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Capítulo 6 "Irresponsabilidad"


Annie.

Odio esta sensación. Odio el escozor en el pecho, como si llevara brasas dentro de mi caja torácica. También odio el nudo en la garganta y las ganas de llorar —que apenas he logrado mantener a raya estas últimas semanas —, pero sobre todo odio sentirme así por culpa de Dain Campbell.

No se que rayos estaba pensado cuando decidí reunirme con él, pero claramente no era esto. No esperaba que me dijera todo eso, que hace tres años hubiera dado todo por escuchar, ¿Ahora? ni siquiera sé cómo sentirme al respecto.

Es como estar perdida entre partículas de amor y recuerdos de él.

Saber que todo lo que yo creía fue una mentira impulsada por sabrá Dios qué no hace mas que llenarme de incertidumbre y desazón, por otro lado está esa maldita caja llena de cartas que no me he atrevido abrir por miedo de desmoronarme una vez más hace que un nudo de ansiedad me atenaza las entrañas.

Leer una de las cartas de la caja se sintió  como arrancar un curita de una herida que aún no sana, no quiero ni imaginar lo que puede pasar si las abro todas.

Necesito contárselo a alguien o voy a enloquecer, el problema es que se supone que él es un tema del pasado y todas las personas que son cercanas a mi saben la agonía que pase cuando lo vi parado junto al altar. El solo hecho de pensarlo hace que mi pecho se agite con violencia.

Lo únicos que tiene la historia a medias es mi familia, ellos sabes que me enamore de alguien pero no saben de quien, la verdad es que no me pareció relevante decirles ya que se suponía que no lo volvería a ver.

Desde hace unas semanas el vino se a convertido en mi mejor amigo y consuelo, es el único que me permite mantenerme un poco cuerda, porque se que a cualquiera persona que se lo cuente tomara partido en el asunto y empezara a despotricar contra Dain, y aunque, Eyra ya hizo un comentario al respecto sobre yo bebiendo demasiado, yo sigo pensando que esta exagerando.

Mis peores días son los fines de semana que no voy a la editorial, aunque trato de adelantar trabajo desde casa apenas y puedo  concentrarme en nada. Ahora de Shin-yu se ha ido nuevamente a Corea y me he quedado sola apenas y soporto estar a solas con mis pensamientos.

Dejo ir un suspiro.

Son las nueve de la mañana del sábado y yo me encuentro con un pijama de seda frente a la barra de mi casa sirviendo mi tercera copa de vino.

Un maremoto de emociones colisiona en mi interior, las lágrimas queman en mis ojos y esta vez no las retengo dejo que salgan porque siento que me estoy ahogando nuevamente.

No he llorado en tres puñeteros años y esa vez pensé que me moriría de pena, decepción... tristeza y lo más importante me prometí no volver a dejar caer una lágrima más él, sin embargo aquí estoy nuevamente en el punto de inicio.

—Se suponía que eras cosa del pasado —me tomo la copa de vino de un trago —. Se suponía que ya no te volvería a ver nunca.

No se en que momento me traslado al sofá ni mucho menos el momento en el que me quedo dormida pero el sonido estridente del timbre de mi casa perturba la bruma de mi sueño.

No quiero ver a nadie. Pienso mientras me acurruco más en el sofá para tratando de seguir durmiendo pero el timbre sigue sonando. Suelto una palabrota seguida de un juramento antes de abrir los ojos y cerrarlos en seguida por la luz que se filtra de la ventana me pega directo en la cara.

Debe ser media tarde.

De mala gana me levanto dispuesta a echar a cualquier persona que se haya atrevido a molestarme en fin de semana. Aún me siento un poco mareada cuando me pongo de pie y la garganta seca, es por eso, que tomo la botella de la mesita de centro que se encuentra en mi sala y le doy un trago largo acto seguido me echo andar hacia la puerta.

—Ya voy. Deja de tocar el maldito timbre —gritó, mientras abro la puerta.

La imagen que me recibe me hace arquear las cejas en señal de asombro y luego fruncir el ceño.

—¿Estas ocupada? —Olive me observa por un segundo de arriba abajo con asombro.

—¿Quién te dio mi dirección? —pregunto, a la defensiva recargando el hombro en el marco de la puerta.

