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Capítulo 4. "¿Que fuimos?".


Annie.

Mi teléfono vibra en la mesita de noche del hotel donde me estoy hospedado desde hace 24 horas, la verdad es que he estado de muy pocos ánimos para hablar con las personas, y es que, jamás pensé que el destino podría ser tan cruel como para volverme a cruzar con Dain.

Odio esta sensación. Odio este ardor en el pecho, como si de pronto se hubieran vuelto brazas ardiendo. Odio, también está picazón en los ojos, esa que le precede al llanto y que no me ha abandonado ni un instante desde que vi a Dain hace quince días y odio sobre todas las cosas sentirme a sí por él.

Se que todo lo que paso entre nosotros fue culpa mía, que fui yo la que se metió en si vida y en su cama, y que, después de la primera vez que estuvimos juntos quise más, mucho más pese a que el siempre me dejó claro que no quería nada con nadie, al menos no en plan romántico.

Casi quiero reírme por lo irónico de la situación, cuando al final él fue quien terminó casado y es que llegados a este punto se que no mentía cuando decía que no quería nada serio con nadie, el problema fue que el no quería nada serio conmigo.

Desde que volví a ver a Dain no me he sentido mas que extraña... Fuera de lugar, pensé que con todo el tiempo que pasamos lejos lo había olvidado <<¿olvidado? ¡ja! sigue intentando>> se burla mi subconsciente.

Siento como si el peso del mundo cayera sobre mi, haciendo que me falte el aliento y el pecho me arda.

Una mezcla de irritación, ira y resentimiento se mezclan en mi interior porque no puedo creer que se haya atrevido a si quiera pensar que podría seguir burlándose de mi de esta manera.

Quiero llorar de impotencia, frustración las emociones se me agolpan en la garganta y quiero gritar pero contra todo pronostico lo único que hago golpear la almohada de la cama en la que me encuentro acostada.

De pronto los recuerdos de lo que vivimos en nuestra etapa de universidad llegan a mi de manera abrumadora tanto que siento que el aire se me atasca la garganta cuando imágenes de nosotros juntos invade mi cabeza.

No se que estaba pensando cuando me enamore de él, cuando me ilusione tanto cuando él nunca me ofreció -prometió -nada en primer lugar, no se como pude idealizar tanto la idea de un nosotros cuando nunca hubo un nosotros.

Fui una estúpida. Y no trato de culparlo porque no es así, la única culpable soy yo, y, ahora entiendo que estuvo mal dejarme llevar de esa manera.

De pronto me encuentro recordando la manera en la pronuncio mi nombre lo que hace que algo en mi vientre se estruje con violencia y que el aliento se me atasque en la garganta una vez más.

El desazón se está volviendo tan abrumador que me es imposible seguir en la cama, por lo que me siento al borde de la cama sintiendo que el corazón me va a estallar en cualquier momento.

-Necesito un trago-murmuró, a la nada sabiendo que estoy sola.

Me pongo de pie tomando el teléfono que ha dejado de sonar hace un rato y me lo meto al bolsillo del pantalón antes de tomar mi bolso y salir de la habitación.

Mientras camino por las bonitas y pintorescas calles de Viena no dejo de sentirme miserable de todos modos. Esta es mi última parada antes de volver a Oslo. A mi casa.

Mi teléfono vibra en el bolsillo trasero de mi pantalón y esta vez lo saco para revisar quien llama sonriendo al ver el nombre brillando en la pantalla.

-¿Cómo está mi escritora favorita? -la voz de mi prometido se escucha al otro lado de la línea haciendo que mi sonrisa se ensanche.

Tal vez esto es lo que necesitas un poco de familiaridad. Dice la vocecilla en mi cabeza y como rara vez pasa, esta vez estoy de acuerdo.

-Con ganas de ir a casa. Te echo de menos-lo digo porque es cierto, quiero ir a casa y estar con él. Hago un ridículo puchero mientras recorro las calles.

-También te extraño, amor -dice, con pensar -. Espero poder verte dentro de unos días.

Mi corazón da un vuelco porque no teníamos planeado vernos hasta dentro de tres semanas, debido a la carga de trabajo que tiene ahora con las nuevas exportaciones que esta realizando su empresa. Seguimos hablando un poco más, hasta que me informa que esta apunto de entrar a una junta con accionistas entonces cuelga la llamada, no sin antes decirme lo mucho que me quiere.

