Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Decisión

ALEXANDRA COLLINS POV

Estaba sumergida, en una confusión interminable. ¿Quiénes son ellos? ¿Y quién soy yo? Estoy tratando de comprender, lo que está sucediendo a mi alrededor, pero es tan complicado... Una fuerte opresión en mi pecho, me impedía seguir. ¿Cómo se llama aquella chica de ojos azules hipnotizantes? Tengo que recordarla...

—Alexandra, ¿estás bien? —me preguntó Elvira, quien así se hacía llamar, por lo que me dijo, tocándome el hombro suavemente.

Asentí, aunque no estaba segura de la respuesta. Ronny también me miraba con preocupación. Sus rostros me eran familiares, pero había algo en la otra chica que me atraía de una manera inexplicable.

—¿Quién es ella? —pregunté en voz baja, más para mí misma que para Elvira y Ronny.

—Es Madeline Orwell —dijo Ronny—. ¿No la recuerdas?

Fruncí el ceño y dije:

—No estoy segura... —respondí pensativa.

Miré a Madeline, quien estaba de pie frente a Carolina. Su mirada, se dirigió a mi y me sentí vulnerable. Algo en su expresión me resultaba tan dolorosamente familiar. Mi corazón latía con fuerza, y los fragmentos de recuerdos parecían a punto de emerger.

—Alexandra —dijo Madeline de repente, su voz resonaba en mi cabeza—, Deseo que nos recuerdes. Por favor, intenta recordar quién eres y quiénes somos.

Sentí una punzada en la cabeza y cerré los ojos, tratando de concentrarme. Imágenes vagas y sentimientos confusos comenzaron a surgir: risas compartidas, promesas hechas, un amor profundo y verdadero.

—Madeline... —murmuré, abriendo los ojos y encontrándome con su mirada.

Carolina parecía sorprendida por mi reacción, pero Madeline sonrió, aunque su sonrisa estaba teñida de tristeza.

—Sí, Alexandra. Soy yo, Madeline. Y quiero que sepas que estoy aquí para ayudarte, para que recuperes tus recuerdos y puedas tomar tu propia decisión.

Elvira y Ronny intercambiaron miradas preocupados entre si, pero no intervinieron. Lawreth sin embargo, no parecía dispuesta a dejarme ir tan fácilmente.

—Alexandra, escúchame —dijo Carolina acercándose hacia mi—. No tienes que irte con ellos. Puedes quedarte con nosotros, estarás a salvo y protegida.

Me sentía dividida entre dos mundos. La cazadora y los demás me habían cuidado, pero Madeline... había algo en ella que no podía ignorar. Miré a ambos lados, tratando de encontrar la respuesta dentro de mí.

—Quiero... —mi voz temblaba—. Quiero recordar. Quiero saber la verdad.

Madeline asintió, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas.

—Entonces eso haremos —dijo con suavidad—. Te ayudaré a recordar, y después, podrás decidir con quién quieres estar.

Aunque Carolina no parecía estar feliz con esta decisión, no dijo nada más. Sentí un alivio momentáneo, pero sabía que el camino hacia la verdad no sería fácil.

Mientras comenzábamos a caminar hacia un lugar más tranquilo para hablar, mi mente seguía luchando por recordar, por recuperar esos fragmentos perdidos de mi vida. Sentía que estaba a punto de descubrir algo importante, algo que cambiaría todo.

Y aunque no sabía exactamente qué, tenía la certeza de que encontrar la verdad era lo único que podía hacer. Miré a Madeline, y en sus ojos vi la promesa de respuestas, de recuperar lo que había perdido.

—Estoy lista —dije finalmente, con una determinación renovada.

Madeline asintió, y juntas, nos dispusimos a resolver esta incógnita.

(...)

—Bien —dijo Madeline, mirándonos a todos—. Los materiales que estábamos buscando, ya casi los encontramos. Estamos cerca de regresarle la memoria a Alexandra. ¿Alguien tiene alguna duda de lo que debe hacer?

Carolina miró a Madeline con desconfianza, sus ojos entrecerrados como si tratara de ver a través de sus intenciones.

—Sí, tengo una duda —dijo Carolina con su tono gélido—. ¿Cómo sabemos que realmente puedes devolverle la memoria a Alexandra? ¿Qué pruebas tienes de que todo esto no es solo una manipulación para llevártela contigo?

Madeline mantuvo su mirada firme, sin vacilar.

—Lo entiendo, Carolina —respondió Madeline—. Es natural que dudes, dado lo que ha pasado. Pero los materiales que necesitamos son parte de un ritual antiguo, uno que ha sido probado y documentado en nuestros archivos. No estoy aquí para manipular a Alexandra. Estoy aquí para ayudarla a recordar quién es realmente.

Carolina cruzó los brazos, sin dejarse convencer del todo.

—¿Y qué pasa si algo sale mal? —preguntó, su voz aún llena de escepticismo—. ¿Qué pasa si en lugar de devolverle la memoria, le haces más daño?

Madeline respiró hondo, consciente de la gravedad de la situación.

—Es un riesgo, lo admito —dijo con sinceridad—. Pero también es un riesgo no hacer nada y dejar que Alexandra siga en esta confusión. Merece conocer la verdad, por más dolorosa que pueda ser. Y no lo haré sola. Necesito su consentimiento, su voluntad para recordar.

Carolina miró a Alexandra, buscando algún indicio en sus ojos.

—¿Y tú, Alexandra? —preguntó suavemente—. ¿Estás segura de que quieres hacer esto? No tienes que hacerlo si no te sientes lista.

Sentí la mirada de todos sobre mí, la presión de sus expectativas y preocupaciones. Pero también sentí la necesidad de saber quién era realmente, de entender por qué me sentía tan conectada con Madeline.

—Estoy segura, Carolina —respondí con firmeza—. Quiero recordar. Quiero saber la verdad, sin importar lo que eso signifique.

Carolina suspiró, asintiendo con resignación.

—Está bien —dijo finalmente—. Pero si algo sale mal, Madeline, serás responsable. No permitiré que le hagas daño.

Madeline asintió solemnemente.

—Entiendo —respondió—. Aprecio tu preocupación por Alexandra. Prometo que haré todo lo posible para asegurarme de que el ritual sea seguro y exitoso.

Carolina retrocedió un paso, todavía con reservas, pero dispuesta a permitir que Madeline intentara el ritual. Sabía que el camino hacia la verdad sería difícil, pero estaba decidida a enfrentarlo, con la esperanza de recuperar lo que había perdido y encontrar mi verdadero yo.

—Entonces, comencemos —dije, mirando a Madeline con determinación—. Estoy lista.







Posteriormente, nos dividimos en grupos. Al principio, iba a ir con Elvira, Ronny y Madeline, pero Carolina no lo acepto. Así que, ahora estoy yendo por el camino al bosque prohibido, con Madeline y Carolina.

El bosque era altamente peligroso. Habían plantas carnívoras, y bestias que solo aparecían en los libros de fantasía.

—¿Por dónde es? —pregunté temerosa.

—Es por aquí —señaló Orwell. —Sujeta mi mano si quieres.

Pero entonces Carolina me extendió su mano también.

—¿Te ayudo? —me preguntó con una sonrisa Carolina. 

Temerosa, sujete las manos de ambas y atravesamos el bosque prohibido.

—No la toques —repuso Madeline.

—Tú tampoco la toques, maldita chupasangre.

Miré la escena confundida.

—¿Por qué se pelean? —pregunté inocentemente.

—Porque Orwell te quiere apartar de mi lado, bebé —respondió Carolina, abrazándome. —Y eso no lo puedo consentir.

Y ante eso, Madeline miró con una expresión sombría y fría a Carolina.

—Carolina, me estás aplastando... —le dije sofocada.

—Perdón cariño —añadió Carolina, dándome mi espacio.

¿Qué es esta sensación en mi pecho?

A medida que avanzábamos por el bosque, la tensión entre Carolina y Madeline se volvía más palpable. Cada paso que dábamos parecía aumentar la hostilidad entre ellas, y yo me encontraba atrapada en medio, sin comprender del todo la profundidad de su enemistad.

El bosque prohibido era un laberinto de peligros. Las plantas carnívoras se alzaban a nuestro paso, con sus hojas afiladas y flores que exhalaban un aroma dulzón y seductor. Algunas se movían de manera sutil, como si estuvieran al acecho de una presa desprevenida. Las sombras de las bestias fantásticas se deslizaban entre los árboles, sus ojos brillando con una luz antinatural que hacía que mi corazón latiera con fuerza.

De repente, un rugido resonó a lo lejos, haciéndonos detenernos en seco. El sonido reverberó en el aire, y sentí un escalofrío recorrerme la columna vertebral.

—Tenemos que darnos prisa —dijo Madeline, con una mirada seria—. Ese sonido no es nada bueno.

Carolina asintió, aunque no apartó la mirada de Madeline. Seguimos avanzando, tratando de no hacer ruido, pero el bosque parecía conspirar contra nosotros. Las ramas crujían bajo nuestros pies, y cada sombra parecía esconder un nuevo peligro.

Llegamos a un claro, donde una pequeña cascada caía en un estanque cristalino. La vista era casi surrealista en medio de tanto peligro, pero no teníamos tiempo para admirar el paisaje.

—Debemos descansar aquí un momento —dijo Madeline—. Necesitamos planificar nuestro siguiente movimiento.

Carolina asintió de mala gana, y nos sentamos junto al estanque. Sentí un leve alivio al poder descansar, pero mi mente seguía llena de preguntas sin respuesta.

