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Parte XIV

Jungkook terminó su primera hora con naturalidad; había un par de miradas en su dirección que no comprendía del todo, suerte que no era la clase de persona que se preocupara por cosas como esa, así que las dejó rápidamente en el olvido.

Se movió hacia la segunda clase y más tarde hacia la tercera sin tener siquiera un vistazo de su mejor amigo; cuando llegó la hora del almuerzo, ya estaba preocupado. ¿Estaría Jimin evitándolo nuevamente? Parecía estar bien aquella mañana, claro, solo tomando en cuenta el fin de semana que dejaban atrás, la exploración quizás le había hecho plantar los pies en la tierra.

—Jungkook. —Namjoon apareció en su campo de visión.

No le quedó más remedio que detener su camino a la cafetería para mirarle.

—¿Qué hay?

—Oye, sé que el viernes fue... algo estúpido provocar a Jimin, tú sabes que yo solo bromeaba, ¿no es así? —Había un borde nervioso en su voz que empeoró cuando un grupo de chicos del equipo pasó cerca y le palmearon el hombro con risillas cómplices.

—¿Qué con los chicos?

—Nah, ni idea. Escucha, hay algo... hay algo que quisiera decirte. ¿Podemos hablar en privado?

La cabeza de Jungkook no había dejado de moverse, buscando ver aparecer a su amigo, cuando registró lo que el chico frente a él le pedía, se frenó para prestarle real atención.

—Si es por el otro día, dejémoslo ahí. La gente se ha comportado lo suficientemente raro hoy como para poner otra ramita en esa hoguera —comentó bajo su aliento. Namjoon puso una pesada mano en su brazo. Jungkook le miró hacia arriba, a los urgidos ojos.

—De verdad, tenemos que...

Estaba por preguntarle el porqué de su extraño comportamiento cuando un grito cortó el ruido en el abarrotado pasillo.

—¡Jungkook!

Apenas tuvo tiempo para afirmarse cuando un montón pesado cayó sobre él. Por acto reflejo lo sujetó contra su cuerpo, lo que le facilitó a Jimin ponerse en pie y pelearse por alcanzar sus labios.

—Jiminie, estamos en la escuela —Jungkook siseó nervioso, disimulando malamente con una risa. Contuvo las manos de su amigo y las sujeto a su espalda. Algunas personas a su alrededor se rieron también, haciéndoles señas con sus dedos.

¿Cuál era el motivo para contener los labios de Jimin, que gustosamente Kook besaría todo el día? Pues que no quería joder el último eslabón entre ellos. Aun no estaba del todo seguro respecto a ellos. A lo que estaba ocurriendo. Y si Jimin terminaría por arrepentirse, no quería terminar la escuela con malos recuerdos. Jimin le dio una mirada regañona, de la cual Kook pasó. Era la mirada de horror de Namjoon lo que lo contenía.

—¡Tu! —Jimin se percató soltándose de su agarre y cargando contra Namjoon, quien se vio, en realidad, asustado. —Tú le dijiste a todos que Jungkook gusta de ti, mentiroso. ¡Lo sabía! ¡Siempre lo presentí!

Jungkook miró de uno a otro.

Un pequeño círculo de audiencia comenzó a rodearlos y al ver las miradas conocedoras, lo supo.

—Namjoon, ¿qué les dijiste? —Quiso saber. —Dime.

Su compañero de equipo quería ser tragado por la tierra. Miró a los curiosos y se encogió.

—Dije la verdad, que eres gay, no puedes negarlo. Y te gusto, te he visto mirarme. En las duchas, así que no me sorprendí cuando tu... —Él no pudo terminar con sus mentiras al verse derribado por un certero puño en su mandíbula que lo mandó directo al piso. Para sorpresa de todos, la mano de Jimin aún se mantuvo en el aire después de realizar el golpe.

Un silencio impactado recorrió a todos los presentes, manteniéndolos congelados en sus puestos antes de que como una bandada bien organizada se dispersaran en todas direcciones. Los pasos apresurados, característicos de algún maestro que presentía problemas no tardaron en escucharse, por lo que, compartiendo una mirada, tanto Jungkook como Jimin también se perdieron. Corrieron entre los pasillos, hasta llegar al punto más alejado de la escena. Las respiraciones de ambos eran forzadas y había un brillo en la mirada del más bajo que no había estado jamás ahí.

—Se siente bien golpear a alguien —dijo como si nada. Levantó sus nudillos rosados con la muestra de su acto en ellos.

—Así que al final lo hiciste, llevabas un tiempo con eso dentro de ti. —Jungkook lo observó sonriente. Esos sí que eran recuerdos para llevarse de sus últimos días.