La charla con Shin-yu fue como un bálsamo para el ardor en el pecho, pero con todo su recuerdo me escuece las entrañas, por lo que entro en una taberna de dudosa procedencia alejada del centro de la ciudad. Lo único que necesito ahora es desaparecer un momento.

Una vez que cruzo el umbral de la puerta varios pares de ojos me dan miradas curiosas, que ignoro hasta sentarme en un banco frente a la barra.

-¿Estás perdida, muñeca? -inquiere, el hombre corpulento detrás de la barra con un brillo extraño en los ojos.

-Dame un trago -ignoro, su comentario -. Algo fuerte.

El hombre detrás de la barra enarca una ceja antes de dedicarme una sonrisa divertida para dar media vuelta y tomar una botella de la pared detrás de él acto seguido vuelve a quedar frente a mi, pone un vaso en la barra antes verter el líquido amarillento dentro.

Tomo el vaso entre mis dedos y ni siquiera paro a pensar en nada, simplemente me lo tomo de un solo trago sintiendo como el líquido quema mi garganta y reprimiendo el impulso de hacer una mueca, ya que el tipo -que aún sostiene la botella de Ron- me observa con diversión.

-Otro-digo, poniendo el vaso nuevamente en la barra y empujándolo un poco en su dirección.

-No deberías tomar de esa manera -la sonrisa peligrosa que me dedica me pone la carne de gallina y se que posiblemente tenga razón pero justo ahora no me importa.

Se que debería de llamar a alguien y hablar, ya que hace poco menos de un año tuve problemas -serios problemas -con el alcohol, pero es que esto era lo único que no me hacía pensar, sentir...

-A caso te pregunte -replicó, y se que sueno como una completa perra pero que más da.

El tipo levanta las manos en señal de rendición como si le estuviera apuntando con un arma, lo que me provoca rodar los ojos con fastidio. Esta vez cuando me sirve el trago no me lo tomo a pecho, si no que, lo disfruto.

-Es mas que obvio que no eres de aquí ¿puedo saber de donde eres? -pregunta, el tipo luego de servirme tres veces más.

La verdad es que el alcohol -Stroh dijo que se llamaba -esta bastante fuerte y ya me siento bastante achispada.

-Estadounidense -respondo, dando un trago y esta vez no reprimo la mueca por el alcohol.

-¿Que haces tan lejos de casa, chica estadounidense?.

-Larga historia -digo, soltando un bufido de fastidio y haciendo un gesto desdeñoso con la mano restándole importancia -. Pero te la resumo: soy escritora y he venido a una firma.

-¿Porque no suenas emocionada?-hago un gesto para que vuelva a llenar mi vaso.

-Esa es otra larga historia -dejo ir un suspiro.

-Que resumidas, supongo.

-No. Esa historia no es relevante -contesto, tajante con la voz ligeramente arrastrada.

El tipo está por contestar algo cuando una voz desconocida se escucha a mis espaldas.

-¿Necesitas compañía. Preciosa?.

-Oh, vamos Paul, déjala en paz.-habla el chico detrás de la barra con un tinte de advertencia en si voz.

-En ese caso me disculpo-dice, el hombre portador de la voz: Paul.

Una vez se va yo sigo tomando, tanto que termino contándole mi patética historia al de la barra, esa donde fui tan estúpida de enamorarme del chico que no le ofreció más que sexo y después se caso con otra sin darme si quiera una explicación.

La risa carente de humor hace que un par de lágrimas salgan.

-Lo siento, seguramente pensarás que soy patética -me limpio rápidamente la lagrimas con el dorso de la mano.

-Sabes que pienso -pregunta, pero no deja que conteste ya que continúa -: Que ese tipo es un completo imbécil.

Le regalo una media sonrisa antes de empinarme el vaso y beberlo todo de un solo trago. No se cuanto tiempo a paso pero estoy tan mareada que todo me da vueltas y ya ni siquiera puedo hablar bien, sólo me río de tanto en tanto con cosas de que dice Bob -el tipo detrás de la barra.

-¿Annie? -la voz ronca, melodiosa y aterradoramente familiar hace que un escalofrío me recorra entera.

-Creo que estoy alucinado -balbuceo, con la voz arrastrada.

Ya ni siquiera me molesto en decirle a Bob que me sirva, simplemente tomo la botella y me la llevo a los labios dándole un largo trago.

-¿Qué mierda crees que estás haciendo? -nuevamente la voz familiar e indeseable llega a mis odios.

Sacudo la cabeza en una negativa, lo cual empeora mi mareo pero vuelvo a tomar la botella y estoy por volvérmela a llevar a los labios cuando es arrebatada de mis manos bruscamente.

-O-oye... -hipo-. Eso... es... mío -trato, de sonar enfadada, pero creo que no lo logro. En realidad no se cual sea mi expresión ahora ya que estoy demasiado tomada.

Giro la cabeza y me cuesta un par de intentos enfocar a la persona que me arrebatado mi botella, pero cuando lo hago el corazón da un vuelco. El nudo que se forma en mi estómago es doloroso y abrumador en partes iguales.

-¿Qué estas haciendo aquí?-espeta, con gesto furibundo.

Parpadeo un par de veces solo para asegurarme de no estar alucinando, incluso me froto los ojos con las manos y cuando no se va, se que es real. Él está aquí, es entonces otro clases de sentimientos me embargan, estos más apabullantes, abrumadores y llenos de desazón.

-Vete a la mierda-siseo, entonces me volteo hacia Bob -. Dame otra botella.

-No -suelta, con advertencia teñida en su voz.

-¿No?.

-He dicho que no vas a seguir tomando.

-Y quien diablos eres tú, para prohibirme algo a mi -sonrío, pese a que no tengo ganas de hacerlo.

No quiero mirarlo. No quiero ver la anchura de sus hombros, lo fuertes de sus brazos en esa camisa gris arrebatada hasta los codos, sus ángulos fuertes que le cincelan las facciones, ni mucho menos el cabello negro desaliñado que me provoca un nudo de emociones en mi interior.

Lo odio. Lo odio por ser así de atractivo. Lo odio porque echo raíces tan dentro de mi que temo que nunca sea capaz de arrancarlo por completo.

-Déjala, esta claro que esta tomada-el hombre -que no había notado hasta ahora- junto a Dain le habla en un acento bastante raro y quien me mira como si fuera la caso más insignificante del planeta, menudo imbécil.

-Ella no esta tomada, esta curtida en alcohol y no voy a dejarla así en ese estado...

-No creo que sea un gran problema para ti -digo, con todo el veneno y la naturalidad que puedo en mi estado -. Dado que eres experto en hacerte el desentendió cuando de mi se trata -se que debo dejar el pasado atrás, que no es sano y ya debería cerrar este tema, pero no puedo.

Tengo tantas cosas atascadas en la garganta que quiero decirle -gritarle-, y se, que Hanna hizo un gran trabajo pero aun así no puedo dejar de sentirme que un cumulo de palabras en la punta de la lengua cada que lo veo.

-Annie, no es momento de hablar de lo que fuimos...

-Y según tú ¿Qué fuimos? Porque para mi esta mas que claro que fui tu idi...-pregunto, con resentimiento y ya ni siquiera me importa que lo noten.

-No te atrevas a llamarte así-sisea, interrumpiendo.

Dain se queda callado y aprieta la mandíbula al tiempo que me da una mirada de advertencia, se que no tiene que decir nada, que todo a quedado claro para mi hace muchísimo tiempo pero aun así me siento incompleta, vacía... Herida.

-Solo déjame en paz y ve a ser el esposo soñado de alguien -digo, con un hilo de voz antes de volarme una vez más hacia la barra -. Otra botella.

-Dije que no-su voz, truena a mis espaldas haciendo que de un brinquito de la impresión -Nos vamos.

De pronto siento que sus manos se anclan a mis caderas y me gira con brusquedad. Un segundo estoy sentada en el banco y al siguiente estoy sobre su hombro mirando el suelo.

Entonces todo se trasforma en algo más que irritación y resentimiento. En algo más oscuro e insidioso.

-Suéltame, maldito hijo de perra mentiroso-golpeó su espalda con toda la fuerza que puedo imprimir en mi estado. Grito y pataleo pero de nada sirve porque me ignora dando grandes zancadas en dirección a la salida-. No te basto con arruinarme la vida una vez, quieres hacerlo de nuevo ¿por qué? -se me quiebra la voz -. Nunca fui mala contigo, nunca te hice daño, ¿por qué me lastimas? ¿Por qué no me dejas en paz?.

