Perdidas
En multimedia - Before you go
ALEXANDRA COLLINS POV
Las cosas cambiaron tan rápido, en menos de un día. Y me temo, que fue para mal.
—¡¿A dónde demonios me llevan?—inquirí saber molesta. —¡Sueltenme malditos desgraciados!
—Cállate maldito ganado —respondió un tipo que no conocía de nada. Y agradecí, el no conocerlo.
Sin darme por vencida, seguí forcejeando, pero fue en vano. O eso creía.
Porque después...
—¡Suéltenme! —grité una vez más, sintiendo la desesperación crecer en mi pecho.
El desgraciado que me sujetaba apretó con más fuerza, su mano áspera en mi brazo, y susurró:
—Deja de pelear, maldito ganado.
¿Cómo podría hacerle caso? Pensé para mis adentros.
Miré a mi alrededor buscando una salida, pero las puertas estaban cerradas y las ventanas, si es que había alguna, estaban demasiado altas y pequeñas. La sensación de impotencia me invadía, mezclándose con el miedo. ¿Qué quieren de mí? ¿Por qué yo?
Continúe intentando escapar, hasta que noté algo en el fondo del corredor. Un débil rayo de luz que parecía prometer una esperanza, o quizás una trampa. Pero en momentos como estos, cualquier cosa era mejor que la oscuridad aplastante que me rodeaba.
—Allí —murmuré para mí misma, sintiendo una chispa de determinación encendiéndose en mis ojos—. Allí es donde debo ir.
Pero de repente, el sonido de pasos apresurados y murmullos tensos llenó el aire. Y antes de que pudiera comprender lo que ocurría, un grupo de figuras emergió de las sombras. Vestidos con ropas oscuras y armados con cruces, estacas y armas relucientes, los nuevos llegados se movieron con una coordinación precisa y mortal.
—¡Alto ahí! —gritó uno de ellos, apuntando con una ballesta directamente a mis captores.
El hombre que me sujetaba se congeló, ví como sus ojos se abrieron de par en par.
—¡Aparecieron cazadores! —gritó aquel imbécil.
Aproveché su distracción y tiré de mis brazos con toda la fuerza que me quedaba, logrando liberarme de su agarre. Me tambaleé hacia atrás, respirando con dificultad.
—¡Atrás, suelten a la chica! —ordenó otro cazador, avanzando con determinación.
Los cazadores se movieron rápidamente, rodeando a mis captores. El enfrentamiento era inminente. Mi corazón latía con fuerza, la adrenalina corriendo por mis venas.
—¿Qué está pasando? —pregunté, mi voz apenas y era un susurro.
Uno de los cazadores que estaban aqui, más específicamente una mujer de ojos penetrantes y cabello corto, me lanzó una mirada rápida antes de responder:
—No te preocupes, estamos aquí para ayudarte. Estás a salvo ahora.
Por un instante, una chispa de esperanza brilló en mi interior.
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