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30-Punto sobre las "I"

April llegó a casa de Alexia, no era la hora que planeaba y de eso maldecía, pero dejó de hacer rabietas y cortó lo que le faltaba para la entrada y ahí con un cubrebocas puesto la esperaba ella.

«Y creí que yo era dramática. Pero la hermosura no la abandona.» Analizó sonriendo.

—Recuerdo haberte dicho que no vinieras, no quiero que te enfermes.

La morena mostró sus dientes irradiando inocencia y extendió sus brazos y la envolvió con ellos tratando de desviar la atención del tema. Al tenerla de frente se puso nerviosa, tal vez era su imaginación, pero notaba que estaba más alta de lo normal.

«¿Por qué parece un puto edificio?» Pensó April mientras la miraba con asombro.

—Por si te preguntas por qué me llegas tan abajo, son los zapatos. Son de plataforma alta los primeros que encontré —susurró en su oído.

Su pulso se incrementó de forma notoria y la piel de su nuca sin previo aviso se puso como la de una gallina.

—Como sé que no te vas a ir, mejor pasa por qué parece que quiere caer otro aguacero.

April apenas entró preguntó dónde estaba la cocina y con curiosidad Alexia le indicó cómo llegar, pero quería ver que planeaba así que la siguió con el paso largo.

—¿Qué haces? Es raro… vienes aquí y me pides entrar a mi cocina y me preparas algo. No me malentiendas eso que calientas huele sabroso, pero yo soy la que debería ofrecerte comida.

La morena se posicionó al lado de Alexia y la tomó de las mejillas, la pelinegra por inercia sujetó su mascarilla. Su cuerpo poseía cierta flacidez al tener a April a escasos centímetros de su rostro. Pero terminó recibiendo un tierno beso en la frente quedó sorprendida no esperaba esa acción y sus iris grises no se despegaron de ella.

—¿Me seguirás viendo así o te sentarás a comer? —espetó con un tono intentando sonar como madre regañando a su hijo.
Las miradas furtivas, el juego de sus manos jugando a las atrapadas y el amor que danzaba en el aire las reconfortaba de una forma maravillosa, la combinación que definía la frase: como nido de pájaros. Mentirían si dijeran a sus corazones no amaban a la persona enfrente.

La sopa tenía una gran variedad de verduras, la cantidad perfecta de sal, pero en su preparación había algo que la distinguía de cualquiera que hubiera probado, las manos de April eran una maravilla. Sin tantos rodeos la comió con rapidez fue una de sus únicas comidas en todo el día. El malestar no la dejaba cocinar.

—Te robaré esta receta y todos los aperitivos que me hagas, ¿dónde aprendiste a cocinar?

¿Cómo reaccionaría ella a esa parte de su vida? ¿Le dejaría de hablar solo por salir de un orfanatorio?

—Me enseñaron en el último orfelinato en qué estuve —murmuró con la cabeza agachada.

La expresión que en ese momento adornaba el rostro de la pelinegra demostraba total confusión. ¿Cómo que un orfanato? ¿Acaso era adoptada? Aunque las palabras intentaron salir solo se logró apreciar el suspiro de una de ellas.

—Cuando dijiste en la biblioteca ese día que ellos te controlaban. ¿Te referías a los padres de Juan Carlos? —susurró intentando unir su mirada con la avellana de April.

—Si. Cuando me sacaron de ese lugar, tenía 8 o 9 años… quizá 12 ya no lo recuerdo.

El corazón de la morena latió más rápido de lo normal, aunque ya venía siendo costumbre de su cuerpo enloquecer con Alexia al frente.

—¿Y qué pasó con tus verdaderos padres?

—Mi madre vive en este pueblo. Aileen, seguro que la conoces.

La verdadera pregunta es: ¿Quién no? En Bluesnow los niños le decían “la bruja”. Pues siempre los trataba mal.

—Si… no tenemos la mejor historia, pero bueno no es que me importe y ahora menos que sé que estuviste en una casa hogar.

El ambiente por extraño que pareciese no resultaba incómodo, a pesar del silencio de una de las dos. Quizá se debía a que los corazones de ambas encontraron un confort danzando entre el amor y la alegría.

—Bueno desde que nací, ella no me quiso. Siempre trataba de buscar maneras para deshacerse de mí.

—¿Pero por qué no te quería? —preguntó
con un poco de pena.

Eso no tenía respuesta, desconocía el porqué de tanto odio, ¿Cómo podían repudiar a un bebé? Algo la verdad bastante absurdo porque ellos no tenían la culpa de venir al mundo.

—Ella me dijo que mi padre la embarazó sin su consentimiento.

—Eso no lo creo, es raro —mencionó Alexia con la mirada perdida.

—Sí, la verdad yo tampoco confío en eso. Pero es lo que siempre me dijo aparte de que él no quiso participar en la crianza.

Terminaron de comer y no importaba cuánto insistiera, pero April no se iría. Hasta que no la viera bien, pues en su presencia ya Alexia había vomitado y se hallaba con fiebre.

«Vamos a ver qué me puede servir de las cosas que traje.» Pensó hurgando su mochila.

Por el momento solo le podría dar un suero para que su estómago se repusiera y ayudarle a bajar la calentura con una ducha de agua fría.

—No entiendo cómo es que te enfermas con una lluvia en primavera y ni un estornudo te escuché en invierno.

Alexia tampoco lo comprendía siempre le ocurría que la lluvia la enfermase, pero no le pasaba nada con el clima helado.

Las miradas furtivas entre ambas parecían no acabar, hasta un ciego notaría el romance que estaba floreciendo. Quizá ellas lo sentían, pero ninguna tomaría el atrevimiento de expresarlo.

—Sabes qué debemos hablar, sobre nosotras —dijo alejando sus cuerpos.

Para eso ya una hora se había consumido, aun así a April la tomó por sorpresa, conocía bien el tema del que Alexia quería hablar, tenía claro lo que su corazón anhelaba. Este tiempo en el que obligó a su alma a alejarse 0 sirvió para que en verdad se diera cuenta de sus sentimientos.

—Claro. ¿Qué es lo que sucede?

—Todo lo que ha sucedido entre las dos —dijo rascando su nuca, lo que demostraba los nervios.

—Mira, sé que nuestro comienzo no fue para nada agradable y sé que antes te dije cosas hirientes y otras fuera de lugar —murmuró April con la mirada en el suelo.

Lo imposible había dado un vuelco y volvió a la mesa como parte de la cruda realidad. No quería, pero el tema si o si debía tocarse.

—Yo no tengo nada que hablar contigo —April no sabía que decir sus palabras no salían y eso la abrumó.

—Claro que sí, y comenzaré por aquella vez que discutimos cuando pasó la situación en tu casa, todo eso no lo sentiste ¿cierto?

—No lo fue… siento que esto es un déjà vu —mencionó riendo con ironía.

—Te disculpaste el día que salimos. Y cabe destacar que por eso enfermé, pero valió la pena solo quiero conversar más a fondo.

—Si te soy sincera, en ese momento si lo dije porque lo anhelaba sacar de mí, pero ahora me arrepiento. Hice la estupidez más grande.

Alexia soltó unas lágrimas, a pesar de que la chica se arrepintiera. Le dolía saber que en algún instante si hubo ese sentimiento de rechazo.

—No sé qué más quieres que te diga Alexia. Lo que ocurrió esa vez, ni tú ni yo lo queríamos.

—En parte es cierto, pero ¿Qué fue lo que hizo que te replantearas todo eso?

April sentía como se formaba el nudo en su garganta, al ver a Alexia llorar le partía el alma, pero ahora tenía un nuevo problema, ¿cómo respondería a esa pregunta?

—Toda mi vida, viví reprimida. Es la única forma que encontré para no soportar el maltrato de mis padres.

Escuchar el tono de voz lastimero salir de sus labios de April llenaba de ira a Alexia, pensar que pudo haber pasado por lo mismo si no hubiera sido precavida le frustraba. Las personas como madre y abuelos aún eran demasiadas eso parecía un mal de no acabar.

