Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Final de la batalla

ALEXANDRA COLLINS POV

Todo paso muy rápido.

Madeline me protegió contra el monstruo que había creado aquel despiadado hombre. Y entonces...

Aparecieron más vampiros con tunicas negras y rojas. Cómo si no fuesen suficientes, los que ya estaban aquí.

—¡Tenemos que retirarnos! —gritó Carolina.

—¿En serio creen que tienen alguna oportunidad de escapar? —refuto aquel ser sin sentimientos. —No tienen ninguna oportunidad, y menos contra mi. Pero les perdonare la vida, si se someten ante mi.

—¡Jamás! —pronunciamos todos.

—Son tan estúpidamente ingenuos —impuso.  —No tienen alguna posibilidad de escapar de aquí. Y menos, conmigo aquí. Solo sometanse y acepten mis condiciones. Solamente así les perdonare la vida.

—No necesitamos tu perdon —dijeron Madeline y Carolina.

—Oh, pero claro que lo necesitan. —dijo entonces—. La única forma de que salgan con vida, es haciendo lo que les digo. ¿Lo toman, o lo dejan? Es su decisión.

Yo fruncí los labios.

—Primero muertos —contesté. —Preferimos morir de pie, que vivir de rodillas.

—Parece que prefieren morir antes que someterse ante mi, mala decisión —respondió de vuelta. —Terminen con ellos.

En cuanto ordeno eso, todos nos pusimos en modo alerta.

—Ponte detrás de mi, Alexa —me dijo Carolina.

Madeline me rodeo contra su cuerpo, mientras que Carolina la miraba fulminante.

—Mientras yo este aquí, no dejaré que nada malo le pase —dijo entonces Madeline.

Ante eso, pronuncié el nombre de Madeline y Carolina exhaló frustrada.

—Cuídala bien. —sello Carolina.

A lo cual Madeline, coloco sus manos en mi cintura y dijo: —No tienes que pedirlo. Siempre lo haré.

—¿En serio tienen tiempo para hablar? —habló Ronny. —¡En vez de estar hablando despreocupadamente, enfoquense en lo que verdaderamente importa!

Madeline y Carolina, susurraron un claro: "Si" Sintiéndose apenadas.

—¡Aquí vienen! —gruño Elvira.

Aunque yo no tenía una super fuerza descomunal, como todos los demás, me las arreglaba para defenderme.

—¡¿Eso es todo lo que tienes?! —se burló un vampiro de mi patada giratoria.

—¿Y que hay de ti? —repuse. —No pudiste esquivarla.

Eso pareció enfadar al vampiro, quien corrió desesperadamente hacia mi, y aprovecho Madeline su descuido, para arremeter contra él.

—¿Estás bien? —me preguntó Madeline.

—Sí, gracias a ti, lo estoy.

Madeline esbozo una sonrisa, y santos cielos, juro que es la sonrisa más hermosa que he visto.

—¡No bajes la guardia, Alexa! —me dijo Elvira—. ¡Estas bestias, se aprovechan hasta del más mínimo descuido!

—¡Entendido! —le dije.

La pelea estaba llegando a su final, pero con ese ser tan despreciable aquí, todo será más difícil.

—Veo que todos ustedes, aparte de ser irremediablemente ingenuos, son más patéticos de lo que creí —dijo ese hombre, apareciendo frente a nosotros—. Esperaba, que comprendieran su desfachatez, pero... Solo me han decepcionado. Todos. Sobre todo, tú Orwell. Has caído tan bajo.

—No somos un perro faldero como tú —puntualizo Madeline.

—¡Maldita, aprenderás a hablarle con respeto al líder! —farfullo un vampiro con coraje. 

—Déjala —intervino ese asqueroso ser que tanta repulsión me causa—. Yo mismo me encargaré.

Y entonces a una velocidad impresionante, se movió y nos puso en una desventajosa situación.

Madeline había caído en sus garras.

—¡Madeline! —grite.

—¡Suéltame! —grito también Madeline. 

—Que esto les enseñe a no meterse conmigo —tiro del brazo de Madeline y antes de que llegara más lejos, yo corrí pero Carolina me detuvo.

—¡¿Qué haces?! —alce la voz—. ¡Déjame ir!

—No puedes —me dió una mirada triste.

Sentí que el mundo se me venía encima.

Madeline trataba de luchar por su vida, y no fue hasta que llegó Tom a su rescate. Que ese ser despreciable, lo atacó.

—¡No, Tom, maldita sea! —grite llorando de la rabia.

No sé cómo lo hice, pero logré soltarme del agarre de Carolina, y todos gritaron mi nombre, incluida Madeline.

—Patético —refuto Vlad.

—¡Patético o no, te daré una lección! —y entonces, todos se rieron de mi, como si hubiese dicho el chiste del año.

