, con el tiempo, las cosas se vuelvan menos complicadas.

Madeline sonrió, y en su sonrisa vi un destello de alivio.

—Gracias, Alexandra. Realmente significa mucho para mí.

El profesor entró en el aula, interrumpiendo nuestra conversación. Nos centramos en la clase, pero la tensión entre nosotras había disminuido ligeramente. Sabía que el camino no sería fácil, pero también sabía que con tiempo y esfuerzo, podríamos encontrar una manera de coexistir, incluso si nuestras emociones aún estaban a flor de piel.

(...)

MADELINE ORWELL POV


Solo faltan 17 horas para que le borren la memoria a Alexandra, y no he sido capaz de ser valiente. De enfrentar la realidad...

¿Por qué demonios soy así?

No la quiero perder... No quiero que pierda sus recuerdos. No solo es Elvira, todos cuentan conmigo. Y yo... solo he sido una maldita cobarde.

Cada minuto que pasa, el peso de mi decisión se hace más insoportable. Siento como si el tiempo se me escurriera entre los dedos, y con él, las posibilidades de enmendar las cosas. La imagen de Alexandra, con su mirada llena de vida y esperanza, me atormenta. ¿Cómo pude dejar que llegara a este punto?

Mis pensamientos se arremolinan, creando un caos en mi mente. La idea de que Alexandra olvide todo, de que borren cada momento que compartimos, me llena de una desesperación que no puedo controlar. Ella merece saber la verdad, merece una oportunidad de decidir por sí misma. Pero el miedo me ha paralizado, atrapada entre el pasado y el presente.

—¡Maldita sea! —grité, golpeando la pared con fuerza.

La frustración y la impotencia me consumen. No solo estoy perdiendo a Alexandra, sino que también estoy fallando a aquellos que creen en mí. Elvira, siempre tan comprensiva, confía en que haré lo correcto. Y aquí estoy, temblando como una hoja.

Recordé la primera vez que vi a Alexandra. Su sonrisa, su risa contagiosa, la forma en que su presencia iluminaba cualquier habitación. Pensé en todas las veces que me había hecho sentir viva de nuevo, cuando creía que eso era imposible. ¿Cómo podía dejar que esos recuerdos se desvanecieran? ¿Cómo podía permitir que se borraran todas las cosas que la hacían quien era?

Las horas seguían pasando, implacables. Cada segundo que perdía era una oportunidad menos para cambiar las cosas. Debía encontrar el coraje dentro de mí, debía luchar por ella, aunque el miedo intentara detenerme.

—No puedo ser una cobarde más —me dije a mí misma, con la voz temblorosa pero decidida.

Miré el reloj, viendo cómo el tiempo seguía avanzando. No me quedaba mucho, pero aún había esperanza. Debía encontrar a Alexandra, hablar con ella, decirle lo que sentía, la verdad completa. Debía darle la oportunidad de elegir, de recordar.

Respiré hondo, sintiendo la resolución fortalecer mis pasos. No permitiría que el miedo me venciera. Alexandra merecía más, y yo también. Por ella, por Elvira, por todos los que contaban conmigo. No podía fallarles. No podía fallarme a mí misma.

—Voy a hacer lo correcto —dije en voz alta, sintiendo una chispa de determinación encenderse dentro de mí—. No voy a perderla sin luchar.

Con un último vistazo al reloj, salí decidida a encontrar a Alexandra, sabiendo que esta vez, no dejaría que el miedo dictara mis acciones.


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