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Veinte (*)

BEN

Todo esto tenía que ser una maldita broma, no podía ser cierto.

La impotencia llena por completo todos los rincones de mi cuerpo, mientras me reprocho mentalmente una y otra vez el no haber sido capaz de notar algo, ni una pequeña seña de lo que Chace estaba pasando.

—Esto tiene que ser mentira —pronuncio con amargura. —Mi hermano no puede tener cáncer.

Rachel me observa con dolor.

—Lo tiene Ben, los estudios no mienten —murmura casi susurrando. —Tengo que volver dentro.

Ella se da la vuelta, la observo caminar y perderse por los pasillos y una vez que me quedo solo con Caroline, la impotencia se desborda.

—¿Cáncer? —cuestiono con dolor hacia ella. Caro me observa, no sé muy bien como descifrar la mirada que me dedica, sin embargo, extiende una de mis manos para poder tomar la mía. —¿A caso esa enfermedad quiere arrebatarme a toda mi familia? —cuestiono con dolor —ya perdí a mi padre Caroline, no quiero perder a mi hermano también.

—No, no pienses en eso —murmura ella —no vas a perder a Chace, él es fuerte cariño, es capaz de sobrellevar esto.

Niego.

—No lo entiendes —pronuncio —A lo largo de la enfermedad de mi padre, fui yo quien estuvo a su lado, fui testigo de cómo su salud comenzaba a deteriorarse cada vez más, de cómo su cuerpo se debilitaba Caro, no es fácil y Chace... —mis palabras se detienen.

Ella no dice nada, me atrae a sus brazos y entonces sé que eso es todo lo que necesito. Me rompo por completo entre sus brazos, la impotencia se desborda completamente, combinada con el enojo y el dolor producidos por la noticia.

Intento recomponerme, intento hacerlo porque quiero ver a Chace, y no creo que sea buena idea entrar en este estado.

Algunos momentos después, Rachel regresa.

—Quiere verte —pronuncia con suavidad. —¿Estás bien?

Niego.

—No lo estoy, pero iré —aseguro incorporándome. Siento a Caroline darme un apretón en la mano, suficiente para darme un poco de tranquilidad.

Rachel me indica la habitación, me encamino hacia ahí sintiendo el corazón golpear con mi pecho con fuerza, a punto de sufrir un colapso.

Cuando llego a la puerta, tomo una profunda inhalación intentando traer un poco de calma a mi sistema, intentando recomponerme en pocos segundos. El aire frío, característico de las habitaciones de hospital, me recibe de manera abrupta, ocasionando un pequeño escalofrío en mi cuerpo.

—Hola —Chace eleva la mirada, su piel sigue casi tan pálida como en la fiesta.

—Hola —murmura débilmente. —Rachel te ha dado la noticia ¿o no?

Asiento.

No digo nada, camino hacia la silla que está a un costado de la cama.

—¿Qué...qué tan avanzado está? —cuestiono con temor de saber la respuesta.

—Etapa inicial —responde. —Hay pronóstico alentador, según el médico.

Un poco de alivio me invade. Tan solo un poco.

—¿Es el mismo tipo de cáncer que el de papá? —él asiente.

—De todas las cosas que pudo heredarme, tuvo que ser el cáncer —murmura con burla. Sonrío, era increíble que, a pesar de esto, él no perdiera su sentido del humor.

—Vas a recuperarte —aseguro —vas a salir de esta. Eres fuerte, y tienes el apoyo de toda tu familia, y de todos tus amigos.

Él sonríe, es una sonrisa débil, pero sincera.

—Tengo que salir adelante Ben —asegura —porque tengo cosas importantes por las cuales quedarme. —recuerda —no me dejaré vencer tan fácil.

Sonrío. Estiro una de mis manos para poder tomar la suya.

—Estaré contigo —aseguro —para lo que necesites.

Chace me dedica un asentimiento, antes de cerrar los ojos. Un suspiro brota de mi cuerpo cuando lo observo recostado en la cama. A pesar de nuestra edad, seguía sintiendo con mi hermano el deber de protegerlo, aun siendo consciente de que Chace, era mucho más fuerte que yo.

Una punzada me atraviesa el pecho, y solo puedo permanecer ahí, sentado contemplando a mi hermano mientras le rezo al cielo porque se recupere. Perderlo a él, sería un golpe que estaba seguro, del cual no podría recomponerme.

