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Parte XI

Jungkook no estaba seguro respecto al misticismo de Jiminie.

Después de su mensaje, se había mantenido en silencio y la nuca de Jungkook hormigueaba como un sexto sentido. Se vistió relajado y cruzó a la casa de al lado; en el jardín se topó con el hermano de Jimin, acompañado de otro muchacho.

—Kook, que bueno verte. —Ellos se dieron cabeceadas a modo de saludo. Tae apuntó a su espalda. —Jimin espera por ti. Sean buenos.

Y caminó fuera. Jungkook no se imaginó la sonrisa tonta en su boca, ni el guiño que le dio el otro chico alto.

—No hagan nada que nosotros no haríamos, chicos.

Cuando ellos estaban por doblar la esquina, Jungkook pudo ver claramente cómo se tomaban de las manos.

—Ok, eso fue raro —murmuro para sí mismo, entrando en la casa. Todo era quietud. —¿Jiminie?

—¡Arriba!

El cuarto de Jimin acostumbraba ser un desorden, no es que el suyo fuese mejor, de todas maneras, pero era preferible al momento de pasar el rato. Se encontró con su amigo sentado en su cama.

—Ven, —Jimin lo llamó palmeando el lugar a su lado —creo que deberíamos hablar.

Kook se acomodó a su lado.

—Está bien, ¿qué sucede?

Jimin se veía anhelante. Dentro de él se libraba una batalla inmensa, pues no tenía la menor idea sobre cómo tenía que proceder. Se sentía como si se ahogara con todo dentro de sí y era momento de dejarlo salir y resolverlo. Solo que no tenía claro el orden, ¿debería hablar de sus sentimientos? ¿O de la forma curiosa y no específicamente molesta que reaccionaba su cuerpo en respuesta a Kook? ¿Debería hablar de las emociones turbulentas; el deseo, el miedo y la confusión? ¿O quizás de sus fantasías? Porque sin ir tan lejos como tener sueños húmedos, no podía quitarse de la cabeza la sensación de los brazos de Jungkook rodeándolo al alzarlo para cruzar la calle, o de sus besos demandantes; mojados y rudos que lo dejaban jadeante. Viéndolo frente a él, tuve que tragarse una respiración temblorosa. Solo quería treparse sobre su mejor amigo y comerle la boca a besos.

—Lo siento por más temprano —dijo en cambio. —No pretendía ser un idiota de mente cerrada. Me tendiste una mano, aunque no sirvió de mucho. Voy a reprobar. Tan pronto me entregaron el examen, lo olvidé todo.

Jungkook se acomodó hacia atrás en la cama, sobre sus codos para así mirarlo.

—Lo siento también, por eso y por cómo reaccioné. Quiero decir, estaba a la defensiva. Quizás me está superando la situación... Es surrealista. Me has gustado por tanto tiempo y estaba resignado a no ser correspondido que...

—¿Por cuánto tiempo? —Lo interrumpió. —¿Cuánto exactamente? ¿Un par de meses?

Un par de meses —Jungkook se mofó. —Más como un par de años. Fuiste mi primera fantasía. Así de intenso.

—Wow. ¿Por qué no me lo dijiste? Y no me digas que por miedo, otra vez. Soy yo. Se trata de mí. ¿Por qué me besaste ahora y antes...?

—No lo sé. Creo que solo... se dio. Ni yo lo entiendo.

Jungkook cayó hacia atrás y cerró sus ojos.

Era extraño como el tiempo parecía jugar con ellos. Hacía un par de semanas su preocupación más grande era que la túnica de graduación le quedara y no tropezara con ella al subir al podio al ir por su diploma. Ahora, sin lugar a dudas, todo se trataba de ellos. De la tensión que se tejía al estar juntos, de la emoción desbordante en Jungkook. Del deseo con un toque de miedo en los ojos de Jimin.

