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Capítulo 22

Miguel entró en el salón donde su jefe se encontraba sentando saboreando un whisky escocés. El hombre miraba el contenido de su vaso mientras giraba la copa. Le fascinaba observar los cambios de color de aquel exquisito liquido, nunca se cansaba de contemplarlo.

—No puedo dejar de maravillarme con los colores de este whisky y con el exquisito aroma que desprende. ¿Quieres tomarte una copa conmigo, Miguel? —el hombre ni siquiera despegó su mirada de la bebida para hablar.

—Será un placer, señor —contestó este.

El hombre posó su vaso en la mesa auxiliar y se dirigió a una pequeña barra. Allí cogió un vaso y sirvió el preciado liquido. A continuación, le entregó la bebida a Miguel y se sentaron en dos sofás enfrentados. El misterioso hombre recuperó de nuevo su preciado tesoro entre sus manos.

—¿Cómo has venido tan pronto de Ximar? La verdad es que no esperaba ni siquiera verte antes de mi regreso a Panaz.

—He decidido venir antes porque he conseguido información de gran relevancia para usted, señor. Una información que supongo le entristecerá profundamente —contestó Miguel.

—A estas alturas ya estoy curado de espantos, Miguel. Pero adelante, revélame esa información.

—Hoy he corroborado nuestras peores sospechas, señor. —Miguel dio un largo trago a su vaso.

—¿Tan grave es?

—Sí. Hoy la he visto cara a cara e incluso la he visto en acción. Es muy buena, señor. Colocó un explosivo en el coche de su propio novio sin que nadie se percatara de ello. Incluso yo mismo dudé de ello, hasta que minutos después la rueda de ese coche explotó sin motivo aparente.

—¿Atentó contra su propio novio?

—Para ella no es amor, es simplemente una misión. Está más que claro, señor.

El hombre saboreo pausadamente su whisky.

—Esta claro que es la peor noticia que podía recibir pero estaba dentro de las posibilidades que barajábamos. Se ha convertido en lo mismo que destrozó nuestra familia y todo por mi culpa.

—No, señor. Usted la buscó pero hasta ahora nos había sido imposible hallarla.

—Tuve que haber aunado más en mis esfuerzos.

—Lo importante es que ya la hemos encontrado.

—¿Sabes dónde vive?

—Sí. He tardado más de lo necesario pero prefería no arriesgarme a que me descubriera. Tuve que implantar cámaras por prácticamente toda la ciudad para conseguir seguirla hasta su casa sin que se diera cuenta. Es metódica y se cerciora reiteradamente que nadie la siga a los sitios a los que va. Pero también comete errores, es humana.

—¿Qué tipo de errores?

—Ayer unos hombres intentaron asaltarla a ella y a una de sus ayudantes en la zona oeste de la ciudad. No dudo en enfrentarse a ellos delante de su empleada a pesar de que su tapadera fuera revelada.

—¿Resultó herida?

—Sí, pero por como se movía hoy no fue gran cosa. Lo mejor de todo es que también sé dónde se encuentra la base de operaciones de la organización Águila.

—¡Vaya, vaya! Eso es una gran noticia, Miguel. ¿Dónde?

—En el edificio Plaza, en el pleno centro de la ciudad. Es una localización increíble.

—¿Cómo has conseguido esa información? Los integrantes de la organización deben guardarla con recelo.

—Melissa entró en el garaje de ese edificio herida. Su ayudante se fue y ella no salió de allí sino que se metió en el ascensor y desapareció hasta hoy que reapareció en su oficina totalmente recuperada. Ella entró en el ascensor y no salió en ninguno de las plantas del edificio. Eso solo puede significar que la base de la organización Águila se encuentre en un nivel inferior al garaje.

—Bien. Debes seguir siendo su sombra sin que ella se entere.

—Si usted quiere ya estamos en disposición de revelar su existencia. Puede que ese hecho lo cambie todo.

—No, todavía es pronto y no creo que esté preparada para toparse con esa realidad. De momento debes seguir investigándola y siendo su sombra. Muy pronto volveremos con ella a Panaz, muy pronto, pero todavía no ha llegado ese momento. —El hombre dejó su vaso en la mesa auxiliar y se levantó de su sillón—. Mañana a primera hora volveré a Panaz. Tengo negocios que atender y no puedo posponerlos más tiempo. Siento que tu estancia aquí se alargue más de lo que previmos. Debes echar mucho de menos a Sara.

—No pasa nada, señor. —Miguel se metió la mano en su cazadora y sacó un sobre que le entregó al misterioso hombre—. ¿Podría hacerle llegar esta carta a mi chica?

El hombre sonrió y cogió el sobre entre sus manos.

—En cuanto pise Panaz se la haré llegar, no te preocupes. Sara tiene mucha suerte de haberte encontrado.

—No creo que ella piense lo mismo al recibir esa carta. Ambos habíamos previsto pasar juntos este fin de semana.

—Cuando vuelvas a Panaz la compensaras. Sara es una mujer comprensiva. Buenas noches, Miguel.

—Buenas noches, señor.

El hombre abandonó el salón dejando a Miguel completamente solo con su vaso de whisky. Melissa le fascinaba, era una mujer fuerte, guerrera, altiva, guapa e incluso graciosa. Poseía una sonrisa que conseguía iluminar cualquier estancia. Pero los sentimientos no la paraban, no había dudado en poner una carga explosiva en el coche de su novio. Les había observado durante días y se vislumbraba que entre ellos había atracción, pero parecía que aquello no era suficiente para pararla. Era un soldado cien por cien entregado a su misión y los sentimientos parecía que no eran suficiente obstáculo para frenarla. ¿Estaría perdida o podrían salvarla de ella misma? Tenía una misión complicada por delante, pero adoraba los retos y aquel era uno.

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