Capítulo 10
La puerta de la habitación se cerró tras su paso. El desconocido la inmovilizó rápidamente contra la puerta. Le colocó los brazos por encima de su cabeza y la aprisionó con su cuerpo impidiéndola el movimiento. La habitación estaba en penumbra, por lo que no podía ver el rostro de su agresor. Tras un pequeño forcejeo por parte de la mujer, el hombre misterioso decidió hablar.
—Deja en paz a mi familia. Aléjate de ellos. —Melissa discernió la voz de Borja—. Pero sobre todo, aléjate de mi hijo, o no responderé de mis actos. ¿Me has entendido con claridad? —Borja intensificó sus palabras dándola un golpe seco contra la puerta.
Melissa estaba cansada de la estupidez de aquel hombre y de su prepotencia. ¿Quién se creía que era? Ella no pudo hacer otra cosa que reírse de aquella situación tan surrealista. La mano derecha del presidente la estaba amenazando en la fiesta de solsticio de verano. ¿Qué le iba a hacer teniendo en cuenta que la casa estaba rodeada de invitados? Aquel hombre estaba claro que no sabía con quien se estaba enfrentando.
—¿De qué narices te ríes? —preguntó Borja aún más enfurecido por la actitud de aquella mujer.
—De esta situación tan surrealista. Dime que no te parece cómica esta escena. ¿Qué diría tu mujer si nos viera a los dos de esta guisa? ¿Se pondría celosa? —Melissa se mordió el labio inferior para darle más dramatismo a la situación—. ¿O acaso estás disfrutando? No creía que fuera tu tipo, Borja.
El hombre intentó volver a golpearla contra la puerta pero Melissa decidió contraatacar demostrándole que las amenazas que le lanzaban no le intimidaban en absoluto y que si alguien allí tenía posibilidades de coaccionar, esa persona era solo ella. El vestido que llevaba era bastante ajustado, por lo que no tenía mucho margen de maniobra, pero eso no le impediría salir victoriosa de aquella situación. En otras situaciones peores que aquella ya se había visto envuelta. Decidió clavar su tacón izquierdo en el pie derecho de Borja, esto le provocó tal dolor al hombre que disminuyó la fuerza de agarre que ejercía sobre sus brazos. Melissa aprovechó ese momento de debilidad de su agresor para zafarse de él. Con la rodilla derecha le golpeó la entrepierna, el hombre se dobló de dolor como acto reflejo. La mujer aprovechó la situación para escabullirse definitivamente y retorcerle el brazo derecho e inmovilizarlo finalmente contra la pared. Las tornas habían cambiado radicalmente en poco tiempo.
—La que no voy a responder de mis actos, querido Borja, voy a ser yo como sigas por ese camino —Melissa le susurró a su anfitrión en el oído—. Estoy harta de tus estúpidas amenazas. La que ahora te intimida, soy yo —Melissa levantó su tono y empujó a Borja contra la pared—. El que debes dejarme en paz o te arrepentirás eres tú. ¡Ah! Y permíteme darte un consejo, Borja, y sólo porque comienzas a caerme bien. Hazme caso y no sigas tocándome más las narices, porque yo si que nunca amenazo en vano. ¿Me has entendido bien? —Borja contestó asintiendo—. Si quiero salir con tu hijo, me permitirás hacerlo y si quiero hacerme amiga de tu mujer, tú me apoyarás y no me lo impedirás bajo ningún contesto. No te conviene enfurecerme, Borja, porque no me conoces enfadada y no sabes de lo que soy capaz cuando me encuentro en ese estado.
—De acuerdo —contestó finalmente Borja a media voz—. Te he entendido perfectamente. Si lo que quieres es que no me interponga en tu camino, eso haré.
—Buen chico, buen chico —respondió Melissa sonriendo por culpa de las falsas palabras que le transmitía aquel hombre—. ¡Ah! Si me permites añadir una última cosita... Ni se os ocurra ni a ti, ni al presidente intentar atentar contra el vicepresidente como teníais planeado. Si eso ocurre, si que habrá consecuencias por nuestra parte. Créeme, no os gustarán a ninguno de los dos descubrirlas y puede que yo ya tenga alguna que otra cosa pensada. —Borja intentó zafarse pero Melissa no se lo permitió—. ¿Es qué me estás leyendo la mente? No tienes ni idea de lo imaginativa que soy. Podría hacerle cosas increíbles a tu encantadora mujer o quizás mejor a tu hijo.
—No te atreverías.
—¿Eso crees? ¿Crees que no soy capaz de hacerle daño a tu hijo? ¿Realmente crees que estoy enamorada de él? —Borja no le contestó—. No te creerías de verdad que estoy con tu hijo por pura casualidad, ¿no? Estoy precisamente donde la organización quiere que esté. No solo yo me encuentro infiltrada, hay más como yo revoloteando entre los miembros del gobierno.
—Eso es imposible.
—Llevamos años infiltrándonos en vuestras filas. Nada más tienes que ver lo bien que me ha ido a mi. ¿Quién sabe si a los demás no les habrá ido aún mejor? —Borja intentó zafarse de nuevo sin éxito—. He de decir que yo he tenido suerte teniendo que engatusar a tu guapísimo hijo. Algo fanfarrón, pero en el fondo un trozo de pan que he sabido fácilmente conquistar. Créeme cuando te digo que está siendo una experiencia muy satisfactoria para ambos. Tu hijo y yo nos lo pasamos muy bien juntos. Cada día que pasa creo que está más encaprichado de mí. ¿Te lo puedes creer? Una lástima que yo no sienta lo mismo por él. En otras circunstancia no me habría sido difícil enamorarme de él. He de decir que tienes una familia increíble a pesar de que no te la mereces. Ahora si me permites, tengo que continuar asistiendo a una maravillosa fiesta de la que tú eres el anfitrión y a la que yo he sido invitada. ¿Quieres que nos reincorporemos juntos o será demasiado para ti?
Borja pensó durante un rato su contestación pero al final asintió despacio. Melissa decidió cesar poco a poco su agarre sobre el hombre. Al ver que no cometía ninguna estupidez, lo soltó por completo.
—¿Ves como no todo es tan malo? —intervino de nuevo Melissa—. Quizás tú y yo podamos llegar a ser grandes amigos. ¿Quién sabe, no crees?
—Tú y yo nunca podríamos ser amigos —le contestó el hombre que se giró para enfrentarla.
—¿Tu mamá nunca te dijo que nunca digas nunca? A veces las circunstancias cambian y debes saber tragarte tus propias palabras. No se sabe donde uno puede encontrar a su próximo aliado.
—De una cosa en esta vida si que estoy seguro. Tú y yo nunca seremos aliados y mucho menos amigos. Cuando menos te lo pienses, te destruiré y ese día te arrepentirás de haberte entrometido en mi camino. El infierno está aquí en la tierra y yo te lo demostraré y no tardando mucho.
—No tienes ni idea de lo gracioso que eres. ¿Nunca has pensado en cambiar de profesión y hacerte monologuista? —Melissa se acercó a Borja mientras lo miraba a los ojos—. Ahora saldremos de esta habitación y nos reincorporaremos a esa maravillosa fiesta como los dos adultos sensatos que somos —la mujer le acarició el brazo izquierdo—. No tenemos porque dar una escena delante de los invitados, si tu no quieres, claro —Melissa le dobló el brazo, se puso a su vera y se agarró a él—. Podemos actuar y parecer una nuera y un suegro felices, ¿qué me dices? Será quizás nuestra mejor actuación.
Borja bajó su mirada para ver como Melissa estaba agarrada a su brazo. Aquella mujer lo tenía entre la espada y la pared. Si quería deshacerse de ella debería de hacerlo más adelante, hoy estaba claro que no era el día. Pero si de una cosa estaba seguro es que no había llegado hasta su posición por no ser paciente. Esperaría su momento y cuando tuviera la oportunidad la destruiría sin miramientos.
Borja decidió finalmente abrir la puerta y los dos salieron al pasillo para retornar a la fiesta. Cuando los dos llegaron al umbral del festejo, Germán se acercó a los dos rápidamente.
—Melissa, me tenías preocupado. —El hijo de Borja se puso delante de la pareja—. Pensé que te había ocurrido algo, tardaste tanto en regresar...
—Puedes comprobar que tu chica se encuentra perfectamente —contestó Borja—. Esta mujer sabe cuidarse perfectamente ella sola. Quizás mejor que tú y yo juntos, hijo.
Melissa sonrió a su novio mientras se desenlazaba de Borja y cogía la cara de Germán entre sus manos.
—¿Qué podría ocurrirme aquí? —Melissa terminó la pregunta sellando sus labios a los de su chico—. ¿Sabes una cosa? Me encanta que me eches de menos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro