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Reencuentro II

ALEXANDRA COLLINS POV

Las cosas no marchaban nada bien. Y eso lo supe de inmediato, cuando le ví las caras a aquellos dos.

Aunque el tipo robusto y de postura amenazante, no cambiaba mucho su expresión facial. Seguía manteniendose serio e inexpresivo. Igual, su comportamiento y temperamento eran de la mierda.

Me incliné un poco más, tratando de captar cada palabra de su conversación.

—¿Cuánto tiempo nos queda? —preguntó quien supuse que debía ser el líder o jefe de algo. Pero como siempre, su tono era tan frío como el hielo.

—No mucho, mi señor —respondió la sirvienta, mirando nerviosamente por el pasillo—. Estarán aquí en menos de una hora.

Él ante eso, soltó un gruñido de frustración y se pasó una mano por el cabello oscuro. Parecía estar calculando algo en su mente.

—Tenemos que asegurarnos de que no nos descubran —dijo finalmente, con un tono decisivo—. Llévala a la habitación oculta, la que está debajo de la mansión. No deben encontrarla bajo ninguna circunstancia.

—¿Qué haremos con la otra visitante? —preguntó la sirvienta, su voz temblando ligeramente.

—Ocúpate de que no sospeche nada —ordenó—. Dile que Alexandra está descansando y que no puede ser molestada. Haz lo que sea necesario para mantener las apariencias. Yo me encargaré de recibir a nuestros "invitados".

Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Sabía que tenía que actuar rápido. No podía dejar que me llevaran a ese lugar oculto, no sin saber qué estaba pasando realmente.

La sirvienta se giró hacia mí, su mirada se endureció.

—Es hora de irnos —dijo, con una autoridad que no admitía réplica.

—¿A dónde? —pregunté, tratando de ganar tiempo—. No quiero ir a ningún lado hasta saber qué está pasando.

—No estás en posición de hacer preguntas —replicó la sirvienta—. Levántate y sígueme.

Me puse de pie lentamente, mi mente trabajaba a toda velocidad. Tenía que encontrar una forma de escapar, o al menos, descubrir más sobre lo que estaba ocurriendo.

Mientras seguía a la sirvienta por el pasillo, Vlad se dirigió a la entrada principal de la mansión, preparándose para recibir a los visitantes.

El pasillo parecía interminable, y cada paso que daba aumentaba mi sensación de claustrofobia. Finalmente, llegamos a una puerta de madera maciza, con detalles tallados en ella.

La sirvienta abrió la puerta y me empujó hacia adentro. La habitación era pequeña, con una cama sencilla y una lámpara de aceite que proyectaba sombras inquietantes en las paredes.

—Quédate aquí y no intentes nada —dijo la sirvienta, cerrando la puerta detrás de sí.

Me quedé sola en la habitación, con el sonido de la puerta cerrándose resonando en mis oídos. Tenía que encontrar una salida, pero primero, necesitaba entender qué demonios era la Llave del Crepúsculo y por qué él la quería tanto.

Me acerqué a la cama y me senté, tratando de ordenar mis pensamientos. No podía confiar en nadie de aquí, pero tampoco podía rendirme. Había mucho en juego, y algo me decía que yo era una pieza crucial en todo este enigma.

Respiré hondo y me puse de pie, decidida a encontrar respuestas. No importaba lo que tuviera que enfrentar, tenía que descubrir la verdad sobre mi pasado y el misterioso artefacto que ese tal Blaking busca con tanta desesperación.

***

Okey, veamos:

Tengo que salir de aquí, lo más pronto posible.

Y descubrir que carajos está pasando.

¿Por qué me quieren privar de mi libertad?

No seré la esclava de nadie.

Miré a mi alrededor, buscando cualquier cosa que pudiera usar para escapar. La lámpara de aceite emitía una luz tenue, y su base de metal podría servir como un arma improvisada. La ventana era demasiado pequeña para que pudiera pasar por ella, pero quizás podía usar algo para forzar la cerradura de la puerta.

Mientras registraba la habitación, escuché voces amortiguadas provenientes del pasillo. Me acerqué a la puerta, tratando de captar lo que decían. Era Blaking hablando con alguien.

—No podemos permitirnos fallar esta vez —decía, su forma de hablar, era urgente—. Si los cazadores descubren que ella está aquí, todo nuestro plan se irá al carajo.

—Entendido, mi señor —respondió una voz desconocida—. Los guardias están en sus puestos y la mansión está sellada. Nadie entrará sin que nosotros lo sepamos.

Cazadores. Entonces, no solo estaba en peligro por los vampiros, sino también por estos cazadores. Necesitó averiguar más, y que sea rápido.

De repente, escuché pasos acercándose. Me alejé de la puerta y me escondí detrás de la cama, con la lámpara de aceite lista en mis manos. La puerta se abrió lentamente y la sirvienta entró con una bandeja de comida.

—He traído algo para que comas —dijo, con una voz suave y tranquilizante—. Sé que esto es difícil de entender, pero es por tu propio bien.

No me moví de mi escondite, en su lugar, me quedé observando cuidadosamente. La sirvienta dejó la bandeja en una mesa pequeña y se giró para salir. Justo cuando iba a cerrar la puerta, se detuvo y susurró:

—Hay más en juego de lo que te imaginas, Alexandra. No confíes en nadie. Ni siquiera en mí.

Antes de que pudiera responder, salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí. Sus palabras resonaron en mi mente. ¿Podría haber algún aliado inesperado en este lugar?

Tomé un par de bocados de la comida, aunque la tensión hacía que fuera difícil tragar. Después de comer, me acerqué a la puerta y escuché con atención. Los pasos se alejaban, dejando el pasillo en silencio.

Era el momento de actuar.

Revisé nuevamente la habitación y encontré un viejo destornillador escondido en un rincón. Con cuidado, empecé a trabajar en la cerradura. Mi corazón latía con fuerza, y cada pequeño sonido que hacía me parecía un trueno en el silencio.

Finalmente, la cerradura cedió y la puerta se abrió con un chirrido. Me asomé al pasillo y, viendo que estaba despejado, salí con cautela. Necesitaba encontrar una salida o, al menos, algún lugar donde pudiera esconderme y escuchar más sobre lo que estaba ocurriendo.

Mientras avanzaba por el laberinto de corredores, escuché un murmullo proveniente de una habitación cercana. Me acerqué sigilosamente y miré a través de una rendija en la puerta.

Adentro, estaba reunido Blaking con varios tipos encapuchados, y en el centro de la mesa había un mapa antiguo. Estaban señalando un punto específico, y por sus expresiones, parecía ser de suma importancia.

—La Llave del Crepúsculo está aquí —dijo Blaking, señalando el mapa—. Tenemos que movernos rápido. Si los cazadores llegan primero, estamos jodidos.

Mis ojos se abrieron de par en par. Ese era el objetivo, el motivo de todo este caos. Tenía que encontrar esa llave antes que ellos, no solo por mi libertad, sino también para entender mi propio pasado.

Pero primero, necesitaba salir de esta mansión de pesadilla. Y sé de antemano, que el tiempo no está de mi lado.

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