De pronto estoy llorando y sollozando fuertemente y culpo de todo al alcohol en mi sistema, pero Dain no se detiene.

-Te odio -le digo hipando cuando me deposita en el asiento de cuero-en lo que supongo es su auto- entonces se congela-. Te odio, porque después de todo lo que paso entre nosotros... Creo que aun te amo.

♧♧

Volver a Oslo es como un curita a mi corazón luego de tantos días caóticos, gracias al cielo todo termino y ahora puedo descansar en mi casa, junto a las personas que quiero.

Mi prometido llegó hace dos días justo cuando yo también volví y estar cerca de él me lleno de todas esas sensaciones cálidas y calentitas que me hacían falta.

Justo ahora estoy en ropa interior parada frente al espejo mientras cierro, los ojos tratando de recordar lo que paso aquel día en la taberna, tratando de conectar los pequeños destellos inconexos en mi memoria.

-Te vez tan hermosa, amor -siento unas manos rodearme la cintura desde atrás para luego sentir un pecho duro y firme en mi espalda.

Me acurruco más en sus brazos y apropósito pego mi trasero a su entre pierna. No puedo dejar se sentirme asustada y mortificada por todo lo que paso -o no- en Austria. No puedo entender si lo poco que recuerdo fue real o simplemente una mala pasada de mi cabeza, tampoco es que sea la primera vez que alucino a Dain estando pasada de copas.

La realidad es que ya no se si tomo para olvidarlo o para verlo.

-Y si no voy a trabajar -giro en sus brazos y enredo los míos alrededor de su cuello -. Y nos quedamos los dos en la cama todo el día- sugiero, dándole besos en el cuello.

Le doy un besos suave mientras mi manos hacen su camino hacia las hebras oscuras de su cabello, la diferencia de estatura me hace pararme sobre la puntas de mi pies y su agarre en mi cintura se hace más firme cuando me atraer más cerca de él.

De pronto Shin-yu se inclina un poco para tomarme por la parte de atrás de mis rodillas y hacer que envuelva mis piernas alrededor de sus caderas antes de que empiece a caminar hacia la cama.

Una vez que llega se sienta en el borde de modo que quedo a horcajadas sobre él. El sexo con Shin-yu es bueno, tierno y siempre me hace sentir especial sin embargo no es abrumador, intenso, arrollador. Solo es bueno.

Empiezo a mover las caderas mientras nos besamos sintiendo su erección en mi zona sensible. Suelto un jadeo cuando sus dedos largos deshacen el broche de mi sujetador y una de sus manos estruja mi pecho izquierdo cuando saca la prenda por completo.

Poco tiempo después sus manos se trasladan a mi trasero aprontándolo con fuerza, sus labios se trasladan a mi clavícula dejando una estela de besos tiernos y suaves por mi cuello. De un solo movimiento nos hace girar y se parta un momento de mi para sacarse el pantalón se chándal quedando solamente en unos bóxers color blanco puesto. Mi prometido es de los que se toma su tiempo de adorar mi cuerpo, de hacerme sentir poderosa, preciosa.

Sus labios vuelven a los míos esta vez con más urgencia que antes, antes de que baje y capture la punta turgente de mi pecho haciéndome jadear. Succiona, chupa y lame mis pechos a su antojo primero uno y luego otro haciendo que mi entrepierna se humedezca.

Sus manos se enganchan a la cinturilla de mis bragas antes de tirar de ellas y deslizarlas por mis piernas, su pulgar presiona el botón lleno de placer entre mis piernas haciendo que un leve gemido lleno de satisfacción salga en respuesta.

Cuando piensa que a sido suficiente se detiene y baja su bóxer liberando su erección. Toma la cabeza hinchada de su miembro y presiona el glande contra mi clítoris antes de barrerlo hasta mi entrada empapada. Levanto la pelvis con una clara invitación a que se hunda en mi, pero el se toma si tiempo viendo el punto donde nos uniremos. Admiro su auto control en esto momentos y por un momento quiero gritar de frustración, pero no me hace esperar más cuando sus caderas se mueven hacia delante mientras siento como mis paredes se estiran ante la invasión.

Coloca las manos ambos lados de mi cabeza y entonces empiezan a embestirme, se hunde en mi una y otra vez con lentitud en ni mientras sus ojos oscuros se clavan en los míos llenos de deseo y con los músculos tensos. Gimo cuando hace un giro abrumador con la cadera que presiona algo en mi interior haciendo que el nudo de anticipación -ese que precede al orgasmo-se haga más grande.

