La verdad
MADELINE ORWELL POV
En nuestros planes, jamas estuvo previsto, que encontraríamos a Alexandra, con un grupo de cazadores.
Pero una esperanza recorrió todo mi ser.
Al verla ahí, todas mis dudas se disiparon.
La necesitaba a mi lado.
—No le hables, aún sigue afectada —me dijo la cazadora que había evitado que me acercará a Alexandra.
—Lo sé —gruñí sin apartar la mirada de Alexandra.
Alexandra por otro lado, se encontraba callada. Y pensé, que quizás estaba organizando todos sus pensamientos.
—¿Quiénes demonios son ustedes? —nos preguntó la cazadora. —Aparte de que aparecen de la nada, quieren llevarse a nuestra humana. Eso es muy sospechoso.
—No somos ningunos extraños, ella estudia con nosotros en el bachillerato —respondí. —Y por ende, yo la conozco mejor que nadie.
—Puede ser así como tú dices, pero ella está atravesando por una situación difícil y delicada —agregó ella—. ¿Por qué perdió la memoria?
Ante su pregunta, miré al suelo con tristeza, intentando reprimirla, pero fue imposible. Sé de antemano, que está situación yo la he originado...
—Ella... Es mi pareja predestinada —confesé y la cazadora me miró sorprendida. —Pero... Yo tengo un pasado que no puedo olvidar tan fácilmente. Y justo cuando me decidí, le borraron la memoria por mi culpa...
—¿Me estás diciendo que ella es tu pareja predestinada...? —contestó ella, incrédula.
—Sí —respondí. —Sé que suena increíble, pero... Alexandra es lo más valioso que tengo y..
—¿Me estás jodiendo? —me interrumpió de mala manera. —No la querías, aún sabiendo que era tu pareja predestinada y dejaste que todo esto ocurriera. No te mereces a alguien como Alexandra.
Sus palabras me tomaron por sorpresa. Como si miles de cuchillos, me acuchillaran el corazón, una y otra vez.
Ahí estaba mi error.
Mi error de no haberlo aceptado a tiempo.
—¡Fue mi error! —alcé la voz, haciendo que Alexandra nos mirará confundida. —Lo sé, maldición... Lo sé... Pero quiero devolverle sus recuerdos, porque...
—Ahorratelo —me cortó abruptamente. —Tú no te mereces a alguien tan increíble como Alexandra. ¿Me escuchaste? Ella está mejor sin ti. Me tiene a mi, y a los demás. Y aunque, ella sea tu pareja predestinada, no lo aceptaré ni en un millón de años.
La miré confundida, y después fruncí el ceño.
¿Acaso ella...?
—¿Te gusta Alexandra? —le pregunté. Y mi sorpresa fue más grande, al ver que se sonrojo.
—¿Y que si así es?
No sabía que decir.
—Bueno, dado a que tú aún sigues sin saber que hacer —añadió ella, por mi silencio—. Me la llevaré, ella merece ser feliz y amada. Alguien como tú, un maldito chupasangre, jamás podrá darle la felicidad que necesita ¿Lo entiendes?
—¡Eso no es cierto! —repuse dolida—. Sé que soy una idiota, por haberme dado cuenta tarde de todo esto, pero eso no quita que yo...
—Y más bla bla bla —me interrumpió de mala gana. —Date cuenta, de que tú no eres buena para Alex. Todo lo que haces, es traerle más dolor innecesario.
Hice una mueca ante sus palabras. Esta humana, ya se está pasando. Y eso es algo, que no voy a tolerar.
—¿Y tú qué podrías saber? —repuse cabreada—. Ella me ama genuinamente, y es por esa misma razón que vine hasta aquí para ayudarla a recuperar sus recuerdos. El que tú me insultes, e intentes pasar por encima mío, no lo voy a tolerar porque...
Por unos instantes miré a Alexandra, quien se encontraba confundida hablando con Elvira y Ronny.
—Porque yo también tengo sentimientos —finalicé—. Y tú no eres nadie, para decirme todas estas cosas. Solo eres una desconocida.
Espero que le haya quedado claro.
—Como siempre, los de tu raza son tan engreídos —dijo ella, colmandome la paciencia. —Nomás se sienten amenazados o atacados, y ya sacan las garras. Tú —me señaló—. No te diferencias en nada de aquellas bestias.
Sentí como mis ojos se tornaban rojos, sabía de antemano que ella estaba intentando provocarme. Pero no lo iba a conseguir.
—Entonces si amas realmente a Alexandra, dejarás que ella elija con quien quiere estar —susurre de modo que solo ella y yo escucharamos mis palabras.
—¿Esto es una declaración de guerra? —respondió ella, atravesandome con la mirada.
La tensión era palpable, y mi paciencia estaba al borde del abismo. La cazadora, con su mirada desafiante y su postura firme, no iba a dar un paso atrás. Pero yo tampoco.
—No es una declaración de guerra —dije con la voz firme, pero controlada—. Es una promesa. Alexandra merece saber la verdad, y merece poder elegir por sí misma. No voy a permitir que nadie, ni siquiera tú, le arrebate esa decisión.
Ella me observó con sus ojos llenos de desafío.
—¿Y cómo planeas hacer eso? —preguntó con un tono mordaz—. ¿Vas a forzarla a recordar? ¿O vas a manipularla para que vuelva contigo?
—No. No voy a forzarla a nada —respondí, manteniendo mi mirada fija en la suya—. Quiero que recupere sus recuerdos porque tiene derecho a saber quién es realmente. Quiero que ella elija estar conmigo porque me ama, no porque se sienta obligada.
La cazadora entrecerró los ojos, como si evaluara mis palabras.
—¿Y qué harás si elige quedarse con nosotros? —preguntó, con la voz cargada de desafío.
—Entonces lo aceptaré —respondí con dolor en el corazón, pero con la determinación clara—. Si eso es lo que la hace feliz, lo aceptaré. Porque al final del día, lo único que importa es su felicidad.
La cazadora pareció sorprendida por mi respuesta. No esperaba esa sinceridad, esa vulnerabilidad.
—Te sorprenderá, pero no todos los "chupasangres" somos monstruos —añadí, con un suspiro—. También tenemos sentimientos. Alexandra, es importante para mí, más de lo que te puedas imaginar. Y no descansaré, hasta que recupere sus recuerdos.
Ella me miró por un largo rato, como si tratara de decidir si mis palabras eran genuinas o una mentira. Finalmente, dio un pequeño asentimiento, aún con una expresión de desconfianza.
—Muy bien —dijo—. Le daremos la oportunidad de elegir. Pero te advierto, que si intentas algo sucio, no dudaré en protegerla de ti.
—Lo mismo va para ti —respondí—. Solo quiero lo mejor para Alexandra. Nada más.
La cazadora y yo nos miramos en un tenso acuerdo, ambas sabiendo que el verdadero juicio sería cuando Alexandra recuperara sus recuerdos y tomara su decisión.
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