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Cap. 11: Él... (Parte 2)

—¿Es aquí? —pregunté, observando el amplio centro comercial desde la entrada.

—Si —confirmó mi hermana.

—Está bien, te veo a las siete aquí.

—Mili espera —Tomo mi brazo deteniéndome—. ¿Estás segura de esto? ¿Y si Asim está en lo cierto? No sabemos nada de Alexis.

—Ya lo discutí, Mayriol —Me solté de su agarre—, necesito asegurarme si es él o no —Manifesté seriamente dejándola cayada y algo insegura—. Si ocurre algo te llamaré enseguida, lo prometo.

—No se vayan muy lejos —aceptó, no muy convencida.

—Vale.

Sonreí tratando de calmar las inseguridades de mi hermana mayor y me retiré de la entrada, teclado rápido el mensaje de llegada que le prometí al artista que conocí la tarde anterior en el castillo.

Para: Alexis Rangel.

Ya llegué, estoy en la entrada frente a la óptica [2:12 p.m ✓✓]

No se hizo esperar su respuesta, mi celular sonó de regreso.

—Ya te vi, voltea... —leí en la pantalla.

Instintivamente giré mi cabeza, seguido de mi cuerpo hacia la entrada por donde recién ingresaba el sonriente chico de lentes, que guardaba su teléfono y me saludaba con la mano alzada hasta llegar a mí. Se inclinó hacia mí y me saludó con un beso en la mejilla.

—¿Hace cuánto estabas aquí? —pregunté.

—Recién llegaba cuando pasaste de largo junto a mí con otra chica, ¿amiga tuya?

—Mi hermana —Hice saber—, debe estar rondando por ahí.

—¿Te cuida?

—No, se fue con uno de los chicos que nos acompañaban ayer.

—¿El barbudo o el que me miraba mal?

—El barbudo —Fruncí el ceño, algo confundida—, ¿Quién dices que te miraba mal?

—El que estaba al lado del barbudito, el blanquito ese que cargaba dos mochilas.

"¿Asim?". Pensé, totalmente extrañada.

—Oh ya... —No sabía que contestarle, Asim se había comportado muy extraño últimamente—. Que extraño, él no suele ser así.

—Son cercanos.

—¿Quieres la verdad? Llevo una semana y algo aquí y lo más largo que llegué a conversar con él fue una discusión ayer.

—¿Se pelearon? ¿Por qué? —Tragué saliva, no podía contarle del accidente.

—Un tema ahí equis que lo puso ridículo.

—Y discutieron.

—Así mismo —Me sentí aliviada, me había creído, aunque en parte me envolviera la culpa por mentirle también.

—Y parecía tan tranquilo.

—Normalmente lo es —mencioné, irónica—, ni habla.

—Un mimo entonces.

—Creo yo.

Partimos en risas y seguimos caminando. Mejor dicho, le seguía el paso, no tenía idea de a dónde íbamos ni a que íbamos. Charlábamos de cualquier cosa que se nos pasara por la mente mientras veíamos desde afuera las tiendas que iban circulando y reíamos disimuladamente de la cara de tragedia de los empleados de algunas, suponiendo que ya estaban fastidiados de estar esperando si aparecían clientes.

Contaba anécdotas que May me cotorreaba cuando estuve en rehabilitación sobre mis días de trabajo —omitiendo claros detalles—, hasta que de repente dejé de oír las respuestas divertidas de Alexis y su presencia abandonó mi derecha, la cual busqué apenas y lo encontré llamándome desde otro canal del centro comercial, uno que tenía próximo un Mc' Café, un Kiosko de chucherías, y una pared blanca con elementos colgados en ella. Dicha pared, a la que él me llamaba a ver.

—¿Qué pasa?

—Nada, mira.

Pasó su brazo sobre mis hombros, acercándome a él dando de frente con los objetos que estaban colgadas en la pared. Eran fotografían plastificadas encima de tablas, cada una con un tema diferente, pero de la misma autora.

—Katherine Sáez... —leí en la ficha de información de la parte inferior al cuadro.

El objetivo central de las fotografías se resumía al "dolor", en cada una estaba una imagen expresada de diferentes, pero más que correctos, ángulos de explorar aquel común y amargo sentimiento. Varias atraían de forma magnética y espontánea, casi inmediata, las veías y eras transportado en un pestañeo a la imaginación de esas escenas. Era un trabajo de calidad.

—Son preciosas... —opiné luego de un buen rato de inspección sobre las fotos.

Alexis me devolvió la razón con una agradable sonrisa, propias de él. Bajó su brazo de mí y sacó su teléfono, alejándose hasta una esquina y apuntando hacia mí y la pared.