Suelta leves y sexis quejidos guturales que le hacen competencia a mis gemidos mientras el ritmo de sus embiste se intensifica un poco, su boca se trasladan a mi cuello y yo todo lo que puedo hacer es aferrarme a su espalda ancha mientras el orgasmo me lleva al paraíso dejándome ahí por un par de segundos.

Cuando vuelvo al aquí y ahora sus dientes se clavan en la carne de mi clavícula antes de sentir su cuerpo tensarse sobre mi y sentir como se derrama dentro de mi.

-Eres asombrosa, amor -dice, con la voz agitada dándome un casto beso en los labios acto seguido se deja caer sobre mi.

Nos quedamos en silencio mientras tratamos de que nuestras respiraciones vuelvan a la normalidad, su cabeza descansa en pecho izquierdo y temo que pueda escuchar el latir desbocado de mi corazón. Minutos después mi teléfono suena en la mesita de noche, cierro los ojos.

-¿No vas a contestar?-inquiere, alzando la cabeza para mirarme.

-No, hoy en un día para nosotros -el aparato deja de sonar y vuelve hacerlo al los poco segundos.

-Puedo ser importe, amor. Contesta -se que tiene razón, pero aún no quiero salir de mi burbuja segura.

Shin-yu sale de mi y se pone de pie para tomar el teléfono informándome que es Eyra quien llama.

-Sí, aquí está-dice, cuando contesta el teléfono y yo suelto un quejido -. Te la paso.

Le hago un pecho y el ríe extendiéndome el teléfono.

-Hola -digo, cuando tomo el teléfono que me extiende.

-¿Por qué no haz llegado? Hay alguien esperándote hace hora y media.

-No tengo agendado a nadie para hoy -me siento sobre la cama tratando se hacer memoria pero estoy casi segura de que no tengo reuniones hoy.

-Dice que es urgente y muy importante-insiste, cierro los ojos un momento dejando ir un suspiro resignado.

-Iré lo más pronto posible-digo, finalmente porque se que no dejara de insistir.

Hablo un poco más con mi amiga antes de colgar la llamada y quedarme viendo el techo blando de la habitación. Shin-yu captura uno de mis pezones en su boca tomándome por sorpresa.

-Date una ducha, iré a prepararte algo para el desayuno -suelta mi pezón con un sonoro plop.

-Eres el mejor te lo había dicho antes.

-Un par de veces. Ahora a bañarse amor.

Se pone de pie en busca de su ropa y una vez que la tiene sale de la habitación dejándome sola. Me siento en la cama una vez más y me quedo viendo a la nada por más tiempo del que me gustaría.

Hora y media después estoy en las instalaciones de la editorial y con un poco más de ánimos que esta mañana, la verdad es que el sexo me ayudó a disipar un poco la bruma de mi cabeza.

-Por fin llegas-me aborda Eyra en el pasillo, la castaña se ve apurada -. La persona espera en tu oficina, le dije que viniera mañana pero insistió en esperarte.

Sus palabras solo aumentan mi confusión y de pronto un nudo de pura ansiedad me atenaza las entrañas, se que no es Dain porque mi amiga lo conoce y la sola posibilidad me revuelve el estómago.

-Gracias por cubrirme -sacudo la cabeza alejando esos pensamientos innecesarios.

-Me debes un café -me giña un ojo antes de despedirse e irse por el pasillo.

Retomó el camino a mi oficina y saludo a un par de empleados en el proceso.

-Buenos días, lamento mucho la demora -digo, una vez que abro la puerta de mi oficina, y veo de espaldas a una mujer con el pelo color púrpura.

-No te preocupes, no llevo prisa -volta a verme y de inmediato mi corazón me da un vuelco.

Es la misma mujer que estaba con Dain en la reunión: Olivie. Solo que ahora lleva el cabello púrpura y no rosa.

-¿Qué haces aquí? ya les dije que no me interesa realizar la biografía -camino hasta sentarme detrás de mi escritorio con expresión glacial.

-También me da gusto verte -contesta, con ironía ignorando lo que acabo de decirle -. Sólo viene a darte un encargo.

-No me interesa-espeto, tajante.

