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Reencuentro III

MADELINE ORWELL POV

Mientras caminábamos, atravesamos el mar que nos impedía seguir recorriendo el camino por dónde vinimos.

—Soy realmente una estúpida... —dije en voz alta—. Si tan solo, hubiera luchado más, Alexandra... Ahora estaría con nosotros...  Todo esto es mi culpa...

Mis ojos empezaron a nublarse, debido a las lágrimas que querían salir.   

—No es tu culpa, Madeline —me dijo Elvira con un tono de voz suave y comprensivo—. Todo esto es culpa de los malditos hombres de Vlad, ellos te dejaron a la deriva en la calle...

—Lo único que puedo sentir en este momento, es frustración y tristeza, por ser tan débil...

—No eres débil —me dijo ella, tocando mi hombro. —Nadie podría hacerle frente a solas, sin ayuda a los desgraciados hombres de Vlad.

—Tienes razón... Acabaré con esos malditos desgraciados —afirmé.

Mientras que Nyssa y Ronny se quedaron atrás juntos con el pulgoso. Elvira y yo avanzamos hacia el dominio de Vlad. Era una tarea peligrosa, pero no teníamos otra opción. Alexandra necesita ser rescatada.

A medida que nos adentrábamos más en el bosque, la atmósfera cambiaba. Los árboles parecían ser más altos y oscuros, y una niebla espesa comenzó a rodearnos, haciendo que el aire se sintiera pesado y opresivo.

—No sé si sea yo Madeline, pero este lugar... No me da buena espina —dijo Elvira, mirando a su alrededor con desconfianza—. Es como si algo... nos estuviera observando.

—A mi tampoco me gusta este lugar —confesé. —¿Y si mejor nos teletransportas con tu magia?

—Podría  hacerlo, pero hay un problema...

—¿Cuál es el problema?

—Necesito saber absolutamente todo. Desde las coordenadas, hasta el lugar en el que se ubica.

—Entonces... Estamos jodidas.  —puntualicé.

—Eso me temo...

—¡Joder! —grite con frustración.

Piensa, Madeline.

¿Qué puedes hacer en esta situación?

Oh, ya sé.

—Tengo una idea —dije finalmente. —Podemos movernos a la base olvidada del jodido de Blaking. Tiene varias bases, pero hay una cercana a unos minutos del pueblo Hellwond.

Elvira me miró con esperanza y posteriormente, procedí a decirle todos los detalles que necesitaría para lograr nuestro cometido.

Y cuando estuvo lista, sacó su varita y creo un círculo debajo de nosotras, y posteriormente aparecimos en un bosque. 

—¿Es aquí? —preguntó Elvira, observando el lugar con detenimiento.

—Sí. Aquí es —afirmé, observando el entorno con cautela. El bosque a nuestro alrededor parecía aún más denso y oscuro que el anterior, como si estuviera impregnado de la esencia misma del mal. —Tenemos que tener mucho cuidado —susurré, avanzando lentamente entre los árboles—. Vlad es conocido por llenar sus bases de trampas y guardianes.

Elvira asintió, con su varita lista en su mano. Posteriormente, nos movíamos con precaución, pues cada crujido de las hojas bajo nuestros pies parecía resonar en el silencio opresivo del bosque.

Pero de repente, un rugido devastador, rompió el silencio. Unos ojos rojos brillaron entre los árboles, y una criatura monstruosa emergió, bloqueando nuestro camino. Era una bestia enorme, mitad lobo, mitad demonio, con colmillos afilados y garras que parecían capaces de destrozar cualquier cosa.

—¡Cuidado! —grité, empujando a Elvira a un lado justo a tiempo para esquivar un zarpazo letal.

Elvira reaccionó rápidamente, lanzando un hechizo que impactó a la bestia en el pecho, haciéndola retroceder unos pasos. Pero la criatura no se rendía, sus ojos brillaban con un odio feroz mientras se preparaba para atacar de nuevo.

—¡Madeline, tenemos que trabajar juntas! —exclamó Elvira.

—¡Entendido! —respondí, sacando mi daga y preparándome para el combate.

