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Capítulo 3

Esa llamada habia sido muy importante, por eso ahora caminaba acompañado por los rayos de la luna hacia su destino, dejo su auto en el estacionamiento más cercano y decidió ir por sus propios pies, no dejaría que nada se interpusiera en su camino, no podía perder aquella oportunidad que se le presento sin necesidad de buscarla, porque así era, el no buscaba nada siempre llegaban a sus manos.

—Me alegra que pudieras venir a una cita conmigo hoy—. Escucho la voz de la chica que lo habia llamado, tal y como lo dijo estaba esperando a las afueras del centro comercial —¿Qué quieres hacer?

—¿Te parece si vamos a mi casa? — Hizo la pregunta con una media sonrisa en sus labios.

—Al parecer tu no pierdes el tiempo—, respondió ella tocando su hombro con una suave caricia —Me parece perfecto, yo tampoco estoy para estar por allí en la noche—. Lo tomo del brazo dejándose conducir hacia donde el otro habia dejado su auto.

El camino fue tranquilo, con la música en la radio y una que otra conversación ocasional, no era mucho lo que tenían que decirse, después de todo aquello era algo casual, no estaban para preliminares, ni esperaban que aquello transcendiera mas allá de una noche de pasión, él no tenía ganas de comprometerse con nadie, en sus planes no se encontraba cambiar su modo de vida; llegaron a su destino y como todo un caballero le abrió la puerta y dejo que caminara delante de él, mirándola subir los escalones de la puerta de entrada, en donde se quedó parado justo detrás de ella sin hacer ningún gesto para acercarse abrir.

—Sabes desde que te vi he querido hacer algo—, susurro en su oído haciendo que la chica volteara en su dirección.

Momento que aprovecho para levantar su mano y rozarla por la parte inferior de su labio, proyectándole un olor extraño que le ocasiono cosquillas en la nariz e hizo que comenzara a sentirse mareada y su visión se oscureciera, cayendo desmayada en los brazos del hombre, quien coloco una sonrisa en sus labios e ingreso a la casa sellando así el destino de aquella mujer, tranquilamente bajo al sótano en donde la coloco en el piso y regreso arriba para lavarse las manos, necesitaba quitar los restos del cloroformo de ellas.

Una vez que estuvo listo volvió al sótano y coloco a la mujer en posición sentada, como si estuviera abrazando la viga que atravesaba aquella habitación, para luego esposarla y colocarle la mordaza, retrocedió unos pasos observando su obra y no pudo evitar pensar que aquello era perfecto.

 A la mañana siguiente Krist llego al trabajo con una sonrisa en sus labios, saludando a todos los que se encontro en el camino hacia la oficina, cosa de la que se dio cuenta rápidamente Gina que no pudo evitar preguntarle:

—¿Tuviste una cita?

—Puede decirse que si, en realidad solo nos tomamos una copa, espero poder tener una real esta noche siempre y cuando se haya llevado una buena impresión de mí.

—Estoy segura que sí, ¿quién no esperaría una llamada de Krist Perawat? —. Se rio ella sabiendo que a su amigo ninguna mujer lo habia rechazado desde que lo conocía, pero siempre habia una primera vez para todo.

Saludo a sus demás compañeros, entre ellos Gulf quien ya estaba metido en el papeleo, ese día iba a ser otro de solo rellenar informes, a excepción de Farida que estaba concentrada en sus computadoras, a medida que se acercaba la hora de salida Krist comenzó a mandarle mensajes a la mujer misteriosa sin recibir respuesta alguna, lo cual hizo que su sonrisa se borrara.

—¿Que paso? —, pregunto Gina extrañada desde su escritorio.

—La chica que te dije me está ignorando—. Hizo un pequeño puchero molesto.

—Puede que este ocupada...

—Ya vi y está en línea, no me quiere contestar.

—Lamento escuchar eso—. Y de verdad lo hacía, en su línea de trabajo era muy difícil entablar una relación seria con alguien, incluso las citas eran complicadas porque no sabían en qué momento podían ser llamados para algún caso.

—Bueno no importa, simplemente no funciono esta vez—. Se encogió de hombros mientras guardaba su teléfono en el bolsillo.

El silencio se hizo de nuevo en aquella oficina, cada quien ocupándose de su trabajo hasta que llegó la hora de salida y cada quien tomo rumbo a su hogar, siendo uno de ellos el mismo Krist que ahora estaba algo aburrido en la sala de su casa, tenía algo que hacer, pero no estaba de ánimos en ese momento, hasta que se decidió ir a visitar a uno de sus compañeros de equipo, con una sonrisa en sus labios se subió en su auto y tarareo todo el camino hasta que llego a la casa del elegido.