—Alexandra —dijo Madeline, rompiendo el silencio—. ¿Recuerdas algo más? ¿Alguna imagen, un sentimiento, o algo que pueda guiarnos?

Intenté concentrarme, pero mi mente era un torbellino de fragmentos y emociones confusas. Antes de que pudiera responder, un movimiento en los árboles llamó nuestra atención.

Un grupo de criaturas emergió de la maleza, sus cuerpos cubiertos de escamas y sus ojos brillando con una inteligencia peligrosa. Nos rodearon, sus colmillos reluciendo a la luz tenue que se filtraba a través del follaje.

—¡No nos harán daño! —exclamó Carolina, poniéndose de pie con una rapidez sorprendente. Sacó un pequeño frasco de su bolsa y lo lanzó al suelo. El frasco se rompió, liberando un humo denso y blanco que envolvió a las criaturas. Estas retrocedieron, confundidas y desorientadas.

—Es una distracción temporal —dijo Carolina, volviéndose hacia nosotras—. Tenemos que movernos antes de que el efecto desaparezca.

Nos levantamos apresuradamente y comenzamos a correr. Las criaturas se revolvieron en el humo, pero no tardarían en recuperarse y seguirnos. Mi corazón latía desbocado, pero sentí una extraña calma en medio del caos.

—No te preocupes, Alexandra —dijo Madeline, corriendo a mi lado—. No dejaré que nada te suceda.

Ante eso, me sentí raramente feliz y protegida.

Carolina nos guió a través de un estrecho sendero que parecía llevarnos más profundo en el bosque. Las criaturas rugían detrás de nosotras, pero el humo las mantenía a raya por ahora.

Finalmente, llegamos a una cueva oculta entre las raíces de un árbol gigantesco. Entramos apresuradamente y nos detuvimos para recuperar el aliento. El aire en la cueva era fresco y tenía un leve olor a tierra húmeda.

—Estamos a salvo aquí, por ahora —dijo Carolina, cerrando la entrada con una gran roca.

Madeline asintió, aunque su mirada seguía fija en mí.

—Necesitamos hablar, Alexandra —dijo con firmeza—. Tienes que saber la verdad, aunque sea dolorosa.

Carolina la interrumpió.

—No ahora, Orwell. Necesitamos un plan para salir de este bosque primero.

—No, Carolina —replicó Madeline—. Alexandra tiene derecho a saber lo que está pasando.

La tensión en la cueva aumentó, y sentí que la opresión en mi pecho se hacía más intensa. Sabía que debía tomar una decisión, pero no sabía cuál era la correcta. La verdad estaba cerca, pero también lo estaban los peligros que acechaban en el bosque prohibido.

—Yo elijo... Saber la verdad —dije, para sorpresa de ambas.

Madeline me miró sorprendida, pero con una pequeña sonrisa. Se acercó a mi, y se arrodilló enfrente mío.

—Tu y yo nos conocimos en el bachillerato »Dexumber Academy« Y aunque al principio, no pensé que ibas a ser tan importante en mi vida, siempre sentí algo especial contigo —empezó a contar, Madeline. —Yo siempre fui una chica antipática, y fría con los demás, por mi pasado. Creía que no me volvería a enamorar, porque... Rosa, la chica de la que me enamore en mis primeros años de conversión vampírica, fue todo para mí. Pero aprendí a vivir con el recuerdo, en estos días que he estado contigo, y yo, por más que trate de evitarlo, siempre estás en mi mente y en mi corazón. Tal vez no me enamore de ti, rápido, pero si lo hice a su tiempo. Tú, me brindaste un cariño sincero, y aunque no pude evitar no anteponer mi pasado primero, ahora estoy feliz, de volver a verte, Alexandra —Madeline se detuvo un momento y después sonrió lindamente, para después agregar: —En todo lo que he pensado después de tantos años, es en volver a vivir. Cometí el peor error, pero encontré una carta, de Rosa para mi, y es que ella escribió, que si ella algún día se iba... Ya que era humana, ella quería que yo viviera con el recuerdo y fuera feliz. Y aunque al principio no pude, ahora soy capaz, Alexandra —Sujetó mis manos con amor, una sonrisa sincera se plasmó en sus labios y yo la mire afligida—. Todo lo que quiero está aquí. Eres tú.

Abrí los ojos sorprendida e incrédula, las palabras no me salían. ¿Esto es real?

—M-Madeline —dije derramando lágrimas. —¡Por fin recuerdo quién soy! ¡No sé porque! ¡Pero te extrañe muchísimo!

Y sin más, me lancé a sus brazos.

Ella correspondió y me arropó con su cuerpo frío.

—Eres tan boba... —le dije yo con una sonrisa.

—Por ti, y solo por ti, lo soy...

Sonreí, y dejamos que los minutos transcurrieran.

Por fin lo recuerdo todo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro