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16- Despedida y homofobia

¿Y si nos dirigimos a otra parte del país?

Para ser más exactos, en el pueblo de Bluesnow en la noche de esa misma fecha, Alexia se encontraba en la terminal despidiendo a su primo, tenía mucho camino que recorrer, así que debía partir pronto, ya el invierno llegaría a su fin, así que tenía que volver a la granja.

-Te voy a extrañar, algún día seré yo quien vaya a verte -susurró Alexia.

-Morirías en ese calor a veces se pone insoportable -dijo mientras reía y se marcaban sus líneas de expresión-ash, quisiera no trabajar tan lejos, me harás mucha falta, nos vemos el otro invierno, vendré lo más rápido posible, lo juro.

Aunque deseaba quedarse con su prima era consciente de que no podía hacer eso, le gustaba su labor y no quería perder ese trabajo. Le pagaban un buen sueldo y lo mejor es que su jefe no lo explotaba.

-Ten esta canasta, te hice galletas, son tus favoritas, te las hice con mucho cariño, así que te las comes. Aquí tienes 2... 3 botellas de agua. Jugo de naranja, otro de mora con mango, ese es para dentro de un rato, aún no está listo para tomar, pero sabes que la mora se daña rápido así que apenas el hielo se vaya, te lo tomas y también te hice panqueques, son de espinacas junto a unos buñuelos de yuca -susurró con una sonrisa.

-Gracias Ali, te quiero mucho -confesó envolviendo a la chica entre sus brazos.

En el transcurso de una hora los primos ya se estaban despidiendo y no fue sino hasta que el chico se subió al bus y partiendo el bus Alexia emprendió camino a la salida del terminal.

-Mañana me toca ir a la biblioteca... ¿Juan Carlos trabajará? Le voy a avisar que no podré ir temprano por si acaso no quiero perder ese trabajo. No me conviene que eso pase -mencionó sacando su teléfono.

Alexia
Buenas noches, Juan Carlos, le mando este mensaje para poder comunicarle que el día de mañana no podré asistir a las 8 AM como acordamos, puesto que debo asistir a mi otro trabajo. Pero si le parece, puedo llegar en la tarde.

Juan Carlos
Buenas noches para usted también señorita Alexia, muchas gracias por hacerme llegar la información. Y descuide, puede llegar a la hora que salga de su otro trabajo, ya que solo me tocará trabajar por la tarde, puesto que mi niña se ha enfermado de nuevo. De antemano le agradezco la información, la espero mañana cuando pueda asistir.

Alexia
No se preocupe, estaré en el transcurso de la tarde, le doy mi palabra.

La muchacha decidió guardar su teléfono y se dispuso a buscar un taxi, pero por la hora nadie le hacía la carrera, así que aun con un poco de esperanza volvió a sacar su móvil y llamó a su mejor amigo.

Pasaron dos tonos y el muchacho respondió.

Alexia (Por llamada)
H

ola, ¿qué haces?

Por si a las moscas era mejor que preguntara, quizá si le decía «ven a buscarme», eso llegaba a ser invasivo ¿No? O al menos así pensaba ella. Podría estar ocupado y la muchacha lo estaba molestando. Quizá alguien le hacía compañía.

Ángelo

Estoy viendo una película, ¿por qué? Tú nunca me llamas a esta hora, ¿pasó algo grave?

Alexia
N

o, nada, puedes estar tranquilo, lo que sucede es que estoy en el terminal del pueblo, estaba despidiendo a Manolo que ya debe regresar a laborar y me encontré con que no hay taxis.

Por un momento hubo un silencio largo y la muchacha revisó la pantalla de su celular para ver si la llamada seguía en curso.

Alexia
¿

Hola?

Ángelo

Amiga, ya voy a buscarte, me estoy vistiendo, espérame unos minutos, mejor ingresa al terminal adentro estás más segura.

Después de esas palabras la chica finalizó la llamada y se dirigió al interior del terminal para esperar a su amigo.

Los minutos parecían eternos, Alexia ya se había acabado de morder todas sus uñas, los niños llorando; personas discutiendo porque su bus no había llegado y cuando su teléfono sonó avisando de un mensaje de texto se emocionó.

Ángelo
Estoy afuera sal.

«Por fin.» Pensó. «Ya no resistía más.»

-Hola amiga -saludó de forma alegre.

-¿Cómo estás? Lo siento, eras mi única opción -el chico no mencionó nada al respecto pero le sonrió.

Ángelo solo la abrazó y le respondió que no había problema, que él siempre estaría para ella en todo lo que le fuera posible.

-¿Y cómo te sientes?