—Tengo mis contactos — se encoge de hombros.

Ahora lleva el cabello rojo y pese a su semblante sereno puedo notar las bolsas moradas debajo de sus ojos por la falta de sueño y sus ojos carentes de luz. Sí, se lo que es tener un corazón roto.

—No me interesa hablar contigo. Fui clara cuando dije que no realizare la biografía y no pienso cambiar de opinión, así que viniste a perder el tiempo —suelto, tajante.

La mujer frente a mi vuelve mirarme de arriba abajo antes de dejar ir un suspiro cansino, como quien está tratando de conversar a un crío de que se lave los dientes.

—No he venido a eso.

—¿Entonces a que viniste?.

—Sólo quiero hablar contigo.

—No veo de que tengamos que hablar tu y yo—no quiero sonar grosera pero aun así lo hago de todos modos.

—Sólo escúchame, y después de esto ya no te molestare más.

No la quiero dejarla pasar. No quiero saber que es lo que tiene para decir, porque en el fondo se que lo que sea que vaya a decir solo romperá la poca cordura que me queda. Por otro lado no puedo permitir que me siga buscando, mucho menos en mi casa donde se puede topar con Shin-yu.

No le contesto en su lugar me hago aún lado para dejarla pasar, una vez dentro le ofrezco asiento en el sofá donde —hasta hace unos minutos —estaba acostada.

—¿Te ofrezco algo de tomar?.

—Un té, por favor.

Cuando tengo el té listo tomo otra botella de vino y me encamino hacia la sala, donde le dejo la taza humeante frente a ella al tiempo que coloco la botella en la mesita junto a las otras —cuatro en total — botellas.

—¿Y bien? te escucho—me recargo en el sofá de manera desgarbada mientras le doy un trago a al vino.

—No se por donde empezar —juega pasando el pulgar por el borde de la taza sin mirarme —. Todo esto es una locura. Perder a Zia —se le corta la voz y yo doy otro trago a la botella.

—Se lo que se siente tener el corazón roto —digo, con amargura —. Lamento mucho tu perdida.

—No lo hagas— se apresura a decir clavando su mirada en la mía— La amo con cada fibra de mi ser y la voy amar siempre, pero mi amor no es egoísta, se que estaba sufriendo y yo seria incapaz de sentirme enojada porque se fue cuando se, de primera mano como el cancer la consumía día a día. Segundo a segundo —suspira, con los ojos cristalinos —. Me gusta pensar que ahora estar descansando y que donde quiera que se encuentra esta feliz, sana y que me cuida.

No se que decir, jamás he estado en una situación como esa por lo que no puedo comprender la magnitud de su dolor por lo que solo asiento con admiración, porque sí, es admirable quedarte y ver como un ser amado lucha por vivir día a día, y, al mismo tiempo ver como muere lentamente.

—El caso es que, Annie yo la perdí para siempre, pero todavía puedes ser feliz con la persona que amas—se lleva la taza a los labios.

Le doy una sonrisa trémula al tiempo que mi corazón se estruja con violencia, le doy otro trago al vino solo para tratar de deshacer el nudo que se a formado en mi garganta.

—Ya soy feliz—aseguro, y me sorprendo de lo firme y segura que suena mi voz —. Me voy a casar ¿recuerdas?.

Y como para probar un punto levanto mano izquierda donde la banda de oro adorna me dedo. Olivie ni se inmuta en su lugar le da otro sorbo a su té.

—Rebosante de alegría no es precisamente la imagen que trasmites —señala, con calma haciéndome fruncir el ceño —. Puedes mentirme a mi y a todo el mundo todo lo que quieras, pero no te puedes mentir a ti.

Trago duro.

—¿Qué te hace pensar que miento?.

—Son las seis de la tarde y estás en pijama —empieza a enumerar con los dedos —. Claramente has estado bebiendo —señala las botellas en la mesa de centro —. Y te vez como si acabaras de salir de una peda destructiva.

—Una copa se vino no le hace daño a nadie.

—No, una copa de vino no le hace daño a nadie —concede—. Cuatro botellas sí.

