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4 | La oportunidad esperada


Para: Mimi7
De: MinYoon28
Concepto: [Re] ¿Eres realmente tu?
Asunto:

Entiendo que quieras golpearme. Es lógico. Y, créeme, si estuviera ante ti te alentaría para que lo hicieras e incluso te diría que no te detuvieras hasta que hubieras sacado fuera toda la rabia.

Lo que has comentado sobre lo de invitarme a entrar a tu casa es verdad. Deseaba quedarme un poco más contigo pero no porque me dieras lástima sino porque me llamaste demasiado la atención.

Lucías frágil, dulce, tímido. Eras lo opuesto a mí pero, aún así, tu sonrisa tras las lágrimas, tu mirada, tu expresión sonrojada y tu voz me atrajeron de forma instantánea. Sin embargo, entendí que mi sensación estaba fuera de lugar pues, al margen de que estabas pasando por un mal momento, éramos unos completos desconocidos unidos de forma puntual por una simple toalla que me acababas de devolver.

Por eso me fui y, aunque regresé varias veces después, no se me ocurrió ninguna forma que no resultara absurda, estúpida o forzada de acercarme de nuevo a ti.

Te vi por la calle. También te detecté en el metro un par de veces. Siempre parecías ir con prisa, como si estuvieras ocupado y te faltara tiempo para respirar, de modo que no te quise importunar. Incluso en una ocasión me descubrí en la puerta de tu casa dudando sobre si pulsar el timbre. Al final no lo hice porque mi lógica me gritó que sería raro presentarme así, sin motivo ni razón, y, con el paso de los días, me resigné a seguir con mi vida.

Lo del supermercado fue casualidad.

Iba a entrar a por una bebida energética. Suelo llevar latas en la bolsa de deporte pero aquella tarde las había olvidado en casa y me había dado cuenta ya dentro del metro, camino del gimnasio, con lo que decidí bajarme a comprar.

Estabas de espaldas cuando perdiste el equilibrio. No te haces idea de emoción que me embargó cuando te volviste, avergonzado y agradecido a partes iguales ante mi ayuda, y me di cuenta de que eras tu. Fue como si el mundo se abriera de golpe y me gritara: "¡Ahí tienes la oportunidad que esperabas!"

Disfruté mucho mientras caminábamos juntos, rumbo a tu casa, charlando del tiempo y de trivialidades varias. Ahí confirmé que me seguías gustando y que, por tanto, merecía la pena que me arriesgara a intentar algo contigo.

—Y, ¿qué tal te va con los entrenamientos? —me preguntaste—. ¿Has empezado ya a competir?

—Aún no —negué—. Quizás llegue al nivel en un par de meses.

—¡Oh, eso es genial! —exclamaste, con una genuina sinceridad—. ¡Ya no te queda mucho! Mantén el ánimo arriba, ¿sí?

—Si me animas tu seguro que lo consigo antes.

Te dije aquello con toda la intención del mundo e incluso te sonreí pero tu respuesta fue esquivarme y atender a los edificios que nos rodeaban.

—Quiero decir... —Como creí que mi comentario te había molestado, lo traté de arreglar—. Si todo el mundo me dijera lo que tu me has dicho, me motivaría para prepararme más rápido.

—Estoy seguro de que muchas personas te apoyan aunque no lo digan claramente.

—Supongo.

Se hizo un silencio. La otra ocasión también ocurrió y lo dejé estar. Sin embargo, esa vez no estaba dispuesto a dejar morir el tiempo.

—¿Cómo te sientes en tu nuevo barrio? —cambié de tema con la intención de indagarte—. ¿Has establecido relaciones en el vecindario? —Nos detuvimos frente a tu puerta—. ¿Conocidos? ¿Amigos?¿Quizás pareja?

—Salgo algunas veces con los compañeros de la pizzería donde trabajo los fines de semana pero pareja... —En ese momento te volviste a sonrojar—. No, no tengo. —Tu mirada castaña buscó la mía—. Y... ¿Tu? Esto... ¿Tienes?

—No pero espero tenerla pronto.

—Ah... —Una leve decepción se asomó en tus pupilas—. Te deseo mucha suerte. Ojalá consigas que quien te gusta te corresponda.

—Estoy en ello.

A pesar de que llevaba las bolsas, me las arreglé para reducir la distancia que nos separaba. Me incliné sobre ti. Contuviste la respiración pero no te apartaste así que me aproximé un poco más. Durante unos instantes respiré tu aliento, cálido y agitado.

—¡Jimin, cielo, eres tu!

Tu tía abrió la puerta de improviso. Dimos un bote. Nos separamos.

—¡Qué susto! ¡Creí que eran ladrones! ¡Hay mucha delincuencia en estos días! —Reparó en mí—. ¿Con quién estás?

Me desalentó que respondieras que era "el chico de la toalla" aunque reconozco que también me reí. Siempre me he reído mucho con tu forma de explicar las cosas cuando te pones nervioso.

Y, en cuanto a tu pregunta, sí, aún compito. De hecho, es lo único que no dejé atrás cuando me fui. Lo único, claro, a parte de mis sentimientos por ti.

Joder: soy un idiota. No he debido responderte al email. Te voy a lastimar. Por favor, mándame al rincón más apartado de tu memoria e intenta ser feliz. Te lo mereces.

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