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Capítulo 7 "Tocando Fondo".



Dain.

Estoy sentado frente a mi equipo de trabajo, es un cuarto completamente adaptado con tecnología de última generación, las distintas pantallas que se encuentras ubicadas justo frente a mi me muestran lo que necesito.

Mis manos se detiene sobre el teclado. Todo está al alcance de un clic, sólo un clic y tendré acceso a las cámaras de seguridad de la casa de Annie y su oficina en la editorial.

Dejo ir un suspiro antes de apoyar la espalda en el respaldo de mi silla y paso una mano por mi mandíbula sintiendo como mi creciente barba raspa mi mano.

No la he vuelto a buscar desde que hablamos y de eso ya han pasado un par de días, me prometí a mi mismo que le iba a dar su tiempo para que pudiera asimilar toda la información , pero la realidad es que estoy desesperado.

Este sería el momento exacto para correr, teniendo en cuenta que ella avanzo e incluso esta comprometida, el solo pensamiento me hace revolver el estómago. Antes de Annie normalmente me vería con mujeres buscando únicamente sexo, esas que no buscan más que sexo, placer y un buen rato. Pero desde Annie soy este idiota corriendo detrás de ella desesperado por llamar su atención cuando posiblemente me odia con cada fibra de su ser, porque sí, mi vida se puede resumir en antes de Annie y después de Annie.

Estoy en una carrera contra el reloj, donde el único que está en desventaja soy yo mientras su prometido la tiene toda para él, eso me hace que me den ganas de matarlo.

Muerto el perro se acabo la rabia. Una sonrisa tira de mis labios ante el pensamiento.

¿Podría hacerlo? claro que sí.

Pero no lo haré, esta vez me dije que jugaría limpio y matarlo no es precisamente hacerlo, aunque eso no quiere decir que no llegue hacerlo.

—Maldita sea —digo, a la nada.

—No sabia que ahora hablabas solo—giro mi cabeza solo para ver a Liv recargada en el umbral de la puerta.

No hablo solo la miro con detenimiento por un momento antes de que soltar un bufido y rodar los ojos viendo como se adentra a la habitación. Aprecio muchísimo mi soledad —algo que por cierto ella sabe debido al tiempo que hemos vivido juntos—, y el que entre me a este lugar que he convertido en un refugio, donde hago lo que me gusta y puede ser yo me hace sentir incomodo.

—¿Qué hacemos ahora?—pregunta viendo las pantallas frente a mi e ignorando mi ceño fruncido.

—Nada que te importe —contesto, tajante observándola con desagrado.

Claro que Liv ni se inmuta, creo que le a agarrado el gusto a molestarme, ya que siempre lo hace.

—Tu miradita asesina te la puedes ahorrar, tal vez funcione en otro, pero a mi me importa tanto como el clima —confiesa, como si no me hubiera dicho eso miles de veces antes —. Y no me gruñas que no traigo croquetas para darte.

—No soy un jodido perro —aclaro, ofendido.

—Pues pareces, cuando vas gruñendo a todos todo el tiempo.

—No es cierto —me cruzo de brazos arqueado una ceja.

—Claro que sí—señala, convencida—. Como sea, ¿que estamos haciendo?.

—¿No tienes otra cosa que hacer?—pregunto, queriendo que se vaya.

—No. Y aunque, lo hiera es más divertido venirte a molestar —gruñó ante su comentario—. ¡Y ahí esta, claro que sí!. El gruñido número ¿Qué número es?...

Liv debe ser la persona más exasperante de la tierra, tiene una maldita habilidad para sacar que me quicio, una no muy buena habilidad debo aclarar y sospecho que eso lo sabe, por lo que lo hace al propósito.

—Vete. Tengo trabajo que hacer, Liv—vuelvo mi atención a las pantallas que tengo enfrente.