Se paro en la puerta principal de aquella casa con la mano levantada, estaba listo para llamar a la puerta, cuando algo le dijo que no lo hiciera, tenía la sensación de que no debía, así que siguiendo su instinto camino alrededor de la casa encontrándose con la ventana que daba al sótano de aquel hogar, solo una persona que estaba dentro de la propiedad podría ver por ella y lo que encontro allí hizo que una sonrisa se dibujara en sus labios, adentro estaba su compañero de equipo haciendo un trabajo que seguramente pospuso hasta llegar a su casa, sin decir ni hacer nada solo se dio media vuelta y regreso por donde habia llegado, no podía interrumpir aquel momento de relajación que tenía el otro.

Aquel descubrimiento habia abierto una nueva línea del pensamiento en su mente, así que al salir de su casa para el trabajo lo hizo más temprano de lo normal, tenía una misión en mente y para ello debía pasar recogiendo a su compañero de equipo, lo hizo justo a tiempo, porque apenas se estaciono vio como él abría la puerta de su casa.

—¡Hola Gulf! —. Saludo bajando la ventana —Te llevare hoy al trabajo—. El pelinegro solo se encogió de hombros y se subió al auto sin ningún problema, no era un fanático de manejar y si su compañero se estaba ofreciendo a llevarlo, ¿quién era él para negarse a tal ofrecimiento?

—Gracias por venir por mi—. Se acomodo el cinturón de seguridad.

—No hay problema, ¿cómo estuvo tu noche?

—Relajante, ¿y la tuya?

—La mía fue algo interesante—. Una sonrisa pícara adorno esa última frase.

Después de eso el silencio fue lo que reino en ese auto, solo siendo interrumpido por el sonido de la música que salía de la radio, llegaron a la oficina saludadando a todos como siempre, para luego dirigirse cada uno a su puesto de trabajo, al parecer iba a ser otro día aburrido, en efecto lo fue, se vieron sumergidos nuevamente en papeles, cada uno concentrado en lo suyo, alternando entre conversaciones con sus compañeros hasta que llegó la hora de salida, como era de esperarse Krist y Gulf se estaban yendo juntos, después de todo el segundo no llevo su auto ese día.

Bajaron el ascensor para irse directo al estacionamiento, en donde se subieron al vehículo y comenzaron a transitar las congestionadas calles en Bangkok, esta vez Gulf se sentía un poco incomodo en aquel espacio, pues el otro iba tarareando una extraña canción y con una sonrisa rara en sus labios.

—Te notas algo feliz hoy—, rompió el silencio el pelinegro

—Así es, como te dije tuve una noche interesante...

—¿Sí? — Gulf levanto una ceja queriendo que elaborara más su respuesta, quedándose sorprendido por la pregunta que vino después.

—¿Quién era la chica?

—¿Que chica? —. Devolvió la pregunta algo desconcertado, ¿a qué se refería?

—La chica con la que estabas anoche...

Se congelo en su asiento sin saber que decir o hacer, Krist lo sabía, estaba al tanto de su secreto, la pregunta era ¿qué haría con esa información?, ¿lo entregaría?; lo miro tratando de obtener una respuesta, la cual no llego y sin darse cuenta estaban llegando a la casa de su amigo.

—¿Que hacemos aquí?

—Acompáñame adentro y lo sabrás— Krist le sonrió invitándolo a seguir por el camino de entrada.

Gulf solo lo miro con algo de desconfianza, pero igual lo siguió, con lo que habia dicho sabía que estaba en sus manos y no perdía nada en entrar con él, podía defenderse si las cosas se salían de control; ingresaron directo a la sala en donde su hasta ahora amigo le indico que dejara su bolso en el sofá de la misma manera que él lo hizo, luego con una seña de su mano le dijo que lo siguiera hasta la cocina, en donde abrió una puerta que los llevaba al sótano de la casa, las cosas se estaban poniendo raras, no obstante Krist no daba ningún indicio de que le fuera hacer algo, bajaron las escaleras y al otro apartarse del camino entendió la razón de porque lo habia llevado a su casa.

Allí en el suelo del sótano, atada a uno de los pilares estructurales estaba una chica de piel blanca y cabello negro, ella estaba vestida como si fuera a salir a una cita, lo que le hizo intuir que habia sido la mujer con la que su amigo salió y que dijo no le habia devuelto la llamada, ella lo miraba con ojos suplicantes pidiéndole ayuda, era todo lo que podía hacer, la mordaza en su boca le impedía decir palabra alguna, al parecer no era al único que se le habia ocurrido recurrir a los juguetes sexuales para mantener calladas a sus víctimas.