(...)

Llegar a casa no se sentía como debería, las energías me habían abandonado por completo y mi cuerpo estaba en un estado de agotamiento excesivo. Me quito el saco para dejarlo en algún punto de la habitación, escucho los pasos de Caroline detrás de mí mientras ambos subimos las escaleras.

Le habíamos enviado un mensaje a Mels, para informarle sobre el estado de Chace, pero omitimos decirle sobre la enfermedad, no se merecía esto, no en su boda.

El alivio en mi cuerpo, apenas me dejo caer sobre el colchón es inmediato. La comodidad y calidez me envuelven en segundos y parece que mi cuerpo entero está dispuesto a descansar.

Pasan algunos minutos hasta que el otro lado del colchón se hunde, Caroline se acurruca a mi lado, elevo uno de mis brazos para acercarla a mí.

—¿Estás bien? —cuestiona con suavidad.

No respondo de inmediato.

—A pesar de todo, Chace está estable —murmuro —así que estoy mejor.

—Estoy aquí para ti, para cualquier cosa que necesites cariño. —pronuncia con dulzura —no tienes que atravesar esto solo, sé que Chace es alguien muy importante para ti, se eso de sobra, y por eso, quiero que encuentres en mí un espacio para permitirte liberar todo lo que guardes cuando estés con él.

Mis ojos se humedecen, dios mío, ¿qué había hecho para merecerla?

—Gracias —es todo lo que digo mientras la atraigo a mi cuerpo de nuevo, apegándola a mi pecho para sentirla más cerca.

—Estaré aquí siempre —susurra tan bajo, que apenas la escucho. No pasa mucho rato, hasta que su respiración se vuelve lenta y tranquila, indicando que probablemente, se ha quedado dormida.

No tardo mucho tiempo en hacerlo también, después de todo, necesitaba descansar. Necesitaba reponer todas las energías agotadas en las últimas horas.

Caroline

A la mañana siguiente mi cuerpo entero parece estar cansado, a pesar de que hemos dormido más tiempo del acostumbrado.

—Vaya, realmente te ves mal —pronuncia Ben cuando entra a la cocina. Ruedo los ojos antes de centrarme de nuevo en la tarea que me encontraba realizando.

Sorpresivamente, el olor de la comida frente a mí no me provoca nauseas, en los últimos días había experimentado la misma sensación con frecuencia, tanto que estaba considerando visitar a un doctor.

—Ni que lo digas —respondo con un suspiro —realmente me siento terrible.

Ben se coloca a mi costado, posiciona una de mis manos en mi cintura mientras deja un beso en mi mejilla.

—¿Qué ocurre? —cuestiona.

—Debe de ser algo que comí —murmuro encogiéndome de hombros —Mi estómago está bastante mal, o estaba, ahora las náuseas han desaparecido.

Él plasma una mueca.

—¿Quieres visitar a un doctor? —cuestiona.

Niego.

—No es necesario, me sentiré mejor pronto —aseguro. —No te preocupes.

Él no luce demasiado convencido, sin embargo, no insiste. Nuestro desayuno trascurre con tranquilidad, tanto como hace mucho, pero esta misma se ve interrumpida por los llantos de nuestra hija.

—Voy yo —murmura Ben incorporándose. Cuando se ha ido, me concentro nuevamente en disfrutar del café humeante frente a mí.

Mi celular suena, lo tomo y deslizo la pantalla para poder abrir el mensaje de Julia.

Hace mucho no sé de ti ¿puedo hacerte una visita? Te echo de menos.

Una pequeña sonrisa se apodera de mis labios, tecleo una respuesta rápida. Desde la última vez que nos vimos en el trabajo, fueron un par de ocasiones en las que me encontré con mis amigas. No porque no quisiera, sino porque tanto ellas como yo teníamos ocupaciones que nos impedían estar juntas.

—¿Y ese repentino cambio de humor? —Ben regresa al comedor, sostiene a Sol entre sus brazos quien, al verme, inmediatamente extiende sus brazos hacia mí.

—Julia vendrá de visita hoy —informo.

—Oh, genial. —responde —en ese caso me quedo más tranquilo dejándote en casa, estaba a punto de tomarme el día.

Ladeo la cabeza.

—¿Ibas a faltar al trabajo? —cuestiono.

—No te sientes bien, no quiero que tengas que cuidar a nuestra nena tu sola cuando tu salud está comprometida —dice con una pequeña sonrisa.

