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Capítulo 4

El sol brillaba alto sobre nuestras cabezas, reflejándose en las aguas cristalinas del río que serpenteaba por las afueras del pueblo. El aire estaba cargado de risas y gritos mientras Elliot se lanzaba al agua desde una roca alta, haciendo un giro exagerado antes de salpicar a todos. Avery, sentada en la orilla con los pies sumergidos, le lanzaba pequeños guijarros, acusándolo de arruinar su paz.

—¡Elliot! —gritó, fingiendo molestia mientras una sonrisa se asomaba en sus labios—. Si sigues así, te vas a quedar sin amigos.

—¡Pero no sin estilo! —replicó él, sacudiendo el agua de su cabello oscuro antes de volver a zambullirse.

Eloise y Juliet estaban un poco más alejadas, recogiendo flores silvestres que crecían cerca del río. Sus risas llegaban hasta nosotros en oleadas suaves, como el murmullo del agua. Theo estaba sentado sobre una roca plana no muy lejos de mí, con los pies colgando en el agua. Observaba el río con una expresión tranquila, su perfil iluminado por la luz del sol.

Y yo... bueno, yo estaba intentando parecer ocupada. Sumergía mis pies en el agua y dibujaba patrones en la arena con los dedos, intentando que nadie notara cómo mis ojos se desviaban constantemente hacia Theo.

—¿Entonces, Fleur? —la voz de Avery me sacó de mis pensamientos— ¿Qué planes tienes para tu cumpleaños?

Parpadeé, algo sorprendida por la pregunta. —¿Eh? Oh... nada especial, creo.

Avery me miró con una ceja levantada, claramente escéptica. —¿Nada especial? Cumples diecisiete. Eso merece algo más que un simple "nada especial".

Antes de que pudiera responder, Juliet se acercó con un ramo de flores y dejó caer una en mi regazo. —Exacto. No puedes dejar que pase desapercibido. ¿Qué tal una fiesta?

Sacudí la cabeza rápidamente. —No, no soy de fiestas grandes. Ya tengo suficiente con ir a la fiesta de Theo. Algo sencillo está bien.

—Sencillo pero memorable —intervino Eloise mientras se sentaba a mi lado, colocando con cuidado una margarita en mi cabello. Ella siempre sabía cómo hacer que incluso lo más mundano pareciera especial.

Theo, que había estado en silencio hasta ese momento, inclinó la cabeza hacia mí, sus ojos azules brillando con curiosidad. —¿Y qué quieres de regalo?

Mi corazón dio un vuelco tan fuerte que pensé que todos podían oírlo. Miré hacia el agua, sintiendo cómo mis mejillas se calentaban. —No lo sé... realmente no necesito nada.

—Eso no es verdad. Todos quieren algo —dijo él con una leve sonrisa, sus ojos fijos en los mios como si intentara descifrar un misterio.

—No lo sé —repetí en un murmullo, jugando con la flor que Juliet había dejado caer en mi regazo.

Theo no insistió, pero podía sentir su mirada aún sobre mí, como si estuviera esperando que dijera algo más. Elliot, ajeno al momento incómodo, salió del agua chorreando y sacudió su cabello cerca de nosotros, haciendo que gritáramos al sentir las gotas frías.

—¡Elliot! —gritó Juliet, levantándose de un salto mientras intentaba cubrirse con sus manos.

—Eso fue por insultarme, Avery —dijo él con una sonrisa traviesa antes de tirarse en la hierba junto a nosotros.

—¿Y que pasa con Callum? —preguntó Eloise, cambiando de tema mientras secaba sus pies con una toalla—. ¿Están listos para su fiesta esta noche?

Theo asintió, inclinándose hacia atrás y apoyando sus manos en la roca. —Sí, aunque no es tanto una fiesta como una excusa para que los amigos de Callum vengan a hacer ruido.

—Eso suena como una fiesta para mí —dijo Avery, riendo.

—¿Podemos ir? —preguntó Juliet, sus ojos brillando con entusiasmo.

Theo se encogío de hombros. —Callum dijo que cualquiera que quiera puede venir, siempre y cuando no seamos un problema.

Elliot se sentó de golpe, con una sonrisa traviesa en su rostro. —Eso suena a una invitación abierta. Fleur seguro que viene también, ¿a que sí?

—¿Yo? —pregunté, tratando de sonar casual.

—Por supuesto que irá —interrumpió Eloise, dándome un codazo suave—. Es la oportunidad perfecta para divertirtea antes de tu cumpleaños.

No podía decir que no con todos mirándome, así que asentí lentamente. —Está bien, supongo.

—Genial. Será divertido —dijo Theo, su voz calmada pero con un tinte de aprobación que hizo que mi corazón se acelerara.

La conversación se desvió hacia otros temas mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñiendo el cielo de de tonos cálidos. Mientras caminábamos de regreso por el sendero que conducía al pueblo, no podía dejar de pensar en la fiesta y en lo que Theo había dicho.

¿Qué quería de cumpleaños? La respuesta me parecía demasiado complicada y, al mismo tiempo, demasiado simple. Lo que quería no era algo que pudiera envolverse en papel de regalo. Lo que quería era algo más abstracto: más momentos como este, más risas bajo el sol, más miradas que me dejaran sin aliento. Y tal vez, solo tal vez, un poco más de tiempo con Theo.

El sendero nos llevó hasta la bifurcación donde cada uno tomaba el camino a su casa. Nos despedimos con promesas de vernos esa noche, y mientras caminaba hacia la mía junto a Eloise, ella me lanzó una mirada que conocía demasiado bien.

—¿Qué? —pregunté, aunque sabía perfectamente lo que venía.

—Nada, solo que parece que Theo está bastante interesado en saber qué quieres de cumpleaños.

—No empieces —gruñí, aunque no pude evitar sonrojarme.

Eloise rió suavemente, su voz llena de diversión. —No dije nada.

Eloise y yo caminábamos por el sendero que conducía a casa mientras los tonos cálidos del atardecer iluminaban el camino. El aire olía a hierba fresca y a las flores silvestres que Eloise había recogido antes junto al río. Su risa suave llenaba el silencio entre nosotras, como si disfrutara de algún secreto que yo aún no conocía.

—Esta noche vas a ser la más guapa de la fiesta —dijo de repente, rompiendo mi burbuja de pensamientos.

La miré de reojo, frunciendo el ceño. —No sé si voy a ir Eloise. Ya sabes que no me gustan mucho ese tipo de eventos.

Ella se detuvo en seco, poniéndose delante de mí con las manos en las caderas. Su cabello castaño, que siempre lucía perfectamente peinado aunque no hubiera esfuerzo, brillaba bajo la luz del atardecer. —Oh, claro que vas a ir. Y, además, yo voy a vestirte.

—¿Qué? No, ni hablar. Yo puedo escoger mi propia ropa.

Eloise puso los ojos en blanco y comenzó a combinar de nuevo, ignorando mi protesta. —Fleur, llevas años escondiéndose detrás de esos vaqueros viejos y esas camisetas enormes. Esta noche quiero que te sientas especial.

—No quiero llamar la atención.

—Y no lo harás, lo prometo. Será algo simple, pero que destaque lo bonita que eres.

Suspiré, resignada. Sabía que no tenía escapatoria cuando Eloise se ponía así. —Está bien, pero... algo simple. De verdad. Nada que me haga sentir fuera de lugar.

Ella me sonrió triunfante, como si hubiera ganado una batalla importante. —Lo prometo. Confía en mí, Fleur.

Continuamos caminando en silencio por un momento, pero mi mente se quedó atrapada en lo que había dicho. "Bonita". Nunca me había sentido realmente bonita, no de la forma en que lo era Eloise, Ella siempre había sido la hermana que destacaba, no solo por su personalidad vibrante, sino también por su apariencia.

Eloise tenía un cuerpo atlético y definido, fruto de años practicando voleibol y natación. Su piel era suave y uniforme, con un brillo natural que parecía atraer todas las miradas. Y su sonrisa... bueno, su sonrisa era simplemente de infarto. De esas que iluminaban una habitación entera y que hacían que cualquiera quisiera estar cerca de ella.

Yo, en cambio, siempre había sido diferente. Mis ojos bajaron inconscientemente hacia mi propio cuerpo mientras caminaba. Mi tripa era más redondeada, algo que me hacia sentir insegura cuando veía cómo la ropa se ajustaba perfectamente a Eloise. Mi piel estaba cubierta de pecas, no solo en mi rostro, sino también en los hombros, pecho y piernas. Era como si el sol hubiera decidido jugar conmigo de una forma completamente diferente.

Y luego estaban mis dientes. Mis paletos estaban un poco separados, algo que siempre me había acomplejado, aunque Eloise decía que eso me daba carácter. Por último, estaba mi cabello, un desastre de ondas y rizos que nunca sabía como domar. Por eso siempre lo llevaba recogido en un moño, lejos de mi rostro, como si esconderlo pudiera hacer que pasara más desapercibida.

Mientras pensaba en todo eso, Eloise parecío notar mi silencio. Me miró de reojo, su expresión suavizándose.

—Sabes que no tienes que ser como yo, ¿verdad? —dijo de repente, su voz baja pero llena de sinceridad.

Parpadeé, sorprendida por su comentario. —¿A qué te refieres?

Eloise se detuvo nuevamente, esta vez tomando mis manos entre las suyas. —A que no necesitas cambiar nada de ti para destacar, Fleur. Tú tienes algo especial, algo que ni siquiera te das cuenta que tienes.

—No lo sé, Eloise.

—Créeme, lo tienes. Solo tienes que verlo tú también.

Su sonrisa era cálida, y por un momento sentí que tal vez tenía razón, aunque mi inseguridad era una sombra difícil de disipar.

Cuando llegamos a casa, Eloise ya estaba rebuscando en su armario antes de que yo pudiera decir nada. La seguí con cierta reticencia, viendo cómo sacaba prendas y las colocaba en la cama.

—¿Y si mejor me pongo mis vaqueros y una camiseta? —intenté sugerir.

Eloise me lanzó una mirada de advertencia mientras sostenía un vestido ligero de color azul claro. —Ni hablar. Pruébate esto. Es simple, cómodo y resalta tus ojos.

Suspiré, pero no podía negar que el vestido era bonito, incluso si me daba un poco de vergüenza usar algo que no fuera lo de siempre. Mientras me lo probaba, escuchaba a Eloise tararear una melodía, tan despreocupada como siempre.

—¿Ves? Te queda perfecto. —dijo con entusiasmo cuando salí del baño.

Me miré en el espejo, sintiéndome un poco incómoda. El vestido era más ajustado de lo que estaba acostumbrada, pero no podía negar que era bonito. Eloise se acercó, recogió mi cabello en sus manos y comenzó a trenzarlo.

—No hay necesidad de esconder tu cabello. Es precioso, Fleur. Déjame hacerte algo simple pero bonito.

Mientras trabajaba, no pude evitar en lo mucho que me había ayudado a lo largo de los años, incluso cuando no me sentía a la altura de ser su hermana menor. Eloise siempre había sido mi mayor defensora, y aunque a veces me exasperara, sabía que su intención siempre era buena.

Cuando finalmente terminó, me miré en el espejo una vez más. Mi cabello estaba recogido en una trenza sencilla que caía sobre mi hombro, y el vestido azul parecía menos intimidante de lo que había pensado.

Eloise siempre tenía una habilidad natural para verse impresionante sin siquiera intentarlo, y esta noche no era la excepción. Mientras yo terminaba de ajustarme el vestido azul claro que ella había elegido para mí, ella estaba frente a su espejo, aplicándose un poco de brillo labial como toque final.

Llevaba un vestido corto de color esmeralda que resaltaba perfectamente su piel bronceada y su cabello castaño, que había decidido dejar suelto. Las ondas naturales caían sobre sus hombros como las hubiera peinado un estilista, aunque sabía que probablemente solo se había pasado los dedos un par de veces.

El vestido tenía un escote en forma de corazón que resaltaba su figura atlética y una falda ligeramente acampanada que se movía grácilmente con cada paso que daba. Había combinado el atuendo con unos pendientes dorados en forma de hojas y unas sandalias de tacón bajo que, según ella, eran "perfectas para bailar toda la noche".

—¿Qué te parece? —preguntó, girando sobre sus talones y dejando que el vestido girara con ella.

—Te ves... como siempre. Perfecta. —intenté que sonara neutral, pero era difícil no admirarla.

Eloise me guiñó un ojo, sonriendo de esa forma que parecía iluminar todo a su alrededor. —Gracias, pero esta noche no se trata de mí. Se trata de ti también, Fleur. Quiero que disfrutes, ¿de acuerdo?

—Ya veremos... —respondí, aún ajustándome la tela del vestido, sintiéndome fuera de mi zona de control.

Ella se acercó, poniendo una mano en mi hombro. —Te ves hermosa, ¿sabes? Ese vestido te queda increible, y la trenza te da un aire elegante pero natural. Theo no va a saber qué decir cuando te vea.

—¡Eloise! —protesté, sintiendo el calor subir a mis mejillas.

Ella se rió, encantada con mi reacción. —Oh, vamos, Fleur. Es evidente que le gustas, y esta noche es tu oportunidad de dejar de esconderte. Solo tienes que ser tú misma.

—Eso es más fácil decirlo que hacerlo...

Eloise me dedicó una sonrisa tranquilizadora y volvió a su reflejo para revisar su maquillaje. —Bueno, para eso estoy yo. Hermana mayor al rescate, como siempre.

No pude evitar sonreír un poco. Aunque me sacaba de quicio la facilidad con la que Eloise manejaba todo, también me daba seguridad saber que estaría a mi lado esa noche.

Mientras recogía nuestras cosas antes de salir, Eloise giró hacía mí una última vez, estudiando con atención como si estuviera evaluando su obra maestra.

—Perfecto. Ahora sí, estamos listas. Vamos a la fiesta, Fleur. Esta noche va a ser inolvidable.

Respiré hondo, asintiendo mientras la seguía hacia fuera de su habitación. Con Eloise a mi lado, quizás, solo quizás, podría atreverme a disfrutar de esta noche más de lo que pensaba.

Nuestros padres estaban en la sala de estar, mi madre con un libro entre las manos y mi padre hojeando un periódico. Cuando Eloise y yo bajamos las escaleras, ambos levantaron la vista al mismo tiempo. Mi madre dejó escapar un leve suspiro de admiración.

—Mis niñas, están preciosas —dijo, sonriendo con calidez mientras dejaba el libro a un lado.

—No vuelvan muy tarde —agregó mi padre, con su tono habitual, aunque pude notar un destello de orgullo en su mirada al vernos.

—Lo prometemos —respondió Eloise con su habitat tono despreocupado, dándome un suave codazo para que yo también diera algo.

—Sí, no tardaremos —añadí, tratando de no parecer demasiado nerviosa.

Mi madre se acercó para darnos un abrazo a cada una, su perfume familiar llenándome de calma. —Diviértanse y tengan cuidado, ¿de acuerdo?

—Claro, mamá. Estaremos juntas toda la noche —aseguró Eloise antes de tomarme de la mano y llevarme hacia la puerta.

Cuando salimos, escuché la voz de mi padre desde la sala. —¡Y recuerda, Fleur! No aceptes retos de baile si no sabes cómo terminan.

Las risas de mis padres nos acompañaron mientras Eloise cerraba la puerta detrás de nosotras, rodando los ojos pero sonriendo. —¿Ves? Ya tienes su aprobación. Ahora solo falta conquistar la pista de baile.

Yo dejé escapar un suspiro, preguntándome si eso sería posible en absoluto.

Eloise y yo caminábamos bajo la luz cálida de las farolas que iluminaban las calles empedradas del pueblo. El aire de la noche era fresco, pero no lo suficiente como para incomodarnos; en cambio, sentía cómo el leve viento movía los pliegues de mi vestido y había que una hebra de cabello se escapara de mi trenza cuidadosamente armada.

Eloise iba a mi lado, caminando con esa seguridad natural que la caracterizaba. Cada vez que alguien pasaba junto a nosotras, la saludaban con entusiasmo. Era como si cada rincón del pueblo la conociera. Yo, por otro lado, me esforzaba por mantener el ritmo de su paso confiado y evitar tropezar con mis sandalias de tiras.

—Relájate, Fleur —dijo Eloise, notando mi tensión—. Te ves increíble. Nadie va a fijarse si caminas un poco más lento.

—Fácil para ti decirlo —murmuré, sintiéndome algo torpe. Ella se rió suavemente, sacudiendo la cabeza.

A medida que nos acercábamos a la plaza principal, distinguir dos figuras esperándonos cerca de la fuente. Juliet estaba de pie, ajustándose la falda de su vestido floreado, mientras Avery revisaba algo en su teléfono. Cuando nos vieron llegar, ambas levantaron la vista, y en cuanto sus ojos se posaron en mí, sus expresiones cambiaron por completo.

—¡Dios mío, Fleur! —exclamó Juliet, corriendo hacia mí con una sonrisa deslumbrante—. Te ves espectacular.

Antes de que pudera responder, sentí como me tomaba de las manos y me giraba ligeramente para observarme mejor. —Ese vestido... el color, el corte... te queda perfecto.

—Sabía que tenías potencial, pero esto supera mis expectativas. —intervino Avery, acercándose con una sonrisa pícara. Sus ojos verdes me recorrieron de arriba abajo, y luego soltó una risa suave—. Los chicos van a perfer la cabeza esta noche, te lo aseguro.

—No digas eso —respondí rápidamente, sintiendo cómo mis mejillas ardían—. No es para tanto.

—Claro que lo es, Fleur —replicó Juliet, cruzando los brazos como si no aceptara objeciones—. No puedes negar que esta noche estás rompiendo esquemas.

—¿No es lo que siempre intento decirle? —intervino Eloise con un tono divertido, mirándome con orgullo—- Aunque me haya rogado que fuera algo simple.

Avery negó con la cabeza, riéndose. —Bueno, simple o no, diste en el clavo, Eloise. Esto es un cambio total.

Intenté esquivar la atención desviando la conversación. —¿Y ustedes? También se ven increíbles. Avery, me encanta tu vestido. Y Juliet, esas sandalias te quedan genial.

—Deja de intentar quitarnos el foco de atención —respondió Avery, dándome un ligero empujón en el brazo mientras reía—. Aunque, gracias.

Seguimos caminando hacia la casa de Theo, con las voces de Juliet y Avery llenando el aire mientras discutían sobre quién iba a tener la mejor historia de la noche. Sentía cómo mi corazón latía más rápido con cada paso que nos acercaba al lugar, pero no sabía si era por la emoción, los nervios o las palabras de mis amigas que aún resonaban en mi cabeza.

No tengo mucho que decir, solo espero que estéis por el siguiente capítulo.

Un beso🤍

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