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Capítulo 48

Melissa al no haber podido hablar el día anterior con Roberto, debía hacerlo en cuanto se despertara. Adrián había decidido sedarlo para que su recuperación fuera menos dolorosas a tenor de los daños que le había encontrado. Según la información que le había dado el médico, los efectos estaban a punto de desvanecerse y con ello el enfermo se despertaría y así ambos podrían hablar para tener versiones similares de los hechos.

La mujer abrió la puerta de la habitación que ocupaba el paciente y se acercó despacio a la cama en la que se encontraba Roberto. El hombre se encontraba dormido y relajado. Pudo mirarlo detenidamente. Roberto era un hombre guapo: moreno de tez, con un pelo negro semirizado, mandíbula prominente, musculado en su justa medida y con una sonrisa embriagadora. Allí echado parecía vulnerable. Melissa no pudo contenerse y lo toco suavemente, con su tacto se despertó.

—Buenos días, guerrero —lo saludó mientras le acariciaba dulcemente la cara.

—Buenos días y mejores son viéndote nada mas despertarme —el hombre le sonrió tímidamente a causa del dolor que sufría.

—Disponemos de poco tiempo, Roberto. Quiero decirte la información que maneja la organización sobre este incidente. —Roberto asintió—. Francisco no sabe nada de nuestra misión del sábado. Nadie sabe que los asaltantes te rastrearon y te secuestraron por ese motivo. Tienes que decir que durante el forcejeo que tuviste con tus secuestradores en tu casa, te hirieron con un arma de fuego para explicar la herida que tienes, ¿de acuerdo? —Él asintió—. Yo encontré el casquillo que nos hizo llegar a tí. Contenía un isótopo radioactivo, así te rastrearon y llegaron a tí. Todos los secuestradores están muertos así que nadie podrá desmentir esta versión. Siento muchísimo que te ocurriera todo esto por ayudarme.

—No tienes porque disculparte.

—¿Cómo no habría de hacerlo? Te hirieron por acompañarme y por eso te ha ocurrido esto.

—He de decirte que esa historia del forcejeo no hay quien se la trague. Pero me temo que tampoco tenemos mucho más tiempo para inventarnos una historia más creíble. Me imagino que Alejandro te ayudó en todo esto, ya sabes con la investigación del arma.

—No me quedó más remedió que contarle la verdad. En ese momento no se me ocurrió otra manera de ayudarte. Por Alejandro no te preocupes, es de fiar, no nos delatará. Además, en aquellos momentos, mi mayor prioridad era salvarte y encontrarte.

—¿Aunque condenes tu propia vida?

—Aunque eso condene mi propia vida —sentenció la mujer mirándolo directamente a los ojos.

—Has hecho bien confiando en Alejandro, es el hombre más integro del equipo, no contará nada que nos perjudique. A veces confío más en él que en mí mismo. Cuando pase por aquí le daré las gracias.

—Roberto, me has tenido estos dos días en vilo. Pensé que iba a perderte para siempre. Y todo por mi culpa. Lo siento de veras.

—Se necesitan más que cinco asaltantes para terminar conmigo, Melissa. —Roberto la cogió la mano y ella le correspondió entrelazando su dedos a los de él.

En ese momento, la puerta de la habitación se abrió, pero el nuevo visitante no podía ver las manos entrelazadas de los dos desde su posición ya que las tapaba Melissa con su cuerpo. Melissa separó su mano lentamente de la de Roberto saboreando cada segundo de contacto, pero aquella situación tenía que llegar a su fin.

—Melissa. No pensé encontrarte aquí a estas horas —dijo Tania mientras se posicionaba en la otra parte de la cama que ocupaba Roberto—. ¿Qué tal estás, cariño? —Tania se agachó y besó en la boca a su novio.

—Será mejor que os dejo a solas. A mí me espera el trabajo —contestó Melissa—. Lo dicho Roberto, espero que te recuperes pronto. Hasta luego.

—Hasta luego —contestaron Roberto y Tania al unísono.

Melissa sonrió a ambos y abandonó la habitación.

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