Parte VII
La jaqueca que la aquejaba era tremenda, Jungkook llevaba todo el día sintiendo que su cabeza se partía en dos, lo que no le era un hecho aislado. De vez en cuando, su cabeza le jugaba una mala pasada y se ponía mal. Pero ahora estaba en pésimo momento. Se encontraban en uno de los ensayos para su graduación. Sus compañeros paseándose por el gimnasio con túnicas y ribetes tales como los que usarían en el día de la entrega de diplomas.
Aprovechando que les daban un receso, Jungkook se escabulló por los pasillos en busca del patio. No logró llegar a él, en cambio se quedó en una banca que daba al invernadero. Al menos no pegaba el sol y el aire era fresco.
No había estudiantes cerca, ni bullicio alguno.
Presionó ambas manos contra sus ojos hasta ver manchas rojas detrás de los parpados.
—Aquí estás... —La voz familiar le llegó como en un túnel. Su amigo se sentó a su lado. Manos firmes tocaron su espalda. —Jaqueca —adivinó Jimin de inmediato. —¿Tienes tus pastillas contigo?
—No. Las dejé en casa. —Jungkook se lamentó.
—Vamos a la enfermería entonces, le diré a la maestra.
Jimin quiso ponerse de pie, pero Kook se lo impidió con una mano en su brazo.
—No, déjalo. Nos vamos a perder el ensayo.
—Que se joda el ensayo. No estás bien.
—Dame unos minutos.
Refunfuñando, Jimin se sentó otra vez.
Por inercia, Jungkook apoyó su cabeza en el hombro de su amigo. Jimin le atrajo más cerca, cruzando un brazo por encima de sus hombros y guiando su barbilla de modo que su rostro estuviera presionado en el cuello de Jimin. Jungkook inhaló hondo.
—Se pasará.
—No creas que no te he estado viendo. Has tenido un rostro horrible todo el día.
Kook intentó reír.
—Gracias por el cumplido. —Sus labios hicieron cosquillas en la piel del otro chico, quien se aguantó un estremecimiento, concentrándose en cambio en dibujar círculos en la espalda del enfermo.
—Deberíamos ir a la enfermería, Kookie. Conseguirte un pase para que te envíen a casa. ¿Recuerdas lo que te pasó la última vez? Estuviste dos días en cama.
—Fueron unos buenos días. Hiciste la tarea por mí y vimos televisión.
Jimin se apartó un poco para mirarlo a la cara. Se miraron a los ojos en la corta distancia.
—¿Así que esa es tu estrategia? ¿Enfermar para atraer mi atención? —Kook se puso tieso. —Porque ya la tienes.
Kook se encerró, cerrando sus parpados. Su cabeza punzó más fuerte.
—¿En verdad quieres tener esta conversación ahora? ¿No te puedes apiadar de mí?
Un suspiro dejó al más bajo. Él no quería importunar al otro chico, pero era difícil. Los días seguían pasando y él no conseguía nada. Les quedaban dos semanas de clases y no veía una luz al final del camino.
—Claro que puedo. Pero también quiero hablarlo. Me dijiste que estabas enamorado de mí y luego me esquivas. ¿Quién hace eso?
—Al parecer yo.
Jungkook intentó componerse. Su cráneo aún era un desastre palpitante y su semblante lo demostraba. Jimin negó. Llevó sus manos a la frente de Kook y con los pulgares comenzó a darle un masaje. Había visto a la madre de su amigo hacerlo en otras ocasiones y siempre parecía hacerlo sentir mejor. Kook suspiró. Así que supuso que daba resultados. Sus palmas se extendieron cubriendo las mejillas de Jungkook y Kook solo pudo estarse quieto, tragando grueso cuando las emociones eran demasiado para su corazón.
Jimin tocó todo su rostro. Sus atenciones tocaron su sien. Sus parpados pesados. El puente de su nariz. El contorno de sus pómulos. Hasta llegar a delinear sus labios y luego, solo dejó sus manos encima de sus mejillas otra vez. Sus ojos fijos en su boca.
Jungkook había visto esa mirada en los últimos días. Con hambre. Con deseo contenido. Con inseguridad.
Jimin acercó su cabeza un poco y luego, lo estaba besando.
Al principio, Jungkook no hizo nada. Jimin estaba perdiendo su cabeza haciendo tal cosa.
—Esto se está saliendo de las manos. —Habló encima de los labios de quien consideraba su mejor amigo. Sí, el chico por quien tenía un enamoramiento que creía platónico. —No entiendo...
Jimin negó.
—Averigüémoslo juntos.
—No eres gay, lo sabría de ser así. Busqué señales por mucho tiempo.
—Me gusta cuando nos besamos. —Jimin dijo con simpleza y Jungkook pensó que era demasiado.
—Vas a matarme. —dijo con una risa de pura vergüenza. Maravillosa vergüenza.
Entonces se besaron de verdad. Jimin dejó salir un suspiro aliviado. Al fin, cantó en su interior. Acomodó su cabeza de tal manera que el beso fuese profundo, ninguno conteniéndose. Disfrutando de los murmullos que salían de Jimin y la lengua insistente de Jungkook, que se había olvidado de su dolor de cabeza. Ni siquiera recordaba tener una.
El aliento de ambos se arremolinaba junto con sus lenguas. Las manos jalándose más cerca.
Jimin estaba aterrado de las sensaciones. Extrañado hasta cada poro de su ser. Y feliz, de que como fuese, estuviese saciando su curiosidad.
Kook, por otro lado, se sentía listo para ponerse de pie y comenzar a gritar por toda la escuela que Jimin le besaba. Que él le besaba.
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