
Treinta y ocho (*)
BEN.
Todo el sentido positivo que me había cargado durante la semana se había esfumado por completo, mi hermano no estaba mejorando, a pesar de los incontables esfuerzos de los médicos por encontrar un tratamiento adecuado.
—¿Iras al hospital hoy? —cuestiona Caroline cuando ingresa a la habitación de nuestros hijos. Luke se remueve frente a mí, rehusándose por completo a dejarse poner la ropa.
—Si —murmuro —Rachel regresará a casa a descansar. —informo —quiero quedarme en el hospital con Chace. Así que es seguro que pase la noche con él.
—¿Entonces no hay problema en que Julia venga a pasar la noche a la casa? —cuestiona. Sonrío, termino de colocarle la ropa a Luke para después cargarlo en brazos y girarme hacia ella.
—Para nada, de hecho, me quedo más tranquilo sabiendo que ella estará aquí —confieso —sabes que no me gusta que pases la noche sola en casa con los niños.
—Estaré bien, las mil alarmas que tienes en la casa nos protegen —responde en broma.
Luke pide bajar de mis brazos, por lo que lo dejo sobre la alfombra y en un par de segundos ya se encuentra corriendo por toda la habitación.
—Me sorprende la energía que este pequeño torbellino tiene —confieso mientras observo con una sonrisa a nuestro pequeño.
—Ya sabes, los terribles dos —responde ella encogiéndose de hombros. —Iré a preparar la comida, avísame cuando vayas a salir —pide.
Asiento, se da la vuelta y abandona la habitación. Suelto un suspiro mientras me acomodo en la silla que está a unos pasos de distancia.
—Papá —volteo, Sol se encuentra de pie justo en la entrada de la habitación.
—Hola princesa, ven aquí —ella corre en mi dirección cuando abro los brazos para recibirla.
Una vez que la coloco sobre una de mis piernas ella me enseña la muñeca, que justo ahora, no tiene cabeza.
—Pero, ¿qué le pasó? —pregunto entre risas. —¿Tú se la quitaste? —cuestiono.
—No papá—responde formando un pequeño mohín con sus labios. El gesto me enternece por completo.
—Bien, entonces déjame ver qué puedo hacer para repararla ¿de acuerdo?
Sol parece satisfecha con mi respuesta, se baja de un brinco y corre hacia donde su hermano se encuentra jugando con los cubos de construcción.
Era increíble como el tiempo había pasado de una manera tan rápida sin siquiera darnos cuenta, parecía que fue ayer cuando los cargaba en mis brazos, cantándoles canciones de cuna para que pudieran dormir.
Estaban creciendo, y odiaba admitir que eso estaba sucediendo más rápido de lo que me gustaría.
No sé con exactitud cuánto tiempo es el que permanezco ahí sentado mirándolos, hasta que Caroline regresa.
—¿Te quedaste aquí todo el tiempo? —pregunta.
—Sí, quería cuidarlos de cerca —respondo con una ligera sonrisa, mi celular suena anunciando un nuevo mensaje. Lo tomo de mi bolsillo mientras me incorporo.
—Es Rachel —murmuro.
—¿Qué dice? ¿Está todo bien? —pregunta Caroline caminando hasta quedar a mi costado.
—Sí, solo que dice que necesita regresar a casa, y no quiere que Chace se quede solo —murmuro. —Así que creo que es buena idea que vaya al hospital.
—De acuerdo —responde. Me sonríe, lo hace de una manera tan cariñosa que no retengo el impulso de rodearla con mis brazos.
—Nos vemos luego —me despido mientras dejo un beso en sus labios. Ella asiente, nuestros pequeños no parecen prestar demasiada atención a mi partida, muy a duras penas consigo que dejen su juego para abrazarlos.
—Llama si necesitas algo —pide Caro cuando me encuentro por subir al auto, luego de haber tomado todas las cosas que creo necesitar.
—Lo haré —le hago un ademán de adiós con una de mis manos para luego adentrarme al auto. Caroline espera en la entrada de la casa, hasta que salgo por completo y tomo el camino de la carretera.
El hecho de ir conduciendo hacia el hospital para ver a mi hermano hacía que la angustia creciera en mi pecho, no quería considerar la idea de que en algún momento podría recibir la peor de las noticias.
Chace, además de ser mi hermano se había convertido en mi mejor amigo. Me arrepentía profundamente de haberme apartado de su lado cuando se enteró del embarazo de Carlie, creo que esa es una de las cosas que nunca lograré perdonarme. Sin embargo, había intentado compensárselo todo este tiempo. No había nada que no hiciera para asegurarme de que estuviese bien.
Llego al hospital justo cuando Rachel ya se encuentra en la sala de espera.
—¿Cómo está? —cuestiono.