—No tienes ningún derecho a juzgarme, cuando en primer lugar fueron ustedes los que irrumpieron en mi vida solo Dios sabe porque —digo, una octava más alta de lo normal—. Estoy harta de toda esta mierda, porque no me dejan en paz.

Un par de lágrimas se me escapan pero me las enjuago de inmediato con el dorso de la mano.

—Él fue cobarde, y estúpido quiero agregar. Nosotras tratamos de convencerlo infinidad de veces de hablar contigo, de explicarte todo pero Dain nunca quiso hacerlo ¿quieres saber porque? —no espera a que conteste en su lugar continúa —: porque el amor que siente por ti es tan grande que no quería prometerte algo que sabia que no podía darte y que merecías.

Esta vez en nudo en mi garganta se aprieta, los oídos me zumban, el corazón me da un vuelvo y una emoción dolorosa y aterradora me atenaza el cuerpo.

—Para —digo, horrorizada. Aterrada ante el maremoto de emociones que me esta acabado con los muros que construí alrededor de el recuerdo de Dain —. Por favor, para.

—No seas cobarde tu también —me ignora. Tomo varios tragos largos de botella, tantos que el líquido oscuro escurre por mi barbilla—. Si aún sientes algo por él, si aún lo amas no te prives de la oportunidad de dejar fluir ese sentimiento.

—No puedes venir aquí, a mi casa a decirme que le de una oportunidad a una persona que me engaño…

—Eso no fue lo que paso.

—Claro que sí. Me ocultó lo que estaba pasando en realidad, me mantuvo en la oscuridad. Me dejó sufrir pensando lo peor ¿Acaso tu sabes lo que es no poder dormir en las madrugadas mientras piensas que fue lo que hiciste mal? —dejo ir un suspiro entre cortado y Olivie aprieta la mandíbula mientras cierra los ojos —. Es el peor maldito sentimiento del mundo, el sentirte insuficiente para la persona que amas. Dain me lastimo de tal manera que marcó un antes y un después en mi vida. Y-yo solo quiero dejar eso atrás y seguir con mi vida.

La mujer frente a mi no dice nada sólo me observa buscando algo en mi rostro antes de que me regale un asentimiento de cabeza.

—¿Te puedo hacer una pregunta?.

—Ya estas preguntado—contesto, con ironía.

—Si tu prometido y Dain estuvieran al borde de la muerte ¿ha quien salvarías?.

Su pregunta me deja tan descolocada que no se que responder, un centenar de emociones me embarga mientras su pregunta hace eco en el fondo de mi cabeza, pero no puedo decir nada.

—¿Por qué dudas? —pregunta, con suficiencia dándome una sonrisa como si pudiera leer la respuesta en mi mente—. ¿Amas a tu prometido?.

—Me voy a casar —contesto, como si fuera lo más obvio del mundo.

—Eso no fue lo que te pregunte.

—Mira yo siempre voy a querer a Dain, fue mi primer amor pero después de tanto tiempo yo lo perdone y sobre todo lo deje ir. Ya no hay vuelta atrás y aunque se muera por volver eso no va a pasar. Así que puedes dejar de perder el tiempo abogando por él que eso no esta sucediendo —un sonido roto —similar al de un sollozo reprimido —se me escapa —. Ahora por favor vete y no vuelvas. Si el de verdad me ama como dice me va a dejar hacer mi vida con alguien que no tiene miedo de amarme, ni de no ser sufienciete para mí.

♧♧

Siento como si me amartillaran la cabeza, es como si me fuera a explotar y hoy tengo una reunión a medio día, sin contar que odio los lunes.

Abro un ojo para mirar el reloj que descansa  en mi mesita de noche para darme cuenta que falta media hora para la reunión.

Maldita sea.

Me levanto a toda prisa haciendo que mi cabeza duela aún más y pateado una botella vacía mientras corro al baño.

Me doy una ducha rapidísima donde apenas me da tiempo de medio alisarme el cabello, ponerme base de maquillaje, un delineado bastante chueco y bajar a tomarme un par de pastillas acompañadas con una copa de vino.

Me hago una nota mental de pasar a comprar más cuando vuelva a casa ya que solo me quedan dos, y de llamar a la muchacha que me ayuda a limpiar ya que mi casa huele horrible y hay botellas vacías por todos lados.

