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Disturbio

ALEXANDRA COLLINS POV

—¿Alguna vez... Te has enamorado? —le pregunté temerosa.

—Sí...

Su respuesta, fue como un golpe directo al corazón.

No me lo esperaba...

—¿Si? —dije yo sorprendida. —¿De... De quién? Si se puede saber.

—Es... Mejor no hablar del pasado. —dijo.

—Entiendo...

—¿Y bueno... En qué íbamos? —prosiguió ella.

—Sí... Mira, creo que me gusta mucho alguien. Pero no sé que hacer. Es que... Es tan frustrante... Nunca antes me había gustado alguien. Y...

—Te puedo ayudar —dijo ella. —No soy experta en el romance, pero... Te quiero ayudar.

La miré.

Y ella me miró.

Su mirada, era sincera.

Ahora entiendo, que todos hemos juzgado muy mal a Madeline.

Detrás de esa faceta de chica dura, se esconde un ser muy bonito...

—¿Cómo piensas ayudarme? —mis palabras salieron por si solas.

—No lo sé... Puedo escucharte, y darte un consejo.

—Está bien...

Y entonces le conté todo lo que me pasaba acerca con esa persona, omitiendo el detalle, de que era con ella.

—Pues, mira, tal vez deberías arriesgarte —me dijo—. La vida es solo una. No puedes predecir lo que pasará, pero sería mejor eso a quedarse sin nada.

—Pero... ¿Y si todo sale mal?

—No podemos saberlo. Si todo puede salir mal, también puede salir bien.

—Pero es que no tengo ninguna oportunidad... —me deje caer rendida.

—¿Por qué? —me miró.

—Porque... Para empezar, ni siquiera sé si me corresponderá —confesé.

—¿Por qué? Si eres bonita y tienes todo lo que le gustaría a alguien.

Sonreí.

Pero sé que en cuanto le diga que es ella...

—Pero no a ella... —finalicé.

—Sé que el amor es... Complicado. Pero no te rindas. Anímate. Y arriésgate.

Tal vez, deba esperar a que pase más el tiempo, y entonces decirle todo.

Si. Eso voy a hacer.

Y desde luego, que eso fue una mala idea. 

***

El regreso a clases, fue normal.

—Nos vemos después de clases —le dije con una sonrisa a Madeline.

—Nos vemos.

Y entonces, Elvira, llegó conmigo.

—Alexa, tenemos que hablar.

—¿Qué pasó? —dije.

—¡Cuéntame todo con lujo de detalles!

—Ay, tú me vas a matar de un susto.

—¡Perdóname! —me pidió. —Pero es que no puedo más con esto. Cuéntame todo.

—Y eso fue lo que pasó... —le dije, terminando de contarle todo.

—Mmm, ¿sabes qué pienso?

—¿Qué piensas? 

—Que tanto tú cómo Madeline, deben terminar juntas.

Sonreí.

—Sabes que, le confesaré todo mañana. —le dije repentinamente.

—¿Estás segura, Alexa?

—Sí, no voy a tener mejor oportunidad que está. Pero... Tienes que ayudarme.

—Cuenta conmigo, para todo.

(...)

Junto a Ronny, hicimos una cita deslumbrante.

O eso creo yo...

—¿Creen que le gustará? —les dije nerviosa.

—El simple hecho de que alguien piense en ti y te haga esto, ya es mucho. —dijo Ronny. —Si no le gusta, es que es una idiota.

—Ronny tiene razón —dijo Elvira.

—Está bien. Entonces...

Pero justo en ese mismo momento, aparecieron unos tipos de la nada. 

—¡¿Dónde demonios está Alexandra Collins?! —dijo uno, cabreado.

—¿Para qué carajos la buscas? —dijo Ronny, saltando a la defensiva.

—Ese no es tu asunto, imbécil —masculló.

—¡Soy yo! ¿Para qué carajos me buscas? —Ronny me miró con desaprobación. Como si, me juzgará por mi apresurada decisión.

—¿Así que tú eres la hija de perra que hizo que le hicieran todas esas mierdas a Jaxson? —completó él.

—¿Estás diciendo que es mi culpa? —dije yo, incrédula. —¡Se lo merecía!

—¡Claro que la tienes! —agregó, muy cabreado. —¡¿Y estás diciendo que se lo merecía?! ¡¿Qué mierda sabe una puta humana como tú?

La verdad es que ya estaba harta de Jaxson. Y de que todo el mundo, lo tratara como a un rey.

—¿Por qué no nos calmamos? —pidió Elvira.

—Eso si que no, morena. —habló un tipo robusto.

Las cosas se salieron de control.

Ellos se acercaron dispuestos a hacerme daño, pero Ronny y Elvira se pusieron enfrente mío refugiandome.

—¡Jodanse! —gritó el chico del principio. 

Y entonces, se lanzaron ellos a Elvira y Ronny. Y yo grité.

—¡Alejense de ellos! —exigí.

Me prepare para golpearlos, y cuando pensé que las cosas, saldrían peor. Aparecieron esos mismos tipos encapuchados.

—¡E-Es... Vlad! —dijo el chico que me insultó.

—¡¿Qué mierda?! —comentó el tipo robusto. —¿Por... Por qué están aquí?

—Sigan —ordenó, el que debía ser... ¿Vlad?

—¡S-Señor! —dijeron ellos inclinándose. Elvira y Ronny también lo hicieron, a excepción mía. 

—Alexandra —me nombró, Ronny. Entendí a lo que se refirió y yo también me incline.

—Vaya, esto si que no me lo esperé —dijo ese hombre con voz autoritaria. —Atacar a la pareja predestinada de otro vampiro, está prohibido —sentenció—. Pero... Eso no es lo más grave. Lo hicieron en nombre de ese puto imbécil, de Jaxson Horland. Creí que serían más inteligentes, pero no... Y como siempre, la humana causa más problemas.

Todos me miraron, a excepción de Ronny y Elvira.

—¿Alexandra Collins, verdad cariño? —dijo el que debía ser el líder de no sé qué...

—S-Sí señor...

—¿Ellos empezaron? —preguntó señandolos.

—Sí señor...

—¿Estás al tanto de que tu presencia es la que está causando todo esto? —siguió ese tipo de aspecto, temerario. —Deberías iere. Y no volver. Aunque, de todas formas dudo que sea necesario.

Finalizó con una sonrisa maliciosa. Pero yo no sabía que decir o hacer.

—Larguense todos. —dijo el líder.

Elvira, cogió mi mano y posteriormente los tres nos fuimos.





Llegamos a la casa de Elvira, pero yo necesitaba hablar de esto con alguien. Con Madeline, más específicamente.

—Hablaré con Orwell —les avisé.

—De acuerdo.

Me fui a una habitación sola, y posteriormente le marque.

—¿Madeline...? —dije cuando contestó.

—Alexandra, ya sé lo que pasó... Voy para allá.

—¡¿Ya lo sabes?! —respondí sorprendida. —Y sobre eso...

No hubo necesidad de hablar por más tiempo. Pues llegó enseguida.

—Madeline...

—Escucha, Alexandra —me dijo ella. —En verdad lo siento... Debí haber venido antes. Y hola, chicos.

—Hola zombie —le dijo Ronny y yo lo miré con mala cara.

—¿Ahora yo soy el zombie? —repuso ella con burla.

—Sí —contestó Ronny.

—Ja, ja. Lo que tú digas, muerto en vida. —sentenció Madeline.

Y posteriormente, Madeline, me miró y dijo:

—Ahora se las regreso.

Me cogió del brazo. 

Y nos llevó afuera de la casa de Elvira.

—Madeline...

—Lo lamento, Collins...

Me abrazo, y yo correspondí cerrando los ojos.

—Madeline, mañana necesito hablar contigo —le dije muy seriamente.

—¿Sobre qué?

—Mañana lo sabrás...

Desearía que todo hubiese mejorado. 

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