Jungkook sintió el calor que despide un cuerpo al estar demasiado cerca y abrió sus ojos. Jimin tenía el rostro suspendido sobre el suyo y lo miraba a centímetros, específicamente, sus ojos fijos en sus labios.

Aprovechando, Jungkook tomó el rostro de su amigo en sus manos, sintiéndolo temblar. Jimin tenía escasos pelos en la barbilla, sus labios se veían encantadores. Jalándolo de las orejas, Jungkook lo atrajo más abajo.

Jimin se dejó hacer.

Sus labios siquiera se rozaban y era una idea tan ridícula, ambos tendidos allí sobre el edredón de Iron Man que el mismo Jungkook le había regalado a Jimin en su cumpleaños número ocho. Si es que era cierto que Jungkook había mantenido un secreto enamoramiento por su amigo toda la vida, significaba que había un sentimiento detrás de la historia del edredón, pero no creía que el chiquillo de rodillas huesudas que Kookie había sido se hubiera imaginado siquiera qué terminarían haciendo sobre él.

—Jungkookie —exclamó Jimin, pasados unos minutos, pidiendo por aire.

Fue un disparo directo al corazón de Jungkook, tal palabra llena de emoción.

Jungkook, que en algún momento se había cambiado hasta estar arriba, se hizo para atrás, pensando en que bien podría haber sido demasiado para Jimin. Este último, lo sorprendió deteniéndolo por el frente de la playera.

—Espera, no es lo que crees...

—No sabes lo que estoy pensando.

Jimin se rio de manera queda.

—¿Crees que no veo el terror en tus ojos? Te conozco tanto.

Había burla tras sus palabras, lo que desarmó a Jungkook aún más. Un Jimin dispuesto era ya un sueño, uno curioso un golpe a su libido, más uno risueño en pleno acto, iba a tomar todo de sí.

—Estoy asustado —confesó Jimin. Se pasó una mano por los labios hormigueantes. —Asustado y un tanto avergonzado. Curioso y fuera de sí. Bien puedo estar toda la noche intentando explicar cómo me siento.

Jungkook se relamió los labios.

—Es mucho.

—Es abrumador.

—¿No te gusta?

Jungkook aguardó.

Era un sueño para él, la forma en que se estaba desarrollando su relación con Jimin. Nunca había imaginado que su amigo iba a responderle de esa manera cuando supiese de sus sentimientos. Pero con todo, Jimin le preocupaba. Porque encender el deseo, incluso siendo un chico, no era algo difícil. El enamoramiento, el amor como tal, eran cosas más complejas.

Jimin se meso el cabello consciente de lo importante de la situación.

—Algo. No la parte donde estoy perdido. —dijo sincero. Jungkook asintió a su lado; comprensivo y sin presionar. Sus hombros tenían cierta rigidez, por lo que Jimin quiso dejar en claro. —Todo lo demás... no pensé que pudiera gustarme.

—Y, sin embargo, lo hace. —Kook sonrió. Los ojos de Jiminie viajaron por su rostro, lento; bebiendo de las facciones que le eran tan familiares, de la luz en su sonrisa ligera, libre de aprensión y se concentró en sus labios. Brillantes, regordetes y suaves. Y él sabía lo suave que podían llegar a ser. Suaves y a la vez duros, tomando lo que querían sin miedo.

—Sí, seguro que lo hace.

Su lengua se asomó si acaso algo y Jungkook sintió como si la habitación se hubiese vuelto varios grados más calurosa. Sus manos picaron un tanto antes de llevarlas al rostro de Jiminie de nuevo. Encajaban perfectas acunando sus mejillas. Eran seguras inclinando su mentón hacia atrás. Se miraron a los ojos, los de Jimin estaban reducidos y se cerraron por completo al ser besado nuevamente; esta vez con abandono.

El calor era lo único que podía sentir. El calor dentro de sí. El calor ardiente en su sangre. El fuego encendido en su estómago, las manchas difusas tras sus parpados, la boca caliente de Jungkook dejando besos en su rostro en diferentes lugares aleatorios. Pronto, el lugar estaba lleno de gemidos, jadeos y maldiciones ahogadas.

