Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Diez (*)


Caroline

Habíamos aterrizado en San Diego hace algunos minutos atrás, y ahora mismo caminábamos en dirección al lugar en donde se supone mi madre nos estaría esperando.

—Tu madre espera por nosotros ¿verdad? —cuestiona Ben mientras observa el folleto que nos habían entregado al bajar del avión.

—Así es —respondo comenzando a buscar con la mirada a mi madre —Dijo que vendría por nosotros para evitarnos la molestia de tomar un taxi —informo.

Una sonrisa se plasma en mis labios en el instante en el que reconozco el cabello rubio de mi madre, ella sonríe con emoción en cuanto nos localiza y eleva con mayor énfasis el cartel con nuestros nombres.

—Ahí está —susurro y Ben eleva la vista, lo observo sonreír al momento que toma una de mis manos y caminamos hacia el lugar en donde ella se encuentra. Prácticamente corro a su encuentro, cuando estoy entre sus brazos pareciera que todo lo malo que ha pasado en mi vida, se esfuma en cuestión de segundos.

Un solo abrazo de mi madre me ha reiniciado por completo. No sabía con cuanta intensidad la extrañaba hasta ahora.

—¡Oh, cariño! —pronuncia con emoción mi madre mientras me aferro a su cuerpo —te he extrañado mucho, hija.

—Y yo a ti mamá, no sabes cuánto —respondo con emoción.

Cuando nuestro emotivo encuentro ha finalizado, ella abraza a Ben.

—Hola Ben —murmura con cariño —me alegra verte de nuevo.

—Hola Gen —saluda Ben aceptando el abrazo de mi madre.

— Bien, el auto está afuera — dice y ambos asentimos. Caminamos detrás de mi madre y nos subimos al viejo pero cálido auto que conduce, Ben y yo miramos maravillados el lugar.

San Diego es un lugar muy bonito, había sido mi hogar por muchos años y me agradaba la idea de pasar más tiempo aquí.

— ¿Cómo han estado las cosas por allí? — cuestiona mi madre mirándonos por el espejo retrovisor.

— Bastante tranquilas — respondo — Había olvidado lo bello que era este lugar

Mi madre me sonríe y sigue conduciendo en silencio, Ben toma mi mano durante todo el camino hacia la casa de mi madre, no la suelta en ningún momento y eso me transmite un poco de valor.

Habíamos acordado hablar con mi madre sobre el tema de la adopción en la primera oportunidad que se nos presentara, no quería alargar más la situación. Quería que supiera lo que ocurría, no tenía por qué guardarle este tipo de cosas.

Nos detenemos frente a la casa que me albergó durante 18 años de mi vida, la fachada ahora está pintada de color marrón y las flores que mi madre suele cultivar nos dan la bienvenida con sus llamativos colores.

— ¡Hermanita! — La voz de Erika, mi hermana mayor por cinco años resuena por la sala. Una sonrisa inconsciente se plasma en mis labios y pronto tengo a un cuerpo colgándose del mío. La última vez llevaba el cabello rubio, ya que lo heredó de mi madre, pero ahora lo tiene teñido de castaño, sus ojos azules brillan de emoción cuando nos separamos. —Te hemos extrañado mucho — dice con sinceridad antes de volver a abrazarme.

— Yo igual las he extrañado — respondo. —No has ido a visitarme, así que he tenido que venir yo.

Ella suelta una sonrisa mientras niega, luego centra su atención en Ben. El recibimiento que le da es muy similar al mío. Ellos desde que se conocen se han llevado demasiado bien, y ahora a pesar de estar un poco distantes, pareciera que la amistad no se ha acabado.

—Supongo que deben de estar hambrientos —comenta mi madre con una sonrisa —así que he preparado un poco de comida.

Nos invita a pasar al comedor, el olor de la comida casera está impregnado en la habitación a la que ingresamos, e instintivamente mi cuerpo parece reaccionar ante eso.

Me doy cuenta de que las paredes han sido pintadas de un color crema y la mesa de madera ahora ha sido sustituida por una de cristal. Era increíble como las cosas podían cambiar en un par de años, no recuerdo con exactitud cómo era mi hogar la última vez que vine, sin embargo, no ha perdido su calidez.

Todos tomamos asiento, Ben se coloca a mi lado, mi madre se posiciona enfrente de nosotros y a su lado está la silla que ocupará mi hermana.

— ¿Y qué tal les va en San Francisco? — cuestiona mi hermana — ¿Ha habido algún cambio?

— Nada en especial — respondo encogiéndome de hombros. —todo sigue exactamente igual.

— Y ¿Para cuándo piensan hacerme tía? — me atraganto con el trozo de carne que acababa de llevarme a la boca. Tengo que tomar varios sorbos de mi bebida para calmarme y noto la mirada de todos los presentes sobre mí.

— ¿Estás bien nena? — escucho que Ben me cuestiona.

— Oh hermanita, no me digas que la fábrica está cerrada — escucho decir a mi hermana y seguidamente ella suelta una pequeña risa, la miro y tiene una sonrisa burlona en el rostro. — Llevan varios años casados, no creo que no hayan considerado la idea de tener hijos.

—Lo hemos considerado —interviene Ben dándome una rápida mirada —pero...—Coloco una de mis manos sobre la de él. —Estamos demasiado ocupados con el trabajo. —miente.

Mi hermana sonríe.

—Bueno, a este paso terminarán...

—¿Quieres callarte? —cuestiono con brusquedad, mi hermana eleva una de sus cejas sorprendida por mi hablar. —No vine hasta aquí para debatir contigo por qué no he decidido tener hijos.

La habitación se sume en un inmenso silencio, bajo la vista hasta posicionarla en mi casi intacto plato. El hambre parecía haberse esfumado de mi cuerpo, por lo que me incorporo de la silla.

—No tengo hambre, nos vemos después. —finalizo antes de darme la vuelta para salir del comedor.

No estaba lista, no estaba lista para decirles que no puedo tener hijos. Tomo una inspiración profunda en cuanto me encuentro en el jardín trasero de la casa y siento un alivio en cuanto la brisa golpea mi rostro.

Me siento en una de las bancas que mi madre tiene colocado en el pequeño jardín cerca de unas flores y suspiro. ¿Por qué rayos era tan difícil?

— Linda — escucho la voz de Ben a mis espaldas y lo miro — ¿Estás bien? — cuestiona tomando asiento a mi lado.

Escondo mi cabeza en su cuello y él rodea mi cintura con uno de sus brazos. Aspiro su perfume y me tomo unos segundos antes de hablar.

— No estoy lista para decirles aún — susurro — Siento que voy a decepcionarlas, no creo poder soportar eso.

— No digas eso linda, tu madre te adora — dice dejando un beso en mi coronilla — Y estoy seguro que lo seguirá haciendo

Suspiro nuevamente y Ben me apega a su cuerpo.

— Aún no estoy lista — repito.

— No hay prisa cariño, podemos decirles cuando tú te sientas preparada.

BEN

Tomo la mano de Caroline mientras recorremos el lugar al cual su madre nos había traído. No solíamos venir demasiado aquí, en la mayoría de las veces que Caro se reunía con su familia eran ellos lo que viajaban a San Francisco.

Estábamos de paseo por el centro de San Diego, los enormes edificios y comercios con luces nos daban la bienvenida y nos invitaban a entrar.

— Bienvenido a Gaslamp Quarter — dice Caroline lanzándome una mirada cargada de emoción. Observo el lugar con admiración. Los bonitos edificios captan inmediatamente mi atención.

— Este lugar es increíble — respondo. Siento que Caroline tira de mi mano haciéndome caminar, recorremos las calles mirando las casas de estilo victoriano que termina por sorprenderme.

— Es increíble que en los años que llevamos casados jamás me hayas traído de visita a este lugar — digo y ella me observa divertida.

Durante el trayecto no hablamos mucho, su madre nos explica —más bien me explica — cada edificio y su significado.

— Ésta es la William Heath Davis House — Escucho decir Martha — Es considerada la casa más antigua de Gaslamp Quarter, fue construida en 1850 y originalmente la casa era una de varias estructuras estilo salbox enviadas desde Portland, Maine, a San Diego.

Miro atento la casa que tengo enfrente mientras presto atención a lo que la madre de Caroline está contando.

— Las casas tenían la intención de formar el primer asentamiento en lo que entonces se llamaba "Ciudad Nueva". Las estructuras se erigieron cerca de lo que ahora es el Estado y las Calles del Mercado, cerca del parque público más antiguo de San Diego, el Parque Pantoja. — continúa ahora Erika.

— Un propietario tardío, George Deyo, heredó la casa en la década de 1930 y se la pasó a la familia Lanuza en 1977, quien a su vez, donó la casa a la ciudad de San Diego para convertirse en museo. La casa se trasladó a su ubicación actual cuando comenzó la restauración del museo — me informa la madre de Caro.

Asiento a las palabras de ambas mujeres, se ve que les apasiona la historia del lugar donde viven porque hablan y describen cada detalle con tremenda facilidad y emoción que logra contagiarte.

— Tal vez un día con mayor tiempo podamos entrar a echarle un vistazo — escucho la voz de mi amada esposa, la miro y ella tiene una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.

— Sin duda tenemos que venir — susurro lanzándole una última mirada a la casa para después continuar con nuestro recorrido por el lugar.

Caroline toma una de mis manos, no la suelta durante todo el trayecto y yo solo puedo pensar en lo relajada que luce estando aquí. Sonríe con más frecuencia, hay un aire fresco en ella ahora.

Y yo solo puedo sentirme feliz por eso, ya lo había dicho antes, y lo repetiría las veces que fueran necesarias, haría hasta lo incansable por garantizar su felicidad.

Era la mujer de mi vida, y no merecía menos que eso. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro