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Prueba 1 - Microrrelato libre - Las señoritas de Avignon

Las señoritas de avignon

─PAPAAAA!! –la voz de las muchachas resonó en la gran mansión.

El hombre, sentado tras su escritorio, miró con desgano la puerta de su despacho, que estaba cerrada y de todas formas era traspasada por los gritos y pasos de sus hijas. Suspiró y en ese momento la puerta se abrió, mostrando a cinco jovencitas que se tironeaban y empujaban entre ellas para entrar en la habitación.

Después de un momento entraron apretujándose y haciendo temblar la puerta con sus forcejeos.

─¡Por favor! ¿Podrían comportarse como las señoritas que son? ─las miró y suspiró resignado, mientras sus hijas trataban de ponerse derechas y arreglarse los vestidos. La mayor de ellas dio un paso adelante.

─Disculpa padre… no volverá a pasar ─todas sonríen dulcemente mientras asentían.

─¡Si tan solo fuera verdad! –suspiró─, ¿Qué desean? Estoy ocupado.

─Fuimos a visitar a los Trenton, su hija Emily  es nuestra amiga.

─Eso ya lo sé… pero no me dice que desean ─su paciencia se acababa. Arthur quiere mucho a sus cinco hijas, y desde la muerte de su esposa, trataba de hacer todo lo posible para hacerlas felices, y aunque se quejara, siempre termina dándole todos los gustos.

─Bueno, su padre hizo hacer un retrato de Emily por uno de estos artistas tan nombrados últimamente…

─¿Sí? Que bien, ¿Quién lo hizo? –preguntó Arthur.

─Ahh, no lo sé ya no recuerdo quien era –dijo la mayor de sus hijas mientras la más pequeña se acercaba a ella.

─Padre eso no importa, lo importante es que nosotras queremos que nos hagan un retrato –agregó la más joven de sus hijas, antes de girarse a mirar a sus otras hermanas quienes asentían desesperadamente con la cabeza.

─Saben que ya hable con Alfred por eso, y en este momento está muy ocupado.

─Pues busca otro ─dijo su hija mayor con una mirada desafiante.

─Creo que ya les dije barias veces que él es el mejor haciendo retratos… solo tengan paciencia, ya les hará su retrato –respondió Arthur, rogando para que ya lo dejaran en paz con ese tema.

─Padre –dijo su segunda hija acercándose lentamente─… ¿Sabes que Picasso esta en Avignon? Es un artista que está siendo muy renombrado últimamente…

─Puedes pedirle a él que nos haga un retrato… si le pagas bien podrás convencerlo.

─No creo que –Alfred detuvo su réplica, las miradas de sus hijas le decían que no era buena idea, no conocía a personas más molestas que sus hijas y una cosa era segura si les decía que no, ya no lo dejarían vivir en paz─… bien hablare con ese… Picasso.

Arthur sabía que no sería fácil, pero después de insistir un poco y hacer una oferta difícil de rechazar, el artista acepto.

Cuando Picasso llego a la mansión se encontró con un lugar mucho más grande y elegante de lo que esperaba. Un sirviente lo guio hasta una sala y le pidió que esperara un momento, luego se retiró, dejándolo solo en la enorme estancia. Vio que Arthur le había preparado todo lo que le pidió, en un sector de la sala había algunos lienzos; un caballete con un tablero; papeles varios; y unas cuantas cosas más, reviso las cosas y todo parecía estar bien, ya solo le faltaban las modelos para poder comenzar. Escuchó pasos que se acercaban y se giró volviendo a mirar hacia la puerta… Había visto muchas cosas y personas en su vida, pero jamás algo así…

Las cinco muchachas entraron una detrás de otra por la puerta, todas lucían vestidos blancos con detalles en rosa o azul, que cubrían unos evidentemente NO muy bien formados cuerpos… pero eso era lo de menos, lo que más llamo la atención de Pablo fueron sus rostros, en su vida había visto tantas mujeres feas juntas… narices ganchudas, algunas con la mandíbula bastante cuadrada, otra con dientes horribles, ojos enormes y saltones, algunas tenían el cabello algo esponjado, uniceja, lunar velludo… definitivamente las mujeres más feas que sus ojos hayan visto.

Las muchachas hicieron una leve reverencia y lo saludaron,  él hombre estaba atónito, las palabras no le salían “¿Que debía decirle a esas… esos seres? ¿En verdad Arthur esperaba que él retratara eso? ” Estaba perdido en su mente cuando alguien se acercó a él y le hablo.

 ─Picasso, un placer volver a verlo –dijo Arthur tomándolo de la mano y saludándolo con mucho entusiasmo─… Espero que todo sea de su agrado –él solo lo miró sin responder mientras pensaba “Todo menos las modelos”─,  sé qué hará todo lo posible para que este retrato sea lindo –la súplica desbordaba los ojos de aquel hombre.

─Lindo… seguro será más que lindo padre –dijo una de las muchachas.

─Claro hare todo lo posible –respondió Pablo, mientras maldecía por dentro su mala suerte─… Bien señoritas, será un retrato donde estén las cinco así que podrían juntarse un poco más y posar, traten de que no sea algo muy cansado,  así puedo comenzar con un dibujo y luego pasarlo al lienzo.

Las muchachas asintieron y se amontonaron un poco, allí fue cuando comenzaron a empujarse y pelear, pues una tapaba a otra, el brazo de esta molestaba a aquella y así siguieron… Estar en ese lugar era una tortura, no se podía concentrar sus dibujos se aproximaban demasiado a la realidad, y aunque trataba de modificarlos para que sus modelos lucieran mejor, le era imposible hacer algo que fuera ligeramente lindo.

Ese día fue el más largo de su vida, esas mujeres eran absoluta y completamente insoportables no podían estar calladas y mucho menos quietas por cinco minutos. Finalmente Picasso se rindió, no daba más le dolía la cabeza y si seguía en ese lugar terminaría matando a alguna de sus “modelos”, por lo que decidió que lo mejor sería tomar los dibujos que había hecho y en base a ellos hacer el cuatro en su estudio, sí, definitivamente eso era lo mejor que podía hacer.

Ya llevaba más de una semana intentando hacer aquel cuadro y lo único que conseguía era frustrarse con cada intento, esas cinco mujeres juntas eran una combinación casi repulsiva… bueno, sí... puede que estuviera exagerando, pero verdaderamente estaba cansado y asqueado de esos cinco rostros, finalmente decidió descansar un poco de ese cuadro y hacer cualquier otra cosa. Estaba haciendo unos simples garabatos cruzando y mezclando líneas e imágenes… y de repente al ver bien lo que acababa de hacer una idea comenzó a formarse en su cabeza, rápidamente volvió a su estudio y comenzó a trabajar.

Dos semanas después Picasso se presentó nuevamente en la mansión de Avignon, la familia lo recibió en la sala, se notaba la emoción y ansiedad en Arthur y sus hijas. Pablo descubrió el cuadro, estaba realmente orgulloso de lo que había logrado, era algo totalmente nuevo e innovador, y estaba segura de que cambiaría lo que se conocía como arte hasta ese momento… pero al mirar a los presentes notó en sus expresiones sorpresa y algo de horror.

─¿Qué es esa porquería?

─Se suponía que sería un retrato nuestro ¿Qué rayos es eso?

─Es horrible

Las muchachas hablaban todas juntas mirando con total desprecio la obra y al artista, de repente algunas comenzaron a llorar y finalmente todas se retiraron muy ofendidas.

─Realmente es extraño… pero sorprendente –exclamó Arthur.

─Debo decirle la verdad… no había forma de que sus hijas lucieran bien en un retrato ¿lo sabe?

─Si lo sé, pero ellas insistían tanto… lamento las molestias… su pago será el doble porque consiguió que mis hijas se vean realmente bien.

─Gracias Arthur, pero no es necesario.

─Claro que sí, se lo merece… eso sí tendrá que llevarse el cuadro sino no podré vivir –dijo Arthur con una enorme sonrisa en su rostro abrazando a aquel artista que había logrado lo imposible, que sus hijas lucieran ligeramente bien, era feliz solo con eso, nunca pensó en el impacto y los cambios que podía provocar aquella obra en aquel momento.

Picasso se retiró de aquella mansión, feliz con su obra y el dinero que Arthur le dio, pero en el fondo no podia dejar de sentir lastima por aquel hombre.

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Bien este es un pequeño relato que mezcla la realidad con la ficcion, es una idea de como pudo haber surgido esa reconocida obr de arte que dio inicio a un movimiento artistico.

Espero les guste.

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