Esperanza
MADELINE ORWELL POV
El refugio parecía ser prometedor.
Parecía ser un lugar perfecto para nosotros, los seres sobrenaturales. Las paredes de piedra y madera envejecida irradiaban una sensación de antigüedad y protección, mientras que las lámparas de hierro forjado colgaban del techo, bañando el espacio en una luz suave y acogedora. Se sentía un ambiente cómodo y sorpresivamente cálido. Pero...
Había algo que no me terminaba de convencer.
—¿Y entonces, este lugar es el más seguro? —pregunté, tratando de mantener la calma en mi voz mientras mi mirada se paseaba por cada rincón, buscando algún indicio de peligro.
—Estás en lo correcto —me respondió Gabriel, con una sonrisa que no se alcanzaba a ver en su rostro. —Este es el lugar más seguro en todo el pueblo de Hellwond.
—Muchísimas gracias por acogernos —dijo Alexandra, con una expresión de alivio.
—No tienes que dar las gracias, Alex, lo hacemos de corazón —contestó Carolina, con una sonrisa.
Posteriormente, nos dieron un recorrido por el refugio. El cual, tenía de todo. Habitaciones acogedoras, una biblioteca repleta de libros antiguos y polvorientos, una cocina que olía a hierbas frescas y pan recién horneado, y una sala común con una chimenea donde el fuego crepitaba alegremente. Sin embargo, a pesar de toda la comodidad y seguridad que aparentaba, no podía sacudirme la sensación de que algo no estaba bien.
Mientras caminábamos, noté pequeños detalles que alimentaban mi inquietud. Un espejo que reflejaba una sombra donde no debería haber ninguna, un susurro apenas audible que parecía provenir de las paredes, y la forma en que Gabriel y Carolina intercambiaban miradas fugaces pero cargadas de significado.
Y finalmente, llegamos a una puerta al final del pasillo. Gabriel se detuvo y nos miró con seriedad.
—Hay una regla que deben seguir —dijo con la voz firme y sus ojos fijos en los nuestros. —Bajo ninguna circunstancia deben abrir esta puerta. Lo que hay detrás no es seguro para ninguno de nosotros.
Asentimos ante sus palabras, aunque mi curiosidad se despertó aún más. ¿Qué podía ser tan peligroso que ni siquiera nosotros, los seres sobrenaturales, pudiéramos enfrentarlo?
Esa noche, mientras todos se acomodaban en sus habitaciones, no pude evitar quedarme despierta, mis pensamientos girando en torno a la misteriosa puerta. ¿Qué secretos escondía este refugio aparentemente perfecto? ¿Y por qué Gabriel y Carolina estaban tan empeñados en protegernos de ello?
Sabía que eventualmente tendría que averiguarlo. Por ahora, sin embargo, me conformé con observar las sombras danzar en las paredes y escuchar los susurros en la oscuridad, esperando que el refugio cumpliera su promesa de seguridad.
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