¿Cómo se supone que debía sentirse? No lo sabía ni ella ¿Qué le podía decir a su amigo? No podía otra vez venir con el tema de April, no lo quería aburrir, tal vez tenía mal de tristeza. Casi nunca veía a sus primos y tuvo la oportunidad de ver a Manolo aunque no fue por tanto tiempo cómo hubiera deseado.

-No lo sé, los extraño un montón y me duele que Manolo ya se haya ido.

Luego de esas palabras ambos conversaron temas triviales y por un momento Alexia vio por la ventana del auto y divisó que había pasado de largo de su hogar.

-Oye, ¿qué estás? Pasamos de largo mi casa ¿A dónde me vas a llevar?

-Se que lo que hice tranquila, no es como si te fuera a secuestrar no seas paranoica, pero no creas que te voy a dejar sin comer, siempre que tus primos vienen y se van de repente, haces lo mismo y no quiero pasar el susto de la última vez -confesó.

«Cierto.» Recordó. «La última vez él me encontró desmayada, tenía días bebiendo sólo agua.»

Esas palabras hicieron sonreír a la muchacha. Ángelo siempre se preocupaba por su bienestar.

A pocas cuadras del restaurante favorito de la pelinegra el chico buscó como estacionar el auto, irían caminando hasta la entrada.

Encontró un lugar libre en la plazoleta que se situaba a pocos pasos del establecimiento así que el chico bajó del auto y rodeándolo abrió la puerta de su amiga ayudándola a salir.

-Oh, qué caballero -dijo con una mirada y sonrisa seductora.

-Siempre quiero dar lo mejor de mí -respondió.

En silencio emprendieron camino a su destino, la nostalgia bailaba en el salón de soledad y la alegría que emanaba del chico intentaba abrir las puertas que tenían un gran candado, pero al parecer la gran barrera entre ambas emociones no quería ser derrumbada.

-Hoy conseguí un trabajo nuevo -anunció Ángelo felíz.

Luego de tanta lucha la alegría por fin pudo entrar en el mismo salón que la nostalgia e hizo que el corazón de Alexia cerrara un poco sus grietas.

A ella le encantaba que su amigo tuviera ese logro y aunque no se sentía con ganas de celebrarlo sonrió abrazando y dándole un beso en la mejilla siguió avanzando junto a él mientras jugaban con la nieve traviesa que se escabulle por debajo de sus pies.

Faltando poco para llegar al restaurante en el aire danzaba el exquisito olor de la comida en esa noche helada Alexia tenía el estómago un poco revuelto por el sin fin de emociones, siempre le pasaba cuando tenía un mal presentimiento.

«Ojalá que Manolo no tenga problemas para llegar.» Pensó. «Espero que no le pase nada grave.»

A Ángelo le resultó un poco raro la actitud tan callada de Alexia, pero decidió que no le daría vueltas a ese asunto, su amiga necesitaba toda la compañía que fuera posible. Y aunque tenía aún muchas dudas, tomó la mano de su acompañante y entraron dirigiéndose al mostrador para hacer sus pedidos. La cola era infinita así que Ángelo pensó que lo mejor era apartarse del sitio lo antes posible.

-Por allá hay una mesa, ve a sentarte y yo hago los pedidos -mencionó el chico mirándola.

¿Cómo? ¿Acaso pensaba dejarla sola? No, no podía, si eso pasaba sus pensamientos la iban a dominar y seguro terminaría llorando.

-¿Yo? ¿Por qué? Digo, quería hacer la fila contigo para saber qué es lo que voy a pedir -respondió con duda en su voz, pero con una gran sonrisa.

Y con una gran rapidez la fila acortaba su longitud, y Ángelo sostenía la mano de su amiga que se hallaba pensativa, tanto así que no se daba cuenta de las personas enojadas porque no avanzaba.

Y con un poco más de tiempo el turno de ambos llegó. El chico pidió lo que comería, pero al ver que su amiga solo miraba sus pies se preocupó así que en un intento por hacerla reaccionar apretó suavemente su mano. No funcionó, disimulando la agarró de la cintura y dio un pequeño apretón, pero no dio frutos así que recurrió al último recurso.

-¡Lexy! -exclamó en un susurro.

-¡¿Qué?! ¡¿Qué pasó?! -el grito la alteró poniéndola demasiado nerviosa.

-¿Qué vas a pedir? ¿Estás bien? ¿O te parece bien irnos? Estás pensativa. Hay mucha gente ¿Estás incómoda?

-No te preocupes, de verdad estoy bien -culminó.

El mal augurio que sentía Alexia en ese momento no la dejaba pensar con claridad.

-Yo voy a pedir... que difícil decisión, ¿de casualidad que hay?