Corro de un lado para otro buscando las llaves de mi auto y asegurándome que lleve todo lo necesario en mi bolso. Una vez en el auto me repaso la ropa que me puse unos pantalones azul marino de vestir que me quedan un poco ajustados, una camisa blanca encajada dentro de los pantalones y un blazer del mismo color que dejo en el asiento del copiloto.

Manejo a exceso de velocidad y seguro que me llegarán un par de multas a casa por esto, paro en un semáforo en rojo, donde aprovecho para abrir el termo con vino que traigo conmigo y en un desesperado intento por abrirlo lo derramó en mi camisa.

Santa mierda. Voy con mucho retraso como para volver a cambiarme, pongo el auto en marcha cuando cambia a verde mientras pienso en una solución no sin antes tomarme el contenido restante del termo.

Una vez que estacionó en el edificio de la editorial me quito la camisa quedando en sujetador verde de encaje y me pongo solo el blazer, una vez hecho corro en dirección al interior del edificio.

El repiqueteo de los tacones se escucha por el largo pasillo donde se encuentra la sala de juntas, una vez frente a esta tomo aire y trato de serenarme por lo menos el dolor de cabeza mermó un poco.

—Lamento la tardanza, el trafico estaba horrible —digo, abriendo la puerta de la sala de juntas y mi voz se escucha un poco arrastrada.

No se que apariencia tenga pero tres pares de ojos me siguen con detenimiento mientras camino hacia la silla frente a Eyra quien me da una mirada de desaprobación.

—Le estaba comentado a Carson que posiblemente habría que hacerles unas correcciones a su manuscrito —dice, Eyra todo el tiempo con los ojos en mi —. Sólo hace falta que señales cuales son.

¿Yo? ¿Qué manuscrito?.

Silencio.

—¿Trajiste el manuscrito, Annie?—pregunta, luego de un momento bastante incómodo en silencio.

Abro la boca y la cierro de inmediato cuando no se que mierda decir para explicar mi falta de profesionalismo. Busco entre las carpetas de mi bolso a ver si de casualidad encuentro cual es pero no encuentro nada.

—Y-yo traía el manuscrito… Pero —mis ojos se me llenan de lagrimas y me dejó caer derrotada en las sillas —. Lo siento tanto, he tenido días difíciles —empiezo a llorar y a sollozar —. Se que no es justificación pero si me dan otra oportunidad les prometo…

—Esta es el tipo  profesionalidad que brinda esta editorial, es inaudito —ladra el agente de Carter —. Cuando su editora llega ebria, vestida como si acabaras de salir de un hotel y sin el manuscrito de mi cliente.

Me estoy comportando como una adolescente irresponsable pero siento que esta situación me rebasa, ya no se que hacer con esta bola de sentimientos que han convertido las últimas semanas de mi vida en un subir y bajar extremo.

—No le voy a permitir que le falte al respeto…

—Lo que yo no voy a permitir—ladra el agente de Carter interrumpiendo a Eyra—. Es pasar un momento más con personas tan falta de seriedad como ustedes —se pone de pie junto con el escritor y dándome una mirada juzgona sale de la sala de juntas.

—Lo siento tanto, soy un desastre—hipo, mientras me limpio las lágrimas con el dorso de la mano —. Lo voy arreglar. De verdad lo arreglaré, Eyra.

—¿Qué pasa? ¿Por qué estas así? tu no lloras así desde de que…

Se lo que quiere decir y no quiero que se preocupe es por eso que en lugar de decirle lo que esta pasando digo—:

—Es solo que tengo mucha presión por la boda—miento, y lloro con las fuerzas. Eyra me envuelve en sus brazos sosteniéndome aquí y ahora—. Se que aún falta mucho pero quiero que todo sea perfecto.

—Oh, cariño lo será, ya veras —me consuela pero lejos de sentirme bien me siento miserable—. No te estreses yo te ayudare ¿vale?.

Asiento con la cabeza mientras ella me abraza y me permito llorar un poco más.

Temprano para que no se desvelen. Espero les esté gustando mucho la historia, recuerden que esto es un borrador y que no soy profesional hago esto porque amo imaginar escenarios en mi cabeza para escribir.

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