Los ojos azules de Madeline, me reflejaban. Y cuando me ví, a través de su brillo, solo sabía una cosa: la iba a salvar. A ella y a Tom.

—Muy mal. —y entonces ese desgraciado, hizo algo inimaginable. Tomo a Madeline del cuello, mientras me miraba fulminante. —¿Qué harás, humana? Si das un paso más, solo aumentaré el agarre. —agregó ejerciendo fuerza en su agarre. —Y Orwell, lo sufrirá.

Mierda. Mierda. Mierda.

Me quedé estática.

—¡Sueltalos! —dije. Sé que no fue la respuesta mas favorable, pero en esta situación, no era capaz de pensar con claridad.

—¿Soltarlos? —rió con desdén—. Oh, querida, no creo que entiendas cómo funcionan las cosas aquí. Yo no "suelto" a nadie, y mucho menos porque me lo pida una insignificante humana.

Sus ojos brillaban con un destello cruel mientras continuaba:

—Pero déjame iluminar tu pequeño cerebro mortal. Si haces algo útil, como arrodillarte y suplicarme con lágrimas en los ojos, podría considerar no matarlos ahora mismo. Eso, por supuesto, no significa que vaya a liberarlos... Solo que su agonía será más lenta. ¿Qué dices, pequeña?

Vlad esbozó una sonrisa fría y malévola, mientras sus dedos ejercían aún más presión en el cuello de Madeline.

—O puedes quedarte ahí, como la inútil que eres, y ver cómo todo se desmorona frente a ti. Es tu elección, Alexandra. ¿Qué harás? ¿Morir de pie o vivir de rodillas? Aunque, siendo honesto, me diviertes más cuando sufres.

—¡Maldito! —dijeron Ronny y Elvira.

Mordí mi labio inferior mientras temblaba.

—Si lo hago, ¿los dejarás? —pregunté.

—Soy un hombre de palabra —ensachó aún más su sonrisa.

Y entonces, antes de que alguien o siquiera yo, pudiera decir o hacer algo, apareció Elvira, frente a Madeline y Tom.

Al parecer había usado un hechizo para pasar como invisible ante todos, y por un momento sonreí llena de felicidad, pero...

—No me subestimen —dijo entonces.

Y entonces... Todo paso muy rápido.

Elvira, con una rapidez inhumana, lanzó un hechizo que hizo retroceder a Vlad unos pasos, liberando a Madeline y Tom momentáneamente. Pensé que teníamos una oportunidad...

Pero Vlad comenzó a reír. Era una risa profunda, y a la vez tan escalofriante.

—¿Creen que soy tan fácil de engañar? —su tono era bajo, pero cada palabra retumbaba en el aire como un trueno.

De repente, la sombra de Vlad se extendió a su alrededor, envolviendo a Elvira como si tuviera vida propia. Sus ojos rojos brillaron con un destello sobrenatural, y antes de que pudiéramos reaccionar, Elvira gritó de dolor.

—¿Crees que un truco barato puede detenerme? —preguntó Vlad, apretando su puño. La sombra se tensó, y Elvira cayó al suelo, jadeando, con una expresión de incredulidad.

Madeline intentó aprovechar la distracción para atacar, pero Vlad se giró con una velocidad imposible y atrapó su muñeca en el aire.

—¿Otro más? —murmuró, observándola como si fuera una simple molestia.

Mientras tanto, Tom, aún débil pero decidido, lanzó una daga encantada hacia Vlad. Este la atrapó en el aire sin esfuerzo, examinándola como si fuera un juguete.

—Admiro su valentía, pero su estupidez es aún más fascinante —dijo, rompiendo la daga con sus manos.

En ese momento, un sonido extraño resonó en el lugar: un murmullo bajo, gutural, que parecía provenir de todas las direcciones. Carolina y Ronny compartieron una mirada alarmada.

—¿Qué es eso? —pregunté, mi voz apenas sonaba, era un susurro.

—Un hechizo de invocación... pero no de los nuestros —murmuró Carolina.

De las sombras, comenzaron a emerger figuras, vampiros ancestrales bajo el control de Vlad. Sus ojos brillaban con el mismo rojo intenso, y sus movimientos eran erráticos, casi inhumanos.

—¿Pensaron que eran los únicos con aliados? —preguntó Vlad, su sonrisa ahora llena de una oscura satisfacción. —Esto apenas comienza.

Maldición...

Y justo cuando parecía que todo estaba perdido, un destello de luz brillante iluminó la sala, cortando a través de las sombras de Vlad como si fueran humo. Todos los presentes giraron la cabeza, cegados momentáneamente.

—¿Qué demonios...? —murmuró Vlad, mientras su sonrisa se borró de inmediato.

