Parte XIII
—El chupetón aún no se desvanece del todo —Jungkook comentó tirando del cuello de su camisa más arriba.
Jimin, a su lado, se encogió adorablemente; una mezcla entre timidez y excitación ante el recuerdo.
Su mano era fría, de delgados dedos, pálida y encajaba perfecto con la suya. Jimin tenía bien asido a Kookie mientras que caminaban a la escuela. La primera vez, dos días antes, casi había sacado a Jungkook de su piel cuando le tomó la mano fuera de casa para ir por un paseo.
Ahora, aún estaba bastante sorprendido, pero se sentía bien y ni loco, sería él quien le soltara.
—No tienes vergüenza —Jungkook movió sus dedos en sus manos entrelazadas.
En el rostro de Jimin se dibujó una sonrisa.
—La tengo, pero justo ahora, no me importa. Esto no me hace sentir raro. Cuando éramos pequeños también tomaba tu mano. Para cruzar la calle o cuando aprendimos a montar bicicleta.
Jungkook resopló.
—Es diferente. Éramos niños.
—Y te molestaba enormemente.
—No quería que me tocaras todo el tiempo.
Jimin le ofreció una sonrisa molesta.
—Cómo cambian las cosas. —Y movió sus cejas de manera picara.
Jungkook le gruñó antes de estrellar sus labios juntos.
Fue un beso castigador, corto y cruel. Cuando se separaron, ambos estaban agitados. Los ojos de Jimin brillaban y Jungkook supo que estaba pensando en los sucesos de las noches pasadas.
Ellos seguían jugando con los límites del otro. Tanteando qué tan lejos Kook podía llegar y cuánto estaba Jimin dispuesto a tomar.
Mantener sus manos lejos del otro se estaba volviendo todo un reto. Jungkook no quería presionar su suerte y espantar a su amigo cuando este estaba dando pasos en la dirección correcta por sí solo, pero no era fácil cuando quería estar sobre él a todo momento.
Jimin, por su parte, era por completo físico. Quería que cada milímetro de la piel de Kook le fuese familiar, así que se aseguraba de tener todo el contacto que podía.
Ahora bien, aquella era la última semana de clases. Y las cosas eran un asunto del que no habían hablado.
Jungkook separó sus manos discretamente al entrar en el patio de la escuela. Miró a todos lados, antes de fijarse en Jimin.
—Te veré después de biología.
Jimin también echó un vistazo alrededor. Ellos tenían que separarse, su clase estaba al otro lado del pasillo. Él no quería hacerlo. Era absurdo, tomando en cuenta que solo eran un par de horas, pero, aun así.
—De acuerdo, te veo en el receso.
Jungkook se ajustó la mochila y fue a darse media vuelta, cuando Jimin le detuvo por el brazo. Él se puso de puntillas y plantó un besito presionado en la mejilla de su amigo. No se quedó el tiempo suficiente para ver su aturdida reacción, sino que enfiló a su clase como si nada, cabeza gacha.
Historia era impartida por un profesor que daba miedo solo de verlo, pero en vista del cierre, la clase se dedicó más que nada a charla. Sus compañeros se encontraban eufóricos por dejar aquel lugar y no había otro tema a discusión más que lo que harían a contar de la siguiente semana. Muchos se tomarían el año siguiente como sabático para adivinar lo que querían, otros pocos ya habían enviado solicitudes para diversas universidades del país.
Jimin sabía lo que él quería. Informática lo llamaba, sus notas lo apoyaban y había enviado todo el papeleo a las universidades que le interesaban con anticipación, ahora solo le quedaba esperar. Al igual que Kook, soñaba con ser aceptado en alguna de la Liga Ivy.
—Hola, Jimin —Una voz alegre cantó.
Adriana había tomado la silla vacía a su lado y le miraba sonriente. Ella en serio era linda.
—Hola Addy —Jimin cabeceó cordial. Su teléfono sonó en su bolsillo.
De Jungkookie:
MATAME AHORA. Nos están dando catedra. Creo que nadie la dio el mensaje al profesor de que terminó el año.
—Entonces, estuve pensando —Adriana reclamó su atención. Ella se inclinó hacia él, tocando su brazo. —Lo siento si soné como que no estaba interesada hace unos días cuando me pediste salir. Lo cierto es que estaba nerviosa y yo, pensé que quizás tu querrías ir por algo; hoy, después de clases.
Jimin se congeló.
—Disculpa, yo... creí que te gustaba Kook.
—¿Kook? —Ella preguntó frunciendo el ceño. Jimin se contuvo de poner los ojos en blanco, era pésima fingiendo.
—Sí, Kook, Jungkook; mi mejor amigo. Fuiste muy clara.
Addy se encogió de hombros.
—Bueno, puede que estuviese confundida. Pero ya no. Hay rumores sobre él, Namjoon se ha encargado de contarle a toda la escuela que Kook es gay, y se le declaró la semana pasada. El pobre estaba consternado porque obvio a él no le gustan los chicos.
—¿Qué? —Varias cabezas se voltearon en su dirección.
—Baja la voz —le reprendió la chica, mirándolo curiosa. —¿Es que sabes algo?
—No, es solo... —él se encontraba perdido. El condenado de Namjoon había jugado con ellos. ¿Por qué decir que Jungkook se le había declarado a él cuando la mitad de la escuela sabía ya del beso entre ellos? Si Jimin necesitaba una confirmación de que el chico estaba interesado en su amigo, esa era. Se dio cuenta de que Addy aun esperaba por una respuesta. —Quiero decir...
Ella le cortó apretando su brazo. Sus delicadas manos no habían dejado de tocarlo. Curioso.
—Como sea, yo sé que te gusto y tú eres lindo, a tu manera. Así que; ¿qué dices? ¿Nos vemos esta tarde?
La chica más linda de su clase, la chica de intercambio que todos querían, la chica por la que había penado por meses estaba pidiéndole salir. Y él estaba sin palabras.
El celular volvió a sonar con otro mensaje entrante. La pantalla se iluminó con el nombre de Jungkookie y la fotografía de él que Jimin había tomado hacía unos dos meses. Jungkook le sonreía a la cámara, sus ojos brillantes, su sonrisa completa confiada, el cabello claro bajo el sol.
Si Jimin creyera en esas cosas, diría que era una señal.
Prueba primero con las chicas, dijo Hoseok, resuelve tus cosas con ellas. La invitación de Addy le daba esa posibilidad. Salir con ella quizás le ayudara a aclarar lo poco y nada de nublado que se sentía su cerebro. Porque estar con Kook era intenso; desordenado. Era como estar bajo el agua, sofocado; atacándolo desde todos los ángulos. Estar con Jungkook en el ámbito sexual jugaba con su cabeza, las ordenes, los besos mojados, lo sensible que se volvía su cuerpo en todas partes. Por no mencionar las emociones y como parecía ser que a sus sentimientos de camaradería y cariño sin límites se le estaba sumando uno mucho más complicado.
Él miró a la sonrisa de dientes blancos de Addy y le correspondió con la mejor que tenía de vuelta.
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