La bestia saltó hacia nosotras, y con un movimiento rápido, Elvira creó una barrera mágica para protegernos. Aproveché el momento para lanzarme hacia la criatura, esquivando sus garras y clavando mi daga en su costado. La bestia aulló de dolor, pero no retrocedió.

—¡Otra vez, Elvira! —grité, mientras la bestia giraba para atacarme de nuevo.

Elvira lanzó otro hechizo, esta vez apuntando a las patas de la criatura, inmovilizándola temporalmente. Aproveché la oportunidad para lanzar un ataque final, clavando mi daga profundamente en su corazón. La bestia emitió un último aullido antes de colapsar en el suelo, inmóvil.

—Lo logramos —dijo Elvira, respirando con dificultad.

—Sí, pero esto es solo el comienzo —respondí yo limpiando el sudor de mi frente—. Tenemos que seguir adelante antes de que más guardianes aparezcan.

Elvira asintió, y seguido eso, juntas nos adentramos más en el bosque, acercándonos a la base olvidada de Vlad. Al cabo de unos minutos, llegamos a una entrada oculta entre las rocas, cubierta de enredaderas y musgo. Parecía haber sido olvidada por el tiempo, pero no podíamos bajar la guardia.

—Aquí es —dije, retirando las enredaderas para revelar una puerta de hierro oxidado—. Este lugar está lleno de secretos y trampas. Tenemos que estar más alerta que nunca.

Elvira asintió, y juntas empujamos la puerta, que se abrió con un chirrido escalofriante. Entramos en un pasillo oscuro y estrecho, iluminado por antorchas parpadeantes en las paredes. El aire estaba cargado de un olor realmente horrible, como si nadie hubiera estado aquí en siglos.

—Esto es más aterrador de lo que imaginaba —murmuró Elvira, mientras sostenía su varita, la cula brillaba tenuemente para proporcionar algo de luz adicional.

—Sí, pero tenemos que seguir adelante —dije, avanzando con cautela—. Alexandra nos necesita.

Con cada paso que dábamos resonaba en el silencio opresivo del pasillo, aumentando la tensión. Y... de repente, escuchamos un susurro a lo lejos, una voz desconocida que parecía venir de todas direcciones.

—Madeline, ¿escuchaste eso? —me preguntó Elvira, con su voz temblando ligeramente.

—Sí, es como si alguien más estuviera aquí —respondí sintiendo como una sensación, extraña recorría todo mi cuerpo.

Nos acercamos más, y al doblar una esquina, encontramos una celda de hierro. Adentro, una figura encadenada y herida levantó la cabeza.

—¡Alexandra! —gritó Elvira.

—¡Saquenme por favor! —nos suplicó.

—¿,Eres tú... Alexandra? —dije incrédula, sin poder creer que la tuviera enfrente mío. —No te preocupes, ¿si?, todo va a estar bien. Te sacaremos de ahí.

Con mi fuerza descomunal, intenté destruir la puerta, sin ningún éxito.

—¡Joder! —maldije. —¡No se rompe!

—¡Ayúdenme, por favor! —exclamo ella, indefensa.

Ay no... Su aspecto... Me da realmente tristeza... 

No puedo creerlo... Alexandra paso por muchas cosas... Y todo por mi maldita cobardía...

El maldito cabrón de Blacking va a pagar, por absolutamente todo lo que hizo. Esto no se va a quedar así.

—Dejenmelo a mi.—dijo Elvira para posteriormente, lanzar un hechizo, a la cerradura, y está, como por arte de magia, se abrió, y se llevo consigo misma la barrera y el escudo que impidia que fuera abierta.

En cuanto se abrió la celda, ella salió y nos miro cansada.

—G-Gracias Elvira y Madeline —pronunció realmente cansada, por lo que no le preste atención más atención a Alexandra. —Si ustedes.... No hubieran aparecido... yo ya no estaría más con ustedes...

—No te preocupes, Alexa —dijo Elvira, corriendo a abrazarla. —Te sacaremos de aquí.

En cuanto los ojos verdosos de Alexandra recorrieron con los míos, sentí algo.

—Madeline... —susurró mi nombre. —Te extrañe mucho...

—Y yo a ti, mi curiosa...

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