De entre las luces apareció una figura imponente, cubierta con una armadura plateada adornada con runas que brillaban como si estuvieran vivas. En su mano llevaba una espada luminosa que parecía latir al ritmo de un corazón.

—¡Esa energía...! —exclamó Carolina, sus ojos abiertos de par en par. —Es... ¡la Lanza del Alba!

—Vlad... —habló la figura con una voz grave, cargada de autoridad. —Ha pasado mucho tiempo desde que alguien se atrevió a profanar estas tierras con tanta oscuridad.

Vlad retrocedió un paso, algo que nadie había visto antes.

—¿Tú? Creí que habías desaparecido hace siglos.

—Nunca desaparecí, solo esperaba —replicó el recién llegado, clavando su mirada en los vampiros ancestrales—. Y ahora estoy aquí para corregir este desequilibrio.

Sin previo aviso, la figura levantó su espada y la estrelló contra el suelo. Una onda de energía se expandió, deshaciendo las sombras de Vlad y liberando a Elvira, que cayó al suelo respirando con dificultad. Los vampiros ancestrales retrocedieron, como si algo los estuviera repeliendo.

—¡Ataquen! —ordenó Vlad, pero ninguno de sus lacayos se movió. Sus cuerpos se sacudían, como si algo invisible los estuviera conteniendo.

Madeline aprovechó la distracción para levantarse y sujetarme del brazo.

—Es nuestra oportunidad —dijo, sus ojos estaban llenos de determinación—. Tenemos que luchar mientras podamos.

El recién llegado giró la cabeza hacia el grupo.

—No teman. Mientras yo esté aquí, Vlad no tendrá ventaja. Pero deben decidir rápido: ¿pelearán o huiran?

—Huiremos. —dijo decidida Carolina. 

—¡No! —habló Jack—. Ahora es nuestro momento para derrotarlo. Un momento así no habrá después.

—¿Eres idiota? —espeto Carolina—. ¡No podemos contra él!

—Habla por ti —sentencio Jack. —Nosotros no somos unos cobardes.

—¿Me estás diciendo cobarde? —añadió Carolina.

—¡Basta! —grite yo, con furia—. ¿Tienen tiempo para pelear cuando estamos en las últimas?

—Alexa... —me miro Carolina.

—Tsk —chasqueo la lengua Jack.

—¡¿Quieren que siga oyendo sus lamentos?! —agrego despectivo Vlad.

La tensión en el aire era insoportable. Carolina y Jack se miraban con desdén, pero ambos sabían que no había tiempo para más discusiones.

—¡Cállate, Vlad! —rugió Jack, lanzándose hacia él con una valentía que rozaba la temeridad.

—¡Jack, no! —gritó Carolina, extendiendo la mano para detenerlo, pero ya era demasiado tarde.

Vlad apenas tuvo que mover un dedo para desviar el ataque, pero la distracción fue suficiente. El recién llegado aprovechó el momento y apuntó con su espada luminosa directamente al pecho de Vlad.

—¡Ahora! —exclamó, liberando una ráfaga de energía que envolvió a Vlad. El líder vampiro rugió de rabia mientras su cuerpo era empujado hacia atrás, chocando contra una de las columnas del lugar.

—Esto no termina aquí... —gruñó Vlad, mientras las sombras comenzaban a envolverlo, preparándose para retirarse.

Pero antes de que pudiera desaparecer por completo, Elvira, aún debilitada pero determinada, alzó ambas manos y comenzó a recitar un hechizo antiguo.

—¡¿Qué estás haciendo?! —preguntó Carolina, alarmada.

—Sellándolo... al menos por un tiempo —respondió Elvira, sudando por el esfuerzo.

Vlad gritó, su figura siendo absorbida por las mismas sombras que él había invocado. Un destello final iluminó la sala, y de repente, todo quedó en un silencio sepulcral.

El grupo se quedó inmóvil, mirando el lugar donde Vlad había estado.

—¿Lo logramos...? —pregunté, con la voz temblorosa.

El recién llegado clavó su espada en el suelo, con un aire solemne.

—No lo hemos destruido, pero hemos ganado tiempo. Sin embargo, regresará, y lo hará más fuerte.

Madeline apretó mi brazo con firmeza.

—Entonces necesitaremos estar preparados.

Carolina suspiró, cansada pero aliviada.

—Vámonos. No hay tiempo que perder.

El grupo comenzó a moverse, ayudando a los heridos y recogiendo lo que quedaba de sus fuerzas. Mientras tanto, una sensación de inquietud permanecía en el aire.

Desde las sombras, la voz de Vlad resonó una última vez, débil pero llena de promesas.

—Nos veremos pronto, Alexandra...

El escalofrío recorrió mi espalda, pero no dejé que el miedo me dominara. Esto era solo el comienzo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro