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Parientes


Meliodas viajaba con sus alas negras mientras sostenía a Elizabeth en sus brazos y a Tristan en sus hombros. El pequeño niño llevaba una bolsa de tela en su espalda. Meliodas estaba tan feliz que no dejaba de sonreír.

Mientras Tristan miraba con emoción el suelo, Elizabeth yacía dormida en los brazos del demonio. Aún no entendía por qué ella dormía tanto, según Tristan era por haber sido atacados. Pero ni siquiera ella podía moverse cuando la encontró y, no sólo eso, sus poderes de Diosa no funcionaban.

- Hey, Tristan. - Meliodas lo llamó con curiosidad. - ¿Elizabeth siempre duerme mucho?

- No, solo pasa después de... - Tristan se queda callado, dudando en decirle la verdad a su padre.

El demonio nota la preocupación y duda de su hijo, provocando más curiosidad por saber sobre su amada. - Antes ella no dormía tanto o caía en ese estado. Dime, por favor.

Tristan respiró profundo, antes de continuar hablando. - Mamá duerme mucho y se cansa así solo después de revivir...

Meliodas deja de volar para comprender lo que le acaba de decir el pequeño híbrido, algo no andaba bien. - ¿A qué te refieres? ¡¿Elizabeth ha muerto?!

Mamá siempre me ha protegido desde que era un bebé... Desde que tengo uso de razón, ella ha hecho lo imposible por evitar que me lleven o ataquen, incluso si eso significa dar su vida por mí. - Tristan tembló al intentar reprimir que sus lágrimas salieran de sus ojos. - Solo recuerdo que cada vez que ella muere, tres días después revive solo para sentir dolor y sufrimiento por otros tres días más.

Meliodas pone un rostro sin emociones al escuchar la declaración de Trista. Pensó en que había una posibilidad de que tenga que ver con la maldición.

- Es mi culpa que ella sufra... - Se lamentó el pequeño niño, ver a su madre morir múltiples veces lo había hecho sentir tan culpable. - Ella...

Meliodas le sonrió con tristeza, entendía ese sentimiento. Su propio hijo sufriendo por algo similar a él, que curioso... que cruel...

- Verla morir sin poder evitarlo... - Dijo Meliodas con melancolía, captando la atención de Tristan. - Ser incapaz de hacer algo por ella... Y aceptar el hecho que ella tiene que morir, sabiendo que ella regresará...

- ¿Cómo sabes cómo me siento, papá? - Preguntó Tristan con curiosidad.

- Porque yo así me sentía... Es una larga historia... - Dijo Meliodas, evitando hablar sobre sus maldiciones. Aun no era el momento.

Al ver que el tema de Elizabeth había terminado, continuó con el vuelo. Tristan miraba con alegría el ahogue de Meliodas e intentó peinarlo sin éxito alguno.

- ¿Qué haces? - Le preguntó Meliodas con curiosidad.

- Tenemos el mismo ahogue (mechón que sobre sale del cabello), solo que el mío si se puede peinar. Mamá siempre me lo aplasta. - Dijo Tristan divertido. - Sabes... Siempre me imaginé a un papá muy alto. Y en cambio, pareces un niño.

Meliodas se rió por las palabras de su hijo, quien le revolvía los cabellos con molestia por su risa.

- Sí, todos me suelen decir eso. Pero soy más viejo de lo que creen. - Dijo Meliodas con burla, mientras descendía al suelo con cuidado. - ¿Cuántos años me calculas?

El pequeño niño se quedó pensativo, bajando de sus hombros. - Tienes... ¿unos 100 años?

Meliodas respiró hondo para ocultar sus marcas demoníacas. Después empezó a reír. - Ni de cerca.

- ¿Eres de los que comen años? - Preguntó Tristan con curiosidad, avanzando hacia la taberna que estaba en frente de ellos.

- Algo así... Tengo más de 3000 años. - Dijo Meliodas con simpleza.

Tristan se detuvo y lo miró confundido, regresó hacia el demonio. - ¡Eres un viejo! ¡¿Mi mamá y tú son viejos?!

- Ja... Claro que no, Elizabeth ha de tener como unos 36 años. - Dijo Meliodas mientras esperaba a que le abriera la puerta. - Te contaré todo cuando seas un poco más grande, no es nada grave.

- Está bien, pero me cuentas. - Tristan corrió para abrir la puerta, dejando ver a Diane y Drake sentados mientras Gelda los curaba con la ayuda de Hawk. - ¡Drake!

- ¡Tristan! - Gritó el pequeño demonio, se levantó de su asiento para correr hacia su amigo y golpearlo en el estómago. - ¡No vuelvas a ser eso!

- ¡Drake! - Le regañó Gelda por su acción.

- No, está bien. Me lo merezco por imprudente. - Dijo Tristan con dolor. Una pequeña luz iluminó sus manos. - Déjeme curarte

El pequeño híbrido curó las heridas de Drake al tacto. Él sonrió al ver que sus heridas desaparecieron. El sonido de una silla tirada llamó su atención, era Diane.

- Elizabeth... - Murmuró Diane con emoción mientras sus lágrimas empapaban sus mejillas. - ¡Elizabeth!

Diane corrió con cierta molestia por el dolor hacia Meliodas quien cargaba a una Elizabeth dormida. - Ella está bien, solo necesita descansar.

- ¿Ella me recuerda? - Preguntó Diane con esperanza.

- ¡Claro! Si me recuerda a mí, ¿por qué no a su mejor amiga?. - Le comentó Meliodas, dándole una gran alegría a Diane.

- ¡Elizabeth! - Chilló Hawk con alegría. Se acercó a Meliodas. - Deberías ponerla arriba a descansar. Iré contigo para que no te aproveches de ella.

- ¿Aprovecharse de ella? - Preguntó Tristan confundido.

- Nada importante, ignora al bastardo cerdo. - Dijo Meliodas. - Iremos arriba a dejar a Elizabeth para que descanse.

- ¡No me ignores! - Gritó Hawk, mientras seguía a Meliodas hacia las escaleras.

- Señorita Diane, déjeme curar sus heridas. - La gigante sonrió con dulzura.

- Claro, sería un placer. - Diane se sentó en una de las sillas para estar a su altura. - No hay necesidad de llamarme "señorita".

- Está bien, señorita Diane... Quiero decir, Diane. - Dijo Tristan avergonzado, sus manos empezaron a brillar mientras tocaba la espalda de la gigante. - ¡Listo!

- Gracias... ¡Así que eres hijo de Elizabeth y el capitán! -Ya recuperada, Diane tomó a Tristan entre sus brazos para abrazarlo. - ¡Eres tan lindo!

- Me está aplastando... No puedo respirar... - Dijo como podía el pequeño rubio.

- Eso quiere decir que eres mi primo. - Exclamó Drake con emoción. - ¡Es genial!

Diane dejó de abrazar a Tristan y éste corrió hacia Drake con alegría. - ¡Sí, es genial!

- ¿Qué les parece si toman un baño para que estén más a gusto? - Comentó Gelda mientras les acariciaba la cabeza. - Pueden usar el baño que está en nuestra habitación.

- ¡Sí, mamá! / ¡Sí, muchas gracias! - Exclamaron con obediencia.

- Entonces, ¿es usted mi tía? - Preguntó Tristan con emoción, a lo que Gelda le sonrió. - Oh, esto es genial. Eso quiere decir que tengo más parientes.

- ¡Sígueme, vamos arriba! - Drake caminó hacia las escaleras, seguido por Tristan. - Ahorita volvemos.

Ambos niños subieron corriendo y jugando. Dejando tranquila la taberna, con una sonrisa Gelda tomó asiento junto a Diane. - Vaya día...

- Sí... Es un gran día... - Sonrió Diane con tranquilidad. - Estoy tan feliz...

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Elizabeth yacía dormida en la cama de Meliodas. Éste la miraba con cariño mientras acariciaba su estómago suavemente.

- Aun dormida, te aprovechas para tocarla. - Dijo Hawk con molestia.

- No puedo creer que ella esté aquí... - Dijo Meliodas con melancolía. - Estoy tan cansado, creo que yo también dormiré un poco.

A pesar de los chillidos de molestia de Hawk, él se acostó a un lado de Elizabeth y la rodeó con sus brazos. En tan solo unos segundos, cayó rendido del sueño.

