MADELINE ORWELL

Decirle adiós a la persona que más amas, duele y mucho.

¿Quién te prepara para algo así? Solamente la vida...

La vida te deja conocer a esa persona especial. Para después...

No quiero ni pensar en eso. Solo quiero volver a verla...

Aunque sea solo en sueños...

Los días pasan y me parece una jodida eternidad, por no saber nada de mi Alexandra. Pero esto no se quedará así.

Por esa razón, es que fui con Ronny y Elvira, con Carolina y le dije todo lo que sucedió. Y tal como lo esperaba, ella estuvo de acuerdo, en ayudarnos a enfrentar a Vlad.

—Deben saber que esto es algo suicida —nos dijo Carolina.

—Lo sabemos de antemano —repuse yo.

—De verdad que eres una suicida Madeline —me dijo entonces Carolina. —Y lo peor de todo, es que acepte. Pero ya qué. De algo me he de morir.

—No seas tan exagerada, Lawreth —respondió Elvira.

—Si aceptaste a venir con nosotros, entonces no te quejes —dijo entonces Ronny.  

—Solo lo hago por Alexa. Solo por eso. —contestó Carolina.

Yo suspiré.

¿Podríamos llevarnos mejor acaso?

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Y entonces, finalmente se llegó el momento de la verdad.

—Y bien, ¿qué demonios quieren de mi? Más les vale que no me hagan perder mi valioso tiempo.

Con la voz malhumorada hablé y me pronuncie:

—Primero que todo, ¡¿quién carajos te crees que eres para decidir si Alexandra pertenece o no a este mundo?! Ya sé que eres el líder y bla bla bla. Pero eso no te da el derecho a...

—Antes que todo. ¿En serio vamos a pelear por esa estúpida? Solo porque sea tu pareja destinada, y demás mierdas. No significa que debemos aceptarla, entiéndelo de una maldita vez, Orwell. Ella ya aceptó su destino.

—¡Porque no le dejaste más opciones! —repliqué entonces. —¡Ella es mi destino! ¡Es lo que me une! Lo que nos une. Y no voy a permitir, que nadie ni nada nos separe. Que te quede claro.

Ronny, Elvira y Carolina se unieron a la conversación y me apoyaron. Pero entonces Vlad soltó una carcajada sonora, que dejó entrever la ira y burla en su risa.

—¡¿Dices que lo que las une es el destino?! Son puras estupideces. No cabe duda de que los vampiros convertidos de hoy en día, se han vuelto más débiles.

—Nos importa una mierda, lo que digas. —habló Elvira. —Solo queremos que Alexandra regrese. Es todo.

—Pues eso no se va a poder mocosos, entiendan.

Arrugue las cejas.

—¡Debes hacerlo, te guste o no te guste! —refute—. La ley de las parejas predestinadas es universal. No puedes simplemente hacerte de la vista gorda y...

—Cierra la puta boca, Orwell —me interrumpió el maldito desgraciado—. Si tanto quieres, estar con ella. Entonces... Te deshonró. En este mismo momento, dejas de ser parte del clan «Los sangre oscura». Al igual que todos ustedes. Fin de la discusión.

Apreté los puños rabiosa y me lance contra él.

Obviamente, mi familia no se quedó atrás.

Y eso inicio la guerra.