-Buenas noches, señorita, me presento mi nombre es Guillermo y les atenderé esta noche. Tenemos variedad de platos, entre ellos: Paella, arroz con pulpo o con pollo; burritos, tacos, hamburguesas y pizza, ensalada de todo tipo y de tomar tenemos agua mineral y malteadas de galleta o chocolate. No disponemos de frutas por el momento -mencionó alegre.

-Quiero una ensalada, la que sea menos pesada y un agua mineral, por favor.

-Perfecto, aquí mi compañero les ayudará a conseguir una mesa.

Los amigos siguieron al muchacho uniformado hasta una mesa que estaba un poco alejada, pero se sentía bastante cómodo al tener un poco de silencio.

-Amiga, me estás preocupando, si quieres pido la comida para llevar.

-No es necesario, estoy perfecta.

-Aún piensas en esa muchacha, ¿no?

Alexia se sentía nerviosa, emocionada y un poco indecisa, sentía el miedo recorriendo sus venas, tenía temor de lo que pensaría el chico; sin embargo, consiguió soltar las palabras y lo puso al tanto de aquella situación.

-Quisiera negarlo, pero ahora resulta que me la encuentro cada vez que voy a cuidar a la niña.

-¿Y no han hablado en todo este tiempo? ¿Y cómo es que ahora cuidas a una niña?

-Ah, no te he contado eso.

Alexia relató todo, desde el primer momento en el que se subió al bus. Lo de el niño que le pidió la hora. Aunque no fuera importante, hasta el preciso momento cuando conoció a coraline y su padre y el cómo luego de un cuento la niña hizo que la contrataran como niñera.

-Tenemos mucho que hablar por lo visto -dijo con un tono burlón con un toque de sarcasmo.

Se perdieron tanto en la conversación que no supieron cuando había pasado tanto tiempo que sus pedidos habían llegado. Lo habían sentido como segundos.

Alexia le contó a Ángelo lo que disfrutaba en su nuevo trabajo, las nuevas locuras que día a día iba descubriendo de Coraline.

Luego no supo cómo, pero terminó hablando de sus sentimientos hacía April, ella entendía que April solo tenía los prejuicios que le habían inculcado. Pero es que ni siquiera la había querido perdonar cuando se lo pidió y eso la traía abrumada.

No creyó que su conversación fuera capaz de causar algún alboroto, pero al parecer se había equivocado.

-Buenas noches caballero, Mmmm, hola.

-¿Qué se le ofrece? -preguntó Alexia con una sonrisa falsa porque presentía para qué se había acercado la señora.

-¿Saben que su conversación no es adecuada para los niños?

La muchacha respiró profundo, siempre era la misma situación, ¿es que acaso nunca podría ser libre? sentía el cansancio, las situaciones de pelea nunca le habían gustado. La abrumaban, pero esa gente merecía que la callaran.

-Deberían guardarse esos temas... para la casa.

Ante aquellas palabras miró a los lados buscando miradas de infantes. Pero como siempre, no encontró ninguna.

-Mire, señora, con el respeto que aún le puedo brindar. Yo no veo a niños o niñas pendientes de la conversación que estoy teniendo con mi amigo. Ni siquiera a sus padres, así que deje de joder.

La mujer miró indignada a Alexia, pero era cierto los niños no estaban pendientes de su alrededor, pero de igual manera estos temas deberían tratarse en privado.

-Eso no quita que su conversación sea indecorosa -mencionó en un tono egocéntrico.

-Pero ¿Qué de impuro tiene la conversación?

-¿Hablar sobre una mujer y tus sentimientos hacia ella, eso no te parece impuro? Siendo que eres mujer -preguntó con una expresión en su rostro como si fuera obvio a lo que se refería.

-A ver, que sepa que me estoy cansando de usted, así que por favor le pido de la manera más amable que he podido encontrar en lo más profundo de mi ser, que se retire o llamaré a seguridad.

-¡Llámala, no me importa! ¡Pero que sepas que eres una desviada! ¡Y que te irás al infierno!

-¡¿Y no creo que eso sea problema suyo?! Además, si yendo al infierno me puedo librar de personas cómo la escoria que tengo enfrente con todo el gozo me voy ni resistencia pongo -mencionó señalando a la mujer quien por supuesto se ofendió.

-¡Pero los niños no deben ver estas vulgaridades! Ni siquiera saben que van a ser cuando sean mayores, como para andar sabiendo de una cuerda de desviados.

-Señora, ¿no le da vergüenza hablarle así a ella? -dijo un pequeño niño de unos 5 o 6 años.

-Nene no te metas en conversaciones de adultos.

-Usted está gritando mucho, y despertó a mi hermano. Aparte que Alexia es buena persona, no entiendo por qué la pelea. Mi abuela dice que ella es una linda muchacha y estaría muy enojada si escucha lo que le está diciendo -mencionó señalando a una mujer que parecía su madre-y por cierto, yo sí sé lo que quiero ser de grande. Y voy a ser científico.

El niño luego de eso se fue junto a su familia y la señora siguió discutiendo.

La conversación cada vez subía más de tono, y nadie trataba de hacer algo al respecto.

-Mira niñita, a mí no me interesa, y creo que a nadie más lo que haces, solo no vayas ventilando por ahí todas tus vulgaridades.

-¿Cómo que yo estoy ventilando? Que yo sepa no estoy armando un escándalo, cómo el que está haciendo usted.

La señora se quedó viendo a los lados con sorpresa de que nadie estuviera de pie apoyándola.

-¡Lo que eres y lo que haces...! -tomó una pausa, quizá analizando cuáles serían sus siguientes palabras-¡Eso no está bien ante los santos!

-Otra vez el burro... comiendo lo que no le corresponde.

Muchos que se situaban en las mesas de alrededor. Incluso el personal del restaurante se reían con un poco de disimulo por lo dicho. A la señora se le encendieron las mejillas de la rabia.

-¡Y así quieren que los respeten! ¡Primero deberían aprender a hacerlo! -gritó enojada.

-Mire señora, claro que sé respetar, pero no a personas como usted. ¿Usted se creé lo mejor por creer en santos?

El problema se volvía cada vez más acalorado, Ángelo podía ser lo más heterosexual que todos pudiéramos imaginar, pero no toleraba que a su amiga o a cualquier persona LGBT se le insultara o agrediera.

-¡Haber señora usted a mí ya me tiene harto! ¿A usted le gustaría que alguien se le acercara a decir todas esas vulgaridades?

-¡Su "amiguita" debe aprender que Bluesnow es un pueblo que se respeta! ¡Y tampoco puede venir a perturbar!

Las barbaridades que salían de su boca impresionaban cada vez más, no cabía duda que para la estupidez humana no había límite.

-¿O es que ustedes creen que ella con esas prácticas satánicas le agradan a dioses? -escupió con odio.

-Mire señora, siendo sincero a la única que le mueve la pepita está situación es a usted porque muchos no estábamos pendiente de lo que la chica y su amigo estaban conversando sino fue hasta que comenzó con su griterío.

El hombre con una presencia bastante autoritaria se levantó de su sitio con un par de individuos a su lado derecho. Y se les notaba el disgusto por el escándalo en el establecimiento.

-Y será mejor que se retire antes de que yo llame en serio a la policía... oh, deme un segundo.

Él y sus acompañantes sacaron del bolsillo del pantalón las placas en las que constaban con agentes policiales del pueblo. Agradecieron el servicio y se retiraron y sacando junto a ellos a la señora.

-Mire, a medida que va pasando el tiempo las cosas van cambiando y no importa lo que seas, quien seas o lo que hagas o no con tu vida, eso es problema de cada quien. Pero todos somos seres vivos y merecemos respeto y es cierto lo que usted le dijo a la chica. Pero le recuerdo que la que comenzó a invadir su espacio fue usted, así debería empezar por aprender usted de esa palabra -aseveró.

Por lo que se logró escuchar le darían una multa alta por crear disturbios en un sitio público y discriminar a una persona de la comunidad.

El personal del restaurante se disculpó por la tardanza más el inconveniente y le dieron sus pedidos a ambos, comieron con tranquilidad y cuando terminaron pagaron. Mejor dicho, cuando Ángelo pagó (porque Alexia no cargaba ni una moneda) se retiraron y el chico se dispuso a llevar a su amiga a la casa.

No tardaron mucho en el camino, las calles estaban bastante apacibles y apenas se detuvieron, Alexia bajó y despidiéndose del muchacho ingresó a su hogar, como ya había comido se dirigió de una vez a su habitación, pero a pesar del tiempo transcurrido no pudo cerrar el ojo. April no salía de sus pensamientos.

Deseaba verla aunque fuera un rato, pero ya la noche había abrazado y si la morena la veía por ahí seguro que llamaba a la policía o Justin le mentaba la madre por aparecerse así.

-¿Por qué la vida no viene con manual?

Las lágrimas salían por si solas, Alexia hacía el esfuerzo por pararlas, aunque nada le funcionaba y cómo vivía sola puso una película. Total que a nadie le molestaría.

Después de haber llorado por horas a causa de las películas que pasaban en la televisión, cómo ya había drenado sus emociones su cuerpo entró en una relajación extrema y durmió a gusto, nada podía despertarla, ni siquiera la fuerte tormenta a la cuál le tenía un pavor inexplicable.

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