Maldigo mi jodida suerte.

Miré a Jaxson, a la lejanía y note como me miraba con ojos divertidos. A lo que yo, rodee los ojos suspirando.

¿Más mala suerte se puede tener en la vida?

—Vaya, parece que es el destino el que te une a mi. —dijo él cuando se acerco a mi, con una sonrisa lobuna.

—Qué irónico. —me quejé.

—Como sea, ¿dónde haremos el trabajo? —preguntó con un tono fastidioso

—En la biblioteca —me límite a decir.

—Podríamos hacer el trabajo en mi casa —insinuó mordiéndose el labio. —O en la tuya.

— Olvídalo. —sentencie de manera seria y fría. —Será en la biblioteca y punto.

—Así me gustan —añadió cerca de mi cuello. —Difíciles.

—Tienes tres segundos para alejarte —reprendí.

—Uy —alzó las manos, aún con esa sonrisa socarrona. —Lo que tú digas, primor.

—No me llames así —lo fulmine con la mirada. 

—¿Por qué? Si te gustará después —afirmó.

—No, no lo creo. —dije fría y cortante.

Pensé que mi actitud fría y distante, funcionaría para alejarlo de una buena vez por todas. Pero que equivocada estaba.

—Te esperaré en la biblioteca, primor.

Y antes de que pudiera responder, se despidió con la mano en el aire y guiñando el ojo izquierdo.

Lo odio.



—¿Así que te tocó con Jaxson? —preguntó Elvir. —Te doy mis condolencias, chica.

—¡Esto es una mierda! —me quejé. —¿Por qué tenía que tocarme con el estúpido de Jaxson? Prefiero mil veces estar sola a estar con ese imbécil. Maldita sea mi suerte.

—Hubiera sido peor si te hubiera tocado con Orwell —dijo Elvira, haciéndome fruncir el ceño.

—¿Por qué lo dices? —dije, curiosa.

—No deberías hablar de esto Elvira —puntualizó Ronny, haciéndome sentir más curiosidad. —Recuerda bien lo que...

—No debería, pero yo vivo del chisme —lo interrumpió abruptamente ella—. Escucha Alexa, en este bachillerato, debes cuidarte de tres cosas; una, de los maleantes, dos, de los rumores y habladurías, y por último... De los Orwell.

—¿Dices que debo cuidarme de los Orwell? —pregunté muerta de la curiosidad. —¿Por qué? ¿Acaso son más peligrosos que los maleantes?

Ronny le dirigió una mirada de desaprobación a Elvira y ella, se acercó más hacia mi, y de forma confidente, dijo:

—Hay un rumor, o bueno en realidad hay muchos. Pero el más escuchado... Es...

—Simplemente no te acerques a Madeline Orwerll —¡No! El maldito de Ronny cortó la mejor parte...

—¡No me interrumpas, bobo! —dijo Elvira con el ceño fruncido—. ¡¿No sabes que el chisme no se deja a medias?!

Ellos comenzaron a discutir, recordándome a una pareja de recién casados. Mientras que por otro lado, yo miraba a la nada, hasta que mis ojos verdes, se toparon con unos ojos azules.

Recorrí con la mirada, hasta dar con el rostro de aquella chica, era una chica de altura alta, y complexión atletica. Nada comparado conmigo.

Lo que más atraía de aquella chica, no eran solo sus ojos, labios, y la forma de su rostro, sino, también su forma de caminar. Era de una forma... Un tanto elegante.

En cuanto ella cruzó miradas conmigo, reconocí de inmediato, quien era.

Era la chica que me había tratado de esa manera en clases.

Fruncí el ceño, y ella desvío la mirada, de manera indiferente.

Ella es... Madeline Orwell.