- Aprovechado... Te dejaré por esta ocasión. - Dijo Hawk mientras se retiraba de la habitación.

Meliodas dormido no se dio cuenta de que Elizabeth le correspondió el abrazo con una sonrisa. - Yo también te extrañe, Meliodas...

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Zeldris viajaba con gran velocidad por los cielos, seguido de Estarossa. Habían completado su misión y no estaban muy contentos que digamos.

- ¿Crees qué Meliodas se enoje cuando se entere de que su maestro fue el que está causando alboroto? - Dijo Estarossa algo inquieto.

- Posiblemente. Me da igual que le haga, solo quiero que esto acabe lo más pronto posible. - Dijo Zeldris serio, pero por dentro estaba preocupado por su familia. Su instinto le había advertido que algo malo había pasado con su familia. - Quiero llegar pronto con Gelda y Drake.

- Lo sé, estamos volando tan rápido que contrabajo te escucho. - Se burló Estarossa, pero al sentir una rara presencia en la taberna cambio a una cara seria. -¿Puedes sentirlo?

Estaban a un par de metros de la taberna, por lo que descendieron al suelo con rapidez. Zeldris junto a Estarossa avanzaron hacia a la taberna.

- Sí... Es parecido a Meliodas. Puedo sentir la presencia de la gigante, de Gelda, Drake, Meliodas... ¿una Diosa? - Murmuró confundido el demonio de baja estatura.

Estarossa consumido por la curiosidad, abrió la puerta para dejar ver a un grupo de pequeños individuos. Era Drake junto a Tristan y Hawk.

- ¡Papá! ¡Tío! - Gritó Drake corriendo a abrazar a su padre. - Que bueno que llegaron.

- ¿Qué está pasando aquí? - Preguntó Estarossa. Su mirada cambió a una preocupada al ver con detalle al pequeño rubio. - ¡Meliodas te encogiste!

- Claro que no es Meliodas. - Exclamó Zeldris con desconfianza, mientras levantaba a Drake entre sus brazos.

- No tío Estarossa, él es Tristan, hijo del tío Meliodas. - Exclamó Drake con alegría.

- Nomás nos vamos por unas horas y Meliodas ya tiene un hijo. - Dijo Estarossa con burla. - Hola, pequeño. Al parecer soy tú tío. Estarossa, mucho gusto.

- Mucho gusto. Eso quiere decir qué usted es mi tío Zeldris. - Dijo Tristan respetuosamente al tercer hijo del rey Demonio.

- Así es. Espero que tú y Drake se lleven bien. - Dijo en tono serio.

- Sí, nos llevamos bien. Incluso me curó después de que recibimos una paliza de una figura oscura. Era enorme y con gran poder mágico, al principio no tenía forma, luego cambio a la forma de un ave y voló llevándose a Tristan. - Mencionó Drake con alegría, para cambiar a un tono orgulloso. - Así que con todas mis fuerzas, me levanté y use la técnica que me enseñaste para derribar a la cosa negra y salvar a Tristan, aunque perdí la espada que me regalaste.

Estarossa se vio sorprendido por la historia de su sobrino. Eran las mismas características que un ser del purgatorio. Esperando lo obvio, se giró hacia Zeldris. Éste no estaba muy feliz que digamos.

- Es genial, estoy orgulloso de ti. Te regalaré otra espada. - Le dijo Zeldris a Drake con una sonrisa. Bajó a su hijo de sus brazos y su rostro cambió a uno serio. - ¡Meliodas! ¡Baja en este mismo instante! - Zeldris gritó fuerte con furia.

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N/A: Hola a todos. Muchas gracias por leer y ame sus comentarios me hicieron reír y me llegaron al corazón <3. Aquí les traigo un nuevo capítulo, espero que sea de su agrado.

He pensado en aumentar la extensión de cada capítulo, ¿o debería dejarlo así como usualmente los hago? ¿Qué piensan? Lamento los errores ortográficos y gramáticos.

¡Muchas gracias por leer y que tengan un hermoso día :D!

PD: Les invito a que pasen a leer mi Fic sobre Zeldris y Gelda, son tres one-Shots que publicaré de ellos. Se los agradecería :)

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