Un latido pasó, entonces se juntaron, jalándose mutuamente para un apretado abrazo. Jimin enterró su rostro con el hombro de Kook, respirándolo, restregando su rostro para impregnarse de su olor.

Sin importar lo perdido que estuviera, su mejor amigo era cuanto necesitaba y no iba a dejar que nadie hablara mentiras de él. Que nadie manchara la declaración que le correspondía. De él gustaba Kook y él estaba bien con ello. Más que bien.

Jungkook se sentía halagado, nadie había salido nunca en defensa suya. Tomó la cabeza de Jimin, sonriéndose, recargando sus mejillas juntas, antes de ladearse y besarlo en la piel suave con olor a aftershave. Depositó un beso en una mejilla y luego en la otra. En su frente, en su sien y en la punta de su nariz. Luego, presionó un último beso en la comisura de sus labios.

Jimin suspiró derritiéndose con su tacto.

—Debo decir que eso fue algo impresionante.

Jimin tenía su boca abierta esperando ser besado, cuando Jungkook lo hizo, él gimió profundamente. Feliz, eufórico, su piel sensible; deseoso de aquella magia que pasaba de uno a otro en solo besos. Su sangre se calentó un tanto y luego otro poco, agarrando la camisa de su amigo y atrayéndolo para rozarse. Sin darse cuenta, estaban apoyados contra la pared, meciéndose contra el otro, los labios de Jungkook quemando su camino al cuello de Jiminie. Mordiendo suave, para luego pasar su lengua en el lugar enrojecido.

—Maldita sea... yo solo, solo vamos al baño y ya está. —Jimin pidió. —Al del tercer piso, nadie va a ese. O mejor; podemos tomar las regaderas, no hay nadie en el campo a esta hora. —Sus dedos se aferraron a los bíceps tensos de su amigo para detener su avance y apretó. —Solo, por favor, juguemos un poco más. Ahora.

Él se escuchaba al borde; rogando, pidiendo por Kook. Por él, por sus atenciones, por sus manos y por su polla. La necesidad, sumada a la adrenalina reciente hicieron el trabajo.

No fueron a las regaderas, cruzar el campo parecía una hazaña incapaz de lograr, así que el baño del tercer piso tuvo que ser. Este mantenía su piso mojado, por lo que nadie lo usaba; había un par de trapeadores apoyados en un cubículo, ningún estudiante dentro y el pestillo de la puerta estaba viejo, pero cerró a la maravilla. Tenía que hacerlo, de otro modo, ellos se hubiesen visto forzados a toquetearse siendo expuestos a ser atrapados, porque estaban demasiado perdidos como para racionalizar. Se arrojaron a los labios del otro. Jimin gemía sin control y frotaba su erección contra el muslo de Kook, él los ajustó para que la fricción fuese mutua.

—¿Qué te ha puesto así? —Jungkook tuvo que preguntar, tomando aire.

—Addy.

Jimin buscó su cuello sin notar que su amigo estaba hecho de piedra.

—¿Qué? ¿Hablaste con ella?

—Sí, sabes que compartimos la clase de historia de la primera hora. —Jimin se veía atontado, no entendía cómo eso podía ser importante cuando tenía mejores asuntos en los que concentrarse.

Como si hubiese sido quemado, Jungkook se apartó, pasándose una mano por los labios. Una extraña emoción royendo sus intestinos.

Hablaste con ella. —repitió sintiéndose mal. —Entonces, hablas con la chica que te gusta y luego vienes sobre mí para conseguir algo. —Sacudiendo su cabeza, amagó hacia la puerta. —Eres un imbécil, Jimin.

Sus dedos no alcanzaron a dar con el picaporte, Jimin lo detuvo rodeándolo con los brazos y volteándolo, quedando frente a frente. Al muchacho le brillaron los ojos.

—No, no, el imbécil eres tú. —dijo vehemente. —No me has dejado explicarte.

—Pues explica esto. Explica por qué llegaste a mí con una semi erección a la mitad del pasillo después de ver a la chica que te trae colgado todo el año.

—¡Ella se acercó para charlar! —Jimin perdió los papeles. Agarró a Kook y le zarandeó. —Solo eso, charlamos. Estaba arrepentida por dejarme como lo hizo, quería que fuésemos en una cita...

—¡Jódete!

Jungkook forcejeó y fue hasta la puerta de nuevo.

¿Cómo había podido ser tan estúpido?

—Le dije que no. Le dije que me gusta alguien más —dijo Jimin con sencillez. —Le dije que me gustas .

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