—Débil —pronuncia. Su rostro refleja un enorme cansancio, no imagino la carga con la que debe estar luchando justo ahora. —El doctor dijo que pronto tendrán un nuevo tratamiento, solo que no saben si será efectivo.
Tenso la mandíbula. ¿Es que no estábamos en uno de los mejores hospitales? ¿Cómo es que no eran capaces de encontrar el tratamiento adecuado?
—Dice que el cáncer está avanzando —continúa —harán el último intento para intentar reducirlo, de lo contrario, no saben que más hacer.
—Funcionará —aseguro, aun cuando no soy capaz de convencerme de eso —lo hará.
Ella suspira.
—Iré a casa, los gemelos deben estar necesitándome, al igual que Chris —murmura. —Llámame cualquier cosa, por favor. —pide.
—Lo haré —aseguro.
Ella asiente, cruza por mi lado sin decir nada más y la observo llegar hasta la salida del hospital.
Era increíble como la enfermedad afectaba también a personas que no la padecían, toda la energía y luz de Rachel parecían haberse apagado. Sabía lo difícil que era luchar contra el cáncer, sabía que podía ser una maldita montaña rusa. La peor de todas.
Tomo una inhalación, intentando calmarme antes de atreverme a caminar hacia la habitación de Chace. Mis pasos son lentos, como si de cierta manera no quisiera llegar.
—Le dije a Rachel que no era necesario que mandara a alguien para cuidar de mí —pronuncia Chace cuando me ve entrar.
—No vengo a cuidar de ti —aseguro —solo vengo a acompañarte.
Chace sonríe.
—Te ha dicho ¿no es así? —murmura débilmente.
—Lo hizo, soy tu hermano, tengo derecho a saberlo —él suspira.
—Nunca entendí a papá —confiesa cerrando los ojos —le reprochaba el haberse rendido, el no haber luchado más para quedarse con nosotros. —suelto una maldición cuando lo escucho hablar así —jamás lo entendí, no lo hizo hasta estos momentos.
—No, no te atrevas a decirlo —advierto colocándome en la silla que está junto a él.
—Todo esto es tan cansado Ben —masculla —mi cuerpo está lleno de medicamentos que ya no sabe ni que hacer. Y los dolores, maldición los dolores son tan intensos que cada vez ruego más porque no se presenten.
—Los doctores encontrarán otro tratamiento, va a funcionar —aseguro —no puedes hacer esto, no puedes estarte rindiendo ahora.
Él me mira, no hay rastro alguno del Chace que solía ser. Su piel está pálida, demasiado. Su complexión ahora es mucho más delgada de lo que solía ser y las bolsas negras debajo de sus ojos solamente le dan un aspecto más enfermo.
—No —murmura —no puedo abandonar a Rachel ni a mis hijos —susurra. —No puedo dejarte.
Sus ojos se humedecen, desvía la vista hacia algún punto para intentar recomponerse.
Extiendo una de mis manos para poder tomar la suya.
—Vas a salir de esta —murmuro —lo vas a hacer y estarás muchos años más con nosotros. Verás que sí. —aseguro —irás a la graduación de Chris, y probablemente seas el padrino de Sol. Le enseñarás a Luke esos trucos con las cartas que te salen tan bien y verás crecer a los gemelos. Chace, todo va a estar bien, tú vas a estar bien.
—No estoy tan seguro de eso —murmura con voz rota —no sé si llegue a hacer todo eso.
—Lo harás —pronuncio con esperanza.
Chace cierra los ojos, apoya la cabeza contra la almohada y simplemente permanezco mirándolo.
¿Era egoísta pedirle que se quedara? ¿Me convertía en una persona egoísta al pedirle que luchara más?
Tal vez lo era, pero no soy capaz de considerar, ni por el más pequeño segundo, que él pudiera marcharse.
Por más egoísta que eso pudiera escucharse.
No estaba preparado, no para perderlo.
(...)
No hay mejoría en las siguientes horas, esa noche comenzarían a administrar el siguiente tratamiento y yo solamente le rezaba a Dios porque funcionara.
Porque hubiera, aunque sea la más pequeña señal de mejoría, pero no ocurre, al contrario.
A la mañana siguiente Chace está mucho más débil, más de lo que siquiera imaginé. Tanto que me había obligado a llamar a Rachel para que acudiera al hospital.
Ahora, ella estaba con el doctor, hablando sobre lo que había ocurrido, tratando de entender que carajos había salido mal.
Golpeteo mi pie contra el suelo, intentando no perder el control justo en medio de la sala del hospital. Habían pasado un par de horas desde que Rachel entró con el doctor, lo más seguro era que luego de eso, pasara a ver a Chace. Sin embargo, sentía que, si pasaba un segundo más sin saber algo de él, iba a perder la cabeza.
—Ben —elevo la vista cuando escucho la voz de Rachel, el semblante que trae indica que nada está bien.
—¿Qué pasó? —pregunto. —¿Qué fue lo que dijo el doctor?
Ella niega. Se abraza a si misma mientras solloza y no lo soporto, me acerco para envolverla en mis brazos, Rachel se aferra a mi cuerpo mientras la abrazo, en espera de que logre recomponerse.
—No funcionará —murmura apartándose —su cuerpo lo ha rechazado completamente. No quieren arriesgarse, así que dejarán de administrárselo mientras encuentran otra opción.
—Pero lo harán ¿no? Van a encontrarla —ella niega.
—Chace no lo quiere —masculla y por una brevedad de segundo, no puedo creerlo.
—¿Qué dices? ¿Cómo que no...?
—Me ha pedido que traiga a Chiris, Ben, él quiere despedirse.
Es como si alguien hubiese lanzado un puñal directo a mi corazón, como si miles de agujas se clavaran en mi cuerpo produciendo un dolor agudo, un dolor que quema.
—No, él no puede hacer eso —murmuro —él lo prometió Rachel, el me prometió que no se rendiría.
Ella ladea la cabeza, me observa con comprensión antes de extender una de sus manos para tomar la mía.
—Nos hizo muchas promesas —pronuncia —al parecer no podrá cumplirlas. Tal vez es hora de dejarlo ir.
Cruza por mi lado, dispuesta a abandonar el hospital y yo, yo solo permanezco ahí.
En un intento desesperado por despertar, por desear con todas y cada una de mis fuerzas que esto no fuese más que una maldita pesadilla.
Caroline
Camino con prisa, atravesando el estacionamiento para poder ingresar al hospital y encontrar a Ben.
Él me había llamado, dándome las peores noticias que pudiera siquiera pensar en recibir.
Ingreso a la sala de espera, pasando mi vista intentando encontrarlo. Lo ubico en una de las sillas que están prácticamente al fondo, sentado, con el rostro cubierto con sus manos.
—Cariño —él eleva la vista en cuanto escucha mi voz, me coloco justo a su lado mientras lo observo con preocupación.
—¿Cómo se supone que conseguiré hacerlo? —cuestiona con voz rota. —Él me prometió que no se rendiría, y es justo lo que hace ahora. —el reproche llena su voz —me dijo que no haría lo mismo que papá. ¡Lo prometió!
—Hey, tranquilo —susurro. —No puedes recriminarle algo como eso ¿no has pensando en lo cansado que debe de estar? Tú más que nadie entiende eso, ya lo viviste con tu padre una vez. ¿No crees que Chace se merezca la misma oportunidad para descansar?
Él niega.
—No podré hacerlo —masculla —¿Cómo voy a entrar y aceptar que el muera?
No encuentro que responder, cruzo uno de mis brazos por su espalda para apegarlo a mi cuerpo. Ben se rompe en ese instante y mi corazón parece hacerse añicos ante eso.
No sé cuánto tiempo permanecemos así, no es hasta que Rachel llega de nuevo al hospital que Ben parece tener la voluntad de incorporarse.
—¿Quieres estar con él primero? —cuestiona ella con suavidad. Ben niega, Rachel y yo compartimos una mirada. —De acuerdo.
Chris sigue a su madre por el pasillo, hasta adentrarse al otro sector del hospital.
—Esta es tu última oportunidad para hacerle saber a Chace que lo apoyas en todo —susurro. —de demostrarle que están con él. Y lo estarás siempre.
Ben no responde, probablemente la siguiente media hora la pasamos en la sala de espera, Ben caminando de un lado al otro, como si intentara reunir la valentía para poder entrar a la habitación de su hermano.
Rachel saldría en algún momento, y esperaba que Ben pudiese entrar con su hermano, el arrepentimiento de no haberse despedido de él podía ser fuerte, no quería que viviera con eso por el resto de su vida.
—Lo haré —murmura cuando se coloca de nuevo a mi costado. Sonrío, extendiendo una de mis manos para poder tomar la suya.
Antes de que pueda responder, una movilización en el hospital capta nuestra atención. Ben se incorpora con prisa, y prácticamente tengo que correr tras él cuando se dirige hacia el otro sector del hospital.
—¡Ben, espera! —grito, pero es inútil. Lo he perdido de vista en un par de segundos así que intentando llegar a la habitación de Chace lo más rápido que puedo.
Cuando lo hago, el corazón se me rompe por completo. Ben está ahí, en el suelo abrazando a Chris.
—Se ha ido —pronuncia Chris con dolor —Papá se ha ido.
Y ahí lo entiendo. Entiendo por completo que es lo que ha ocurrido.
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