—No me hagas caso, sigue mirando las fotos —pidió al ver que lo miraba como si le sobrara un ojo.

—¿Que harás?

—Una pintura instantánea a base de píxeles.

—O sea una fotografía con el teléfono —Sonrió y asintió.

—Ya que comprendiste, mira hacia la pared.

Con las cosas algo difusas, asentí y olvidé por un momento que él me fotografiaba y me concentré en la que ya estaba física en mi campo óptico, decayendo un poco al toparme con el título de esta."Olvido" decía. Pactaba de una arista izquierda inferior de un rostro horizontal tapada en parte por los dedos de una mano tras la luz sepia de una vela gris y solitaria puesta en donde se cortaba la imagen.

A simple vista, no se entendía del todo, pero con un persuasivo análisis, me di cuenta de cómo se relacionaba todo: la foto estaba sumida en la oscuridad y las sombras bombeaban casi toda la imagen, tocando hasta por debajo de la vela dándole un toque dramático, como categorizando el misterio del recuerdo de la luz, tratando la curiosidad y el divague expuesto, significando la búsqueda eminente que el olvido se había comido.

Olvido y recuerdo en una sola alegoría. Me oprimía el pecho y cobraba venganza contra mi estómago. La vela había calentado todo mi rostro y asfixiaba mi sistema respiratorio haciéndolo cortante. Podía oír a Alexis acercándose a mí, pronunciando mi nombre con desazón, preguntando una y otra vez: "¿Qué ocurre?" "¿Que tienes?". Veía de la foto a mí y de mí a la foto, buscando respuestas, para que al final a no obtenerlas me tomara delicadamente por los hombros y me llevara hasta una banca en donde sentarnos.

Pasaron unos minutos y mis ganas de llorar se esfumaron, más la cabeza me seguía dando vuelta, recobrando el día del accidente. Así es, meses y medio después de puro soñar, por fin mis memorias reproducían lentamente las imágenes de esa noche, al menos en su mayoría.

El despido del mini market, el regaño de May, la compra, la moto, y de último la inconsciencia. Pasaron tan claros como el agua, uno por uno, sin audios ni movimiento, solo imágenes borrosas, hasta desvanecer de nuevo en el olvido donde mis ganas de recordar más no alcanzaban.

Inhalé una gran proporción de aire aligerando la tensión de mi cuerpo para ver a un preocupado Alexis a mi lado, frotando mi espalda y sosteniendo mi mano como si pretendía evitar que corriera a alguna parte.

—¿Estás bien?

—Un poco... —hablé con sinceridad, sentía culpable por preocuparlo—. Lo siento si te asusté.

—Lo hiciste, pero... no entiendo, ¿qué te pasó? Parecía que te fueras a desmayar en cualquier momento...

—Es que... Alexis... —Tomé aire con fuerza, necesitaba calmarme—, tengo problemas, ¿sí? Y aún trato de superarlos, esa fotografía me... me tocó horrible y... me alteró demasiado.

—No termino de captar...

—Es personal...

—Ya veo... pero, ¿estás bien ahora? —Quiso asegurar—. Me disté un gran susto, hasta llamé y pedí ayuda.

—¿Llamaste, a quién? —Me asusté.

—A una amiga, no debe tardar en llegar. Iba a llevarte a una clínica cercana —Palidecí.

¡No podía ir a una clínica ahora! ¡Me harían muchas preguntas que no quiero ni podría contestar! Y lo peor, ¡se darían cuenta que perdí la memoria!

—¡No! No, estoy bien.

—¿Segura? —Asentí varias veces—. Te tomaré la palabra, pero si veo algo extraño, apenas llegue Kate te llevamos a la clínica, ¿va? —Tragué saliva y asentí lentamente, haciendo evidente mi inseguridad.

—Va... —Alexis asintió y me dio espacio para terminar de tranquilizarme.

—¿Quieres caminar para calmarte? O, ¿tomar algo? —Me ofreció.

—Algo de tomar me vendría bien...

—Ok...Vamos.

Con cuidado me ayudó a levantarme, siendo atosigada por un repentino mareo que tuve que disimular abrazándolo ahora yo por los hombros. Alexis me alzó una ceja, dudando todavía de mi estado en lo que le sonreí tratando de calmarlo. Pasó un buen rato para que terminara por creer que me encontraba mejor mientras nos tomamos un frappe en el Mc' Café y nos sentamos a charlar otro rato, esperando a "Kate".

