Treinta y cinco (*)
Caroline
El cumpleaños de nuestra pequeña había llegado más rápido de lo que siquiera imaginamos. Era increíble la rapidez con la que el tiempo había parecido transcurrir, no podía siquiera creer que hace poco menos de un año, que Sol había llegado a nuestras vidas.
Nos había cautivado el corazón desde el primer instante, y sabía que seguiría de la misma forma para siempre.
Nuestro jardín se encuentra completamente decorado con globos rosas y dorados, luces que cuelgan de los árboles y varios personajes animados esparcidos por todo el lugar. La música infantil que suena por las bocinas llena el ambiente de un aire alegra y festivo, nada podía ser mejor.
—Realmente quedó todo maravilloso —volteo en cuanto escucho la voz de Ben a mi costado. —No puedo creer que cumpla un año.
—El tiempo pasa demasiado rápido ¿no es así? —cuestiono con una pequeña sonrisa.
Ben asiente, acompañando el gesto con una sonrisa radiante. Luce feliz, relajado, parece que está disfrutando al máximo este día, de hecho, parece que todas las personas en el lugar lo hacen.
—¡Llegó la comida! —Ambos volteamos en cuanto otra voz se escucha, Chace aparece en nuestro campo de visión, sosteniendo varias bolsas entre sus manos. Peter le sigue, sostiene un par de cajas en las que supongo, se encuentra la comida que prometieron traer.
—Vaya, son realmente impuntuales —bromea Ben mientras se acerca hasta donde su hermano se encuentra —creí que los invitados se morirían de hambre.
Chace rueda los ojos, ignora las palabras de su hermano y lo esquiva para poder llegar a donde me encuentro.
—Hola Caro —saluda —todo quedó estupendo.
—Gracias, es bueno saber que las largas horas invertidas en la decoración valieron la pena —pronuncio con una pequeña sonrisa.
—Oh, definitivamente lo hicieron —concuerda él.
Me dedica una sonrisa antes de esquivarme para poder caminar hasta la mesa en donde toda la comida se encuentra.
Conforme el tiempo trascurre, los invitados comienzan a llegar y pronto, el jardín ya se encuentra ocupado casi en su totalidad.
Sol parecía encantada con ser el centro de atención, el vestido que lleva puesto se ondea con ligereza en cuanto da sus pequeños pasos, haciéndola lucir realmente adorable.
—Oh, creí que no llegaría —elevo la vista en cuanto escucho la voz de Ben, el parece mirar hacia la entrada del jardín, en donde reconozco casi de inmediato a la persona que está entrando.
—Lamento la tardanza —murmura Connor, el prácticamente mejor amigo de Ben, mientras camina hacia nosotros. Una chica pelirroja se encuentra detrás de él, sosteniendo una caja con un gran lazo encima. —Tuvimos algunos inconvenientes al intentar ponerle la ropa. —pronuncia.
—Realmente creí que no vendrías —pronuncia Ben mientras se acerca a su amigo. Sonrío en cuanto se inclina para poder hablar con el pequeño bebé que su amigo trae, quien parece ser de la misma edad de Sol.
—Hola —pronuncia Connor reparando en mi presencia —Ella es Sam. —informa señalando a la chica que está detrás de él.
—Un gusto, Sam —pronuncio —Pueden tomar asiento en donde mejor se acomoden —murmuro con una sonrisa.
Tomo la caja cuando él me la tiende, no habían sido muchas las ocasiones en las que habíamos coincidido, de hecho, solo lo habíamos hecho en un par de situaciones, pero sabía que él era alguien especial para Ben.
No a cualquier persona se le confía una empresa.
—Ahora sí, parece que están todos —pronuncia Ben —¿Crees que debamos cortar el pastel?
—Definitivamente, no debemos de hacerlos esperar —aseguro. —Iré por Sol.
Ben asiente, informando que irá por el pastel y las cosas necesarias, le doy la espalda luego de que él pronuncie aquello y recorro el jardín, para llegar hasta donde mi pequeña se encuentra.
—Acabará contigo si sigue así —pronuncio en broma al notar que Sol está demasiado inquiera en los brazos de Chace.
—Oh, qué bueno que has venido en mi rescate —responde él soltando una risa. —Realmente tiene energías.
—Creo que esa es una de sus principales cualidades —informo. Tomo a mi pequeña en brazos, quien parece encantada de venir conmigo. Cuando volteo, Ben se encuentra detrás de la mesa del pastel y me hace un par de señas para indicar que todo está listo.
La hora de cantar la conocida canción de feliz cumpleaños llega, cuando los invitados comienzan a cantarla, Sol se abraza a mi cuerpo, sin embargo, una pequeña sonrisa se mantiene en su lindo rostro.
Y ahí, justo en ese momento, lo sé.
Sol parecía hacer justicia a su nombre, se había convertido en nuestro gran rayo de esperanza, nos había dado la mayor felicidad que pudimos haber deseado, nos había convertido en padres. Y ahora, nosotros la amábamos con todo nuestro corazón, no había ni un solo momento del día, en que no pensáramos en ella, y no había nada, absolutamente nada que no hiciéramos para garantizar su felicidad.
—¡Feliz cumpleaños! —gritamos con emoción, los aplausos se hacen escuchar y Sol brinca, antes de inclinarse con mi ayuda hacia la vela y soplar, o intentar hacerlo, para apagarla.
—Feliz cumpleaños, mi cielo —pronuncio tomándola en brazos para poder dejar un sonoro beso en una de sus mejillas.
Ella ríe, antes de abrazarse a mi cuello y luego centrar su atención en Ben, se lanza hacia sus brazos riendo cuando Ben la eleva antes de llenarla de besos.
Todo estaba bien, y solo me quedaba pedirle a Dios y al cielo, que no me arrebatara esto. Que me dejara disfrutar por completo la felicidad de haber conseguido una familia tan maravillosa como la que poseo ahora.
BEN
Cuando el final de la tarde llega, nos encontramos tan exhaustos como nunca antes.
Habíamos terminado de recoger las cosas del jardín, y los invitados se habían marchado ya, así que tal vez era hora de descansar.
—¿Se han dormido ya? —pronuncio mientras ingreso a la habitación de nuestros pequeños. Sol y Luke duermen plácidamente en sus cunas, y envidio la comodidad de la que gozan. —Quisiera poder dormir como ellos —bromeo logrando que Caroline me mire.
—Ya duermes como ellos —asegura con una pequeña sonrisa —¿los regalos ya están dentro? —asiento.
—Connor me ayudó con los últimos —informo —ahora creo que es momento de tomar un necesario baño, y dormir.
Caroline observa el reloj, antes de negar.
—Intenta aprovechar el tiempo entonces —indica —porque en un par de horas Luke estará despierto.
Hecho la cabeza hacia atrás, Caroline ríe mientras cruza por mi lado, para salir de la habitación.
Cierro la puerta con suavidad, cuidando de no hacer demasiado ruido que pudiera despertar a alguno de nuestros pequeños.
Luke era algo intolerante al ruido, desearía que tuviese el sueño un tanto más pesado, de esa forma, no tendría que preocuparme demasiado, sin embargo, parece que es algo que no podría ser.
—Sol seguramente no despertará pronto —murmura Caroline una vez que nos encontramos en nuestra habitación, de deja caer sobre el colchón, antes de observarme. —Es increíble que tenga un año ya, no puedo creerlo.
—Ojalá pudiera pedir que dejaran de crecer —bromeo —dejan de ser bebés demasiado rápido.
Ella sonríe, no responde nada y parece estar pensando algo. Me quito los zapatos, mientras la observo con detenimiento.
—¿En qué piensas? —cuestiono con curiosidad.
Caroline no responde de inmediato, parece analizar las palabras que me dirá antes de hacerlo.
—¿En algún momento le diremos la verdad? —cuestiona. La observo con confusión, no entendiendo a que se refiere.
—¿A quién? —pregunto. —¿Y qué verdad?
Ella suspira.
—Quiero decir que si en algún punto, le diremos a Sol sobre su adopción —aclara. Hago el ademán de responder, pero no consigo decir ni una sola palabra.
No había considerado la posibilidad de decirle a nuestra hija sobre eso, es decir, no parecía ser una preocupación, hasta ahora.
—¿O vamos a ocultárselo? —cuestiona.
—No lo sé —confieso —es demasiado pronto para pensar en eso ¿no lo crees?
Ella niega.
—Ben, no quiero que Sol llegue a enterarse de esto por accidente, o porque alguien más se lo confiese —murmura —tiene derecho a saberlo, pero no sé si eso pueda hacerle algún daño, es decir, no quiero que sufra.
—No tiene por qué hacerle daño, no si encontramos la manera correcta de contarle la verdad —articulo con suavidad. —Probablemente lo mejor sea decirle la verdad, no ahora, ni en un par de años, sino cuando sea lo suficientemente madura para entender ese tema.
—No tenemos porque hacerlo solos —continuo —linda, podemos recurrir a algun experto para encontrar la mejor manera de hacerlo.
—¿Y si ella deja de querernos entonces? —inquiere con temor.
Las comisuras de mis labios se curvan hacia arriba, formando una diminuta sonrisa.
—No dejará de querernos, el hecho de que haya llegado a nuestra familia por medio de la adopción, no disminuirá su cariño hacia nosotros —pronuncio. —somos sus padres, y lo seremos siempre. —aseguro. —nada podrá quitarnos eso. Nuestra pequeña sabrá que la amamos, que no existe ninguna diferencia entre ella y Luke, porque ambos son nuestros hijos, a ambos los deseamos con la misma intensidad.
—Sí, creo que tienes razón —pronuncia al cabo de unos segundos —Tendremos que estar preparados ¿no es así?
—Definitivamente —murmuro. —Pero estaremos bien, ella estará bien.
—¿Qué opina Connor sobre el tema? —pregunta
—¿Sobre contar la verdad? —ella asiente —Bueno, Matt perdió a su madre, son casos distintos porque él sabrá de su madre biológica, y probablemente también sepa sobre su padre, aunque sea algo complicado de explicar —confieso recordando todos los problemas por los que han atravesado —pero creo que él considera la verdad como punto importante. Al igual que nosotros.
—Sé que no es momento para pensar en eso, pero ante la idea de que nuestra nena está creciendo y en algún punto debamos decirle la verdad, hace que un temor respecto a que las cosas salgan mal se adueñe de mi cuerpo —confiesa. —¿Estoy siendo paranoica? —pregunta casi con aflicción.
No quiero reir, porque temo que ella pueda malinterpretarlo, pero inevitablemente termino haciéndolo.
—No, no estás siendo paranoica —aseguro —simplemente eres una madre que se preocupa por sus hijos, por su bienestar y por el hecho de que no sufran algún tipo de daño en el futuro, no eres paranoica, simplemente, eres mamá.
Ella parece aliviada, extiendo una de mis manos para poder tomar la suya en un gesto cariñoso.
—Nos prepararemos para cuando el momento llegue —articulo —y todo saldrá como deba de salir. Bien o mal, nada nos hará cambiar lo que sentimos por ella, y jamás dejaremos de ser sus padres. Aunque ahora pueda parecer complicado.
—Vaya que lo parece —pronuncia entre risas —pero que le podemos hacer.
—Exactamente. —Concuerda, toma mi mano para atraerme a su lado, me acomodo sobre el colchón, cruzando uno de mis brazos por detrás de su espalda para apegarla a mí.
—Te amo —susurra.
—Yo también te amo —pronuncio. —y amo a nuestra familia, y estaremos bien. No tengas duda de eso.
No importaba que pudiera suceder, éramos una familia y nada, absolutamente nada, podría cambiar eso.
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