—Estoy segura que Julia podrá ayudarme, no tienes que tomarte el día —aseguro mientras acomodo a mi hija en brazos.

—En ese caso, iré a prepararme —informa. Se inclina hacia mí para dejar un beso en mis labios, y luego regresa a la habitación.

Sol comienza a inquietarse en mis brazos, por lo que termino encaminándome de nuevo hacia su habitación para poder prepararle la leche, no me sentía demasiado confiada dándole alimentos a pesar de que Rachel y mi madre decían que no había problema, quería esperar que estuviera un poco más grande para poder darle una alimentación adecuada.

—¡Me voy! —el grito de Ben me hace sonreír, me sorprende la rapidez con la que se ha alistado, han sido menos de quince minutos.

—¿Tan rápido? —cuestiono cuando él aparece en el cuarto de Sol.

—Mejoro mis habilidades día con día —pronuncia elevando sus cejas haciéndome soltar una pequeña carcajada —nos vemos después.

Camina hasta colocarse frente a mí, deja un sonoro beso en una de las mejillas de Sol para después dejar un rápido beso sobre mis labios. Le dedico un ademán de adiós, y pronto el sonido de la puerta principal me indica que ya se ha marchado.

Mi rutina en la casa con mi pequeña era divertida, disfrutaba de quedarme aquí con ella, sabía que los meses pasaban rápido, mucho más de lo que me gustaría y es por eso, que me esforzaba por estar con ella tanto como me fuese posible.

La hora en la que Julia dijo que vendría llega, el sonido del timbre me hace sonreír. Tan puntual como siempre.

Mi amiga suelta un pequeño grito en cuanto abro la puerta, aún sostengo a Sol en brazos por lo que ella, a pesar de la efusividad, me abraza con cuidado de no incomodar a mi pequeña.

—Me alegra que hayas venido —pronuncio cuando ella ingresa a la casa.

—Te echaba mucho de menos —responde. —Y a esta preciosura también. —articula centrándose en Sol. Ella observa con detenimiento a mi amiga, y luego, una diminuta sonrisa se posa en su pequeño rostro.

Julia la toma en brazos, cuando ambas estamos en la sala, un bostezo abandona mi cuerpo.

—Mala noche ¿no es así? —cuestiona.

Niego.

—No es solo eso, el cansancio y las náuseas están amenazando con acabar conmigo —informo. —¿Quieres tomar algo?

Me incorporo del sillón, momento justo en donde un mareo, aunque ligero, me hace tambalear.

Me dejo caer de nuevo en el sillón, cerrando los ojos por un par de segundos.

—¿Caro? ¿Estás bien? —la preocupación es evidente en el tono de voz de Julia.

—Sí, solo fue un mareo, no es nada —pronuncio soltando un suspiro. Cuando vuelvo a mirarla, ella me observa con detenimiento.

—¿Estás segura? —cuestiona —¿Mareos, cansancio, nauseas? —asiento ante su pregunta.

—No sé qué ocurre conmigo. —respondo.

Julia abre la boca, parece tener la intención de decir algo, pero se retracta.

—¿Qué? —cuestiono. Por la forma en la que me mira, puedo deducir a que es lo que se refiere. —Por favor Julia, tu y yo sabemos que no puede tratarse de eso.

Ella se encoje de hombros.

—Todo indica que...

Niego.

—No, no estoy embarazada —sentencio con seriedad. —No puedo hacerlo ¿recuerdas? —cuestiono con una sonrisa triste. —Debe de ser algo más.

Mi amiga parece tener la intención de decir algo más, pero se detiene.

—No quiero sonar entrometida ¿pero no lo has considerado? —niego otra vez.

—No —sentencio —He estado bajo mucho estrés últimamente, sabes lo sensible que me pongo en situaciones complicadas. —le recuerdo en un suspiro —mi cuerpo comienza a protestar.

—En ese caso, espero que mejores pronto —murmura con una ligera sonrisa —pero si no lo haces, prométeme que visitarás a un médico. Solo para descartar.

—Julia, no podemos descartar algo que no puede suceder —mascullo —pero si eso te deja tranquila, entonces está bien, si los síntomas no desaparecen visitaré un médico.

Mi amiga parece satisfecha con mi respuesta, por mi parte, permanezco con la punzada en el pecho. Aquella punzada que conocía a la perfección.

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