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¿Querían respuestas? Aquí están >:3



Capítulo 37: Es Hora

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Por su posho le doy más té, señor Obama— agarré la tetera y le serví más té de manzanilla.

Gracias. ¿Justin Bieber no fue invitado?— Preguntó Obama bebiendo un sorbo de su bebida.

Nah, quise hacerlo por no ser mala onda pero solo me gritó y escupió en mis zapatos. Luego se fue a hacer berrinche en el rincón de la escuela— miré la pared por unos segundos mientras pensaba en lo que había sucedido.

Ese está mal de la cabeza ¿quién no querría venir a una de las fiestas de ______?— Comentó Bob Esponja.

¡Lo sé! Hice sándwiches con forma de ositos— sonreí mostrando el plato lleno de sándwiches salados. —¿Gustan?— Les ofrecí.

¡Yo quiero!— Gritó Mabel.

Luego podemos ir al Crustáceo Cascarudo por unas cangreburgers. Yo invito— ofreció la esponja.

¡SÍIII!— Todos alzamos nuestras tazas al aire festejando.

¡______!— Me gritaron en el oído.

—¡AH!— Di el grito cuando me caí de la cama. —Ow...— Me quejé retorciéndome.

______— escuché otra vez después de hace mucho.

—¡¿Qué?! Me caí por tu culpa. ¿No me hablas por días y de repente te dio la gana?— Me senté lentamente y quité las sábanas sobre mí.

Ya es hora.

—Eso vienes diciendo desde Malediktador. ¿Hora de qué?— Cerré mis ojos cansada. No me molesté en levantarme del piso, solo atraje la almohada a mi cabeza y me recosté para dormir otra vez.

Ven por mí. Ya es tiempo de que sepas qué soy y lo que sucederá contigo.

Abrí los ojos como platos y me puse de pie de un salto.

—Wow, wow, wow. Esto es muy repentino. Son las...— Me froté los ojos para ver la hora en mi celular. —¿Las 3 de la madrugada? ¡¿Pero qué te pasa?! Estaba durmiendo muy rico. Soñé con Obama, Bob esponja, Mabel y-

Sueñas cosas muy raras. Como sea, sé que esto es muy de repente y no confías en mí un 100 por ciento, pero te lo ruego. Debes venir por mí, eso si quieres cumplir para lo que realmente estás aquí.

—Es qui- es que- y-yo no-

Mira, te elegí por una razón y tú eres la única que podrá entenderme sin enloquecer. Cálmate y ven por mí. Cuando estemos cara a cara, me presentaré formalmente— me logró reconfortar un poco.

—Bien, bien, bien— susurré un poco ansiosa. —Yo...— Pasé una mano por mi cabeza y corrí a preparar una mochila.

¡Ha-hay algo más!— La escuché nerviosa.

Me atoré unos segundos al intentar vestirme con rapidez. —¿Q-qué? ¿Tendré que escalar una montaña o algo? Seguro le diré a un guía que me lleve o ¿dónde estás?— Corrí como loca por toda mi habitación llenando mi mochila de provisiones.

______, no estoy en Francia.

Frené mis pasos apresurados y dejé caer lo que tenía en mis manos.

—¡¿QUÉ?!— Grité.

Estoy cerca de El Tibet-

—¡¿Por qué mi*rda debes estar en China?!— Comencé a caminar ansiosamente en círculos. — ¡No puedo ir a China!— Dije mordiéndome las uñas. —Eso es todo. Le diré al maestro Fu que tú estás loca— fui decidida hacia mi puerta. Me valía madres que fuese la madrugada, este asunto llegó muy lejos.

¡No! No puedes decirle a nadie. Él ya está preocupado con poner en circulación los miraculous más poderosos, no lo agobies conmigo. Sé que no te arrepentirás. Nos llevaremos muy bien— aseguró apresurada.

—Me suena a secuestro— entrecerré mis ojos con sospecha.

Te prometo que no lo es. Ven a mí, te indicaré por dónde estoy...— Me quedé pensando. —Dime que lo harás— suplicó.

—Agh, estúpida curiosidad. Bien, lo haré— suspiré rendida.

¡Así se habla!— Celebró emocionada. —Apresúrate. Mientras más rápido mejor.

Reanudé mi labor de preparar mi mochila. La cerré y estaba lista, solo faltaba ver cómo carajos voy a Asia.

—¿______?— Mi mamá me llamó abriendo la puerta con un bostezo. —¿Qué haces...?— Pausó al verme vestida y con mochila y celular en mano.

(Oh caray, mi oportunidad). —Hola ma, me voy a China.

—¿Qué? ¿Por qué y cómo? Es de madrugada.

(Plan A). —No tengo idea. Mira, deja te explico. Debo hacer una investigación sumamente grande y detallada sobre algún lugar que no sea aquí en Francia. Ya tú sabe como soy de delicada con los detalles, y pues, no sé si está en tu posibilidad... Vamos a China por favor— junté mis manos para suplicarle. —Más específicamente a El Tibet. Considero que es muy interesante la situación de pertenecer a La república de China pero algunos piensan que es independiente— sonreí nerviosa, esperando su respuesta.

—¿Quieres ir a China? ¿Ahora?— Me vio confundida.

—Al Tibet. Solo por 2 días. Eso es suficiente, por favor, por favor, no te pediré nada más, ni siquiera croissants ni macarons, ¿por favoooooooooooor?— La miré con los mejores ojos de perrito.


Un par de horas después...


Mi madre y yo nos encontrábamos en el avión, rumbo a China... Yey.

Wow, realmente vendrás por mí— la voz femenina comentó de repente, haciendo que me sobresaltara un poco.

Mi mamá tenía sus audífonos puestos, así que aproveché para charlar un poco con el motivo de mi viaje. —Soy curiosa— susurré. —¿Sabes? La primera vez que le dije al maestro Fu sobre ti... Noté algo en su expresión. Sí se le veía consternado— bajé la mirada pensando.

¿Porque creyó que estabas loca?

—No— solté unas risitas. —Era más una expresión de "ya había oído algo al respecto pero no lo creí posible"... No sé. Tal vez solo es cosa mía— me encogí de hombros.

Tranquila. Todo se resolverá pronto...

—Eso espero— me acomodé en mi asiento para recostar mi cabeza en el marco de la ventana. Viajar en avión es hermoso... En ciertas cosas.

Por cierto, ¿qué les dijiste a tus amigos cuando partiste al aeropuerto?

Levanté mi cabeza preocupada. —No les dije.

—¡¿Qué?!

—No creí que mi mamá aceptaría ir a China conmigo y por todo el estrés del tiempo, los boletos de última hora y las maletas, me olvidé de llamarles.

Bien, eh hazlo ahora ¡pero no les digas a dónde vas!

—¡¿Entonces qué digo?! ¿"Hola, salí del país. Los veo el lunes en clases"?— Hice gestos mostrando mis nervios.

—¡No!— Suspiré pesadamente. —Pues ya que— marqué el número de Adrien.

—Hola, soy Adrien, ahora no te puedo contestar pero deja un mensaje— sonó su voz.

Bufé. —¡Cuando te llamo no estás!— Colgué enojada. —¡Ya sé!— Se me iluminó el rostro y marqué el número de Marinette.

—Hola, soy Marinette, deja un mensaje— sonó la voz de la oji azul.

—¡Aagh!— Miré enojada mi celular. —¡Y luego se enojan conmigo por no contarles qué ando haciendo!— Me froté el rostro exasperada. Marqué un último número.

—¿Aló?— Nath respondió.

—¡Aleluya!— Canté en voz alta. —Al fin, alguien contesta.

—¿______, qué sucede? Te oyes molesta.