—Jungkook... Kook, tócame...

Jungkook gruñó. Él tomó a Jimin y lo presionó contra el colchón. Se acomodó encima de él sin preocuparse por aplastarlo, solo pendiente de tocarlo. Subió la sudadera de su amigo, pasando sus manos por su vientre plano y su pecho descontrolado con las respiraciones. Tomó una tetilla fruncida entre sus dedos y le dio un tirón. Los dientes de Jimin se cerraron juntos.

Era todo tan difuso.

Las manos apartaban la ropa y se tocaron piel con piel. La entrepierna de Jungkook punzaba y se rozaba contra Jimin sin pudor. Jimin por su parte, embestía hacia adelante, sin ningún control en absoluto de su cuerpo.

Todo se trataba de las sensaciones.

—¿Esa fue toda nuestra charla? —preguntó tomando bocanadas de aire. Jungkook metió las manos dentro de su pantalón, estaban ligeramente frías y lo hicieron estremecerse doblemente.

—Lo fue... tu dime, si quieres que pare.

—No seas un maldito.

Volvieron a los besos. Más salvajes, presionándose desesperadamente. Jimin sabía que estaría solo por un largo rato y él quería...

Jimin estaba sobre el regazo de Jungkook. Sus rodillas a cada lado de las caderas de Kook. Completamente sentado en las piernas de su amigo. Cómodo como nunca. Sin deseo alguno de moverse. Sus manos firmemente aferradas a la camisa a cuadros de Kookie y sus bocas mordiendo y mojando con su lengua toda la piel que tenía a su alcance. Kook era rudo, intenso y estaba todo sobre él.

Sus labios estaban húmedos, hinchados y sensibles por el roce con la escasa barba que Kook tenía ese día, la cual le hacía cosquillas.

Su estómago tenía un terrible vacío y parecía subir y bajar cada que Kook hacía jirones con su lengua. Era vertiginoso.

—Tu habías estado conteniéndote —Jimin se echó atrás, abrumado.

—Sí.

Jungkook agarró su nuca para fijarlo en el lugar y besarlo un poco más. Él parecía no tener suficiente y Jimin encontraba que estaba bien con eso. Él tampoco deseaba parar, para nada. Sus sentidos estaban del todo agudizados con tal de escuchar pasos cercanos a la habitación o la puerta que daba a la calle ser abierta, por si a su hermano se le ocurría jugarle una mala pasada y volver o a su hermana salir de su cuarto.

La mano de Kook tiró de sus cabellos, fue doloroso y excitante. Jimin tiró la cabeza atrás y gimió fuerte. Jungkook medio gruñó trasladando sus atenciones al cuello de su amigo. Le raspó con los dientes allí donde el pulso le latía como loco y puso su lengua caliente encima. Una de sus manos amasaba la espalda de Jimin y la otra se coló en sus pantalones por el frente, bajo los boxers, tocando ahí donde Jimin se encontraba duro. Jungkook lo miró a los ojos y rodeo con su mano firme el pene de Jimin.

Jimin siseó.

—Dime que puedo, Jiminie... —Jungkook habló, medio suplicando. Él movió su mano arriba y abajo, aumentando su propia excitación. Pero si Jimin no le daba siquiera una señal de que quería exactamente eso, él no iría más lejos. —Por favor...

Las terminaciones nerviosas de Jimin estaban en su punto, tenso como las cuerdas de una guitarra. Jungkook siguió dándole atenciones solo con su mano fuerte y perfecta. Podía ser que él estuviera conteniéndose, pero seguro que lo deseaba. Seguro que quería seguir adelante. Y Jimin también.

Él plantó sus labios contra el cuello de Jungkook y succionó la piel suave con ligero sabor salado, que olía fuertemente a Kook.

Esa fue toda la respuesta que se necesitó. 

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