-Ni siquiera sabes que es -suena ofendida, pero francamente me importa una mierda.

-Mira Olivie, seré clara -ahora soy toda seriedad -. No me interesa saber, estar relacionada o tener que ver en nada relacionado con Dain Campbell o su esposa. Así que pierdes tu tiempo.

Ella se recarga en la silla observándome con un brillo extraño en los ojos, como si alguna clase de extraño respeto hubiera nacido en ella.

-Las cosas no son como parecen -dice, después de una eternidad.

-No me importa como sean las cosas-lo digo porque es verdad, tal vez antes si importaba pero ahora no.

-No te creo.

-Es una suerte que me importe una mierda tu opinión -Olivie suelta una risita por lo bajo ante mi comentario.

-Por si tienes una pizca de curiosidad...

-No la tengo, así que por favor vete-pido lo más amable que puedo en este momento.

-Si tienes algo de curiosidad -vuelve a decir, agachándose a tomar una caja -que no había visto -color vino que pone sobre la mesa-. Aquí dentro viene toda la verdad, si quieres saberla solo tienes que echarle un vistazo.

-Ya te dije que no me interesa -repito, sintiendo la irritación crecer dentro de mi.

-Yo solo cumplo con lo que se me ordenó, es tu decisión lo que haces después -contesta, con simpleza poniéndose de pie -. Ahora, me retiro tengo cosas que hacer.

Y así, sin más sale de mi oficina dejándome con un nudo en la garganta ¿por qué el destino se empeña en complicarle la vida?. Me froto la cienes y me dejó caer de manera desgarbada al tiempo que dejo ir un suspiro frustrado.

Me pongo de pie y tomo la caja entre mis dispuesta a tirarla a la papelera, pero en último momento me arrepiento por lo que regreso sobre mis pasos y la pongo en el escritorio -nuevamente- frente a mi.

Tal vez esto es lo que necesitas para cerrar esta etapa de tu vida. La vocecilla insidiosa en mi cabeza insiste y tal vez tenga razón.

Tomo la tapa y tomo un suspiro antes de abrirla, debo de admitir que el contenido me llena de confusión lo que me hace fruncir el ceño, son un montón de sobres de colores con números.

Tomo el primer sobre que viene en la caja, y este, en comparación con los demás tiene la palabra instrucciones en la parte de enfrente.

Trago duro.

Querida Annie.

Lamento muchísimo todo lo que paso, lo creas o no mi intención nunca fue lastimarte e incluso creo que en otras circunstancias habríamos sido muy buenas amigas.

El motivo de estas cartas es porque, quiero enmendar un error que cometí por culpa del egoísmo y que para ser sincera volvería a cometer mil veces, pero ya te hablaré de eso más adelante.

Si esta leyendo esto es porque Liv hizo lo que dije y posiblemente no me que quede mucho tiempo ya, pero no podía irme sin decirte la verdad.

Yo se que no quieres volver a ver a Dain y lo entiendo, si fuera tu tampoco querría verlo nunca más pero, es que, no tienes todo el contexto de la cosas y por eso el motivo de las cartas.

En cada una de estas cartas te doy un motivo por el cual perdonarlo, es un poco de todo lo que el vivió desde el momento en que tu saliste de su vida y en mi biografía te doy mi parte de la historia, esa por la cual él se caso conmigo.

Se que tal vez todo el rollo de la biografía y que te haya escogido específicamente a ti pueda parecer cruel, pero si me tienes un poco de fe te darás cuenta que es no es así.

Se lo que es amar con intensidad porque de esa manera amo a Liv, ella es el amor de mi vida y se que tal vez todo esto te confunda pero Dain siempre ha sido mi esposo solo de nombre.

Si quieres saber la historia tendrás que aceptar escribir mi biografía y pasar tiempo con él, pero no te preocupes cada que tengas ganas de salir corriendo o ahorcarlo lee una de estar cartas.

Sin más que agregar estaremos atentos a tu respuesta.

Con amor: Zia.

Cuando termino de leer tengo las manos temblorosas por el mundo sensación abrumadoras que experimento en este momento me hacen sentir mareada, enojada y triste. Todo esto es muy confuso y necesito pensar que haré sabiendo todo esto.

Buenos días, lamento no haber actualizado el viernes pero se me salio de las manos, sin embargo aquí les dejo el nuevo capitulo espero que lo disfruten.

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