—Traté de llamar a Marinette y a Adrien pero ninguno contestó. Oye, Nath. Se me olvidó llamarte cuando estaba en el aeropuerto pero-

—¡¿Aeropuerto?!— Preguntó alarmado. —¿Te vas a ir otra vez? ¿A dónde? ¡Me prometiste que no te irías sin avisar!— Me regañó sin dejarme explicar.

—Lo sé, lo sé. Surgió de improvisto, te explico luego. Solo me iré por 2 días, nadie se dará cuenta que no estoy.

—B-bien, pero ¿en serio vendrás en dos días? ¿Y a dónde vas?

—Todo es clasificado, chau tomate.

—¡Espe-!— Colgué. —Jeje, me recuerda a (M/A).

Como Nath no es (M/A), él sí me llamó varias veces. Pero como soy una mal nacida a veces, no le contesté y lo ignoré por el resto del viaje poniéndome mis audífonos para escuchar rock.

Bajamos del avión, y al encontrar nuestras maletas, nos dirigimos a un grupo de turistas. El líder estaba a punto de iniciar un recorrido.

—¡Bienvenidos a El Tibet!— Exclamó el guía de turistas.

—¿Y ahora qué?— Mi mamá me vio.

—No lo sé, no creí que llegaría tan lejos— me quedé viendo a un sitio no específico.

—Mejor vamos a registrarnos al hotel más cercano— comenzó a caminar.

¡Lo hiciste! Me sorprendes— la voz me felicitó, se le notaba muy contenta.

—Pues, tuve que rogarle por unas 2 horas hasta que finalmente accedió porque no dejaba de aferrarme a su pierna. Así que básicamente, la obligué— sonreí, caminando detrás de mi mamá para que no oyera nuestra conversación.

Genial— susurró orgullosa de mí.

Fuimos a un Hotel llamado Hilton Linzhi Resort o algo así, no logré ver bien el nombre. La recepcionista nos dio dos llaves para una habitación con dos camas. Dejé mi maleta junto al ropero, sin embargo, no solté mi mochila.

Mi mamá se acercó al gran ventanal y abrió las cortinas. —¿Y bien?— Me volteó a ver emocionada. —¿Qué hacemos primero?

—Yo iré a investigar— me acerqué nuevamente a la puerta.

—¿Qué?— Soltó un chillido, muy raro de ella. —Vamos, es nuestra primera vez aquí, deberíamos al menos ver los alrededores— insistió.

—Perdona mamá, pero trabajo antes que descanso— la vi decidida y mientras salía le dije una última cosa. —Adelántate, vi piscinas en el primer nivel.

(Ya esperé suficiente) tomé los tirantes de mi mochila con fuerza.

Debes salir del hotel— hice lo que dijo. —Ahora sube la vista y mira detrás de ti.

—¿Hacia esas montañas?— Señalé.

Ahí estoy atrapada.

—¡Era broma lo que dije de escalar una montaña! En realidad no puedo-

¡______! No te arrepentirás. Ayúdame, he estado atrapada por mucho tiempo— sonó triste.

Me dio lástima. —Ok, volveré al hotel y preguntaré por un guía— regresé con la recepcionista que nos dio la llave.


...


—Si se adentran mucho en las montañas, deben ser muy cuidadosos— advirtió el guía. Actualmente me encontraba en un autobús turístico pequeño camino a las montañas mientras el guía nos daba instrucciones y de paso hablaba sobre la montaña sagrada, Kailash.

—Oye, ahora sí tiene sentido el decir "¡Bieeeenvenidos al Himalaya!"— Susurré con emoción.

La vocecita rio. —¡Estoy muy emocionada porque me conozcas! ¿Llegarás a quererme? ¿Qué digo? ¡Todos lo hacen!— Alzó un poco el tono, emocionada.

Sonreí y me quedé viendo por la ventana hasta que el bus, eventualmente paró. Todos los pasajeros nos bajamos de el e iniciamos el recorrido por la cordillera. El guía dijo que no nos separáramos del grupo por la vegetación alrededor, la cual se está volviendo más espesa.

—Wow— admiré todo y comencé a tomar muchas fotos con mi celular. —¿Es idea mía o está haciendo más frío?— Pregunté en voz alta.

—Oh, sí. La cima de las montañas están cubiertas de nieve— indicó el guía.

—Radical— asentí con tranquilidad.

______, desvíate— susurró.

—¿Cómo? ¡Pero me perderé!— Grité susurrando, preocupada y frenando en mis pasos.

He estado atrapada aquí lo suficiente como para saber los alrededores de memoria, tengo mi forma de saber en dónde estás— explicó.

—¿Como un tipo de ecolocalización? "Percibes" las cosas con tu sexto sentido— traté de entender formando una teoría.

Sip, ahora ve a la derecha que ya estás cerca.

Después de escalar un poco más alto y pasar por unos cuantos árboles espesos, encontré una piedra grande.

—Hay una piedra gigante bloqueando el camino— dije.

Bienvenida a la entrada de la cueva en la que he estado atrapada desde siglos— habló de forma mística.

—¡¿SIGLOS?! Vaya, con razón estás desesperada por salir. Pero oye, si estás atrapada significa que hay una razón ¿no?— Entrecerré los ojos.

Eh, sí p-

—Lo sabía. Sabía que no eras buenas noticias— me giré, dándole la espalda a la roca.

No te culpo si no me crees— habló con tristeza.

Suspiré pensando por unos segundos hasta que me decidí por mover la roca. Ella gaspeó, su prisión de años finalmente abierta.

Caí al suelo de rodillas, recuperándome del esfuerzo y esperé a que el dolor en mis brazos bajara. —¿Huh?— Alcé la vista a la cueva, intrigada.

Tendrás que adentrarte— comentó.

—¿Por qué no simplemente sales?— Alcé una ceja.

No puedo por mí misma.

—Bueno— entré lentamente a la cueva. —No veo ni m*erda, copón— me quejé y activé la linterna de mi celular. Todo era como me lo esperaba, tierra y rocas. Observé atentamente todo el lugar, yendo cada vez más profundo.

Cuando logré ver el final de la cueva, di dos giros y rasqué la parte trasera de mi cabeza, sin saber que hacer.

—Chuta, ¿y ahora?— Cuestioné levemente decepcionada.

Mira hacia abajo— indicó.

Al hacerlo, me sorprendí y me agaché. Había una diadema muy sucia y polvorienta, pero a pesar de su mal estado, veía rastros de su color blanco y un patrón similar a una cadena.

—¿Qué es esto, carnala?— Pregunté extrañada sin apartar la mirada del artefacto.

Quítale la tierra y póntela.

Pasé mi mano por el accesorio, quitando toda la tierra posible. Con una toalla de papel que saqué de mi mochila le limpié los restos y lo sucio de mi mano.



—Es bellísima— sonreí. Parecía como nueva. Procedí a ponérmela. Inmediatamente, el sonido de cadenas rompiéndose invadió el lugar junto con un destello blanco. —¡¿PERO QUÉ?!— Grité y otro destello, esta vez dorado pálido, me interrumpió.

—¡¡¡______!!!— Celebró sonriente. —¡Gracias!— Noté unas cuantas lágrimas. Ella se lanzó a abrazarme, le regresé el gesto lentamente, sin comprender la situación.

—¿Q-qué?— Logré decir. —E-e-e-eres un...— La señalé, mi boca aún abierta por el shock tremendo.

—Sip jijiji— asintió soltando risitas y girando en el aire.

—¡¿Qu-?! ¡¿QUÉ CLASE DE KWAMI ERES TÚ?!— Grité dando un paso atrás.

—¡La única en mi clase!— Exclamó orgullosa. —______ (Tu apellido), te he elegido personalmente para portar el miraculous del ángel— tocó mi nariz con delicadeza.



WHAT?!— Negué múltiples veces. —What? No. Tiempo, tiempo, tiempo, nunca me dijeron de esto. Quiero revisar el contrato ahorita— me alejé rápidamente.

—Antes que nada, borra el número del psiquiatra de tus contactos— dijo seriamente para luego volver a sonreír. —Estoy tan feliz de verte cara a cara— giró a mi alrededor. —Mi nombre es Angiee, con doble "e" al final— hizo una reverencia. —Estoy más que encantada de finalmente verte.

—...— Aclaré mi garganta. —Es bueno poder ponerle un rostro a la vocecita que me siguió desde Befana— sonreí un poco más calmada.

—¡Seremos las mejores amigas! Y claro, serás la superheroína que estás destinada a ser— aseguró.

—¿Destinada? ¿Me trajiste porque soy "digna"?— Alcé una ceja, con curiosidad.

—Tu presencia e intenciones son puras, aunque a veces seas violenta y loca— rio con lo último.

—¿Tratas de halagarme u ofenderme?— Pregunté divertida con las manos en la cintura.

—La primera opción.

—¿Y por qué has estado atrapada aquí?— Me senté en el suelo de la cueva.

Suspiró. —Todo inició en el templo de los guardianes. Me asignaron a mi último portador, sin embargo vieron que mi poder era demasiado y se salía de control fácilmente. Sucedió una guerra por mi culpa y decidieron confinarme, lejos de cualquiera. Para que nadie supiera de mi existencia y llegase a usar ese poder— explicó con melancolía.

—¿O sea que eres como el poder absoluto?— La miré anonadada.

—¡Oh por Dios, no!— Negó con una risa escandalosa. —Yo no cumplo deseos, pero la magnitud de poder es similar, igual de inestable y peligroso— advirtió.

—¿Qué tipo de miraculous es este? ¿Perteneciste a una de las cajas de miraculous que se perdieron cuando el templo fue destruido?— Toqué la diadema con un dedo.

—Este es el miraculous de lo sobrenatural— señaló a mi cabeza. —Y no... Nunca pertenecí a ninguna caja. Siempre fui yo... Sola. Bueno, Plagg trataba de animarme siempre que me veía triste, es como un hermano para mí— sonrió.

—¿Plagg?— Pregunté sorprendida.

—Sí, ¡por eso me sentí muy feliz de que ustedes sean amigos! ¡Podré saludarlo después de todos estos años!— Voló dando piruetas, muy emocionada.

—Estoy segura que le alegrará verte— dije contenta. —¿Y cuántos portadores has tenido?

—En total cinco— dejó de volar por los alrededores y se dedicó a flotar. Extendí mis manos y Angiee se sentó en ellas.

—¿Tan poquitos?

—Hm-hm— asintió. —Dos de ellos fueron Sócrates y Leonardo Da Vinci.

Y la expresión de shock regresó a mi rostro. —¡¿K?!

—Los otros 3 fueron civiles comunes y corrientes— bajó la mirada, sonrió levemente.

—¿Cuánto tiempo has estado fuera de servicio?

—Perdí la cuenta después de los 500 años.

—¡NO MAMES! ¡Debes salir a ver el mundo!— Me puse de pie de prisa y la llevé fuera de la cueva.

La kwami miró hacia el cielo y a los alrededores. —No ha cambiado mucho esta montaña— comentó.

—Cuando me acompañes a París, ¿qué pasará?— Cuestioné.

—Te enseñaré todo lo que debes saber para controlar tu nuevo poder— regresó a mí.

—Pueees... Si para esto me trajiste ¡bienvenido sea!— Alcé los brazos. —¡Ah! Y... Mucho gusto en conocerte formalmente Angiee— le acaricié su cabecita.

—Mmmm— sonrió, gustosa del contacto físico. —Que emoción ¡Que emoción! De nuevo a las andadas— dijo emocionada.

—Bien, bajemos de la montaña— comencé a caminar.

—¡Espera!— Se puso en frente de mí. —¡Transfórmate! Y baja la montaña de un salto— alentó.

—¡Sí!— Exclamé. —¿Con qué frase me transformo?

—La que tú quieras. La frase y mis colores cambian dependiendo del portador.

—P*ta, que ofertón— froté mis manos. —¡Ya sé! ¡¡¡Angiee, conviérteme en una criaturita del señor!!!— Alcé mi puño y levanté una pierna con energía en cada movimiento.

—Ammm, quizá deberías escoger algo más corto— recomendó apenada, rascándose una mejilla.

Mi expresión cayó y se tornó en una gruñona. —Le quitas lo divertido a la vida, ta' bueno pues— regresé a mi semblante energético. —¡ANGIEE, ILUMÍNAME!

La kwami fue absorbida por la diadema y mi secuencia de transformación mega épica finalizó conmigo haciendo una pose. [Pensaba en la canción Angel with a Shotgun Nightcore Instrumental para la secuencia de transformación].



Miré mis manos y el resto de mi cuerpo. —No puede ser... ¡Tengo miraculous propio!— Di brinquitos muy feliz, casi desmayándome por la emoción. —¡WUUUU!— Pegué tremendo salto y como Ladybug y Chat Noir, me separé mucho del suelo. —¡Mi propio miraculous!— Festejé y salté de la montaña con una amplia sonrisa.

En medio de mi descenso, logré ver el autobús turístico que iba de regreso. —A ver quien gana ¡tortugas!— Exclamé disfrutando el viento contra mi cara. Aterricé de pie con mucha agilidad, ganándole al bus. Me encontraba finalmente en la base de la montaña. —¡Chao luces!— Exclamé y Angiee salió del miraculous, destransformándome en el proceso.

—¡Hace años que no hago esto!— Exclamó muy emocionada.

—¡Eso fue!— Sonreí de oreja a oreja.

—¡¡FUE DE LOCOS!!— Exclamamos al unísono.

—¡Debo contarle al maestro Fu!— Aplaudí, emocionándome aún más.

—¡No!— Me frenó. —Seguro ha oído hablar de mí. ¡Nos separará!— Dijo alarmada.

—No dejaré que eso pase— la consolé. —Tú no quieres hacer el mal, es solo que los portadores no saben cómo controlar correctamente tu poder.

—Oh ______— me vio conmovida. —¿No me abandonarás a pesar de lo que diga el guardián?

—Claro que no Angiee. Somos amigas— le di un beso en su cabecita.

—¡Yey!— Celebró y abrazó mi mejilla.

—Ahora pongámonos en marcha de regreso al hotel— ella se sentó en mi hombro y me puse en camino. —Por cierto, ¿qué comes?

—Comida— respondió.

—Wow, ¿en serio?— Dije sarcástica.

—Cualquier tipo en realidad, pero amo los malvaviscos— habló casi babeándose.

—Te compraré cuando regresemos a Francia, por ahora hay que disfrutar nuestra estancia aquí.

Al regresar con mi mamá, me regañó ^^'creyó que estaba perdida ya que el guía de turistas se percató de mi ausencia cuando regresaron. Yo pensé: "Que buen servicio".

—Perdona mamá, es que me separé del grupo para ver un poco más los alrededores— mostré los dientes, apenada.

—Bueno, ahora puedo relajarme de verdad— suspiró. —Vamos a la piscina.

Disfruté bastante el resto de mi estadía. Angiee y yo congeniamos bastante bien y en muy poco tiempo nos hicimos cercanas, cierto que cuando solo escuchaba su voz la consideraba como compañera y apoyo; ahora estoy segura que el haberle hecho caso fue una de las mejores decisiones de mi vida.


Continuará...

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¿Acaso no lo vieron venir? XD. El traje lo siento una mezcla de superheroína, Power Rangers y Club Winx XD

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