MADELINE ORWELL POV

El suave tacto de sus labios rosados, contra los míos, me hicieron sentir viva. Más viva que nunca.

Hacia mucho tiempo, que no me sentía viva. No desde que perdí toda esperanza en el amor. Pero ahora... todo es tan diferente.

Sujete su cuerpo, y la atraje aún más hacia mi. Aunque, la situación es un caos, no voy a permitir que nadie me quite mi felicidad.

—Te extrañe —confesé abrazándola.

—Yo también... —respondió ella de vuelta, sollozando.

Acaricie su hermoso cabello anaranjado, con suaves caricias. Mientras, ella se dejaba hacer... La extrañé tanto...

—Pero qué asco me dan —dijo el maldito de Jaxson.

—¡Tú tampoco te quedas atrás, imbécil! —respondió Alexandra—. Siempre tienes algo malo que decir. ¿Verdad? Mejor sigue con tu miserable vida, porque no necesitamos tu opinión para ser felices.

Esa es mi chica.

Sonreí y me prepare para darle el golpe final a ese idiota.

—Escúchame bien, Jaxson. Tu veneno no nos afecta. Eres tan insignificante que ni siquiera merece la pena que gaste más tiempo en ti. Así que, si tienes algo más que decir, que sea desde lejos, porque aquí ya no tienes cabida.

Mi sonrisa se amplió al ver su disgustada reacción, y añadí cortante:

—Ahora, desaparece, o te aseguro que seré yo quien te haga desear nunca haber nacido.

—¡Malditas zorras! —ladró. —¡Sepan que esto no se quedará así! ¡Yo junto a Vlad las destruiré! ¡Y no quedará nada de ustedes!

—No podrás hacer nada —sentenció Alexa.

—No las dejaré ser felices —impuso ese maniático.

—Si así van a ser las cosas, preparate para las consecuencias —dijo Ronny.

Jaxson puso los ojos en blanco y se dirigió a su líder.

—¡Mi señor tiene que hacer algo!

—Me parece que tu trabajo ha terminado hasta aquí — respondió cortante aquel líder, al que le perdí el respeto. —Tenías una sola misión y mírate. No solo no cumpliste lo que te ordene, sino que también, les diste más tiempo a ellas, para prepararse. Yo te di una segunda oportunidad —reprendió poniéndose enfrente del indeseable de Jaxson—. Y todo se fue al carajo, por tu incompetencia.

—¡Mi señor perdóneme! ¡Es que esa maldita humana, no me dejó continuar con el plan! Nunca... Me imaginé, que ella regresaría del desmayo, con recibir dolor en el sueño... ¡Discúlpeme!

—Que te quede claro, que yo ya no doy más oportunidades a incompetentes cómo tú. —sentenció. —El daño ya está hecho. ¿Cómo piensa arreglar esto?

—¡Tengo varias ideas en mente! —refuto. —¡Solo deme tiempo y...!

—No te voy a dar más tiempo. Lo único que haces es arruinarme todo.

Y entonces en un movimiento vivaz, en el que todos no pudimos reaccionar, Vlad agarro del cuello a Jaxson.

—¡Eres un maldito incompetente! —se quejo Vlad. —¡No mereces nada!

—S-Señor... —pronuncio con la voz entrecortada.

—¡Señor, lo va a matar! —gritó un vampiro encapuchado.

—Que aprenda su lección  —contestó entonces el mismísimo diablo.

Jaxson intento liberarse, pero fue en vano.

Los amigos de Jaxson, estaban tan asustados, que solo atinaron a irse sin él.

—¡Malditos desgraciados! —farfullo Jaxson—. ¡Son unos malditos...!

Y entonces, Jaxson fue aventado al suelo. Pero sus ojos ya no tenían brillo.

Su piel estaba más pálida que nunca y no se movía en lo absoluto.

Vlad miró el cuerpo inerte de Jaxson con una expresión fría y calculadora. Su presencia llenaba el aire con una opresiva energía oscura, mientras sus ojos escarlata centelleaban con desdén.

—Patético —escupió Vlad, mientras su voz resonaba como un eco mortal—. Esta es la suerte de los que me fallan. Que esto sea una lección para todos.

El salón quedó en silencio. Ninguno de sus seguidores se atrevió a respirar demasiado fuerte. Alexandra y yo nos miramos rápidamente, con un leve gesto de advertencia mutua. Sabíamos que algo grande estaba por suceder.

Vlad caminó lentamente hacia nosotras, con las manos cruzadas a la espalda. Su porte majestuoso, casi como el de un rey, era innegable. Se detuvo a unos metros, estudiándonos como un depredador acecha a su presa.

—Madeline Orwell, Alexandra Collins... —comenzó, pronunciando nuestros nombres con una frialdad que helaba la sangre—. Han jugado bien sus cartas hasta ahora. Pero no olviden quién domina este tablero.

—Y sin embargo, seguimos aquí, ¿no? —repliqué, alzando la barbilla con desafío. Aunque mi corazón latía con fuerza, no iba a dejar que lo notara.

Vlad sonrió, pero no fue una sonrisa amable. Era una curva cruel, peligrosa. Luego levantó una mano y, con un chasquido de sus dedos, la sala comenzó a oscurecerse, como si la misma noche hubiera descendido.

—Quiero ver hasta dónde llega tu valentía cuando no solo luches por tu vida, sino también por la de todos los que amas —amenazó Vlad, mientras la oscuridad tomaba forma. Figuras sombrías y espectrales comenzaron a emerger, rodeándonos.

—¡Madeline, cuidado! —gritó Alexandra, poniéndose delante de mí.

El suelo bajo nuestros pies comenzó a temblar, y una risa baja y perturbadora salió de Vlad.

—Permítanme mostrarles lo que ocurre cuando se cruzan conmigo —dijo, extendiendo ambas manos.

En ese instante, una explosión de energía llenó la sala. Alexandra y yo fuimos empujadas hacia atrás por la fuerza, pero nos levantamos de inmediato. Lo que vimos nos dejó heladas: Jaxson, o lo que quedaba de él, se levantaba lentamente. Su cuerpo parecía retorcido, como si la misma esencia de la muerte lo hubiera transformado.

—¿Qué demonios...? —murmuró Alexandra, retrocediendo un paso.

—Un nuevo peón para mi ejército —declaró Vlad—. Y esta vez, será imparable.

Jaxson, ahora convertido en una especie de monstruo, nos miró con un odio inhumano. Su cuerpo destilaba un aura oscura, y sus ojos, antes apagados, brillaban con un fulgor rojo demoníaco.

—Esto apenas comienza —dijo Vlad con una sonrisa maliciosa—. Espero que estén listas para lo que viene.

Sin darnos tiempo para reaccionar, Jaxson lanzó un rugido ensordecedor y se abalanzó hacia nosotras.