—¿Te gustan las mujeres? Me lo puedes decir con confianza. Que yo no te juzgaría, a mí sí me atraen lo sabes.

En ese instante la pelinegra no necesitó palabras, un simple movimiento afirmativo por parte de la morena le dio alegría. Sintió que aún tenía una oportunidad para que pudiera hacerse querer.

—Mis padres nunca lo sospecharon, pero igual siempre me quitaron cualquier contacto con la comunidad.

—¿Creían que haciendo eso te salvaran o algo así? —respondió Alexia con un toque de diversión en su voz.

Y el momento merecía seriedad, pero no quería tornar todo incómodo así que buscó hacer sonreír a April. Y como cosa rara lo logró.

La conversación se extendió un poco más de lo que hubieran querido. La lluvia, apenas una llovizna que Alexia aprovechó para manipular un poco a April y hacer que se quedara un poco más y eso se expandió a horas de risas y juegos. Aunque como toda buena doctora la morena siempre tomaba precauciones para no hacerle daño a la pelinegra y cuidando su malestar.

—Maldita sea, estúpida gripe —murmuró Alexia.

La sorpresa tuvo lugar no por los insultos sino porque al par que ella soltaba esas palabras acarició su mejilla como anhelando algo. April no supo cuánto tiempo llevaba haciendo eso, pero darse cuenta la puso nerviosa.

—¿Qué dijiste? ¿Lo podrías repetir? —preguntó con la voz temblorosa.
Y ante la voz de April y sus labios temblando con cada palabra Alexia se rindió no respondió, algo que hizo a la morena sentirse mal, pero ella respiró profundo y revisó que no tuviera fiebre de nuevo.

—En la tarde cuando llegué con suerte te encontré sin delirar estaba alta —confesó.

«Con razón no tenía ánimos de nada.» Analizó Alexia.

No lo buscaba, a pesar de eso April logró ganarse la atención de la chica presente. Si no fuera porque estuviera ahí el recuerdo del beso bajo la lluvia. Que dio como resultado la gripe, se daría el lujo de creer que la muchacha solo buscaba una excusa para verla.

La tensión en el ambiente a simple vista podía ser palpada, miradas, implorando un deseo. April y Alexia juntas y solas, ¿se daría un beso en los labios? La morena no lo sabía aunque de igual manera los puso como pececito, su decepción fue tan grande cuando vio que el privilegio de sentir el cálido contacto fue su mano derecha. Así que inflando las mejillas se cruzó de brazos.

—¿Qué ocurre? —dijo con media sonrisa.

—No, nada estoy bien —la indignación fue tanta que April detuvo su actividad.

—¿Te molestaste porque no te besé en los labios? —preguntó de forma coqueta tratando de que no se le escapara una carcajada.

—Ya te dije que no.

—Pigmeo, sabes que estoy enferma y no quiero contagiarte, ¿después quien te cuidaría?

Podía hacerlo sola para eso tenía sus estudios en medicina, pero sabía que eso no iba a ser recibido como una respuesta así que guardó silencio.

Las horas siguientes no fueron interesantes, al menos para April. Porque Alexia sentía que vivía una maravilla al poder entablar una conversación con ella.

—¿De dónde conoces a Mónica?

—Fuimos amigas en la adolescencia, nos volvimos inseparables hasta que mi padre la ahuyentó.

¿La ahuyentó? O más bien la amenazaría con algo. Con las palabras de hace rato que había soltado April la segunda opción era más viable. ¿En serio le podías guardar tanto odio a las personas de una pequeña comunidad?

—Comprendo, pero hay otra cosa que me da curiosidad, quizás no quieras responder porque estoy siendo entrometida.

Alexia tenía un tono de voz bastante más bajo, pues no quería que el eco del sitio asustara a la chica.

—¿Qué sucede? ¿Te sientes mal?

La cara que en ese momento había puesto April le dio ternura a Alexia quién negó casi de manera robótica.

—No, solo quería hacerte una pregunta —dijo Alexia sin poder evitar sonreír.