—¿Desde cuando hablar solo cuenta como trabajo?—a veces no la soporto, es un dolor de culo cuando quiere serlo —. Pero si estás tan ocupado, luego te cuento lo que hable con Annie.

De inmediato su nombre me hace voltear a verla cuando da un par de pasos en dirección a la puerta.

—Detente —siseo, apretando los dientes.

Liv se gira sobre sus talones y me regala una sonrisa inocente, achicó los ojos en su dirección esperando a que hable.

—No te preocupes, se que estas ocupado—sonríe, venenosa y yo aprieto la mandíbula.

—Liv —digo, con advertencia.

—¿Te disculparas? —pregunta, poniendo cara inocente.

—Liv—repito, perdiendo la paciencia.

Nunca he sido un hombre de palabras, a mi me gusta actuar —a veces como me dicta el culo pero actuar al fin—siempre he dicho que las palabras se las lleva el viento y lo sostengo.

—Ya, ya —alza las manos en señal de rendición haciendo que la irritación crezca dentro de mi—. Fui a verla hace unos días.

Mi ceño se frunce y mi estómago se hace nudos ante la declaración.

—¿Para qué?.

—Hablar de cosas de mujeres —se encoje de hombros restándole importancia —. La verdad no se si esto esté dando los resultados esperados —ahora es toda seriedad y eso me pone alerta de inmediato —. Ella ingiere mucho alcohol y cuando digo mucho, es porque es mucho. ¿Cuándo la conociste bebía con frecuencia?.

—No. Bueno lo normal, creo que estas exagerando.

Liv déjate ir un suspiro antes de rodar los ojos.

Mi ceño se frunce aún más mientras me cuenta todo lo que hablo con ella, el estado en la que la encontró y todo eso con sumo detalle. No sabía que Annie tenía un problema con el alcohol y saber que ahora podría tenerlo por mi culpa hace que mi corazón se agite con violencia dentro de mi pecho.

♤♤♤

Venir a Inglaterra me hace sentir extraño por múltiples razones, es por eso que evito venir lo más que puedo, justo ahora me encuentro apunto de llegar al aeropuerto de Manchester por el cumpleaños de mamá Eleonor.

Yo hubiera preferido llevarla a Suiza y pasar unos días con ella pero insistió en que este podría ser su último cumpleaños y quería tener a su familia reunida.

Lo hago solo por ella porque es la única persona en mi familia que me importa. Una vez fuera del aeropuerto me dispongo a tomar un taxi para llegar al tren, cuando un auto gris se estaciona frente a mi.

Lo que me faltaba.

La ventanilla del auto empieza a bajar mostrándome el rostro sonriente de mi hermano, ruedo los ojos y sigo avanzando ignorándolo deliberadamente.

Adam por otro lado empieza a seguirme a vuelta de rueda tocando la bocina haciendo que las personas nos den vistazos disimulados.

Dejo ir un suspiro resignado antes de detenerme para ver a Adam con una sonrisa comemierda en el rostro.

—¿Qué quieres, Adam? tengo prisa.

—He venido por ti, que no es obvio.

—Prefiero ir en tren, puedes irte—digo, glacial.

—Pero ya estoy aquí, además tengo que hablar contigo—confiesa, y esta vez la seriedad en su voz es palpable.

No es que no quiera a mi hermano, porque lo hago pese a la niñez disfuncional en la que crecimos, la cosa es, que no quiero que mis padres tengas ningún tipo de información mía y se que si dejo entrar a Adam, aunque sea un poco a mi vida ellos se las arreglaran para joderme nuevamente.

—No me interesa, puedes irte.

—Espera, espera —me llama cuando empiezo avanzar —. Por favor, solo son unos minutos de viaje, no te vas a morir por eso.

No hemos hablado desde el funeral de Zia y creo que fui lo suficientemente claro respecto a mi postura, claro que eso no quita que en cualquier otro escenario tal vez hubiéramos tenido una buena relación.

—Sólo porque tengo prisa—resoplo, cediendo.