—No estás solo, a mi también me gusta relajarme de vez en cuando— Krist le regalo una nueva sonrisa, estaba compartiendo su propio secreto, ambos habían desarrollado un gusto extraño a la hora de liberar el estrés y ahora se daban cuenta que no estaban solos, se miraron a los ojos por algunos segundos, no hacían faltas palabras para entenderse —Como ya abras deducido, ella es mi cita de la otra anoche, ayer solo fingí que no me contestaba mis llamadas, ¿te gustaría mostrarme lo que sabes hacer?—. Sus ojos brillaron ante la perspectiva de ver a su amigo haciendo parte de lo que vio la noche anterior.

—¿Qué equipo tienes? —, pregunto Gulf tranquilo, no tenía planeado jugar con nadie esa noche, pero no se iba a negar a la propuesta del otro.

—¡oh!, tengo algunas cosas—. Camino hacia la mesa en donde tenía sus instrumentos y quito la manta que los cubría —Puedes usar el que más te guste—. Lo invito a mirar.

El pelinegro camino hacia él y analizo cada una de las cosas, hasta que miro un hermoso cuchillo perfectamente afilado —Este es perfecto—. Miro a la mujer que nos les habia quitado los ojos de encima —No te conozco, pero vamos hacer un hermoso espectáculo esta noche—. Avanzo a su encuentro siendo seguido por Krist, quien también habia tomado un cuchillo de aquella mesa.

Para ese momento el terror se habia apoderado de aquella pobre chica que estaba haciendo todo lo posible por liberarse de sus ataduras, unas que no iba a poder quitarse por más que quisiera, Gulf con una sonrisa en su rostro levanto el cuchillo y le hizo un corte en el hombro descubierto, provocando que ella echara la cabeza hacia atrás en medio de un grito que fue ahogado por la mordaza, el otro hombre solo se rio disfrutando del momento en el cual su nuevo compañero de aventuras hundía nuevamente su arma en aquel cuerpo y la retorcía haciendo que la sangre recorriera aquella piel blanca.

—¿No te unirás a mí? —, pregunto sacando el cuchillo del hombro de la chica.

—¡Por supuesto!, solo estaba dejando que te divirtieras solo por un rato—. Camino hacia donde estaba la mujer y arrastro su propio cuchillo a través de su mejilla —Esta noche va a ser muy divertida para los tres—. Siguió arrastrando su arma blanca hasta el cuello —Sera nuestra primera muerte en equipo, me alegra haber esperado para jugar contigo—. Miro a la chica a los ojos para luego clavar el cuchillo de un certero golpe en su pierna.

Esta vez pudieron ver como el dolor se iba incrementando en aquel cuerpo, tanto que pudieron sentir un leve eco de su grito desesperado, cosa que los divirtió aún más, al parecer a ambos les gustaba ver como sus víctimas sufrían; lo siguientes minutos los pasaron apuñalando y cortando cada extensión de piel disponible sin hacer un daño muy profundo, solo por el placer de verla llorar y retorcerse de dolor, ella ya tenía rato inerte, sollozando, rogando porque ambos se cansaran y la dejaran ir, cosa que no iba a suceder, porque solo hizo falta de que se miraran a los ojos nuevamente y juntos levantaron sus cuchillos clavándolos directamente en su pecho, retorciéndolos hasta que vieron que el cuerpo se volvió flácido, ella ya habia fallecido.

—Bueno esto fue divertido—. Krist saco su cuchillo de aquel cuerpo para comenzar a limpiarlo.

—Por supuesto que lo fue—. Tomo un trapo que le extendió el otro para limpiar los restos de sangre que le habían salpicado en las manos, ambos sin decir nada más se dedicaron a limpiar la escena de su crimen.

—Ahora es tiempo de ocuparnos del cuerpo...

—¿Qué haces con ellos? —, pregunto curioso Gulf.

—Tengo mis maneras—. Sonrió enigmático Krist.

—Igual yo, pero no creo que podamos sacarla de aquí, cuando entramos a tu casa vi a algunos de tus vecinos sentados en su jardín.

—Eso no es problema—, hablo el otro mientras comenzaba a quitar las esposas y la mordaza del cuerpo —Tengo una manera de lidiar con esto sin la necesidad de salir de aquí, hay un área secreta que yo mismo construí, me llevo algo de tiempo, pero estoy satisfecho—. Con su mano le pidió que se acercara para que lo ayudara a cargarla hacia la parte de atrás del sótano, allí la dejaron nuevamente en el suelo y Krist se acercó a una lampara que allí estaba, acciono un mecanismo e inmediatamente se abrió una puerta en el suelo, una que no se veía a simple vista.

—Lindo— Gulf miro impresionado todo aquello mientras ayudaba a cargar a la mujer por aquellas nuevas escaleras.

Un nuevo mundo se habia abierto para esos dos amigos, esa noche marcaria el comienzo de una nueva aventura en la cual ambos serian participes, ya no estaban solos, podían seguir haciendo lo que nadie ve en compañía del otro.





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