—Ah vale, ¿qué era lo que querías preguntar?

La pelinegra observó con cuidado cada facción de la morena. Esa mañana se veía bastante preciosa cualquier color le sentaba bien. Pensó bien lo que iba a decir. No quería ser brusca, pero tampoco sonar tan despreocupada.

—Cuando comenzaste a darte cuenta de tus gustos, ¿empezaste alguna relación?

Ante esa pregunta podría responder dos cosas, la verdad o la mentira. Claro que lo hizo, ¿O acaso no todos los de la comunidad pasaban por la etapa de salir con el género contrario a ti? Bueno eso para las personas que están “confundidas” con su orientación sexual.

—Sí estuve con un chico, a pesar de que mi madre. Federica me dijo que no podía. Ni siquiera podía tener amigos.

—No entiendo. Sí no te dejaban tener amistades. ¿Cómo es que tuviste un noviazgo en ese entonces?

—Ellos nunca fueron conscientes de que eso pasó.

—Ah, entonces nos salió rebelde April.
April miraba de forma inocente mientras sonreía. Y jugando con su cabello pareció pensar en algo.

—No lo soy… Solo quería vivir como alguien de mi edad.

Solo hubo movimientos afirmativos, ninguna habló a pesar de que así podían evitar el ambiente pesado que se estaba formando. Las preguntas hacían fila en la mente de Alexia, pero le daría su espacio a April y la dejaría hablar cuando quisiera.

—Ese día en el que todo comenzó, Ethan llegó a mi casa buscando cualquier trabajo, mis padres no necesitaban personal ya, no sé hallaran vacantes disponibles. Pero él se los suplicó. Y esa misma tarde todo dio su inicio.

Por un momento Alexia creyó que sería un cuento de un chico que se había vuelto su mejor amigo. Pero se equivocó.

—Ethan se quedaba a cuidar de mí hasta la noche y yo no tenía amigos así que ambos pasábamos mucho tiempo juntos, nos llevábamos bien, bastante. Y aunque no estaba en mis planes. Pasó, me había enamorado, pensé que se me pasaría, cómo una gripe, no comprendía. Pero por un momento me alegré creí que ya no decepcionaría a mis padres.

En parte entendía el sentimiento, ella jamás se llegó a enamorar de Justin cuando salieron, pero si llegó a quererlo pensó que tal vez su gusto por las mujeres sería una etapa.

—Pasó el tiempo y en una tarde de primavera cuando cumplí quince años ellos no pudieron pasarla conmigo.

—En su lugar estuvo Ethan, ¿fue bueno contigo?

—Si, más de lo que imaginé, me acompañó en todo momento, salimos y fuimos al cine, al parque.

Mientras April decía todo esto la pelinegra iba comiendo una barrita de cereal y ofreció un poco a la chica que la acompañaba. La felicidad tocó su rostro cuando no la rechazó.

—¿Cómo iniciaron la relación?

—A la mañana siguiente, cuando él se levantó a hacer los quehaceres domésticos yo solo le dije «me gustas» él me miró, solo me sonrió y esa mañana no volvimos a tocar el tema. Mis padres no llegaron esa noche así que me escabullí a su habitación él dormía mientras yo me acosté a su lado.

April había tomado un tono bastante serio, ¿fue grave lo sucedido? Quizá no debió haber preguntado, pero ya no tenía marcha atrás. Pero en el instante que la apreció jugando con sus dedos y soltando lágrimas. La agarró con delicadeza de sus palmas y acercó sus labios al rostro de April besando cada gota salada que salía de sus ojos.

—Él cuando me acosté a su lado. Me sintió, no me dijo nada y solo me ayudó a cobijarme. Yo me puse frente a él y le volví a decir que me gustaba, él no hizo nada no dijo algo del tema, solo me tomó las manos y me puso encima de él, yo hubiera sabido lo que iba a hacer y hubiera corrido. Pero.

April comenzó a llorar más fuerte al punto de empezar a temblar y Alexia la estrujó más fuerte. Como si quisiera compactar sus cuerpos, e intensificó los besos. ¿Qué sucedería? ¿Acaso…? No, eso no podía ser. ¿Acaso un hombre podía llegar a tal cosa como un abuso?

—Esa… ¿Qué pasó esa mañana? — preguntó Alexia mostrando seriedad.
—Él me besó. Pero no pasó de ahí, me dijo que nadie debía enterarse, me dijo que como era sábado y yo no haría nada. Quería llevarme a un sitio.

Con cuidado Alexia rompió la barrera que según ella tenían entre sus cuerpos y la abrazó el cuerpo pequeño de April tembló un poco, pero relajó cada músculo al sentir a Alexia.

—¿Fueron pareja luego de eso?
—No, aunque me lo pidió y yo estaba “enamorada” de él, sin embargo, acabé rechazado su propuesta, por miedo de que mis padres me descubrieran. Fuimos a casa de su familia. Y su progenitor era un completo bastardo.

Abrir las heridas del pasado y sentir como si le aplicaran limón y eso hacía que fuera más doloroso. Recordar lo malo, lo vivido le resultaba difícil de asimilar a pesar del tiempo.

—Hey cálmate, todo está bien, las cosas no terminaron de la mejor manera, ¿verdad?

Con todo el dolor de su corazón asintió, dándole a entender que aún faltaba mucho por relatar.

—Luego de unos meses en mi casa se enteraron de que él robaba las cosas de valor y lo despidieron. Yo estaba
"Colada" por él así que le supliqué a mi madre que le diera otra oportunidad y funcionó.

Parecía poco creíble, pero Alexia comprendió en cierta parte lo que hizo, eso no la justificaba, se encontraba en plena adolescencia, todavía le faltaban cosas por aprender y a algunas dejarles de temer. Luego de minutos una frente a la otra se abrazaron con fuerza.

—Después de un año renunció y no nos volvimos a encontrar, hasta que un día me invitan a una fiesta. Habían pasado 8 años y cuando lo vi mi pecho retumbó de felicidad como la primera vez.

Sin emitir ni un sonido la escuchaba atenta a sus facciones, Alexia contó las veces que April arrugó la nariz y sentía una fuerte necesidad de besarla, pero la aguantó.

—Entonces en el momento en el que ambos por fin formalizamos la relación, él decidió que era instante de que sus verdaderas intenciones salieran a la luz; me confesó que yo no era la única en su vida.

—Perdón por lo que va a salir de mi boca, pero que hijo de puta —murmuró Alexia.

—Cuando me dijo eso lloré y mucho, me encontraba mal y quise alejarme en ese mismo instante me dio asco enterarme de que solo me contemplaba como su juguete sexual sabía que, por un lado, yo había cometido ese error y me arrepiento. Todos los días de mi vida —relató mientras tomaba una bocanada de aire.

A la pelinegra le resultaba inaudito el sufrimiento que ella había pasado. Le daban ganas de ir a golpear a alguien, pero no deseaba asustarla. Su pequeño pigmeo, no debía tenerle miedo así que trató de esconder su enojo.

—¿Pero hiciste algo al respecto?

—Sentí la necesidad de acusarlo con las autoridades, pero no me lo permitió aunque también yo tenía todas las de perder porque estoy segura de que lo que yo dijera no iba a servir. Y con cinismo me dijo que yo siempre iba a ser suya.

—¿Aún sentías algo por él?

—No, los abusos y violaciones fueron aumentando en la frecuencia, un día por escabullirme hasta la casa de Juan Carlos por el cumpleaños de mi sobrina. Cuando llegué a la mía me azotó hasta el cansancio.

Al terminar de decir eso tomó uno de sus rizos desordenado y con claro nerviosismo comenzó a darle vueltas. Espera algo. Una reacción de Alexia así fuera pequeña, pero esta permanecía inmóvil con miedo de quebrar el corazón de April.

La tarde estuvo llena de risas, llantos y apapachos todo jugaba al favor una de ellas que ya no quiso quedarse sin compañía luego de unas horas.

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