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Capítulo 2. "El mismo aire".




Annie.

Los últimos tres años de mi vida han sido como una montaña rusa de emociones, y, aún así me sorprendo de la manera en la que pude salir de la oscuridad, de la forma en la que a pesar de que muchas veces llegue a pensar que me moriría sigo aquí.

Cuando salí del sanatorio mental tenía miedo. Miedo de no poder seguir, pero Hanna —mi psiquiatra— me hizo ver que no podía quedarme ahí para siempre escondiéndome del mundo exterior. No podía poner en pausa mi vida por siempre.

Pasar una temporada con mi padre me ayudo muchísimo, incluso el también busco ayuda para poder superar la separación con mi madre y eso me hace feliz porque se que ahora él esta bien. Casi le da un infarto cuando le dije que quiera estar una temporada lejos, viajar, reencontrarme conmigo misma y secretamente despedirme de este amor que no hace mas que hacerme daño.

Al final acepto mi decisión aunque mis hermanos —Adriel y Marie —no estaban del todo de acuerdo con que me fuera lejos, pero les recordé que ya no era una niña y que al final del día quien no había tenido un primer amor que te rompiera el corazón, así que a regaña dientes no les quedó de otra que apoyar mi decisión.

Al final decidí viajar a Corea del Sur donde conocí una cultura nueva y aprendí muchas cosas, también me hice un poco adicta a los K-dramas —gusto culposo—, y conocí a Shin-yu el dueño de una empresa muy importante en Corea.

La verdad es que  la manera en la que nos conocimos fue un poco extraña y caótica por sobre todas las cosas. Corea es un lugar tan seguro que un día, después de salir a tomar con algunos amigos se me fue la mano con el alcohol y de regreso a casa me pareció una idea súper buena subirme a un auto con la puerta abierta a dormir.

Y sí, era su auto como era de esperarse llamo a la policía y me arrestaron, la verdad todo estuvo muy loco. Al final luego de varios días buscando al desconocido que pensó que iba a robar su auto —o sabrá dios qué—lo encontré y fui a pedirle disculpas por los inconvenientes… Lo demás es historia.

Ahora llevamos un año de noviazgo y es el hombre perfecto: detallista, atento, amoroso, responsabilidad afectiva, protector. Shin-yu lo tiene todo…

Pero no es él. Ignoro la incesante voz en mi cabeza.

Hace poco mas de seis meses decidí mudarme a Noruega —Oslo— para montar una editorial con Eyra quien tiene una niña preciosa que adoro. Mi —ahora— prometido por obvias razones no pudo mudarse conmigo, pero en medida de lo posible viaja a pasar tiempo conmigo.

También hice las paces con la escritura luego de sentirme tan desconectada con las letras, decidí volver abrir un documento en Word pero nada venía a mi, absolutamente nada todo estaba en blanco… Hasta que un día mis dedos empezaron a moverse sobre el teclado y cuando me di cuenta ya tenía cinco capítulos escritos de una historia de fantasía.

No me molesta siempre me he considerado una escritora versátil y creo que no escribir de romance esta bien para mi por ahora.

Claro que eso no quiere decir que mi vena de enamorada empedernida haya desaparecido, es solo que aún estoy tratando de volver armar las ruinas que quedaron de mi.

Se que mi primer libro en papel fue un rotundo éxito, y que de hecho mi antiguo jefe quería una segunda parte, cosa que ni siquiera considere una opción. Así que este nuevo libro será el primero bajo el sello de nuestra editorial y eso me tiene sonriendo como idiota a cada nada.

Hace un mes que nuestra editorial está en marcha y mi vida ha sido una completa locura, entre contratos, buscar personal, nuevos escritores apenas he tenido tiempo de dormir. De comer. De pensar. Pero no podría estar más feliz.

Justo ahora me encuentro en la oficina de la sede revisando unos contratos para posibles escritores cuando los golpes en la puerta me hacen levantar la cabeza viendo la cabellera castaña de mi amiga asomarse.

—¿Estas muy ocupada? —pregunta, adentrándose a oficina.

—Mas o menos ¿ocupas algo?.

—En realidad te tengo una noticia. Una muy buena noticia —dice, sonriendo alzando un documento.

Me quedó en silencio viéndola para que continúe pero lo único que hace es mover el documento de un lado a otro.

—¿De que se trata? —pregunto, ahora con genuina curiosidad.

—Es un contrato muy bueno, una famosa empresa en Suiza quiere que escribas la biografía de su hija—dice, por fin lo que me hace fruncir el ceño.

—Yo no escribo biografías —informo, lo obvio y ella lo sabe.

—Lo se, y se los dije pero ella insistió en que la tu escritura le resulta fresca, fácil de leer y que es justo lo que busca — me extiende la carpeta con el documento sentándose en una de las sillas blancas frente a mi escritorio —. Es una gran oportunidad para nuestra editorial y para tu carrera Annie, se que no es tu campo pero no pierdes nada echándole una ojeada.

Tomo la carpeta y veo un contrato que enviaron de la compañía Zcheider, frunzo aun más el ceño se que es una empresa mundialmente reconocida pero fuera de eso no entiendo el porqué están interesados en mi.

—No lo sé, Eyra nunca me he plateado la idea de una biografía —digo, aún leyendo la propuesta enviada.

—Ella solicitaron una reunión dentro de dos días para hablar varios puntos —me informa —. Creo que sería bueno que le dieras una oportunidad, si al final decides no aceptar no pasa nada.

Justo en cuatro días tengo una firma de libros, ya que por insistencia de mi antiguo jefe y por lo bien que se vendió el libro accedí a realizar solo un par de firmas en diferentes lugares.

La verdad es que me siento en deuda con el, independientemente de mis problemas personales y todo lo que significa para mí ese libro él fue el primero me que dio una oportunidad y que hice yo: desaparecí porque fui tan idiota que deje que me rompieran el corazón.

No puedo dejar de sentirme en deuda con él por eso por lo que accedí.

Suspiro.

No pasa nada sólo es una propuesta de trabajo si no acepto no pasará nada, tal vez incluso pueda recomendarle algunos escritores especializados en esa rama.

—Esta bien—digo, por fin luego de una eternidad—. Me reuniré con ellos.

Eyra da un gritito emocionada.

—Bien haré todos los arreglos —dice, saliendo de la oficina.

Yo por otro lado no puedo evitar sentir una presión extraña en el pecho, como un presentimiento que hace que duela de una manera incomoda.

♧♧

Desde que me traslade de Oslo a Suiza la noche anterior no he dejado de estar inquieta, incluso ahora que detengo el auto para que el guardia verifique que tengo una reunión en la que por cierto llevo diez minutos de retraso.

En mi defensa debo decir que el tráfico fue un poco caótico y que de hecho no conozco demasiado bien a ciudad como para trasladarme con libertad.

—Adelante —indica, el guardia de seguridad una vez que verifica que estoy en la lista de visitantes.

Cuando apago el auto en el estacionamiento tomo profundas respiraciones sintiendo que el aire empieza a faltarme pero ¿por qué? porque me siento de esta manera.

Recargo mi cabeza contra el volante tomando repetidas respiraciones tratando de alejar estas sensaciones abrumadoras y apabullantes que me invaden. Mi teléfono suena lo que me hace levantar la cabeza para tomar mi bolso y empezar a rebuscar dentro, una vez que lo encuentro me doy cuenta que es un mensaje de Shin-yu deseándome suerte en mi reunión terminando con un te quiero que me calienta el pecho.

Le escribo una respuesta rápida donde le doy las gracias y le digo que lo quiero de vuelta —porque así es: lo quiero—, antes de salir del auto y activar la alarma.

Me acomodo el bolso en el hombro antes de empezar a caminar hacia la entra, una vez dentro me anuncio en recepción.

—Por aquí señorita Schwarzman la están esperando —me indica la recepcionista antes de guiarme.

Las instalaciones son enormes y costosas no cabe duda que podrían haber contactado a cualquier persona para este trabajo por lo que mis inquietudes se vuelven más apabullantes.

Repaso una vez más mi atuendo unos Stilettos  degradados gris y negros que hacen juego con mi traje de vestir formal color negro, mi cabello liso lo llevo suelto y un maquillaje no tan cargado pero que me permite ocultar mis horribles pecas.

La mujer se detiene frente a una gran puerta y juro que siento que todo pasa en cámara lenta sin saber muy bien el motivo acto seguido la mujer abre la puerta.

—La esperan dentro —informa, haciéndose a un lado para que pase.

Tomo una profunda respiración antes de avanzar y cruzar el umbral, todo el aire se escapa de mis pulmones cuando una mujer de pelo rosa con un piercing en la nariz se levanta y me da un amplia sonrisa, pero eso no es lo que hace que mi corazón de un vuelco ni mucho menos que un nudo de pura ansiedad se instale en mi estómago.

Esto debe ser una maldita broma.

Aun así levanto ligeramente el mentón antes de seguir caminando hacia dentro de la sala de reuniones. La verdad es que es bastante espaciosa con una gran mesa en el centro con varias sillas y la realidad es que no puedo seguir viendo lo elegante y sofisticada que es ya que estoy demasiado ocupada arreglándomelas para mantener mi rostro inexpresivo.

—Annie Schwarzma —me presento extendiendo la mano en dirección a la mujer de pelo rosa —. Lamento la demora, el tráfico es un poco caótico —informo, y me sorprendo de lo calmada que suena mi voz.

—Olivie Miller, un placer y el es él señor Dain Campbell —informa, la mujer que estrecha mi mano.

Reprimo el impulso de maldecir, salir corriendo o simplemente cerrar los ojos con fuerza.

Escuchar su nombre es como un puñetazo en el estómago pero aun así me las arreglo para voltear a verlo, sus ojos ambarinos brillan cuando lo veo directo a los ojos. Mi corazón da un vuelco cuando por puro instinto lo repaso y maldigo a todo lo sagrado porque ahora luce como un príncipe del infierno —esos que son pura tentación pero que sabes que al final te van a destruir y aún así te sumergen en sus llamas —  lleva el cabello sin peinar dándole un aspecto rebelde y no puedo evitar recordar la manera en que mis dedos se perdían en sus hebras negras, se ve mas grande y corpulento bajo esa camisa azul que apenas hace nada por abrazarte sus músculos brazos.

Ya no lleva lentes y ahora se ve como la fantasía de cualquier mujer y mi pesadilla, un nudo se forma en mi garganta al mismo tiempo que un siento como si mariposas volarán en mi estómago, parece el mismo chico que conocí pero más misterioso, más atractivo y peligroso que antes.

—Un gusto conocerlo señor Campbell —extiendo, mi mano por educación y agradezco a mi voz por no fallarme.

Su ceño se frunce en respuesta cuando toma mi mano y busca en mi rostro sabrá dios qué. Cuando el toma mi mano un escalofrío mezclado con una corriente eléctrica me recorre el cuerpo haciendo que sienta como mis piernas languidecen.

—Un placer Annie —dice, con la voz enronquecida.

Alejo mi mano rápidamente como si su tacto me quemara—creo que en realidad lo hace—, entonces tomo asiento a su izquierda justo para quedar frente a Olivie.

Quiero irme, quiero llorar y huir de todos esos sentimientos que enterré junto con él pero, ¿por que ahora vuelve aparecer? ¿quiere seguir burlándose de mi?. No le voy a dar el gusto de verme mal por él, no otra vez.

—Me alegro de que hayas podido asistir a nuestra reunión—empieza la mujer del cabello teñido de rosa —. Como informamos en nuestra propuesta estamos interesados en que realices la biografía de la señora Zia Campbell.

Un golpe hubiera dolido menos que esto, siento como si de pronto me estuviera hundiendo en un hoyo oscuro y cada vez fuera más difícil salir, respirar, existir. Las lágrimas pican detrás de mi garganta pero aún así mantengo mi gesto inexpresivo evitando a toda costa el contacto visual con él.

—Me encantaría poder ayudarlos, pero en realidad yo no realizo biografía —explico, con calma como si no estuviera frente al hombre que me rompió el corazón —. Si les parece bien les puedo recomendar varios expertos en el tema…

—Pero te quiero a ti —interrumpen, Dain haciendo que me calle abruptamente y enrosque lo dedos de los pies.

Su declaración es como si no estuviéramos hablando del mismo tema y eso hace que mi corazón se estruje con violencia ante lo que puede —o no —implicar su declaración.

Toma todo de mi no cerrar los ojos con fuerza y es que si lo hago temo que un par de lágrimas se derramen, mi pecho se estruja con tanta violencia que duele.

—Lo que el señor Campbell quiere decir —interviene, Olivie —. Es que hemos quedado maravillados con su manera de escribir y sería un honor que usted estuviera a cargo de este proyecto tan importante.

Esto cada vez es mas insoportable para mi, ni siquiera soporto respirar el mismo aire que él, no soporto compartir mi espacio con él.

—Entiendo, pero no creo que yo sea la persona correcta —insisto —. Lo mío es la escritura creativa no las biografía.

—Y aun así, tu manera de escribir es extraordinaria —me halaga la chica del cabello teñido —. Tu libro Casi Algo es tan bueno que incluso me hizo derramar un par de lágrimas por la manera tan intensa en lo que todo sucede.

Estoy por abrir la boca cuando su voz ronca y familiar me interrumpe.

—Es cierto —gruñe, y volteo a verlo confundida por la manera en la que lo dice —. Te vas a casar.

Parpadeo varias veces ya que no es una pregunta es una afirmación y no tiene nada que ver con el tema que estamos tratando. Mi vista instintivamente va a mi mano donde inconsciente estoy girando mi anillo en el dedo anular de mi mano izquierda.

No contesto por el contrario permanecemos viéndonos a los ojos durante lo que parece una pequeña eternidad.

—Lo vimos en las redes sociales —dice, la mujer después de que un golpe se escuchara bajo la mesa —. Felicidades.

—Gracias —le regalo una sonrisa —. Volviendo a lo de la biografía, tengo contactos bastante confiables para realizar el trabajo.

—Me temo que Zia no quiere que nadie más realice este trabajo.

—Me lo puedo imaginar —digo, con ironía y la mujer que habla conmigo hace una mueca de disgusto.

De pronto la hostilidad puede respirarse en el aire, como si de pronto Olivie se hubiera puesto a la defensiva.

—Nos puedes dar un momento a solas, Liv por favor —pide, Dain y todo mi cuerpo entra en pánico que no dejo que se refleje.

—En realidad ya debería irme, tengo otros compromisos —miento —. Lamento haberles hecho perder el tiempo —me pongo de pie.

—Sólo serán cinco minutos —insiste, poniéndose de pie también.

Me muerdo el interior de la mejilla, si no quiero que vea cuanto me afecta su presencia no me queda más que aceptar su solicitud y, es por eso que me vuelvo a sentar en la mudilla silla.

—Los dejo —anuncia, Olivie antes de salir de la sala de juntas.

El silencio se extiende entre nosotros largo y tirante, denso y asfixiante. Trato a toda costas de no dejar relucir mis emociones pero me esta costando muchísimo mantener mis emociones a raya y más cuando los recuerdos de nosotros se repiten una y otra vez en mi cabeza de forma abrumadora.

—Annie, se que estas enfada, que fui un completo gilipollas y no soy digno de pedirte nada después de todo lo que paso.

—No se de que habla en realidad señor Campbell, esta es la primera vez que lo veo y enserió lamento no poder ayudarlo con la biografía de su esposa —empiezo, lo más calmada y glacial que puedo —. Ahora si me disculpa necesito atender otro asunto importante. Mucha suerte.

Sin dejarlo decir nada mas salgo de la sala de juntas lo más rápido que mis piernas me lo permiten sin que parezca que estoy huyendo, pero no creo que lo esté logrando por completo por la mira curiosa que me da Olivie, a quien por cierto no me tomo la delicadeza de dirigirle una despedida.

El corazón me late de manera errática dentro de mi pecho y temo que en cualquier momento pueda tener un maldito ataque de ansiedad.

Necesito salir de aquí. Ya.

Feliz viernes!! aquí otro capítulo de esta historia que me tiene con un momento de ideas, con forme vaya actualizando los capítulos serán más largos.
Espero que los disfruten un montón. Y antes de que se me olvide ¡Feliz día de la mujer!.

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