Ya cuando la preocupación desapareció de su rostro, repentinamente sonó su teléfono y contestó una llamada, alzando la vista a lo alto para luego hacerle señas a una chica de mechas californianas de matices turquesas, contrastado con su melena castaña; la cual hizo a un lado para saludar con un beso en la mejilla al chico de lentes, seguido de mi en donde se detuvo, examinando mis facciones, hasta que Alexis le confirmó que ya estaba mejor, recibiendo de parte de la chica una regañada por haberla alterado y hacerla venir, en sus palabras, como una loca, aunque en mi opinión estaba muy bien arreglada.

Mas tarde de una ronda de risas por parte del dúo, Kate pidió también un frappe con helado y una torta tres leches para acompañarnos y nos quedamos otra media hora más, en donde me enteré de que Kate era la autora de las fotografías que estaban en el pasillo a mi derecha.

—¿En serio son tuyas? —pregunté sorprendida.

—La fotografía en un arte, trato de interpretar mis imágenes como lo haría un artista real como Alexis. No se dibujar, pero me encanta crear historias con una escena.

—Y vaya que lo lograste. Me encantaron, son muy buenas.

—¿En serio lo crees? —Asentí, sacándole una amplia sonrisa—. ¿Cuál fue tu favorita?

Dejé de absorber del frappe por un segundo y mordí el sorbete, nerviosa por mi respuesta.

—Olvido... Me gustó bastante.

—¡Esa fue mi favorita también! —exclamó, altamente contenta—. Tuve que usar a Alexis para hacerla y a él no le gustó, dijo que se veía muy... ¿Cómo la llamaste?

—¿Triste y aburrida?

—Eso: que no tenía vida.

—A mí me gustó, lo interpretaste de una forma muy peculiar. La sombra parecía que se quería desaparecer la poca luz del recuerdo para convertirla en el olvido, y la persona atrás desfalleciera en el vacío que creaba la penumbra a su alrededor de una forma simple pero accedente al tema.

Por un momento, la mesa quedó en silencio. Despertando mi curiosidad de ver que había ocurrido, entonces los vi, descubriendo que me contemplaban sorprendidos como si hubiera descubierto otra galaxia o me hubiera transformado en un marciano.

—Mili... ¿Tu practicas fotografía también o algo? —preguntó Kate.

—No... ¿Por qué...?

—Tienes una mente abierta y un análisis amplio, dijiste tal cual yo le dije a Alexis lo que quería en la foto.

—Si... Igualito —concordó Alexis.

Quedé ahora yo callada y di otro sorbo a mi helada bebida.

—Coincidencia, supongo.

—Demasiada, creo...

Sonreí de lado, logrando en su vez una mueca restándole potencia al asunto, aunque por dentro estaba pensando aún en esa foto en donde me vi reflejada por un segundo. Lo admitía de nuevo, Katherine había hecho un gran trabajo, había recreado con exactitud cómo me sentía actualmente sin haberme conocido. Claro ella no lo sabrá.

Los tres nos encogimos de hombros y cambiamos de tema a otro más neutral hasta que Katherine anunció que tenía algo que hacer y tuvo que irse del centro comercial, dejándonos a Alexis y a mí caminando solos de nuevo.

En un desvío antes de ir al otro lugar que había mencionado el chico de lentes, fuimos y nos detuvimos en un espacio donde había un puente en medio de un estanque de peces, a quienes las personas que pasaban y algunas alimentaban con las bolsitas que vendía un chico al lado, mientras que otras solo chismeaban o fotografiaban. En mi caso compré un par de bolsitas y cruzamos el puente para alimentar a los pocos que pasaban por esos lares del estanque, riendo por la forma de como movían la boca los pequeños anfibios para alimentarse.

Fue entonces que me sentí como uno, un pez, pero fuera del agua, nadando entre corrientes, esperando a que algún humano pasara a alimentarme. Un pez por no saber quién era, fuera del agua al no enterarme de mi lugar en el mundo, nadando en oleajes de confusión y desesperos de mi comida, que en este caso serian mis memorias que estaban como en esa fotografía Katherine, en el olvido.

Pasado, ayer, atrás, algo en que ya no podría actuar, algo ocurrido en el antes, no tratado en mi ahora, y menos existido en mi mañana. Pues eso es lo que pasa, al no tener pasado mi futuro en vez de ser incierto se había convertido en inexistente. Un mañana sin un ayer es como un hoy vago en el infinito espacio y tiempo. No sé quién soy ni a donde voy. Estoy pérdida en las lagunas de mis recuerdos de cuya llave está en manos desconocidas, dueño de mis pensamientos y protagonistas de mis sueños.

Y esta vez... no tengo a quien preguntarle de mis confusiones, ni quien me responda de la manera que lo hizo él.


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