—Claro—dice, pero se que no me cree una mierda.

Una vez que he puesto mi mochila en el maletero del auto subo al asiento del copiloto acto seguido Adam pone el auto en marcha, los primeros diez minutos viajamos en silencio lo cual agradezco y al mismo tiempo hacen que una punzada de algo desconocido me atraviese el cuerpo.

Es mi hermano pero al mismo tiempo es un completo extraño para mi, no se cuales son sus pasatiempos ni las cosas que odia…

Es mejor así.

—¿Qué haces? ¿por qué te detienes? —pregunto, cuando se orilla en medio de la nada.

Intento abrir la puerta pero no cede.

—Tiene el seguro para niños, no vas a poder abrir—hago una mueca y el ríe—. No me veas así, no te voy a secuestrar.

—Ha estas alturas espero todo de ustedes—digo, y de inmediato me arrepiento pero no me disculpo.

Se que Adam es diferente a mis padres pero a veces me olvido de eso cuando lo veo tan a gusto y feliz con su vida dictada al ritmo de mis padres…

Auch—apaga el auto y se gira hacia mi —. Yo no soy ellos, Dain. Ya te lo había dicho.

—No me importa—espeto, tajante —. Abre la puerta, puedo llegar por mi cuenta.

—Quiero ayudarte hermano… Con Annie.

Casi quiero reír por su comentario

—¿Cómo? —inquiero, con un toque de diversión en mi voz —. Como hiciste hace años, buscando a Annie para decirle que se aleje de mi, no gracias. Abre la maldita puerta, Adam.

—Cometí un error, de acuerdo. Lo siento—esta vez su tono es derrotado—. Se lo infeliz que has sido desde el momento en el que te casaste—lo miro con detenimiento buscando el truco, la mentira en sus palabras pero solo veo sinceridad —. Independientemente de si quieres o no estar con ella, esta el hecho de que Margot ya tiene una nueva candidata para tu próximo matrimonio.

El hecho de que la llame Margot y no mamá hace que una sensación extraña y apabullante me llene el pecho, pero no se lo hago notar.

—Lo sé, pero ella y todos se pueden ir a la mierda…

—Han descubierto algo —me interrumpe —, no se muy bien que es solo se que es algo relacionado con su madre y Oliver esta pensando chantajearte para que aceptes o si no lo hará público y la única perjudicada va hacer ella.

Un sentimiento asesino me atenaza el pecho ante sus palabras, sabía que mis padres eran unas malas personas, sin escrúpulos ni moral pero recurrir a esto para que acepte sus condiciones es caer bajo incluso para ellos.

—Que lo hagan, no se los voy a permitir —la voz me tiembla un poco debido a la ira contenida.

Adam dice un par de cosas más pero le presto poca atención pensando en como podre conseguir lo que sea que tengas mis padres preparado para utilizar en mi contra. El auto vuelve a ponerse en marcha y poco después llegamos a la casa en la que crecí.

Sigue igual que antes: carente de calidez, sombría y todo grita opulencia.

—Al fin llegas mi niño—la voz de mamá Eleonor me hace sonreír mientras ve abraza.

—No me perdería por nada del mundo el cumpleaños de mi persona favorita en el mundo—le respondo el abrazo fuertemente.

—Estas haciendo todo un espectáculo, compórtate Dain. Nos estás dejando en vergüenza —la voz de Margot me llena los oídos haciendo que la furia crezca dentro de mi.

—Déjalo, Margot no esta haciendo nada malo—mamá Eleonor me defiende saliendo de mi abrazo.

—Por culpa de usted, Dain es un malcriado que no hace mas que desafiarnos—dice, con condescendencia alzado altiva el mentón viéndome con desdén.

Mi abuela abre la boca pero le doy un toquecito en el brazo para que lo deje pasar, es su cumpleaños y no quiero que nadie lo arruine.

—También me da gusto verte mamá —la ironía en mi voz la hace rodar los ojos.

—Pasemos al jardín, ya están todos esperando—dicho esto se echa andar hacia el lugar mencionado.

Una vez salimos ya están todos sentados en la mesa, mi madre hace una presentación rápida antes de ordenar que sirvan la comida. Nunca he sido una persona activa socialmente, la mayoría de las personas me desagrada y no me gusta compartir mi aire.

Pero especialmente las reuniones con amistades de mis padres son especialmente horribles todo aquí es apariencia, hipocresía y falso interés en cosas que a todo mundo le importa un reverendo rábano.

La muchacha de servicio entra con un arreglo de flores —hortensias— las favoritas de mi abuela, las cuales pedí desde muy temprano.

—Señora Campbell, son para usted —le indica a mi abuela, quien las recibe leyendo la nota —. Gracias, mi niño me han encantado —dice, en mi dirección.

Le doy un asentimiento a mamá Eleonor antes de seguir comiendo escuchando las charlas pretenciosas de todos aquí, una hora después todos están entrando a la casa luego de comer el postre.

Todo este ambiente me tiene fastidiado de una manera que no se como describir, todo lo que quiero es irme al hotel y darme una ducha, veo el momento perfecto cuando mamá Eleonor dice que se va a retirar a descansar un rato aprovechando el momento para despedirme, ya que no hay ninguna otra persona en esta casa con la que me interese hablar.

Una vez me despido y le hago prometer que mañana iremos a desayunar por ahí se va con dirección a la casa. Tomo el teléfono del bolsillo de mis vaqueros para enviarle un mensaje a Daniel con mi ubicación y pueda venir por mi.

Me echo andar con la vista en el teléfono estoy casi por travesar el jardín cuando una chica hermosa se me atraviesa.

¡Genial! Lo que me faltaba.

Trato de pasar pero ella se mueve hacia el lado en la que me he movido yo, frunzo el ceño mientras me dedica una sonrisa coqueta. Vuelvo a moverme esta vez hacia la izquierda y ella me impide el paso nuevamente.

—Eres Dain ¿cierto? soy Lauren—se presenta.

—Genial, Lauren tengo prisa —vuelvo avanzar y me vuelve a impedir el paso.

—Tu madre esta por presentarnos, pero yo quise dar el primer paso—me da una mirada de arriba abajo —. Eres realmente atractivo a la vista.

—Sí, bueno no me interesa. Me voy —espeto, tajante pero no se mueve.

—Que divertido eres —no respondo y evito soltar un suspiro—. ¿Porque tanta prisa? Deberíamos de tratar de llevarnos bien ya que nuestros padres están pensando casarnos.

Las piezas empiezan a encajar en mi cabeza, y, aún que Adam me había advertido de esto todavía me sorprende los alcance de las personas que se dicen llamar mis padres.

—Mira, te voy ahorrar el mal rato y lamento si te ofendes no soy muy bueno con las palabras. No me interesa conocerte ni ahora ni después, no vine a esta reunión con la intención de buscar ni conocer a nadie. Y no, no nos vamos a casar por la simple y sencilla razón que ya tengo a alguien en vida, así que por favor mira hacia otro lado, no estamos en el siglo quince.

La chica —Lauren — parpadea un par de veces con desconcierto y luego aprieta los labios con indignación.

—Eres un imbécil, le diré a tus padres que…

—Haz lo que quieras. Pero en caso de que mis padres tuvieran el poder de decidir con quien debo casarme no lo haría con una malcriada como…

El bofetón que me da me voltea la cara antes de echarse andar al interior de la casa dando pisotones como niña pequeña. Sacudo la cabeza en una negativa sintiendo que mi mejilla escuece por el dolor.

Camino hacia la calle en espera de Daniel antes que me mi madre haga un escándalo. Ya toque fondo una vez y es un lugar al que no pienso volver si es posible nunca.

Ahora solo tengo un objetivo en mente.

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