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Dieciocho

CAROLINE

Observo con curiosidad a Rachel desde el otro lado de la habitación, se mueve de un lado al otro, casi a prisa.

Llevaba cerca de dos horas en la casa del hermano de Ben, Rachel me había recibido y ahora, estábamos en la habitación de sus pequeños. Sol dormía plácidamente en el interior de su cuna, mientras yo cuidaba a la pequeña Alice.

—¿Estás bien? —cuestiono después de un rato. Mi voz hace que Rachel detenga sus movimientos y me observe.

—¿Ben ha estado con Chace últimamente? —cuestiona sin responder a mi pregunta.

—Sí, han tenido un par de reuniones por lo de la empresa —respondo —¿Por qué?

La observo suspirar. Deja a un lado las mantas que se encontraba ordenando y se acerca a mí.

—No lo sé —confiesa —siento que algo no va bien.

—¿A qué te refieres? ¿A caso se han peleado? —ella niega.

—Nada de eso, es solo que últimamente Chace luce demasiado cansado. Más de lo habitual. —informa —le he dicho que visitemos a un médico, pero lo conoces, insiste en que nada malo ocurre.

Extiendo una de mis manos para colocarla sobre la suya.

—Debe de ser el trabajo —murmuro —Ben suele sentirse de ese modo luego de un par de semanas de exhaustivo trabajo. Y ahora que están en búsqueda de nuevos socios, debe de ser aún más la carga laboral.

—¿Podrías hablar con Ben? —cuestiona —Tal vez preguntarle si Chale le ha dicho algo. —Pide —Eso me dejaría más tranquila.

Sonrío.

—Está bien —murmuro —hablaré con él apenas tenga la oportunidad. —aseguro —pero mientras tanto, intenta no preocuparte demasiado ¿sí?

Rachel asiente.

—De acuerdo —responde con una ligera sonrisa en el semblante.

Ella parece un tanto más relajada a comparación de hace algunos minutos, le entrego a su pequeño cuando ella se acerca a mí y consulto la hora en mi reloj.

Ben llegaría pronto del trabajo, y quería estar en casa para recibirlo. Había pasado casi todo el día fuera, así que sin duda alguna me apetecía regresar a casa.

—Tengo que irme —informo incorporándome del sillón en el que me encuentro. —Ben llegará pronto a casa.

Rachel sonríe.

—De acuerdo —murmura —deberías de venir más seguido, me hace bien tener compañía —asegura.

Vuelvo a sonreír.

—Tomaré en cuenta esa invitación —aseguro.

Rachel me acompaña hasta la salida de la casa, acomodo a Sol en el asiento para bebé que habíamos conseguido, y luego guardo el carrito en el maletero que gracias a Dios era lo suficientemente grande como para poder guardarlo dentro.

Sol no despierta al ser cambiada de asiento, su sueño parecía ser demasiado pesado y yo solo no podía dejar de pensar que, gracias a eso, nos tendría despiertos hasta altas horas de la madrugada.

Llego a casa en poco tiempo, el auto de Ben no se encuentra así que deduzco que es probable que no haya llegado a la casa. La calidez de la casa nos recibe apenas entramos, era una cualidad que sin duda alguna me agradaba de mi hogar, siempre nos hacía querer volver.

Dejo a Sol en el interior de su cuna, corroborando que todo se encuentre en orden, sin embargo, tras algunos minutos, ella despierta.

—Hola, bella durmiente —saludo tomándola en brazos —¿Has dormido bien? —inquiero.

Un bostezo abandona su cuerpo, la apego a mi pecho con una sonrisa en los labios mientras me paseo por la habitación.

Su cabello rojizo comenzaba a ser más abundante, y el color de sus ojos conforme crecía, parecían aclararse más. Sol era bellísima, sin duda alguna y me había robado por completo el corazón.

—Serás una belleza cuando crezcas —murmuro con una sonrisa radiante en los labios. —Le darás muchos dolores de cabeza a tu papi. —Aseguro.

Sol me observa con detenimiento, pestañea con lentitud y luego, sonríe. Mi corazón se estruja ante esa acción, la sonrisa, antes radiante, ahora parece crecer en mi rostro mientras suelto una exclamación de ternura.

—Oh, ahora eres aún más bella —pronuncio con dulzura dejando un par de besos en sus regordetas mejillas. —Bueno, tal vez podamos preparar algo antes de que papi llegue ¿no crees? —cuestiono.

Salgo de la habitación de mi pequeña para bajar a la cocina, mientras me dirijo hacia ahí, le mando un mensaje de texto a Ben para saber con exactitud en donde se encontraba.

Mi plan de preparar algo para comer se esfuma en cuanto él avisa que está cerca y trae comida con él.

—Papá piensa en todo —murmuro en dirección a mi hija.

Me siento en el sillón y enciendo el televisor en espera de que Ben llegue, cuando lo hace, algunos minutos después, aparece con un par de bolsas en las manos.

—¡Llegué! —exclama a pesar de que me encuentro a escasos metros de donde se encuentra.

—Bienvenido —murmuro incorporándome. Ben se pierde en el interior de la cocina para regresar ahora sin las bolsas.

—Hola —pronuncia con dulzura. Deja un beso en la mejilla de Sol antes de plasmar un beso sobre mis labios —¿Qué tal estuvo su día? —Pregunta tomando a nuestra hija en brazos.

—De maravilla —respondo —estuvimos en casa de Chace, aunque está princesa decidió que sería buena idea dormir durante toda la visita.

Ben ríe.

—Es demasiado dormilona, algo tenía que heredarnos ¿no es así? —inquiere con una sonrisa.

—Ojalá durmiera del mismo modo en las madrugadas —comento con burla.

Me encamino hacia la cocina, con Ben siguiéndome los pasos. Las bolsas de comida emiten un olor exquisito, sin embargo, cuando ya estoy frente a ellas y las abro para ver el interior, mi estómago se revuelve de manera inmediata.

El olor exquisito se transforma en uno desagradable en segundos.

—¿Qué ocurre? —cuestiona Ben con curiosidad —¿No te gusta?

—¿Qué compraste? No huele apetecible —murmuro mientras me alejo de las bolsas.

Observo a Ben acercarse a las bolsas, acerca su rostro a los contenedores antes de mirarme con extrañeza.

—No siento nada raro —murmura. —¿Estás segura que estás bien? —cuestiona con algo de preocupación.

Asiento. Intentando alejar la sensación de náuseas que me ha producido el olor. No es hasta después de algunos minutos que la sensación disminuye, pero no logra desaparecer por completo.

—Deberías de descansar un poco —escucho decir a Ben —Tal vez algo te hizo daño, puedo hacerme cargo de nuestra nena.

Le agradezco con una sonrisa.

—De acuerdo —Él se queda en la cocina, mientras subo las escaleras hacia la habitación, mi cuerpo se siente repentinamente cansado.

—Pero ¿qué es lo que pasa contigo Caroline? —cuestiono para mí misma antes de acostarme en la cama.

La comodidad me invade de manera inmediata, y en pocos segundos, me quedo profundamente dormida.

BEN

Caroline llevaba durmiendo gran parte de la tarde. En todo ese tiempo, me había hecho cargo de Sol, debía admitir que amaba pasar tiempo con mi hija de esa forma. Mi pequeña era una especie de magia que me hacía olvidar todos los problemas y asuntos de trabajo, cuando estaba en mis brazos, todo se sentía maravilloso.

—No sabía lo cansada que estaba —volteo en cuanto escucho la voz de Caroline. Sol ahora duerme en mis brazos, por lo que ella camina con lentitud cuando se percata de aquello.

—¿Te sientes mejor? —cuestiono.

Ella asiente.

—No entiendo que pasó —responde en un bostezo —tal vez algo que comí en casa de Rachel me hizo daño.

—Si quieres, podemos visitar al médico —ofrezco —nunca está de más.

Ella niega.

—Hablando de médicos, hay algo que quiero preguntarte. —pronuncia ella tomando asiento a mi lado. —Rachel está preocupada por Chace.

—¿Por qué? —inquiero —¿Le ocurre algo?

Caroline se encoge de hombros.

—No lo sabe, es decir, dice que luce más cansado de lo habitual, su apetito se ha reducido y ella está preocupada —informa —¿Has hablado con tu hermano? ¿Chace te ha dicho algo?

—No, no hemos hablado de cosas que no sean del trabajo —confieso. —Pero si estuviese atravesando por algo, por lo que sea, estoy seguro que me diría.

Caroline asiente.

—¿Pasa algo? —cuestiono cuando noto que se ha quedado demasiado callada.

Ella tarda algunos segundos en responder, por lo que deduzco que efectivamente algo está ocurriendo.

—Rachel lucía afectada —murmura —me ha dejado preocupada por Chace ¿crees que esté bien?

Una pequeña sonrisa se posa en mis labios.

—Es normal que ella esté preocupada, a mí me dejaste preocupado por unas simples nauseas —respondo haciéndola reír. —Mi hermano está bien linda, y si ocurre algo, estoy seguro que no tardará en hablar con Rachel, los conoces, no pueden guardar secretos entre ellos.

Caroline asiente, extiende una de sus manos para acariciar el cabello de nuestra nena, Sol se remueve entre mis brazos por un par de segundos antes de acomodarse otra vez contra mi pecho.

—Después de varios meses, aún no puedo creer que sea nuestra hija —murmura —aún creo que algún día los de la oficina de adopción vendrán a decir que algo no va bien, y tienen que llevársela.

Lo dice en todo suave, sino fuera por el silencio que hay en la habitación, no la hubiese escuchado.

—Eso no va a pasar —pronuncio —somos los padres de Sol legalmente. Nadie puede quitárnosla cariño, ya es nuestra.

Caro sonríe, se apega a mi cuerpo mientras recuesta su cabeza sobre uno de mis hombros.

—Gracias por quedarte —murmura —a pesar de todo, gracias por no irte.

Me separo de ella para poder observarla.

—Caroline, yo siempre voy a quedarme a tu lado. No me importa lo que pasé, el día que nos casamos prometí que estaría contigo en las buenas y en las malas, y vaya que lo estoy cumpliendo —respondo.

Caroline sonríe.

—Vaya que si —concuerda.

Ella suspira, sin quitar la sonrisa de sus labios. Toma una de mis manos para poder entrelazar nuestros dedos, la observo con una sonrisa tirando de mis labios.

—Lo estamos cumpliendo —murmura mientras toma el control de la televisión con la mano que tiene libre.

—Y lo seguiremos haciendo —aseguro, nuestras miradas se conectan por un par de segundos, y luego ambos volteamos a la televisión.

Habíamos hecho una promesa, y nos aseguraríamos por todos los medios de cumplirla. A pesar de todo.

(...)

Al día siguiente, Chace ingresa a mi oficina.

Habíamos tenido varias reuniones, con motivo de la asociación con nuevos socios que pudieran hacernos crecer como empresa. Así que teníamos que estar en reuniones contantemente para poder establecer lo que haríamos.

—Oh, vaya te ves mal —murmuro cuando se coloca frente a mí —¿estás bien?

Chace suspira. Deja las carpetas que sostiene sobre mi escritorio y se deja caer sobre el sillón.

—No —afirma. —me siento demasiado cansado últimamente. —confiesa echando la cabeza hacia atrás.

—¿Has visto a un médico? —inquiero. Él niega.

—No es necesario, cuando cerremos los tratos podré descansar adecuadamente.

Lo observo con una mueca.

—Rachel está preocupada, lo sabes ¿no es así? —inquiero apoyando los codos en el escritorio. —Deberías ir a consulta, nunca está demás.

Chace niega.

—No tienen de que preocuparse, les he dicho que estoy bien —responde con una pequeña sonrisa. —Solo necesito más descanso, es todo.

Lo observo con detenimiento, su piel se encuentra más pálida de lo normal, probablemente ha bajado un par de kilos y me reprocho mentalmente por no haberme dado cuenta de eso antes.

—Chace estoy seguro que los tratos pueden esperar —pronuncio —los accionistas lo entenderán. ¿Por qué no vas y descansas? —inquiero —puedo hacerme cargo de esto solo.

Él no luce demasiado convencido.

—¿Estás seguro? —pregunta —no quiero dejarte solo con esa manada de lobos.

Suelto una risa.

—Estoy acostumbrado a tratar con ellos —le recuerdo —estaré bien.

Mi hermano sonríe.

—De acuerdo —empuja las carpetas a través de la mesa —ahí está todo lo que necesitas, cualquier cosa llámame y vendré enseguida —Asegura.

Asiento.

Cuando se enrolla las mangas del saco, distingo un par de moretones en ellos.

—¿Qué te paso en el brazo? —cuestiono con curiosidad.

—Oh, no tengo idea de cómo han llegado ahí —confiesa —seguro me he golpeado sin darme cuenta. —añade incorporándose.

No respondo, él hace un ademán de adiós y tras responderle el gesto, sale de la oficina. Dejándome ahí con un solo pensamiento en la mente.

Sacudo la cabeza con discreción, tenía que dejar de pensar cosas que no estaban sucediendo, era poco probable que Chace tuviera la misma enfermedad de mi padre, aun cuando los síntomas que ha dicho, se le parecen demasiado.

—No hay forma —respondo convenciéndome a mí mismo. —No hay forma.

Tomo los papeles mientras me incorporo del asiento, dispuesto a entretener mi mente en todo lo que no fuese la salud de Caroline y mi hermano.

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